martes, 10 de septiembre de 2019

Un país patas pa´rriba y los políticos inútiles



Yo lo lamento pero no puedo quedarme callado, me encantaría dejar de hablar mal de nuestros políticos, su estupidez es su problema, su ceguera e ineptitud es su karma, pero el hecho es que están allí, ocupando esos espacios de supuesta representación, de decisiones y ejecutorias que me afectan de manera directa y atentan en contra de mi sobrevivencia, por ello, mientras no hagan lo que es necesario, mientras no solucionen nuestros problemas más urgentes tal y como se comprometieron hacerlo, y ocupen esos cargos y posiciones sólo para robar cámara y aparecer en los titulares visitando santuarios, se están metiendo conmigo, con mis seres queridos, con mi país.
Si a estas alturas no se han enterado que Nicolás Maduro es un asesino de hombres, un exterminador de etnias, un corrupto y un desalmado, pues estamos en manos de unos políticos tullidos, autistas, incapaces de reconocer la realidad porque eso es lo que hacen con sus pretensiones de negociar con quien no se puede negociar, ¿Tanto cuesta entenderlo? Los noruegos ya deberían haberlo captado y dado el asunto por terminado, es imposible negociar con ese tipo de ser que no tiene palabra, ni voluntad ni consciencia, pero parece que en su ceguera profesional no ha encontrado aún los límites a su oficio de negociadores.
Estamos viviendo una calma chicha, en un período de vacío de acciones mientras los venezolanos mueren de hambre y desahucio, el régimen usurpador se levantó de la mesa de negociación sólo para dejar en evidencia que la oposición liderada por Guaidó no tiene ningún plan de contingencia, demostrando una vez más, que el tirano Maduro tiene el sartén agarrado por el mango, en este país viven o mueren quien él diga, mientras tiene a Guaidó visitando iglesias y diciéndole a la gente que acepta ser el candidato para unas elecciones que sólo él ve a la vuelta de la esquina.
Nuestros políticos en su gran mayoría actúan en base a memes, a información general diseñada y digerida para consumo, de libros de autoayuda, de motivadores profesionales y gurús de la Nueva Era (que todavía existen y viven de la ingenuidad humana), pero principalmente nuestros políticos viven y respiran gracias a una cultura toda torcida y contaminada de mentiras y lugares comunes, hecha por unos tahúres que han escogido a la política como ocupación para estafar a la gente.
Me he quedado sin aliento discutiendo la diferencia entre la antipolítica, y el rechazo que los venezolanos (algunos, los racionales, los que aún tenemos criterio propio) sentimos en contra de la infrapolítica que se practica en mi país, una especie de práctica verbal y de acciones que intenta, bajo la excusa de que es por el interés común, que el interés personal de “ellos” vaya primero en cuanto prioridad, que el de todos los demás.
Pero lo hacen de manera tan torpe y obvia que aquello lo que da es náusea, y que unos individuos de una patética formación y principios, intenten dar cátedra moral y de alta política, enredándose ellos mismos en trabalenguas sobre vamos bien pero estamos mal, que provocaría risas si no fuera porque es la manera como ven la realidad, lo cual es aterrador.
Desde hace ya años nuestros políticos de la llamada oposición democrática, dentro de su necesidad de conservación de espacios de poder, coadyuvaron a que las atribuciones de los revolucionarios bolivarianos fueran reconocidas como legítimos representantes del pueblo, dentro de los límites constitucionales y de un estado de derecho, que trataron de mantener unido con saliva de loro, mientras el país se extraviaba en un colectivismo sin sentido.
Nuestro partidos políticos tradicionales se prestaron para que los usurpadores del chavismo, que no son sino agentes de los intereses cubanos, pudieran actuar con cierto decoro e institucionalidad, asumiendo, que ellos, los chavistas, eran una expresión política legítima del pueblo y su gobierno una institución para el avance de la democracia, para ello negociaron electoral, judicial, internacional y económicamente ciertos acuerdos de convivencia que nunca fueron respetados, excepto las transferencias de dinero producto de la corrupción, y la asignación de contratos para empresas familiares de nuestros supuestos líderes.
Pero el chavismo se alimenta de sus hijos, los devora, y Chávez desató una cacería entre los políticos de la oposición para iniciar esa negra tradición de los presos políticos, en su afán de ser el único partido en Venezuela construyó su propia oposición, recogiendo los jirones que habían quedado del sistema de partidos democráticos.
Pero ni eso los hizo reaccionar, a pesar de que algunos de sus líderes más importantes pagaron con un injusto encierro, malos tratos y algunos, con torturas y el exhilio, siguieron pretendiendo que el chavismo eran unos demócratas, algo atolondrados y autoritarios, pero que se podían manejar dentro de la constitución, una carta magna que estaba a todas luces y sin ocultarlo, siendo desmontada y violada con saña.
La economía iba convirtiéndose en una pesadilla de terror, primero con aquel estado dadivoso y del jet set internacional, con un Chávez que se aparecía con su petrochequera en los lugares más insólitos del mundo, regalando nuestra riqueza, haciendo actos multitudinarios y convirtiéndose en una estrella global, cosa que al final pagaría muy caro pues estaba haciéndole sombra a su jefe, Fidel Castro.
Simultáneamente se dieron todas esas intervenciones sobre la actividad productiva del país, empezando por la petrolera, imponiendo controles, inspecciones, nacionalizaciones forzadas, expropiaciones y simples robo a mano armada junto a funcionarios de las Fuerzas Armadas, utilizando sus armas en contra de propietarios, productores, industriales, gerentes, en una locura digna de uno de esos emperadores romanos dementes.
Pero el estamento político seguía sin reaccionar, siempre pusieron sus esperanzas de cambio en unas elecciones que se ganaban pero no podían cobrarse, o se perdían de manera fraudulenta pero tenían que aceptarla como buenas, o se ganaban, se cobraban, pero resultaban en un continuo sabotaje por parte del chavismo, negando presupuesto, entorpeciendo la gestión, montando falsos positivos, nombrando autoridades paralelas, interviniendo judicial o policialmente ciertas actividades.
Fui uno de los primeros opinadores que pidieron llevar el caso de Venezuela a instancias internacionales, estábamos tomados por fuerzas extranjeras y no teníamos como defendernos, recuerdo que las primeras reacciones fue el de acusarme de exagerado y vende patria, “los problemas de los venezolanos lo resolvemos los venezolanos” fue el mantra que prevaleció por unos buenos años, hasta que la evidencia no se pudo ocultar, menos mal que mis artículos se encuentran en la red, con sus fechas y sus respuestas, no me alegra haber tenido la razón, todo lo contrario, me duele la indiferencia de la clase política que dejó que la gangrena avanzara hasta que ya era demasiado tarde.
Pero el problema de nuestros políticos era mucho más profundo, no solamente era una denegación obstinada de la realidad, una creencia que los buenos y los justos, es decir los políticos demócratas y creyentes en el poder de la negociación, iban a prevalecer sobre las hordas del infierno, que los legalistas, los constitucionalistas, los políticamente correctos, por su talante y buena voluntad iban a sobrevivir… esta gente pareciera que nunca se han enterado de los Gengis khan, de los dictadores como Hitler o Stalin, de los asesinos y violadores como Boves o Zamora, de los genocidas como Mao o Pol Pot, que ejemplos como Fidel Castro y el Ché Guevara iban a producir súcubos como Chávez y Maduro.
El pecado de nuestro políticos fue la idiotez, más nada, no es que fueron engañados por complejas estrategias, ni por componendas surgidas de complots urdidos en la KGB, simplemente se bajaron los pantalones, se pusieron de rodillas y se dejaron sodomizar por unos pranes, y fueron pagados con unas pacas de dinero manchado de sangre y sufrimiento de los venezolanos, pero prostituyéndose ellos, la desgracia cayó sobre todos nosotros por una relación causa-efecto, porque tuvimos el mal tino de permitir que toda nuestra vida social como país, estuviera atada a la voluntad de unos hombres y mujeres que tenían precio.
Juan Guaidó no surge de la nada, Leopoldo López no es un experimento de probeta, ni Stalin Gonzáles es la oveja Dolly de la unidad, todos comparten ese gen echadito a perder que se llama democracia venezolana.
La democracia venezolana no es democracia, es la caricatura fea y grotesca de la verdadera democracia, bien echadita a perder por la idea de que el poder político en Venezuela es el mejor negocio del mundo, que los partidos políticos son franquicias para explotar a este país y sus habitantes, que las elecciones son una lotería, que el ejercicio de la política es quien dice más mentiras y quien vende la mejor utopía.
Los historiadores de nuestra vida política podrán identificar esos nudos donde empezamos a perder el sentido de la democracia, en los que se impone el sentido pragmático de nuestros líderes y en los que la gente nunca recibió de manera definitiva su sentido de participación, su protagonismo y sus derechos civiles consagrados en la constitución, que no eran muchos y estaban bastante limitados, se convirtieron en dádivas del estado todo poderoso, pero era un comienzo que nunca se dio.
Pero a pesar de los políticos chimbos y esa democracia mal entendida y peor practicada, la sociedad civil organizada surgía indetenible, y dentro del capítulo del terror tiránico del chavismo, surgieron las ONG´s de derechos humanos, algunas ambientalistas, muchas de organizaciones vecinales, algunas educativas, muchas de protección a la salud y algunas que defendían las libertades económicas y al consumidor, lo que probaba que había venezolanos que se sentía ciudadanos a pesar de las contradicciones y las trabas a la libertad.
No hay manera en que Voluntad Popular pueda justificar haber perdido ocho meses de la manera más miserable, con el monigote de Guaidó liderando a aquellos que creen que esperando y rezando, las piezas del juego se moverán solas y los elevará al poder, porque esa es su estrategia, a pesar de que insisten en la negociación y en unas elecciones libres, saben en el fondo, que esas vías están agotadas.
Pero esa oposición es la única que está organizada, que hace ruido y que es reconocida por los poderes extranjeros, lo cual no cambia en nada ni sus propósitos ni sus medios, en el fondo es el mismo chavismo, entendido como una cultura política que lo ha contaminado casi todo, excepto estos últimos reductos de resistencia en manos de ONG´s, de periodistas y filósofos, de profesionales y grupos de opinión que no han dado su brazo a torcer, ese grupo de radicales que merecen toda nuestra admiración.
El problema que veo es que esa resistencia no va a jugar en el juego político planteado por los partidos tradicionales, no va a participar en un juego electoral viciado y diseñado para fortalecer la corrupción y el clientelismo político, aunque tiene todas las herramientas y condiciones para dirigir y administrar un proceso de recepción de la ayuda humanitaria,, para llevar un proceso de transición exitoso que culmine en la decisión final del pueblo de Venezuela de a quien entregarle el país en su fase de recuperación, ha allí la utilidad de estos grupos radicales, asumir la crisis en todo su impacto para que el país tenga una oportunidad de rehacerse, pero el plan de Guaidó y de la coalición de partidos corruptos que vienen de la MUD, son tan brutos y egoístas, que lo quieren todo para ellos,, y al final será el país todo quienes pagará las consecuencias.     -     saulgodoy@gmail.com





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