Es realmente preocupante que nuestros analistas y
politólogos en su gran mayoría estén utilizando como herramienta principal para
el diagnóstico de nuestro problema político, el Análisis Costo-Beneficio (ACB),
una herramienta que nos viene de los planificadores de las economías
benefactoras (socialistas) y la que se distingue un estado fuerte y
centralista; usted escucha a nuestro sesudos técnicos y voceros de los
partidos, y no cejan de hablar de hacerles costosas algunas decisiones al
chavismo como por ejemplo, no negociar con la MUD-G4-FA que supuestamente
representa a la oposición democrática en nuestro país, o no aceptar algunos de
sus términos con miras a unas elecciones.
El ACB es una de las muchas herramientas de planificación
que existen, se originó en Francia y fue desarrollada por Jules Dupuit en 1848,
la utilizó el gobierno norteamericano por primera vez en un proyecto a gran
escala para la construcción de canales de navegación y un sistema de control de
inundaciones, donde se iban a beneficiar desarrollos inmobiliarios, agrícolas y
de turismo y necesitaban repartir el costo de la inversión pública.
Fue muy popular hasta los años 60, sobre todo en evaluar
las bondades de algunas políticas públicas y posteriormente, para proyectos de
inversión, ya que pone una gran parte de los elementos que entran en juego en
un plan, en términos de beneficios y costos sociales, por supuesto, asignándole
valores en dinero a los distintos componentes para poder llegar a un precio y
saber si la empresa o institución puede asumirlo o si la gente (los usuarios)
están dispuestos a pagarlo.
Y digo que es preocupante que se esté utilizando como
herramienta fundamental para buscar una salida política, pacífica, democrática
y negociada, pues considero, que han “entubado” a la opinión pública en unas
expectativas irreales y en unas condiciones tan distorsionadas de la realidad,
que probablemente las decisiones que surjan de tal ejercicio, sean
contraproducentes para el país y cada uno de nosotros, los ciudadanos; todo
esto como resultado de una posición radical y extrema de los opositores
pacifistas venezolanos, que tratan de evitar una confrontación violenta y
armada de una intervención en nuestro país de fuerzas multinacionales de paz,
para desalojar del poder a las mafias del narcotráfico que lo tienen
secuestrado.
Cuando se utiliza el ACB en negociaciones políticas y del
tipo que existen en Venezuela los riesgos son enormes, primero, porque es muy
fácil no tomar en cuenta factores que no son principales pero que inciden en
una posible solución, segundo los resultados de ACB deja por fuera posiciones
morales fundamentales para la vida democrática del país que no son tomados en
cuenta al momento de tomar una decisión, determinar todas las posibilidades en
una ecuación beneficio-costo obvia preguntas fundamentales como ¿Qué es lo que
realmente queremos? ¿Puede un supuesto beneficio estar por encima de la
voluntad popular? ¿Qué costos puede asumir un comunista ante la posibilidad de
perder el poder? Eso es algo que nadie de la oposición democrática sabe o
conoce, recuerden que estamos hablando de una negociación trans-ideológica, de
valores contrapuestos, de expectativas distintas, de esquemas mentales que se
contradicen.
Los ACB es una de las herramientas más complejas y
costosas que existen ya que hay que tomar los principales factores de una
situación dada y asignarles valor, para luego hacer un análisis sobre pérdidas
y ganancias, el consultor norteamericano Issac Morehouse nos dice al respecto:
Es fácil asumir que un simple análisis costo-beneficio está siempre a la
orden para resolver decisiones importantes. He encontrado que mientras más
importante y radical la decisión, se hace menos útil el ACB. No hace sino
complicar las cosas, retardar las decisiones, añade estrés al momento y provee
una excusa para tomar la salida errada a pesar de que tu instinto te lo dice lo
contrario. Cuando pienso en las más importantes decisiones en mi vida
profesional siempre me he encontrado en crisis cuando un ACB se presenta
restándole claridad al problema a resolver, impidiéndome responder a una simple
pregunta- la única pregunta que importa en esos momentos- ¿Quiero o no hacer
esto?
Porque el ACB te lleva por otro camino, el de poner el problema en
termino de pérdidas y ganancias, y en política muchas veces sucede que no es
ese el verdadero problema o solución, muchas veces preferimos perder en orden
de obtener lo que queremos, o ganamos en el momento soluciones inmediatas e
incidentales, pero perdemos nuestro objetivo principal, el ACB introduce
cuestiones extrañas a una negociación como la de encarecer la decisión del
contrario, muchas veces a costa de mis propias ganancias o expectativas, o de
darle al contrario condiciones que no debería negar porque creemos son vitales
para su bienestar.
Cuando un problema de orden moral, y no hay nada más moral que los
problemas que tienen que ver con nuestra libertad y nuestros derechos humanos
fundamentales, con vivir en democracia y sin que un estado totalitario esté
respirando en tu nuca en cada momento de
tu vida, un ACB lo que hace, es cambiarnos la perspectiva de lo que queremos
lograr, por una operación contable.
Cada vez que escucho a nuestros principales analistas políticos siendo
entrevistados por los medios de comunicación masiva, a los dueños de las
empresas encuestadoras, a los voceros de los principales partidos políticos
hablando en términos de costos y beneficios para afrontar nuestro complejo
problema existencial, me doy cuenta de que no estamos en las mejores manos, han
tomado el ACB como una moda, porque le funciona a otros (por lo general con
éxito en asuntos de inversión pública, como por ejemplo el conocer quienes se
beneficiarán de un servicio y a qué precio, o también para determinar los
costos sociales de una medida impopular) pero hasta allí, traer este tipo de
análisis para dar luces en un problema de continuidad democrática y
sobrevivencia institucional, es un craso error.
Para hacer algo así nuestros analistas deben tener muy claro cómo piensa
la contra parte, aún para una simple negociación deberíamos estar claro que los
chavistas piensan diferente que nosotros, sus valores no tienen nada que ver con los nuestros y
aunque creamos que solamente se trata de un asunto de dólares, euros, rubros y
yuanes, de proteger sus patrimonios mal habidos, de su seguridad personal y de
sus familias, debemos estar claros que hay jugando un elemento ideológico con
peso específico, que es el comunismo internacional.
Nos dice Herbert Marcuse sobre esa visión ideológica:
El papel particular de la ideología en la sociedad socialista está
determinado por la naturaleza del desarrollo de dicha sociedad, que difiere
esencialmente del de las anteriores formaciones (sociales). Bajo el socialismo,
también las leyes del desarrollo social son leyes objetivas, que operan independientemente de la
conciencia y voluntad de los seres humanos.
A lo que voy, es un error pensar que solo estamos tratando con
personalidades primitivas como la de Maduro y Diosdado, detrás de ellos hay un
aparato intelectual, una superestructura para utilizar su lenguaje, que ha
llevado a cabo un Plan Revolucionario que ya tiene veinte largos años en rigor
y nos tiene la vida hecha cuadritos, nos ha destruido el país, y son expertos
en manipular a las masas, son veinte años de fracasos político, uno tras otro,
buscándole una salida negociada.
Si vamos a insistir en este camino como reiteradamente nos lo han hecho
saber nuestros supuestos líderes políticos, cosa que considero errada y absurda
dada la naturaleza del contendor, debemos estar muy claros de cómo piensa, como
trabaja su lógica dialéctica dentro de escenarios materialistas o históricos
marxistas o leninistas, y eso no lo resuelve ningún análisis de
costos-beneficios que trata de inyectarle confianza a una negociación con
“números claros”.
Para aumentarle los costos a una entrada o salida de los chavistas en un
determinado escenario, hay que estar muy bien informado sobre sus necesidades y
expectativas para poder entendernos en los términos, valores y principios que
los mueven, quizás para Maduro sea la protección de sus cuentas en el
extranjero, pero no para Raúl Castro, ni para Putin, ni para Li, ni para los grupos terroristas que hacen vida
dentro de nuestras fronteras y tienen control territorial, ésta aproximación ACB
pudiera tener unos resultados desastrosos para una posible negociación, puede ser en exceso trivial y hasta
perjudicial.
Hay todo un torrente de información en internet sobre como negociar con
comunistas, producidos por organismos multilaterales, de inteligencia,
diplomáticas, militares y empresariales y en ninguno he encontrado el análisis
de costo-beneficio como instrumento clave, se utilizan otros métodos de
análisis como el riesgo-riesgo, análisis de factibilidad, de comparaciones
directas y otros más abstractos; el ACB tiene un riesgo básico y es que por
atender al interés del valor, se descuida el componente moral, y muchas de sus
conclusiones no contemplan los aspectos éticos de sus consecuencias, pudiendo
llegar a un resultado absolutamente inmoral pero con grandes “beneficios”.
Para ilustrar como un análisis de este tipo puede generar más problemas
que los que puede solucionar, les entrego un ejemplo que se encuentra en la
definición que da la página de Wikipedia:
En el caso del Ford Pinto (en el que, por fallas en el diseño, el Pinto
tendía a estallar en llamas si sostenía un impacto por detrás), la empresa
decidió no recoger sus autos (recall).
En el análisis costo-beneficio que había hecho la Ford, se estimaba que basado
en el número de autos en usos y la rata probable de accidentes, las muertes
ocasionadas por aquel diseño defectuoso les iba a costar en demandas 49.5
millones de dólares; recoger los carros costaría US$ 137.5. La compañía no tomó
en cuenta el costo por la publicidad negativa, que los forzó a recogerlos lo
cual redujo sus ganancias.
No quiero entrar en las determinaciones sobre los argumentos que algunos
economistas emplean sobre las bondades de este tipo de aproximación, como serían
los principios de Pareto o los de Kaldor-Hicks, pero que de antemano les digo,
son todos absolutamente rebatibles, pero por su naturaleza técnica están más
allá de las intenciones de este artículo, simplemente pretendo enviar un
alerta, para que no se abuse o se le dé la relevancia justa que debería tener
el ACB cuando trata asuntos de alta política.
- saulgodoy@gmail.com
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