sábado, 1 de febrero de 2020

Las mutaciones del chavismo



Antes de empezar con mi exposición voy hacer una precisión, con la finalidad de simplificar el desarrollo de mi idea voy a tomar el concepto de estado tal como lo formulaba el sociólogo Max Weber, como el nombre de un aparato establecido de gobierno, estado y gobierno serán sinónimos aunque hago la advertencia, de que efectivamente hay diferencias importantes entre ambos, pero por no ser pertinentes a mis fines, serán obviados.
El chavismo no ha parado de cambiar desde que se hizo poder en Venezuela, su capacidad de adaptación se debate entre una ortodoxia ideológica, un país tradicionalmente capitalista, y a medida que la crisis provocada por el chavismo aumenta, un acomodo de la sociedad a las nuevas realidades, este último aspecto es fundamental pues la dirección que toma la sociedad obliga al aparato chavista a mutar.
Y hablo de mutaciones no de evolución, las primeras son más violentas, rápidas y por lo general poco elegantes, las segunda se hacen con el consentimiento del tiempo, son más armónicas y duran más; el chavismo como fuerza de cambio revolucionario no tiene tiempo para la evolución, todo lo hace a la carrera, muchas veces sin pensar, y resultan en situaciones y condiciones absolutamente anormales, como tumores que se multiplican en el cuerpo social.
Observando su carrera en estos veinte años tengo la impresión que el chavismo ha pasado de unas expectativas totalitarias a unas absolutistas, es decir ha retrocedido en forma y contenido, nada tiene que ver con el marxismo clásico, ni con el leninismo ni el estalinismo, y mucho menos con el castro-comunismo, Venezuela no es Cuba.
Esta situación se genera entre otras cosas porque su liderazgo no es ilustrado, ni Chávez ni Maduro son teóricos del marxismo, mucho del corpus marxiano es ignorado, las directrices que se generan en La Habana son más de tipo operativo, como aplicando un manual de dominación colonial, que a veces se cumple y otras no, ese es el problema de tratar de gobernar por control remoto, si no estás allí viviendo la realidad venezolana, no puedes aprehenderla y menos controlarla.
Voy a tratar de demostrar que el chavismo ha retrocedido en su forma de gobierno de un estado capitalista totalitario, a un estado absolutista, casi feudal, el cual está integrado por una clase gobernante con pretensiones de realeza, dos clase burguesas, una privada y tradicional que es la que siempre ha producido riqueza, y otra parasitaria y rentista, los nuevos ricos, “bolichicos”, empresarios rojo-rojitos, una clase media en extinción, y una enorme clase llana, empobrecida, explotada y descontenta.
El historiador Henry H. Walsh de la Universidad de la Universidad de Columbia hizo un estudio sobre el Concordato entre el Vaticano y el gobierno de Napoleón firmado en 1801, en su investigación el profesor Walsh habla de un “absolutismo de estado” fundado en la doctrina de Rousseau que fue impuesta sobre los franceses como la absoluta unidad del estado en todos sus aspectos, al respecto dice Walsh:

…Monseñor Spina, el representante del Papa para la negociación del Concordato en París, se encontró con una fuerte tendencia hacia un estado omnipotente, hacia una soberanía indivisible del estado, hacia una politización de toda la vida social en Francia, y dirigida a encerrar a todas las instituciones, incluyéndola Iglesia, dentro de una sola estructura de nación y bajo una única autoridad pública. Pero esta tendencia no era nueva, aparte de su decisiva imposición, ya se había manifestado en el absolutismo, en el Galicanismo, y el nacionalismo del ancien rigime, bajo el cual la libertad y la independencia de la Iglesia quedaban severamente limitada.

La pregunta que surge de inmediato es ¿Cuál es la diferencia entre un gobierno absolutista y uno totalitario? Y no es cualquier pregunta, ya que un sistema de gobierno nos remite a la época feudal y la otra a la modernidad de principios del siglo XX, y esta diferencia histórica, cronológica, nos habla del primitivismo y lo retardatario del gobierno de Nicolás Maduro.
El absolutismo fue estudiado con mucho interés por Marx y Engels para sustentar sus ideas del desarrollo de las diferencias de clase, recordemos que según el esquema de la crítica comunista al capitalismo sustentada en el materialismo histórico, primero viene el feudalismo como sistema de gobierno y explotación de la gleba, luego el absolutismo, la concentración de poder en los reyes como paso intermedio al desarrollo de la burguesía y la clase mercantilista, que finalmente darían paso al capitalismo.
En este recorrido se darían varias formas de estado en los países occidentales europeos, el de los señores feudales, el de las primeras monarquías que se proyectarían hacia el período renacentista, el de las ciudades-estados y a principios del siglo XIX el de los primeros estados modernos con fuertes rasgos absolutistas, ya que encontramos monarquías, que luego de la Revolución Francesa, ensayaría los modelos parlamentarios y constitucionalistas, pero siempre, como nos lo recuerda el historiador del pensamiento político Quentin Skiner: “Instituir una monarquía implica crear un tipo de autoridad pública en el que todas las personas en general y como si fueran un solo cuerpo, juran fiel lealtad a un monarca soberano como cabeza del estado”.
Esta forma de gobierno fue la más popular en la baja edad media y en la que la burguesía prosperaría restándole protagonismo a los señores feudales, entre otras cosas porque el dinero sustituiría progresivamente otras formas de intercambio de valor, y el monarca se haría adicto al dinero para poder administrar el estado, por su conveniencia de tráfico y su convertibilidad en las transacciones.
Peter R Campbell de la Université de Versailles St-Quentin, en su ensayo La Monarquía Absoluta noes hace la siguiente descriptiva:

La monarquía absoluta por mucho tiempo considerada como la forma esencial del estado moderno por historiadores y sociólogos históricos. Está posicionada como el estadio intermedio en la cadena de desarrollo que parte del estado feudal basado en el patrimonialismo, al ständestaat o la “condición de estado” en donde los nobles e instituciones representativas tenían diversos tipos de poder, hasta llegar a la monarquía absoluta que erradicaba esos poderes de manera que se declaraba pre-eminente, y finalmente derivó hacia las formas de estado constitucionales y burocráticos propios de los siglos XIX y XX.

 El totalitarismo, por otro lado, es un modelo que nace posteriormente de la Revolución Rusa de 1917, se le atribuye su paternidad como concepto, a Rudolf Hilferding del partido Menchevique quien en un artículo publicado en el periódico socialista Sotsialisticheskii Vestnik, publicado en París en 1940, y en el mismo hablaba del capitalismo de estado o de la economía de un estado totalitarista.
La descripción que hace Hilferding de la forma de estado marxista de la Rusia Soviética de 1920 al 30 es una concienzuda elaboración intelectual, un retrato lo más preciso posible, de lo que Lenin había dejado funcionando luego de la caída del régimen zarista y la llegada al poder de los bolcheviques.
“Hemos creado un nuevo tipo de estado- proclamaba entusiasmado Lenin en sus discursos- un cambio en el curso de la historia del mundo ha ocurrido… la época del parlamentarismo burgués democrático ha llegado a su fin; un nuevo capítulo en la historia ha comenzado; la época de la dictadura del proletariado”.

La tesis que desarrollan los Mencheviques es diferenciar al capitalismo ordinario, en manos de los terratenientes y propietarios privados de los medios de producción, del capitalismo de estado donde todo, absolutamente toda la actividad económica está bajo control del estado, Hilferding describe a los bolcheviques como unos bonapartistas, promoviendo el capitalismo ordinario desde el poder del partido quien había tomado un sesgo terrorista y dictatorial.
Stalin maniobró entre las aguas turbulentas de una industrialización acelerada y un colectivismo necesario para los fines de mantener viva los objetivos revolucionarios, y fue de esta manera como Rusia llegó al capitalismo de estado, que es el mismo modelo que quiso aplicar Chávez cuando pisó el acelerador hacia su utopía totalitarista, donde trató de imponer técnicas de control social que anulaban cualquier posibilidad de vida individual, pero en esto fracasó, pues a pesar de cierto grado de censura y de controles económicos no ha podido dominar la opinión pública y muchas áreas de la educación, entre ellas, las universidades.
Pero con Maduro las cosas se tornaron diferente, “heredó” de su padre, Chávez, una especie de democracia socialista revolucionaria, quien había tratado de acomodar al modelo cubano, pero debido al deterioro profundo de las condiciones económicas del país y por la destrucción sostenida de su aparato productivo, a Maduro sólo se le ocurrió retroceder en el pasado, a la idea del monarca soberano absoluto, autodenominándose prácticamente como rey de Venezuela , exigiéndole a los venezolanos la lealtad absoluta a su persona como encarnación del espíritu nacional, y al cuerpo social como un todo obediente a su voluntad.
Es un monarca, está por encima de cualquier elección popular, de la constitución, más allá de la ley, es el padre creador de monedas, de nuevos ejércitos, hace lo que le da la gana con las instituciones que deberían controlarlo, al punto que secuestra el parlamento, persigue a jueces, dictamina precios, ordena sentencias de muerte, cierra periódicos y radios si no le gustan lo que dicen, arruina a empresarios, cierra fronteras, declara guerras, decide quien come y quien pasa hambre…
Su necesidad perentoria de dinero debido a la crisis, las sanciones internacionales y la pérdida de confianza de sus socios naturales (principalmente Rusia y China) lo han obligado a dictar una serie de medidas que prácticamente nacionaliza todo el dinero que sus súbditos tienen en sus bolsillos y en los bancos para financiar a su estado monárquico, ya el país todo, sus recursos naturales, sus empresas, sus habitantes, están comprometidos en una esquema de negocio que está tratando de vender a precio de koala australiano chamuscado.
Para los que no se han enterado, el país está en venta, Maduro necesita urgente fondos para financiar su ejército, sus cajas CLAP, su partido socialista único, sus milicias, sus huestes hambrientas, su burguesía roja-rojita, sus deudas impagables, su costoso tren de vida… y la única salida que consiguió fue retrotraernos a un modelo de estado absolutista medioeval, ya no es totalitarismo, es una vulgar monarquía, con él como soberano, su esposa, la Primera Combatiente como reina, un grupete de príncipes herederos de mala catadura esperando la muerte del monarca, su círculo de chavistas privilegiados como su corte y su ejército de mercenarios.
Hay varias observaciones al modelo, no es perfecto, ya que por necesidad ha debido negociar parte del territorio bajo su poder, y ceder su soberanía a grupos de irregulares en armas que lo apoyarían en caso de guerra, la gran mayoría del pueblo tampoco le pertenece, sólo puede imponer su voluntad con el uso de la fuerza y la violencia a granel, su juego político se encuentra desnudo y a la vista del mundo, y su naturaleza vil y salvaje es altamente contagioso por lo que esta asediado y aislado por los cuatro puntos cardinales.
Pero tiene una gran ventaja, tiene a una facción política que ha sido identificada como nuestros representantes por la comunidad internacional, de aquellos que queremos libertad, verdadera democracia e independencia, y que se pasean por el mundo pidiendo elecciones donde participe el rey y su corte, este grupo de cortesanos no están pidiendo la guillotina ni una guerra a muerte, sino elecciones, para que el rey y su partido se legitimen, esta vez como presidente y gobierno republicano, en una de las mayores incongruencias de la historia política del orbe.
La historia de Maduro se está escribiendo como uno de los reyes más crueles, sanguinarios, mentiroso, que nadie quiso, que tomó a un país de tontos haciendo trampas, que transcurrió su mandato saludando a una multitud que jamás estuvo allí y dando unos discursos cargados de promesas y más mentiras, creyó por un momento que se podía salir con las suyas, y ahora está atrapado en su propia fantasía convertida en pesadilla, sin saber dónde huir y buscado como un criminal… ha muerto el rey, viva el rey.  -    saulgodoy@gmail.com

  











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