Era mucho pedir que nuestros valientes periodistas no
cayeran en el vórtice de la política, algunos sucumbieron a la corrupción,
otros se alinearon políticamente con el bando cuyas ideas que les eran afines, otros simplemente se dejaron llevar por sus
intereses personales, muchos lo que querían era ejercer era la profesión en un
medio que cada día se hacía más pequeño en oportunidades, querían ganarse
honestamente la vida, con su oficio sin muchas consideraciones, otras que su
sobrevivencia, la marea política los encontró en medios de comunicación para
los que laboraban, que simpatizaban con tal o cual ideología, partido o
candidato, por lo que automáticamente era identificados como simpatizantes.
No hay manera de que un periodista se zafe de la política,
aun cuando su tema no tenga nada que ver con ella; para quienes cubren sucesos,
deportes, farándula o sociales, considerados como áreas neutras en la vida del
país, se refleja como una imagen en un espejo, a la política pasando por
detrás.
Para un medio de comunicación es prácticamente imposible
no estar metido en política, aún si se trata de medios educativos o de carácter
religioso, al momento de reportar la noticia nunca se es neutro, menos todavía
en un país tan hiper-politizado, siempre hay un punto de vista que puede ser
coloreado con una ideología, o varias, pero nunca es un acto inocente y
transparente, los “hechos” al ser procesados por el periodista, el editor, el
corrector, el diagramador o, en el caso de la televisión, por el ancla, el escritor,
el productor, el director, el editor, son todos parte de una gran aparato
hermenéutico, de manera que las noticias sobre los hechos se convierten en
interpretaciones colectivas.
El gobierno de Maduro ha sido muy claro al momento de
promover y adelantar su esfuerzo por una hegemonía comunicacional, lo cual es
ilegal, inconstitucional, que va en contra de nuestros DDHH, pero el hombre nos
lo dice en la cara, el poder del estado es utilizado para conquistar nuestra
mente, todo el espectro radioeléctrico así como la prensa escrita debe estar en
función del aparato de propaganda del estado, si no te gusta tienes que
combatirlo, no dejarte atrapar por este avance totalitario, o sucumbir a él.
Igual que en la Alemania en los tiempos de Hitler, y con
Goebbles como su Ministro de Información, todo el aparato de las
comunicaciones, incluyendo el periodismo, estaban en función de una sola
ideología, de un solo propósito, hacer del pueblo alemán un instrumento
efectivo y obediente a los fines del fascismo violento y conquistador, lo que
no podemos admitir los venezolanos en el caso del fascismo que avanza el
castrocomunismo en nuestro país, son esos terrenos movedizos de aceptarlo para
proteger una licencia o un permiso, o un crédito, o una inversión, porque
entonces cambia el objeto de la negociación y la naturaleza del compromiso, ya
no es con la libertad de expresión, se trata ahora de defender un derecho
económico.
El gran problema de ser dueño de un medio de comunicación
es que se trata de una empresa privada que ejerce una función pública, y
conservar el justo equilibrio en un ambiente político tan exacerbado como el
nuestro, es un acto de magia; el chavismo ha entendido que acaparar medios de
comunicación para su causa, bien sea comprándolos o por medio del terror
normativo y la censura, se trata de una inversión estratégica para su partido
socialista único, ya que ha mayor número de medios en propiedad por sus
empresarios afectos, mayores son las oportunidades de prevalecer políticamente
en el corto y mediano plazo.
La concentración de medios en un solo grupo o personas es
ya un indicio de corrupción, y no lo digo yo sino organizaciones tan
importantes como Periodistas sin
Fronteras, organismos como Transparencia
Internacional e instituciones como Freedon
House y algunas universidades que le han dedicado sus investigaciones al
tema, si no hay pluralismo e independencia de los medios entonces se impone el
temido “tubo informativo”, cuando la prensa es uniforme y controlada, crece la
impunidad política y la corrupción, eso es un hecho demostrado.
Persisten los medios en privilegiar el ideal de obtener
la objetividad factual en la búsqueda de la verdad como un estándar de la
industria, aún en medio del pensamiento relativista, de los “fake news”, de la
posverdad, de la globalización de la información, del sesgo ideológico de los
partididos, de los múltiples segmentos señalados por la mercadotecnia, todas
estas variables han entrado y modificado los principios del periodismo actual,
más no así su meta principal: llevar la información más confiable y completa
para que los ciudadanos puedan hacer decisiones inteligentes.
Por otro lado, en un país donde no existe la libertad de
expresión y donde impera una economía de capitalismo de estado, el periodista
es otro profesional que sufre la escasez de las ofertas para trabajar con
instituciones, empresas o personas libres, una buena parte de ellos debe
aceptar trabajos en medios dominados por el chavismo o en medios privados
controlados por la censura y el miedo.
Aparte de trabajar en una oficina de prensa, o como
reportero en la calle, o investigando temas de interés, el periodista está en
capacidad de brindar su conocimiento para convertir un evento, cualquiera que
este sea, en noticia, sabe trocar información cruda en información inteligente,
sabe construir discursos, imagen, proteger reputaciones, promover
personalidades, difundir ideas, manejar crisis, contener desastres, resaltar
bondades y denunciar injusticias, entre otras muchas funciones, por lo que es
un profesional muy valioso para mucha gente, en diversos momentos y
circunstancias.
Cuando una empresa o institución, o un partido político
requiere los oficios de un periodista, como cualquier otro experto en
comunicaciones, el periodista debe atender a sus clientes y hacer el mejor
trabajo posible, de allí que veamos a periodistas cumpliendo funciones de
mercadeo, de relaciones públicas, de promoción de imágenes corporativas, tienen
todavía un mercado y, aún dentro de nuestra crisis, una responsabilidad social
que abarcar.
Pero en Venezuela el periodismo está considerado una profesión
de un altísimo contenido moral, lo que genera circunstancias bastante incómodas
tanto para el profesional como para el público, el periodista a veces semeja el
rol de un sacerdote o un médico, con sus respectivos juramentos deontológicos,
que lo coloca en terrenos vocacionales y de servicios humanitarios que
complican el ejercicio de su profesión, tal como sucede con el abogado, por
ejemplo, que jura hacerle honor a algo llamado “justicia”, del mismo modo el
periodista jura por algo llamado “verdad”.
Si bien es cierto que la libertad de expresión y el libre
pensamiento se conjugan al unísono con el derecho que tiene el público de estar
informado, y que la información que maneja un profesional del periodismo
debería ser lo más cercana posible a la verdad y la objetividad, tampoco
debemos olvidar que no todos los periodistas están en esas funciones todo el
tiempo, y que no se pueden dar ese lujo ético, en nuestra modernidad, vivir en
la “verdad” puede convertirse en una verdadera locura.
Tomemos el caso de lo que puede suceder en las redes
sociales, unos grupos radicales de políticos se reúnen, crean una noticia falsa
y utilizando robots y programas multiplicadores inundan la red con la
información envenenada, repitiéndola de tantas maneras y en tan poco tiempo que
muchos usuarios empiezan a creer que se trata de algo cierto, hasta que un
medio la recoge y convertida en noticia, empieza a ser difuminada, cuando ya
esto sucede es muy difícil contrarestarla.
Cuando a los periodistas les pagan por promocionar un
equipo deportivo, un artista, un evento o un candidato o producto, por nombrar
algunos casos, se encuentra ejerciendo su profesión y para hacerlo debe
“vender” y destacar las bondades de sus productos, defenderlos de su
competencia y llevarlos al éxito, a veces haciendo lo que cualquier publicista haría,
poniendo el acento en ciertos aspectos y disminuyendo la importancia en otros,
es decir, deja de ser objetivo para ser muy específico e interesado, en el
sentido de que tiene una intención y una preferencia por sobre las otras
opciones.
¿Qué implica todo esto que estoy diciendo? Que existe un
falso dilema entre los periodistas venezolanos cuando se trata de determinar la
posición política en que se posicionan, muchos de ellos asumen como natural,
tratar de conservar su virginidad política y lo que ponen es la cómica delante
de las cámaras o en sus columnas de opinión; por ejemplo, un periodista que
trabaje en Globovisión, una empresa altamente marcada por imputaciones de
corrupción y de servir a intereses oscuros y hasta criminales, los periodistas que
allí laboran no tienen la culpa del origen de tales acusaciones, al menos que
conscientemente estén obedeciendo unos lineamientos ideológicos y defendiendo
unos intereses ilegítimos… entonces, simplemente, deberían admitirlo, si lo
aceptan y seguir con su tarea, o , renunciar a sus cargos y denunciar la
situación, pero no deberíamos esperar de ellos que se sacrifiquen en la hoguera
de las vanidades, es decir, esperar de ellos la verdad verdadera, oportuna y
verás, porque tal cosa no existe sino en la mente de tiranos y de gente muy
ignorante.
Igual sucede con todos estos periodistas que están en la
diáspora venezolana y que, gracias a su esfuerzo personal, han construido una
empresa de información o un nicho de preferencia noticioso; todos tienen
posiciones políticas, muchas de ellas contrarias, casi todos responden a
ciertos intereses y algunos reciben dinero por defender o publicitar ciertas
posiciones e ideas, nada de eso es malo o inmoral, están en el negocio de la
promoción política y deberían ser muy claros al respecto, salir del closet de
la obligación moral a decir una única verdad, o de ser tan democráticos y
ecuánimes que deban dar la apariencia de que están y no están con sus clientes,
o de que dicen una verdad interesada entre otras muchas.
Lo que sucede es que mucho de estos periodistas todavía
arrastran la rémora de una ética que ya no es funcional ni ayuda a informar a
la gente; tratar de ser un ente divino por encima del bien y del mal a pesar de
que es claro que se ha escogido un bando no ayuda al equilibrio informativo, todo
lo contrario, crean confusión, están con Guaidó y aparentan no estarlo, están
con la derecha, como yo lo estoy, y actúan como si el socialismo fuera algo
posible y viable luego del desastroso resultado en nuestro país, o están con el
gobierno chavista y pretenden que son también de la oposición; a todas estas
posiciones “ni-ni” se les ven las costuras y caen muy mal, de hecho, afectan la
credibilidad de sus promotores.
El equilibrio informativo y la verdad no están en la
persona del periodista, está allá afuera, en la compleja oferta de medios,
programas, prensa, radio, redes sociales, donde existe la verdadera jungla de
la opinión pública, los diversos factores que componen la variopinta oferta
informativa nacionales y extranjeros, y depende del juicio del receptor, del
consumidor de la información, acceder a las más diversas fuentes para poder
hacerse un juicio de lo que está sucediendo en el mundo.
En la famosa cadena de la BBC en Inglaterra, la
corporación de comunicaciones masiva del gobierno de ese país, está pasando
algo muy típico de lo que sucede con la información y las tendencias políticas
en occidente, la BBC está en crisis debido a que los políticos conservadores
(el partido de los Tories) se la tienen jurada a la administración laborista
(el partido de la izquierda) quienes han manejado a esta empresa tratando de
privilegiar la ideología socialista; una serie de medidas les ha reducido el
presupuesto brutalmente en 80 millones de Libras, lo que los ha obligado a
quitar de su programación series completas, programas, eventos mundiales, que
tenían programados.
Uno de los departamentos más afectados ha sido el de las
noticias, y sus programaciones radiales, algo a los que los ingleses están
acostumbrados, los socialistas están preparándose para movilizar la protesta
pública por estos cambios radicales en la programación, y probablemente logren
una presión importante, ya ha sucedido anteriormente, pero demuestra como la
política puede cambiar el panorama comunicacional de un país, y en territorios
que supuestamente son de la gente, del común y que no pertenece ni a la empresa
privada, ni a los partidos ni a otros intereses que el gusto y la preferencia
de los ingleses.
La época de los ideales absolutos caducó, la vida moderna
admite las evoluciones e involuciones, las equivocaciones y los aciertos, las
aproximaciones y las contradicciones, lo que sucede en el mundo de la
información y del entretenimiento viene en parcelas, en una multiplicidad de
segmentos dirigidos a cada grupo de interés; en los EEUU el mundo visto por Fox
News es distinto al del Washington Post, el que se quiera hacer una idea de lo
que sucede, debe hacer un trabajo de cortar y pegar y ver el collage desde su
punto de vista.
Todavía en este complejo escenario los deberes del
periodismo continúan siendo: separar las mentiras de los hechos, informar al
público de la manera más honesta posible y de siempre apuntar hacia lo más
aproximado que se pueda a la verdad.
Lo que sí no se admite es el acomodo circunstancial, el
doble discurso, la hipocresía, quien lo haga pudiera pasar como un corrupto o
alguien quien alienta la corrupción, si un periodista cree en algo, o le pagan
para hacer que otros crean en una posición x, debe asumirlo, ser claros, no
pretender estar con Dios y con el diablo, los tiempos en que un periodista
podía ponerse varios sombreros al mismo tiempo pasaron, ya el público espera
claridad en las posiciones lo que evitará una serie de situaciones
desagradables y de destrucción de reputaciones. –
saulgodoy@gmail.com
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