Arruinados moralmente luego de que por veinte largos años
se fuera desmontando los bloques que sostenían nuestra nacionalidad, que
estamos claros, no era una gran cosa, pero era algo, un ideal, un camino
brumoso, una esperanza allá en el fondo, se trataba de una promesa, muy utópica
ella, adornada por motivos socialistas, poblada de mucho voluntarismo y poca
ciencia, de grandes arrebatos de pasión y mucha sensualidad, que al final no
nos ayudó en nada, todo lo contrario, esa pasión por las mieles del trabajo sin
trabajarlo, al final nos perdió.
Y henos aquí, de nuevo de pie, con renovadas energías,
con la seguridad de que tenemos una segunda oportunidad luego de que el
comunismo y la corrupción nos cayeran a palos y nos dejaran vueltos un guiñapo…
y una segunda oportunidad no se le da a cualquiera.
Ahora si estamos seguros que el final de Maduro está
cantado, y que si hacemos las cosas bien pudiéramos rehacernos en cuerpo y
alma, como si se tratara de una reencarnación, y como toda reencarnación debe
ser para superarnos, para corregir y subir a planos superiores, pero para ello
debemos deshacernos de ese karma que no nos dejaba tranquilos, botar por la
borda el lastre que no nos dejaba ascender hacia una vida normal y serena,
útil, productiva e inteligente…
Inteligente… esa palabrita de nuevo… nos hemos pasado
toda la vida aparentando que lo somos pero ni siquiera sabemos cómo
deletrearla, nos las damos de “vivos” y “sobrados” pero los morados en el
rostro, las ropas deshilachadas, el olor a días sin aseo, los zapatos rotos y
el saco con nuestras pertenecías a la espalda, nos dicen lo contrario.
Tan poco inteligente somos, que el día después de que
Guaidó fuera el invitado de honor al Mensaje a la Unión del presidente norteamericano
Donald Trump, muchos de nosotros todavía creía que fue gracias a su astucia,
valentía… e inteligencia, que nuestro muchacho de Vargas estuviera allí, casi
sin poderlo creer, en el centro del poder mundial, recibiendo un reconocimiento
sin parangón en la historia reciente como representante legítimo, como
presidente de la república de un país que estaba a punto de dejar de existir.
No sé si Juan Guaidó cayó en cuenta en ese momento, de
que estaba en presencia de su demiurgo, del hombre que generosamente le
concedió la gracia de una segunda oportunidad, o a lo mejor por esa cabecita
loca se estaba diciendo “Lo logré, lo
logré… lo hicimos amigos (refiriéndose a sus panas del G-4) nos van a dar lo que pidamos”.
Pero vamos a pensar en positivo, vamos a suponer que lo
que pensaba era algo como “Caramba, que
compromiso, estoy aquí en este momento y lugar, gracias a ese señor rubio y
bien vestido… nos está dando la oportunidad de que mi país, al cual represento,
incluyendo a ese intrigante de Saúl Godoy y a aquel otro que me llama bobolongo,
que son de la derecha radical, y que quiéralo o no, son venezolanos tanto como
yo, como también represento a todos esos delincuentes que han asesinado a mis
compañeros de lucha en los partidos socialistas, tenemos que aprovechar este
gesto que se ha construido con mucho esfuerzo, sangre y sacrificio de millones
de venezolanos que todavía sufren las injusticias de los comunistas”.
Si el pensamiento de Guaidó era algo parecido al primero,
nos jodimos, la lucha por la inteligencia continúa y hay que redoblar esfuerzos
por salir tanto de Maduro como los de esos políticos de “mucho burdel” del G-4,
pero si por el contrario, las ideas que cruzaron su mente iban por la ruta
realista y agradecida a ese pueblo hermano de los EEUU, que nos está brindando
un punto de apoyo y un espaldarazo, entonces podríamos decir, las
circunstancias han cambiado y probablemente sea para bien de todos los 30
millones de Venezolanos que estamos en las trincheras del país o esparcidos por
el mundo, igualmente sufriendo y luchando por nuestra libertad.
Pero repito, la impresión que me dio la primera reacción
de la aparición de Guaidó en aquella importante congregación de norteamericanos,
por parte de nuestros nacionales es que “ellos” ganaron, y como si se hubiera
tratado de una competencia, más bien de una apuesta, su caballo había cruzado
la meta de primero, fue gracias a la perseverancia y juego político de Juan
Guaidó que se había coronado aquel triunfo
Si esto es así, perdieron la perspectiva, creo que
todavía hay demasiados venezolanos creyendo en brujería, propaganda y la
providencia, están dándole una lectura equivocada a los acontecimientos, el
creador de Guaidó no es Leopoldo, ni Allup, ni Borges, el que puso a ese
muchacho allí, en el centro de los acontecimientos desde el principio y como
símbolo de un país al borde del precipicio fue Donald Trump, duélale a quien le
duela, empezando por el mismo Guaidó, al menos que este haya recapacitado, de
modo que les explico que fue lo que realmente vieron en la transmisión de ese
evento para el mundo.
Venezuela va a tener uno de esos raros privilegios de ser
reconstruida con la ayuda de los Estados Unidos de Norteamérica, secundados por
muchos países de occidente que han manifestado de distinta manera su simpatía
por las desgracias que sumieron a nuestro país en el horror, entre ellos la
Comunidad Europea, aún dentro de USA es sin duda alguna notorio el unánime
apoyo de la bancada demócrata en el Congreso a este esfuerzo, me da gusto decir
ha sido uno de los pocos temas en que, tanto republicanos como demócratas,
coincidieron y cerraron filas.
Ya no hay dudas para nadie que el presidente Trump
repetirá como próximo presidente de los EEUU, lo que nos brinda un panorama
para nuestro inmediato futuro, pues tenemos seguro un horizonte de cuatro años
que debemos aprovechar al máximo para sacarle el jugo a ese compromiso (los dos
primeros años van a ser fundamentales en este arranque, por lo que espero que
lo mejor de la inteligentzia
venezolana esté allí participando), que podemos resumir en hacer de Venezuela,
una vitrina y una base segura de lo mejor de la democracia y la libertad, fuera
de los EEUU, para la región entera.
Si los líderes asociados a ese mundo de contratos
asignados a dedo y jugosas comisiones del G-4, de hacer de lobistas para unos
cuantos criminales, de poner en puestos claves de gobierno sólo a “yes men”, que pretenden continuar con
la juerguita de hacer desaparecer presupuestos sin hacer las obras o con
inmensos sobreprecios, si van a seguir los familiares de Guaidó tratando de
hacerse millonarios a fuerza de tarjetas de presentación, les tengo la mala
noticia de que con los gringos, pudieran llevarse una desagradable sorpresa.
A Guaidó lo llevaron y lo trajeron para que viera y
escuchara al mundo político que lo respalda, quiéralo o no, ya está en las
grandes ligas, el de los grandes intereses globales, representándonos a todos
nosotros y más le vale hacerlo bien, está ahora reunido con gente que se comen
a 100 Leopoldos Lopez de desayuno, despacharse a un Juan Guadó es… “peanuts”
Lo que significa todo este protocolo y movilizaciones en
torno a Guaidó es que Venezuela es importante para Washington, y que más que
nunca debemos estar alertas y pendientes de donde pisamos, entre otras cosas
debemos dejarnos de esos absurdos principios de soberanía e independencia del
siglo XIX, modernizar nuestros conceptos y lenguaje y picar adelante con una
construcción de un país que debe ser “uña y sucio” con nuestros hermanos norteamericanos;
pelear en sus guerras, tener sus bases en nuestro territorio, dirigir nuestros
recursos en satisfacer sus necesidades, educarnos en sus ideas y tenerlos como
modelos, es la única manera de crecer a su sombra sin darnos mala vida y
mostrando agradecimiento.
¿Cuál sería la alternativa, si la hay? ¿Ser un país
“independiente” y volver a montar la cómica de que el colectivismo y la miseria
es la forma de vida que nos gusta? ¿Seguir el modelo europeo que aún no se
concreta en la historia? ¿Inventar o errar, como dijo Simón Rodríguez?
¿Construir la utopía Latinoamericana… y si esta fuera la alternativa, con los
reales de quién? Creo que la opción es clara e inequívoca, y que lo inteligente
es seguir a quien porta la bandera y va en marcha hacia el futuro, porque es
futuro lo que necesitamos, y lo que los castrocomunista, no quieren que
tengamos.
Cuando el país esté en su vía de progreso y desarrollo,
cuando ya podamos autoabastecernos de lo básico para nuestra sobrevivencia,
cuando hayamos entrado en el club de los países innovadores, cuando no tengamos
desempleo, cuando nuestra economía esté en crecimiento y diversificada, cuando
podamos defendernos de nuestros enemigos y los venezolanos sea de nuevo un
pueblo sano, feliz y trabajando en un país sustentable, entonces, quizás, sea
el momento para que esas nuevas generaciones piensen en futuro diferente,
original y propio.
Visto de esta manera la gente del G-4 no tiene vida, y si
Guaidó es inteligente, debe proponerse a que “sus panas” den el giro fundamental
y necesario para la reconstrucción del país, es decir que se dejen de todas
esas pendejadas socialistas, le den valor al trabajo y la honestidad y aprendan
a ser humildes, o prescindir de ellos, que queden sólo para las caimaneras y
las parrillas, pero no para el trabajo serio.
El gran demiurgo está dispuesto a trabajar con nosotros,
a moldearnos en nuestro barro para hacer de Venezuela un país inteligible, van
a ser reglas nuevas, otras exigencias, una visión del mundo distinta, y tengo
la impresión, en lo poco que conozco de la personalidad del señor Trump, que es
un hombre exigente, temperamental y poco dado a los errores y las excusas.
Por último, un consejo para Maduro y su corte de
maltrechos militares, aprovechen estos segundos que les queda de vida,
arrepiéntanse de las barbaridades que han cometido, su salida de la historia es
inevitable e inmediata, negocien con el buen Guaidó, denle todo lo que pida,
retírense del poder, hagan un acto de contrición y aténganse a lo que la
justicia les tiene en espera, estoy seguro que tomará en cuenta ciertos atenuantes,
pero ¡háganlo ya! - saulgodoy@gmail.com
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