jueves, 6 de febrero de 2020

Conocer al demiurgo



Arruinados moralmente luego de que por veinte largos años se fuera desmontando los bloques que sostenían nuestra nacionalidad, que estamos claros, no era una gran cosa, pero era algo, un ideal, un camino brumoso, una esperanza allá en el fondo, se trataba de una promesa, muy utópica ella, adornada por motivos socialistas, poblada de mucho voluntarismo y poca ciencia, de grandes arrebatos de pasión y mucha sensualidad, que al final no nos ayudó en nada, todo lo contrario, esa pasión por las mieles del trabajo sin trabajarlo, al final nos perdió.
Y henos aquí, de nuevo de pie, con renovadas energías, con la seguridad de que tenemos una segunda oportunidad luego de que el comunismo y la corrupción nos cayeran a palos y nos dejaran vueltos un guiñapo… y una segunda oportunidad no se le da a cualquiera.
Ahora si estamos seguros que el final de Maduro está cantado, y que si hacemos las cosas bien pudiéramos rehacernos en cuerpo y alma, como si se tratara de una reencarnación, y como toda reencarnación debe ser para superarnos, para corregir y subir a planos superiores, pero para ello debemos deshacernos de ese karma que no nos dejaba tranquilos, botar por la borda el lastre que no nos dejaba ascender hacia una vida normal y serena, útil, productiva e inteligente…
Inteligente… esa palabrita de nuevo… nos hemos pasado toda la vida aparentando que lo somos pero ni siquiera sabemos cómo deletrearla, nos las damos de “vivos” y “sobrados” pero los morados en el rostro, las ropas deshilachadas, el olor a días sin aseo, los zapatos rotos y el saco con nuestras pertenecías a la espalda, nos dicen lo contrario.
Tan poco inteligente somos, que el día después de que Guaidó fuera el invitado de honor al Mensaje a la Unión del presidente norteamericano Donald Trump, muchos de nosotros todavía creía que fue gracias a su astucia, valentía… e inteligencia, que nuestro muchacho de Vargas estuviera allí, casi sin poderlo creer, en el centro del poder mundial, recibiendo un reconocimiento sin parangón en la historia reciente como representante legítimo, como presidente de la república de un país que estaba a punto de dejar de existir.
No sé si Juan Guaidó cayó en cuenta en ese momento, de que estaba en presencia de su demiurgo, del hombre que generosamente le concedió la gracia de una segunda oportunidad, o a lo mejor por esa cabecita loca se estaba diciendo “Lo logré, lo logré… lo hicimos amigos (refiriéndose a sus panas del G-4) nos van a dar lo que pidamos”.
Pero vamos a pensar en positivo, vamos a suponer que lo que pensaba era algo como “Caramba, que compromiso, estoy aquí en este momento y lugar, gracias a ese señor rubio y bien vestido… nos está dando la oportunidad de que mi país, al cual represento, incluyendo a ese intrigante de Saúl Godoy y a aquel otro que me llama bobolongo, que son de la derecha radical, y que quiéralo o no, son venezolanos tanto como yo, como también represento a todos esos delincuentes que han asesinado a mis compañeros de lucha en los partidos socialistas, tenemos que aprovechar este gesto que se ha construido con mucho esfuerzo, sangre y sacrificio de millones de venezolanos que todavía sufren las injusticias de los comunistas”.
Si el pensamiento de Guaidó era algo parecido al primero, nos jodimos, la lucha por la inteligencia continúa y hay que redoblar esfuerzos por salir tanto de Maduro como los de esos políticos de “mucho burdel” del G-4, pero si por el contrario, las ideas que cruzaron su mente iban por la ruta realista y agradecida a ese pueblo hermano de los EEUU, que nos está brindando un punto de apoyo y un espaldarazo, entonces podríamos decir, las circunstancias han cambiado y probablemente sea para bien de todos los 30 millones de Venezolanos que estamos en las trincheras del país o esparcidos por el mundo, igualmente sufriendo y luchando por nuestra libertad.
Pero repito, la impresión que me dio la primera reacción de la aparición de Guaidó en aquella importante congregación de norteamericanos, por parte de nuestros nacionales es que “ellos” ganaron, y como si se hubiera tratado de una competencia, más bien de una apuesta, su caballo había cruzado la meta de primero, fue gracias a la perseverancia y juego político de Juan Guaidó que se había coronado aquel triunfo
Si esto es así, perdieron la perspectiva, creo que todavía hay demasiados venezolanos creyendo en brujería, propaganda y la providencia, están dándole una lectura equivocada a los acontecimientos, el creador de Guaidó no es Leopoldo, ni Allup, ni Borges, el que puso a ese muchacho allí, en el centro de los acontecimientos desde el principio y como símbolo de un país al borde del precipicio fue Donald Trump, duélale a quien le duela, empezando por el mismo Guaidó, al menos que este haya recapacitado, de modo que les explico que fue lo que realmente vieron en la transmisión de ese evento para el mundo.
Venezuela va a tener uno de esos raros privilegios de ser reconstruida con la ayuda de los Estados Unidos de Norteamérica, secundados por muchos países de occidente que han manifestado de distinta manera su simpatía por las desgracias que sumieron a nuestro país en el horror, entre ellos la Comunidad Europea, aún dentro de USA es sin duda alguna notorio el unánime apoyo de la bancada demócrata en el Congreso a este esfuerzo, me da gusto decir ha sido uno de los pocos temas en que, tanto republicanos como demócratas, coincidieron y cerraron filas.
Ya no hay dudas para nadie que el presidente Trump repetirá como próximo presidente de los EEUU, lo que nos brinda un panorama para nuestro inmediato futuro, pues tenemos seguro un horizonte de cuatro años que debemos aprovechar al máximo para sacarle el jugo a ese compromiso (los dos primeros años van a ser fundamentales en este arranque, por lo que espero que lo mejor de la inteligentzia venezolana esté allí participando), que podemos resumir en hacer de Venezuela, una vitrina y una base segura de lo mejor de la democracia y la libertad, fuera de los EEUU, para la región entera.
Si los líderes asociados a ese mundo de contratos asignados a dedo y jugosas comisiones del G-4, de hacer de lobistas para unos cuantos criminales, de poner en puestos claves de gobierno sólo a “yes men”, que pretenden continuar con la juerguita de hacer desaparecer presupuestos sin hacer las obras o con inmensos sobreprecios, si van a seguir los familiares de Guaidó tratando de hacerse millonarios a fuerza de tarjetas de presentación, les tengo la mala noticia de que con los gringos, pudieran llevarse una desagradable sorpresa.
A Guaidó lo llevaron y lo trajeron para que viera y escuchara al mundo político que lo respalda, quiéralo o no, ya está en las grandes ligas, el de los grandes intereses globales, representándonos a todos nosotros y más le vale hacerlo bien, está ahora reunido con gente que se comen a 100 Leopoldos Lopez de desayuno, despacharse a un Juan Guadó es… “peanuts”
Lo que significa todo este protocolo y movilizaciones en torno a Guaidó es que Venezuela es importante para Washington, y que más que nunca debemos estar alertas y pendientes de donde pisamos, entre otras cosas debemos dejarnos de esos absurdos principios de soberanía e independencia del siglo XIX, modernizar nuestros conceptos y lenguaje y picar adelante con una construcción de un país que debe ser “uña y sucio” con nuestros hermanos norteamericanos; pelear en sus guerras, tener sus bases en nuestro territorio, dirigir nuestros recursos en satisfacer sus necesidades, educarnos en sus ideas y tenerlos como modelos, es la única manera de crecer a su sombra sin darnos mala vida y mostrando agradecimiento.
¿Cuál sería la alternativa, si la hay? ¿Ser un país “independiente” y volver a montar la cómica de que el colectivismo y la miseria es la forma de vida que nos gusta? ¿Seguir el modelo europeo que aún no se concreta en la historia? ¿Inventar o errar, como dijo Simón Rodríguez? ¿Construir la utopía Latinoamericana… y si esta fuera la alternativa, con los reales de quién? Creo que la opción es clara e inequívoca, y que lo inteligente es seguir a quien porta la bandera y va en marcha hacia el futuro, porque es futuro lo que necesitamos, y lo que los castrocomunista, no quieren que tengamos.
Cuando el país esté en su vía de progreso y desarrollo, cuando ya podamos autoabastecernos de lo básico para nuestra sobrevivencia, cuando hayamos entrado en el club de los países innovadores, cuando no tengamos desempleo, cuando nuestra economía esté en crecimiento y diversificada, cuando podamos defendernos de nuestros enemigos y los venezolanos sea de nuevo un pueblo sano, feliz y trabajando en un país sustentable, entonces, quizás, sea el momento para que esas nuevas generaciones piensen en futuro diferente, original y propio.
Visto de esta manera la gente del G-4 no tiene vida, y si Guaidó es inteligente, debe proponerse a que “sus panas” den el giro fundamental y necesario para la reconstrucción del país, es decir que se dejen de todas esas pendejadas socialistas, le den valor al trabajo y la honestidad y aprendan a ser humildes, o prescindir de ellos, que queden sólo para las caimaneras y las parrillas, pero no para el trabajo serio.
El gran demiurgo está dispuesto a trabajar con nosotros, a moldearnos en nuestro barro para hacer de Venezuela un país inteligible, van a ser reglas nuevas, otras exigencias, una visión del mundo distinta, y tengo la impresión, en lo poco que conozco de la personalidad del señor Trump, que es un hombre exigente, temperamental y poco dado a los errores y las excusas.
Por último, un consejo para Maduro y su corte de maltrechos militares, aprovechen estos segundos que les queda de vida, arrepiéntanse de las barbaridades que han cometido, su salida de la historia es inevitable e inmediata, negocien con el buen Guaidó, denle todo lo que pida, retírense del poder, hagan un acto de contrición y aténganse a lo que la justicia les tiene en espera, estoy seguro que tomará en cuenta ciertos atenuantes, pero ¡háganlo ya!    -     saulgodoy@gmail.com










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