Venezuela se ha convertido en un espacio experimental en
el que se pone en práctica un nuevo tipo de política mundial, para la actuación
de gobiernos que se preparan para tomar medidas extraordinarias en este tercer milenio
en crisis; he llegado a pensar, incluso, que luego de veinte largos años de
chavismo en nuestro país, la gente haciendo prácticamente milagros para
sobrevivir en las condiciones más azarosas posibles.
Hay fuerzas y poderes, en el ámbito financiero, de
información (abierta y secreta), militares, ideológicos, tecnológicos e
industriales, incluso religiosos, que están experimentando con nuevos límites,
tolerancias, deformaciones, estructuras y relaciones de convivencia para los
seres humanos, con nuestras mentes y con nuestros cuerpos, buscando maneras de
gobernanza incluso fuera del ámbito democrático, en territorios del
autoritarismo y la violencia controlada, con el fin de mantener el orden en
situaciones de escasez y racionamiento de recursos fundamentales para la vida.
No me canso de decir que Venezuela es un experimento del
posible futuro de la humanidad, signada por graves problemas de sustentabilidad;
un país donde conviven, en una especie de matraz o cápsula de Pietri, diversos elementos,
flujos, ideas e intereses que, de manera pública o privada reaccionan, se
mezclan, cambian… desde factores del crimen organizado mundial y grupos
terroristas, los países de la comunidad internacional y sus instituciones
multilaterales, organizaciones no gubernamentales, gobiernos de diferente
tendencias.
La intervención de los EEUU imponiendo sanciones y
limitando los movimientos de los diversos factores le da cierto orden al juego,
evitando una situación catastrófica como la de Siria, donde intervinieron
elementos tan agresivos como ISIS, que elevó el conflicto a límites
insostenibles e implosionó al país.
Pero en Venezuela
se prueban armas y sistemas de defensa traídos de Rusia y China, se practican
intercambios comerciales y formas de trueque a cambio de deudas, se ejercen
desde el poder formas avanzadas de control social y mental de la población, son
comunes las formas salvaje de explotación de recursos, se practican formas
políticas de vasallaje y de culto a la personalidad propios de una Corea del
norte, tácticas de guerras del pueblo maoistas.
Hasta el hecho de mantener “congeladas” las reservas de
energía más ricas del planeta, con una industria petrolera destruida, adquiere
sentido cuando vemos cómo a los intereses de países productores de petróleo pareciera
convenirles que exista esa especie de veto sobre el petróleo venezolano, que
también favorece los intereses de los ecologistas radicales y las industrias de
las energías alternativas.
Estamos experimentando una carencia artificial de
alimentos y medicinas y, con ello, de atención médica en todas las
especialidades, como si fuéramos conejillos de indias ante el resurgimiento de
tantas enfermedades que ya habían sido controladas; las políticas de exterminio
poblacional de Chávez y Maduro, por medio de medidas biopolíticas, han cobrado
un enorme costo demográfico, prácticamente han terminado con la mayor parte de
la población enferma, minusválida, infantil y anciana del país que estaba
desprotegida, y significaba una carga social para la economía de subsistencia
que nos ha traído el socialismo.
Lo que hizo Hitler en la Alemania nazi, se repite ahora en
Venezuela con mayor virulencia, sin castigo aparente y excusado por una serie
de organizaciones de la izquierda internacional como algo normal; Venezuela
toda se ha convertido en un Auschwitz-Birkenau, y no son ahora los judíos las
víctimas, sino todos los que tuvieron la mala fortuna de vivir en nuestro país
al comenzar el milenio, cuando Fidel Castro le puso la mano con la colaboración
traidora de Chávez y Maduro.
La economía ha sido destruida, hay un desorden de monedas
en el país, no hay trabajo, no hay seguridad social, las comunicaciones masivas
están controladas por una férrea censura, el periodismo libre es perseguido,
tenemos el internet más lento del mundo, las conexiones telefónicas son
aleatorias en medio de periódicos cortes de energía eléctrica, el gobierno
tiene militarizada buena parte del país, y ante ésta situación vemos la
pasividad de los organismos internacionales y las grandes potencias, permitiendo
esta masiva violación de derechos humanos con la evidente tolerancia de la
tortura y de la pena de muerte por parte de órganos represivos del estado, como
si estuvieran midiendo cuál es la manera más barata de acabar con una población
entera, o por lo menos de minimizarla y llevarla, a través del miedo a la
dependencia absoluta del gobierno.
La emigración forzada de venezolanos huyendo del país
tiene varias lecturas, una ola de refugiados que los países receptores acogen y
tratan de asimilar, en vez de atacar el origen del problema, y deciden en sus
sociedades aprovechar esta fuga de cerebros; también han sabido reciclar el
material inservible de personas violentas y parásitos, que vinieron con esas
oleadas, para ajustar sus propias policías y medidas de seguridad interna, para
experimentar políticas novedosas de seguridad social diseñadas para volúmenes
de gente instantáneas, y para crear fondos especiales para la ayuda a
refugiados.
El país pronto perderá la mitad de su población estimada
en el año 2000, que es un ejercicio que servirá para medir la pérdida de recursos
humanos de manera súbita, como si hubiera tratado de una guerra o una pandemia,
repito, todo esto bajo la presunción de gastar lo estrictamente necesario para
contener el daño, pero no para tratar y remediar las causas.
Me da la lamentable impresión que el caso de Venezuela,
está sirviendo de globo de ensayo para enfrentar desastres futuros, debido a la
falta de los recursos necesarios y vitales para la vida (agua, comida, energía,
seguridad, etc.), y observando cómo se reactiva una economía con una inversión
mínima, estamos siendo observados, estudiados, medidos y diagnosticados.
No se dice, pero parece que hubiera un consenso mundial
para hacer peores las circunstancias en Venezuela; ése es el caso de la
insistencia de formar un cogobierno, de la necesidad de negociar una salida
electoral con la mafia criminal-política democrática, en un experimento de
gobierno consensuado y producto de una tolerancia de personas que parecieran
dispuestas a renunciar a sus libertades por unos gobiernos benefactores y
totalitarios, la apuesta de vencer al crimen parece haberse perdido, y es el
crimen el que impone ahora las condiciones de cohabitación.
Quizás la parte más interesante de este experimento
diabólico que estamos protagonizando, sea la política que se ha generado bajo
estas circunstancias de terror que imperan en el país; por un lado, tenemos a
una masa de ciudadanos en su mínima expresión de responsabilidad como
protagonistas políticos, una gran mayoría que todavía acepta ese rol mínimo de
participación por medio del voto electoral, y lo único que aspiran son
candidatos que les arreglen su problema, que a su vez se traduce en que le den,
tanto bienes materiales y servicios gratuitos, lo menos que quieren es trabajar
y ser productivos, han asimilado muy bien el credo de que Venezuela es un país
rico y que ellos tienen derecho a ser mantenidos.
Llegar a este estado de indolencia y dejar perder el país,
tomó más de sesenta años de una política educativa y de propaganda de un modelo
democrático equivocado por socialista, y manejado por políticos que creían que
sus partidos eran empresas dueñas del país, no contaban que los militares se
iban a convertir en un partido político y competir deslealmente por el poder.
Esa visión todavía funciona, y es lo que mantiene con
vida al gobierno de Juan Guaidó, que es no sólo uno de los hombres más
incapaces del país, sino la perfecta marioneta para los perversos intereses de
partidos como Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo
Tiempo y todos los demás partidos de la liga socialista y que están a favor de
la cohabitación con las mafias criminales, que son todos aquellos partidos y
líderes políticos que apoyan, de manera frontal o disimulada, la participación
en unas elecciones amañadas junto al crimen organizado.
Ya es evidente posición de este bloque de partidos, que lo
que tiene es un negocio con el chavismo para tratar de prolongar la explotación
despiadada del país para su propio beneficio, y para ello están apoyando que el
experimento del que somos objeto se prolongue en el tiempo.
Para terminar con esta lamentable situación, estoy
plenamente de acuerdo con la propuesta para la Consulta Popular Plebiscitaria
del grupo ANCO, como la única fórmula racional, democrática y no violenta de
que se conozca en el mundo la opinión del pueblo de Venezuela sobre la salida
de Nicolás Maduro del poder.
¿De qué trata esta propuesta? En vez de ir a unas
elecciones viciadas y trampeadas, con la participación de criminales y
torturadores, vamos a preguntarle a la gente, al pueblo soberano de Venezuela
cuál es su opinión, si quieren que Maduro salga del poder o se quede, si el
pueblo decide que se vaya de inmediato, y el chavismo no obedece la voluntad
popular, entonces usaremos esas resultas como requisito esencial para poder
tramitar una salida de fuerza.
Con el apoyo de los países amigos y aliados, con los
organismos internacionales, con una participación conjunta de la comunidad
internacional en misión humanitaria en nuestro país, se puede conformar una
fuerza militar multinacional que obliguen a Maduro, a Cuba, a Rusia y China a
abandonar sus pretensiones sobre Venezuela, para que sea el pueblo quien decida
sobre su destino.
Esta consulta plebiscitaria sería realizada por la
sociedad civil con la cooperación internacional.
Este experimento diabólico que estamos sufriendo se ha
prolongado más allá de las posibilidades de aprender de nuestra experiencia;
Venezuela está entrando en terrenos peligrosos y muy inestables para la salud
del orden internacional, y si se prolongase esta situación de opresión y
genocidio, las consecuencias podrían ser impredecibles.
La prudencia aconseja ponerle a nuestro problema una
solución inmediata y lo más definitivamente posible, y el primer paso lógico y
legítimo sería el de preguntarle a la víctima si quiere prolongar su
sufrimiento o terminarlo de manera inmediata; todos los demás intentos de
continuar con nuestro calvario serían, simplemente, inhumanos y muy peligrosos. -
saulgodoy@gmail.com
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