domingo, 16 de febrero de 2020

El experimento



Venezuela se ha convertido en un espacio experimental en el que se pone en práctica un nuevo tipo de política mundial, para la actuación de gobiernos que se preparan para tomar medidas extraordinarias en este tercer milenio en crisis; he llegado a pensar, incluso, que luego de veinte largos años de chavismo en nuestro país, la gente haciendo prácticamente milagros para sobrevivir en las condiciones más azarosas posibles.
Hay fuerzas y poderes, en el ámbito financiero, de información (abierta y secreta), militares, ideológicos, tecnológicos e industriales, incluso religiosos, que están experimentando con nuevos límites, tolerancias, deformaciones, estructuras y relaciones de convivencia para los seres humanos, con nuestras mentes y con nuestros cuerpos, buscando maneras de gobernanza incluso fuera del ámbito democrático, en territorios del autoritarismo y la violencia controlada, con el fin de mantener el orden en situaciones de escasez y racionamiento de recursos fundamentales para la vida.
No me canso de decir que Venezuela es un experimento del posible futuro de la humanidad, signada por graves problemas de sustentabilidad; un país donde conviven, en una especie de matraz o cápsula de Pietri, diversos elementos, flujos, ideas e intereses que, de manera pública o privada reaccionan, se mezclan, cambian… desde factores del crimen organizado mundial y grupos terroristas, los países de la comunidad internacional y sus instituciones multilaterales, organizaciones no gubernamentales, gobiernos de diferente tendencias.
La intervención de los EEUU imponiendo sanciones y limitando los movimientos de los diversos factores le da cierto orden al juego, evitando una situación catastrófica como la de Siria, donde intervinieron elementos tan agresivos como ISIS, que elevó el conflicto a límites insostenibles e implosionó al país.
 Pero en Venezuela se prueban armas y sistemas de defensa traídos de Rusia y China, se practican intercambios comerciales y formas de trueque a cambio de deudas, se ejercen desde el poder formas avanzadas de control social y mental de la población, son comunes las formas salvaje de explotación de recursos, se practican formas políticas de vasallaje y de culto a la personalidad propios de una Corea del norte, tácticas de guerras del pueblo maoistas.
Hasta el hecho de mantener “congeladas” las reservas de energía más ricas del planeta, con una industria petrolera destruida, adquiere sentido cuando vemos cómo a los intereses de países productores de petróleo pareciera convenirles que exista esa especie de veto sobre el petróleo venezolano, que también favorece los intereses de los ecologistas radicales y las industrias de las energías alternativas.
Estamos experimentando una carencia artificial de alimentos y medicinas y, con ello, de atención médica en todas las especialidades, como si fuéramos conejillos de indias ante el resurgimiento de tantas enfermedades que ya habían sido controladas; las políticas de exterminio poblacional de Chávez y Maduro, por medio de medidas biopolíticas, han cobrado un enorme costo demográfico, prácticamente han terminado con la mayor parte de la población enferma, minusválida, infantil y anciana del país que estaba desprotegida, y significaba una carga social para la economía de subsistencia que nos ha traído el socialismo.
Lo que hizo Hitler en la Alemania nazi, se repite ahora en Venezuela con mayor virulencia, sin castigo aparente y excusado por una serie de organizaciones de la izquierda internacional como algo normal; Venezuela toda se ha convertido en un Auschwitz-Birkenau, y no son ahora los judíos las víctimas, sino todos los que tuvieron la mala fortuna de vivir en nuestro país al comenzar el milenio, cuando Fidel Castro le puso la mano con la colaboración traidora de Chávez y Maduro.
La economía ha sido destruida, hay un desorden de monedas en el país, no hay trabajo, no hay seguridad social, las comunicaciones masivas están controladas por una férrea censura, el periodismo libre es perseguido, tenemos el internet más lento del mundo, las conexiones telefónicas son aleatorias en medio de periódicos cortes de energía eléctrica, el gobierno tiene militarizada buena parte del país, y ante ésta situación vemos la pasividad de los organismos internacionales y las grandes potencias, permitiendo esta masiva violación de derechos humanos con la evidente tolerancia de la tortura y de la pena de muerte por parte de órganos represivos del estado, como si estuvieran midiendo cuál es la manera más barata de acabar con una población entera, o por lo menos de minimizarla y llevarla, a través del miedo a la dependencia absoluta del gobierno.
La emigración forzada de venezolanos huyendo del país tiene varias lecturas, una ola de refugiados que los países receptores acogen y tratan de asimilar, en vez de atacar el origen del problema, y deciden en sus sociedades aprovechar esta fuga de cerebros; también han sabido reciclar el material inservible de personas violentas y parásitos, que vinieron con esas oleadas, para ajustar sus propias policías y medidas de seguridad interna, para experimentar políticas novedosas de seguridad social diseñadas para volúmenes de gente instantáneas, y para crear fondos especiales para la ayuda a refugiados.
El país pronto perderá la mitad de su población estimada en el año 2000, que es un ejercicio que servirá para medir la pérdida de recursos humanos de manera súbita, como si hubiera tratado de una guerra o una pandemia, repito, todo esto bajo la presunción de gastar lo estrictamente necesario para contener el daño, pero no para tratar y remediar las causas.
Me da la lamentable impresión que el caso de Venezuela, está sirviendo de globo de ensayo para enfrentar desastres futuros, debido a la falta de los recursos necesarios y vitales para la vida (agua, comida, energía, seguridad, etc.), y observando cómo se reactiva una economía con una inversión mínima, estamos siendo observados, estudiados, medidos y diagnosticados.
No se dice, pero parece que hubiera un consenso mundial para hacer peores las circunstancias en Venezuela; ése es el caso de la insistencia de formar un cogobierno, de la necesidad de negociar una salida electoral con la mafia criminal-política democrática, en un experimento de gobierno consensuado y producto de una tolerancia de personas que parecieran dispuestas a renunciar a sus libertades por unos gobiernos benefactores y totalitarios, la apuesta de vencer al crimen parece haberse perdido, y es el crimen el que impone ahora las condiciones de cohabitación.
Quizás la parte más interesante de este experimento diabólico que estamos protagonizando, sea la política que se ha generado bajo estas circunstancias de terror que imperan en el país; por un lado, tenemos a una masa de ciudadanos en su mínima expresión de responsabilidad como protagonistas políticos, una gran mayoría que todavía acepta ese rol mínimo de participación por medio del voto electoral, y lo único que aspiran son candidatos que les arreglen su problema, que a su vez se traduce en que le den, tanto bienes materiales y servicios gratuitos, lo menos que quieren es trabajar y ser productivos, han asimilado muy bien el credo de que Venezuela es un país rico y que ellos tienen derecho a ser mantenidos.
Llegar a este estado de indolencia y dejar perder el país, tomó más de sesenta años de una política educativa y de propaganda de un modelo democrático equivocado por socialista, y manejado por políticos que creían que sus partidos eran empresas dueñas del país, no contaban que los militares se iban a convertir en un partido político y competir deslealmente por el poder.
Esa visión todavía funciona, y es lo que mantiene con vida al gobierno de Juan Guaidó, que es no sólo uno de los hombres más incapaces del país, sino la perfecta marioneta para los perversos intereses de partidos como Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y todos los demás partidos de la liga socialista y que están a favor de la cohabitación con las mafias criminales, que son todos aquellos partidos y líderes políticos que apoyan, de manera frontal o disimulada, la participación en unas elecciones amañadas junto al crimen organizado.
Ya es evidente posición de este bloque de partidos, que lo que tiene es un negocio con el chavismo para tratar de prolongar la explotación despiadada del país para su propio beneficio, y para ello están apoyando que el experimento del que somos objeto se prolongue en el tiempo.
Para terminar con esta lamentable situación, estoy plenamente de acuerdo con la propuesta para la Consulta Popular Plebiscitaria del grupo ANCO, como la única fórmula racional, democrática y no violenta de que se conozca en el mundo la opinión del pueblo de Venezuela sobre la salida de Nicolás Maduro del poder.
¿De qué trata esta propuesta? En vez de ir a unas elecciones viciadas y trampeadas, con la participación de criminales y torturadores, vamos a preguntarle a la gente, al pueblo soberano de Venezuela cuál es su opinión, si quieren que Maduro salga del poder o se quede, si el pueblo decide que se vaya de inmediato, y el chavismo no obedece la voluntad popular, entonces usaremos esas resultas como requisito esencial para poder tramitar una salida de fuerza.
Con el apoyo de los países amigos y aliados, con los organismos internacionales, con una participación conjunta de la comunidad internacional en misión humanitaria en nuestro país, se puede conformar una fuerza militar multinacional que obliguen a Maduro, a Cuba, a Rusia y China a abandonar sus pretensiones sobre Venezuela, para que sea el pueblo quien decida sobre su destino.
Esta consulta plebiscitaria sería realizada por la sociedad civil con la cooperación internacional.
Este experimento diabólico que estamos sufriendo se ha prolongado más allá de las posibilidades de aprender de nuestra experiencia; Venezuela está entrando en terrenos peligrosos y muy inestables para la salud del orden internacional, y si se prolongase esta situación de opresión y genocidio, las consecuencias podrían ser impredecibles.
La prudencia aconseja ponerle a nuestro problema una solución inmediata y lo más definitivamente posible, y el primer paso lógico y legítimo sería el de preguntarle a la víctima si quiere prolongar su sufrimiento o terminarlo de manera inmediata; todos los demás intentos de continuar con nuestro calvario serían, simplemente, inhumanos y muy peligrosos.  -   saulgodoy@gmail.com


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