Hoy quiero tratar con ustedes un tema delicado pero que
siento el deber como ciudadano y crítico de la calamitosa situación de mi país,
llevarlo a la palestra pública, y se trata del papel que algunos voceros de
empresarios y comerciantes están jugando en la arena política, lamentablemente,
a favor del régimen y su permanencia en el poder.
Soy una persona liberal clásico por educación y
convicción, creo en la libertad del mercado, en el derecho al libre
emprendimiento, soy defensor a ultranza del derecho a la propiedad, en
asociarme con quien yo mejor lo juzgue conveniente y en hacer con mi dinero,
ganado con el trabajo honesto y/o inventiva propia, lo que a bien tenga disponer
dentro del marco de la leyes y de la convivencia pacífica.
Considero que los empresarios y comerciantes son factores
vitales e importantes para cualquier tipo de economía, son el motor productivo
de la nación, aún más importantes y eficientes que cualquier empresa en manos
del estado, de hecho, la historia es un enorme expediente abierto que habla en
contra de las empresas del estado y a favor de las empresas privadas, no hay
comparación posible, siempre terminan las empresas del estado siendo una carga
y una perdida para los intereses de los pueblos.
No voy a explayarme en las ventajas y conveniencias del
emprendimiento privado, eso lo doy por reconocido, lo que sí quiero destacar es
el papel de la empresa privada en regímenes dictatoriales y totalitarios
surgidos en el siglo XX, los ejemplos clásicos son la Italia Fascista, la
Alemania Nazi, la Rusia Comunista, el Japón Imperial y la China del
Colectivismo Popular, donde podemos claramente aprender de esas experiencias.
Y una de las primeras lecciones que nos enseñan estos
sistemas políticos, es que la empresa privada necesita libertad económica,
tanto como una planta necesita la tierra, el sol y abundante agua para
prosperar y reproducirse, el emprendimiento privado con mucha dificultad puede
sobrevivir en un régimen de opresión y absoluto control de la actividad
privada.
Esto lo menciono porque la situación venezolana es una de
extraordinaria dificultad para el libre mercado, de hecho el gobierno chavista
ha sido el gobierno más hostil y destructor de la empresa privada en toda la
historia de nuestro país, a los largo de más de veinte años se ha convertido en
enemigo acérrimo del empresario y del comerciante, esto tiene una razón
ideológica: el comunismo, una razón práctica: el estatismo centralizado, y una
razón ilícita o delincuencial: el robo de la propiedad privada.
De modo que cuando hablamos del empresario venezolano no
estamos hablando de cualquier empresario como los que funcionan y se mueven en
las economías más o menos libres, que gozan de sistemas democráticos y se
respetan las libertades económicas, no, estamos hablando de empresarios bajo
una dictadura que los oprime y los controla, y para poder sobrevivir en un
medio tan intervenido y tóxico, el empresario tiene que mutar, adaptarse, renunciar
a muchos de sus comportamientos tradicionales (cuando había libertad y
democracia, que de ese medio provienen las principales grandes empresas que
quedan en el país) y aprender otros, aunque no sean muy agradables e incluso,
éticos.
Los que me han seguido hasta este punto deben comprender
que los empresarios venezolanos trabajan con una pistola en sus cabezas, el
gobierno, que tiene su dedo en el gatillo, puede dispararla en cualquier
momento y el empresario perderlo todo, incluso la vida, como ya ha sucedido; y
el gobierno tiene el poder, basta haber presenciado la cantidad de empresas
extranjeras que se han ido del país, cuyos ejecutivos salieron corriendo del
país, casi que huyendo, dejando a sus industrias en manos de colectivos, de sus
trabajadores y de funcionarios de turno que se las robaron.
Todos nosotros lo hemos visto por televisión, en directo,
como piquetes de Guardias Nacionales entraban en fincas privadas seguidos de
colectivos chavistas con banderas gritando consignas revolucionarias, funcionarios
de diferentes entes del estado confiscando mercancías, cerrando santamarías,
poniendo candados en las puertas de las empresas, dirigentes políticos
conservando el orden en las colas de gente que iban a ingresar en tiendas donde
se les iba a rematar sus productos por órdenes del Presidente.
Hay que ser una persona muy valiente y capaz para poder
ser un empresario en medio de condiciones tan adversas, a ellos mi respeto,
porque sé que los hay y han luchado con denuedo, pero también están los otros,
no sólo los oportunistas y “vivos”, algunos “enchufados” que aprovechan sus
contactos con el alto gobierno de la dictadura para hacer pingues negocios, a
veces utilizando empresas de maletín o simplemente adueñándose de empresas que
se venden al mejor postor, desesperados sus dueños legítimos de salvar lo poco
que les queda.
Entre ese grupo, hay un gran sector a los que llamo “los
sobrevivientes” que son casi todos gente joven, cuando no herederos de estas
empresas tradicionales, emprendedores genuinos de actividades productivas que
sin muchos miramientos están dispuestos a hacer “lo que sea” por mantener sus
emprendimientos a flote, muchos de ellos necesitan ganar dinero, producir para
mantener sus estilos de vida y el de sus familias, buena partes de ellos son
optimistas natos, siempre buscando el lado feliz de cualquier situación, y
dentro de este grupo hay muchos “socialistas”.
A estos últimos se les distingue de inmediato porque lo
que tratan de destacar es su importante función social como generadores de
empleos, como ese eslabón productivo que tanto necesita el país para satisfacer
sus necesidades, para ellos es importante destacar el tema de la “justicia
social” y su responsabilidad como factor impositivo para las finanzas públicas,
son los que se amoldan a cualquier nueva exigencia del estado, tratan de pasar
por debajo del radar del gobierno que constantemente anda buscando enemigos y
patrimonios que saquear para satisfacer sus apetitos por riqueza fácil, y
efectivamente ellos generan puestos de trabajo, contribuyen con sus impuestos
al estado, hacen labor social y de adaptan a cualquier exigencia del estado,
incluso las políticas.
Y este es el punto crítico de mi artículo, si vamos y
revisamos cuales empresas privadas en la historia de aquellos totalitarismos
del siglo XX, que eran las más susceptibles a una intervención estatal, estaban
aquellas circunscritas a los sectores de la industria pesada, a la minería, a
la producción de alimentos, al transporte, al turismo, a la banca y las
finanzas, a las comunicaciones, entre otras áreas, allí el estado tenía
intereses directos y quienes trabajaban en esas áreas, tenían una supervisión
directa del estado, las intervenía con exigencias y requisitos, con constantes
inspecciones, e incluso sentando a algunos funcionarios en sus juntas
directivas.
Las empresas chinas son un ejemplo de este empresariado
supervigilado y a las órdenes de un Partido Comunista autoritario, si bien les
permite competir en sus mercados, los auxilia financieramente si es necesario,
y muchas de ellas son exitosas con sus ventas, todos esos empresarios responden
a un plan estatal centralizado, todo su personal está sometido a una
observancia electrónica y policial, no pueden hacer nada sin pedir permiso,
responden al interés del estado no al de la empresa como un ente independiente.
En esta Venezuela chavista, aparte de esos millonarios
instantáneos que de pronto se convierten en empresarios, que compran a empresas
o las refundan prácticamente de la nada, que incursionan en inversiones de alto
riesgo y algunos se mantienen con subsidios, con grandes empresas que ni
siquiera se sabe quiénes son sus dueños, o incursionan por la vía rápida con
comercios de productos escasos e importados, ha habido una invasión pacífica
del chavismo hacia el empresariado tratando de lavar sus fortunas, y estos
nuevos empresarios se incorporan a los gremios y asociaciones empresariales con
todos sus derechos.
Es más, en nuestro país se está dando el fenómeno de una
proliferación de cuasi empresas del estado que funcionan más como empresas
privadas, estas empresas “híbridas” ya están funcionando en las comunicaciones,
en la banca, en la metalmecánica, en el transporte, de hecho, muchos de estos
empresarios “sobrevivientes” tienen dentro de sus organizaciones importantes
participaciones de funcionarios y políticos del chavismo, fue la fórmula que
consiguieron para poder trabajar.
Y aquí mi advertencia y voz de alerta, algunos de estos
organismos cúpulas se han venido comportando más como partidos políticos que
gremios empresariales, favoreciendo, presionando, haciéndole propaganda,
promocionando, la cohabitación política con el chavismo, cada vez es más
notorio la opinión empresarial que aboga por un contubernio con la dictadura,
en vez de estar buscando salidas a la opresión y el fin del totalitarismo,
parecieran haberse acostumbrado a la barbarie y la intervención estatista,
razón por la cual algunos voceros se han convertido en publicistas de la
posición en contra de las sanciones del gobierno de los EEUU al gobierno de
Maduro.
Esto es muy peligroso, los empresarios jugando a la
política a favor de la tiranía, llamándola, “una salida negociada”, es
simplemente claudicar ante las fuerzas del militarismo cubano, no es sensato ni
puede excusarse, más aún cuando la vocería principal se encuentra en manos de
pulperos y pequeños propietarios de spas y bodegones, creo que el chavismo está
infiltrando estas organizaciones empresariales, y las están manipulando para
legitimar a la gran mafia del chavismo en su disfraz como empresarios legítimos
del país.
No tomen esta alerta como un ataque al empresariado
venezolano, no permitan que sus gremios y asociaciones se conviertan en
accesorios de los partidos políticos, quienes opinen y quieran elecciones como
sea y con Maduro todavía en el poder, que se expresen en nombre propio, no como
voz de un gremio tan amplio y combativo.
Las últimas intervenciones del empresariado en política
han sido lamentables y con consecuencias catastróficas para el país, no dejemos
que unos desesperados o interesados en los negocios fáciles no echen a perder
la vida a todos los venezolanos, el camino para nuestra liberación no es
cargarnos con más cadenas; si bien es cierto que la industria y el comercio son
poderosas armas para la libertad, no confundamos el camino, justo en este
momento de grandes decisiones. –
saulgodoy@gmail.com
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