miércoles, 4 de marzo de 2020

Nuestro mundo, el mismo, pero nuevo




Cuando me involucro en el tema de la política en Venezuela me cuesta separarme de ella, al punto de que si no consigo un “atractor” lo suficientemente fuerte que me sustraiga de su influjo, puedo quedarme pegado en su temática de villanos y falsos profetas, afortunadamente hay temas y personalidades que inmediatamente atrapan mi atención y logro desconectarme.
Uno de estos personajes es el Dr. Donald D. Hoffman, científico cognitivo, profesor de la Universidad de California en Irving, se trata de un psicólogo de la nueva generación, de esos que mientan psicólogos cuantitativos (computacionales) y para más señas, evolutivo, nada que ver con los psicólogos que hemos conocido hasta el momento.
Hoffman ha estudiado en profundidad el fenómeno de la inteligencia visual para máquinas (computadoras, robots, armas avanzadas) y el fenómeno de la percepción humana, lo cual lo han hecho merecedor de fondos para la investigación sobre temas que están allá lejos, en los límites de lo posible, en territorios que tienen que ver con inteligencia artificial, matemáticas del espacio-tiempo, física cuántica para el cerebro, razón por la cual, muchos de sus descubrimientos no resuelven casi nada, pero si lo complican todo.
Y lo último que está diciendo Hoffman es el equivalente a una bomba nuclear en la comunidad científica mundial: la realidad que percibimos por nuestros sentidos es producto de nuestro cerebro, que ha evolucionado para darnos ventajas en el mundo para que podamos sobrevivir y reproducirnos, por lo que está suprimiendo el verdadero rostro de la realidad, es decir, nos oculta la mayor parte de la información del mundo, que por procesos adptativos a filtrado ya que no nos sirve para nuestra sobrevivencia, y solo nos permite percibir “su versión” de la realidad.
En otras palabras, y utilizando una metáfora suya, nuestro cerebro trabaja como una “interfase” de una computadora para hacernos la vida más fácil y manejable, si lo que vemos en la pantalla de nuestra computadora es producto de unos programas que nos permiten, de manera amigable e intuitiva, manejarla para realizar nuestro trabajo, comunicarnos o entretenernos, obviando el complicado mundo de la electrónica, la micromecánica, los diferentes voltajes, rutas, elementos de control y nanotecnologías involucradas en los chips que conforman la estructura física de la máquina.
De la misma forma, nuestro cerebro nos da una versión de la realidad en la cual podemos operar de manera más o menos segura, sin tener que ocuparnos en los detalles y minucias del universo que nos rodea, desde el momento que nos despertamos nuestro mundo está protagonizado en “primera persona” es la única versión de la realidad que conoceremos hasta muestra muerte, lo que podría indicarnos sobre quien está generando esa “visión del mundo”, de hecho en una entrevista para la Quanta Magazine, le pregunta del entrevistador se refería a que nuestro cerebro hacía posible diferenciar un tigre de una palmera, y poder resguardarnos en caso del primero, si esto era así, efectivamente habían parecidos entre la realidad y nuestra percepción, de la misma manera que percibíamos a un tren en marcha y a una serpiente cerca de nosotros con suficiente claridad para apartarnos de sus caminos, Hoffman respondió:

El clásico argumento en el que aquellos de nuestros ancestros pudiera ver con mayor claridad tenía una ventaja competitiva sobre aquellos que veían menos y por lo tanto era más seguro que sus genes, que codificaban esas más completas percepciones, pasaran a otras generaciones para que pudieran ver con mayor detalle. Eso suena muy plausible. Pero es completamente falso. Desconoce los hechos fundamentales de la evolución, que trata de funciones para la sobrevivencia… de acuerdo a la selección natural, un organismo que ve la realidad jamás estará mejor preparado que aquel otro organismo de igual complejidad que no ve la realidad pero que está ajustado para la sobrevivencia… la evolución ha conformado nuestra percepción para permitirnos sobrevivir. Es lo que guía el comportamiento adaptativo. Pero parte de ello implica ocultarnos las cosas que no necesitamos conocer. Y que es la mayor parte de la realidad, cualquier cosa que la realidad sea. Si tuvieras que emplear todo el tiempo en sólo descubrir que es la realidad es tigre te hubiera comido… Las serpientes como los trenes, como las partículas en física, no tienen objetivos ligados a las condiciones del observador, La serpiente que veo es una descripción creada por mi sistema sensorial para informarme de las posibles consecuencias de mis acciones. La evolución ha creado soluciones aceptables, no las óptimas. Una serpiente es una solución aceptable al problema que me dice cómo debo actuar en una situación. Mis serpientes y trenes que se me abalanzan, son representaciones mentales; tus serpientes y trenes son tus representaciones mentales.

En todo este enredo que propone Hoffman hay que tener muy en claro que las adaptaciones evolucionarias en el hombre no tienen nada que ver con la verdad o la realidad, sino con la sobrevivencia, que las características y modalidades que encontramos en los objetos del mundo solo existen mientras los observamos, que cuando cerramos los ojos no sabemos lo que pasa con esos objetos.
En su muy bien informado ensayo Objects of consciousness (2014), para la publicación Frontiers in Psychology, Hoffman nos relata la siguiente anécdota:

La mente humana está predispuesta a creer que los objetos físicos, cuando no son percibidos, todavía existen con las formas definitivas y sus locaciones en el espacio. El psicólogo Piaget planteó que los niños empezaban a creer el “la permanencia de los objetos” cerca de los 9 meses de edad, hasta reafirmarlo 9 meses más tarde… El creer en la permanencia de los objetos está arraigado firmemente en la adultez, aún en mentes brillantes. Abraham Pais dijo de Einstein, “Nosotros discutíamos frecuentemente su noción de realidad objetiva. Recuerdo en una de nuestras caminatas que Einstein de pronto se detiene, me mira y me pregunta si yo creo que la luna sólo existe cuando la veo”. Einstein estaba preocupado por la interpretación de la teoría cuántica que proponía que la luna no existía mientras no era percibida.

No me cabe la menor duda que algunas personas, en su ignorancia, se reirán de lo que les estoy comunicando, y quizás sean personas inteligentes, aún más, probablemente físicos de profesión que todavía viven y funcionan en el mundo bajo los postulados de la vieja física, la de Newton, y que con cerca de trecientos años de retardo estén juzgando estas ideas que funcionan tomando en cuenta la nueva física, la de los principios cuánticos; yo no soy un físico cuántico ni mucho menos, pero me gusta estar bien informado y personas como Hoffman son tomadas muy en serio, de hecho, están cambiando el mundo.
En el último número de la muy reputada revista Edge, aparece una extraordinaria entrevista a Hoffman a raíz de la publicación de su último libro El Caso en Contra de la Realidad, cómo la evolución ha ocultado la verdad de nuestros ojos (2020), de hecho hay varios videos en YouTube que los van a dejar perplejos de lo que este científico y sus equipos de investigadores han encontrado, entre otras muchas cosas, les adelanto el siguiente hallazgo.
Para resolver el peliagudo problema de que es la consciencia, se debe primero resolver que es espacio, el tiempo, la materia y todos los componentes universales que acompañan el fenómeno, sobre todo el asunto espacio-tiempo es fundamental, ya que todo en física, sucede allí, en ese escenario, pero ya la física cuántica y la teoría de la relatividad general apuntan a que el espacio-tiempo no es la fibra fundamental que sostiene el universo, empezando porque no es posible hacer mediciones por debajo de la escala de Plank sin que el observador (o instrumento de medición) se conviertan en un impedimento.
En los más modernos aceleradores de partículas como el Large Hadron Collaider donde hacen chocar protones a la velocidad de la luz, el resultado son millones de partículas saltando en todas direcciones, y aunque los detectores de la máquina las reconocen y registran, hay que hacer los cálculos matemáticos para estudiar sus simetrías y amplitudes, lo que conllevan un proceso extremadamente complejo y largo, esto si lo hacen dentro de la dimensión usual espacio-tiempo, pero los matemáticos han descubierto que si utilizan estos objetos geométricos llamados “amplituhedrones” que se encuentran fuera del espacio-tiempo, pueden llegar a resultados precisos tomando atajos y con menos trabajo, estos objetos funcionan como otro nivel del universo conocido y por ahora sólo en teoría, con lo números, pero eso es un buen principio para su búsqueda, ya que si existen, entonces resolverían muchos problemas y abrirían nuevos campos de investigación, de hecho, todo el edificio de la física se vería afectado.
Y si esto es así ¿Qué rostro tiene la verdadera realidad? La pregunta no sólo es intrigante sino pavorosa, pues esa apartamento que nos compramos, el auto en el que viajamos, esa esposa que tenemos desde hace más de veinte años, nuestros hijos y mascotas… no se parecen en nada a lo que hemos estamos viendo.
Por los momentos la consciencia sigue siendo un verdadero misterio, excepto para el budismo, esta filosofía de vida desde hace varios siglos nos está diciendo que la realidad es una ilusión, y entrena a sus seguidores a conectarse con la fuerza vital del universo por medio de la realización del atman; en lo que sí no hay duda alguna, es que la realidad se nos hace cada vez más extraña de las seguridades que nos daban nuestros sentidos, una cosa si les digo, no cambiaría vivir en estos tiempos por nada en el mundo, a pesar de todas las angustias e incertidumbres, le estamos corriendo el velo al universo, creo que estamos a punto de algo grande que cambiará definitivamente nuestro paradigma… es una verdadera calamidad que en Venezuela tengamos que estar ocupados con todos estos velociraptors que nos han invadido desde el jurásico, y no tengamos el tiempo y las condiciones de ocuparnos de lo que verdaderamente importa.   -    saulgodoy@gmail.com

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