lunes, 16 de marzo de 2020

Pandemias en totalitarismo



Estas situaciones de emergencia humanitaria provocada por pandemias, son escenarios perfectos para la imposición de estados de excepción; por motivos de seguridad extrema, el estado toma medidas de urgencia que implican el uso de la fuerza para contener una enfermedad contagiosa, restringiendo la movilidad de los ciudadanos, imponiendo cuarentenas, haciendo detenciones de personas supuestamente infectadas, obligando a las comunidades a tratamientos compulsivos, deteniendo los procesos migratorios, interviniendo en los comercios y operaciones de las industrias, confiscando material sanitario, imponiendo un control férreo sobre las comunicaciones y la información sobre el posible contagio, y otras medidas, que implican someter a la población a unos parámetros de comportamiento y vida inusuales a la normalidad.
Estos protocolos de actuación de los estados bajo estas circunstancias extraordinarias son una bendición para estados totalitarios, en especial para gobernantes con una retorcida noción del poder, donde sólo el ejercicio del poder único y unilateral, es la forma de reconocerse como autoridad, son ocasiones donde el poder absoluto es la regla y donde el tirano o dictador se siente más a gusto, de hecho, es cuando esos psicópatas ungidos de autoridad no dejan de sentir placer, muchas veces muy cercanos al orgasmo sexual, para ejercer su voluntad.
Este tipo de situaciones, que están reguladas por normas internacionales y donde se espera que cada nación, en uso de su propio estado de derecho, que debería prevalecer por sobre la voluntad de los gobiernos en el manejo masivo de la emergencia, para garantizar derechos mínimos y posibilidades de defensa del ciudadano en contra de la voluntad de un estado omnímodo en estas circunstancias, pueda encontrar el justo balance entre el manejo de la situación y la prevalencia de las leyes internas que permitan una vida y trato digno dentro de las circunstancias.
Ese “deber ser” en muchos casos contrasta con la realidad, los mandatarios y sus mandantes abusan del estado de excepción y lo aprovechan para “corregir” ciertos defectos políticos, acallar voces disidentes, silenciar a la oposición, desmovilizar las protestas y asegurar su presencia en comunidades descontentas, esto, acompañado de los usos de la fuerza supuestamente justificada por el evento en curso, lo que se busca es fortalecer el posicionamiento del gobierno y extinguir en lo posible la protesta o por lo menos, debilitar al máximo al contendor político, otros gobiernos autoritarios aún más malvados, lo aprovechan para el pillaje.
No puedo hablar de los demás países de los que sólo pudiera hacerlo de manera referencial, de esas enormes contenciones de población como las ocurridas en China, en Italia, en España, pero si puedo hablar de las experiencias en mi país, Venezuela, donde este tipo de emergencias son recurrentes motivadas entre otras causas por un régimen de gobierno militarista totalitario, una economía arruinada por el socialismo, y una escasez crónica de los elementos más básicos para la vida, y si a esto aunamos los eventos catastróficos como grandes inundaciones y deslaves, epidemias recurrentes de infecciones endógenas, sequías e incendios forestales, sismos, supuestas guerras comerciales, bloqueos económicos e intentos de golpe de estado en contra de los gobernantes socialistas del siglo XXI.
Contamos con un gobierno que mantiene la hegemonía comunicacional para desinformar y engañar al pueblo, hacer propaganda, minimizar sus errores y carencias, y al mismo tiempo nos encontramos con un país versado en emergencias, sin liderazgo cuando estas ocurren y sin una estructura de comunicaciones donde los sucesos y contingencias puedan ser conocidos al momento, las personas actúan por instinto lo que podría ser fatal, pero la suerte nos ha favorecido hasta el momento, pero ¿Hasta cuándo? Esa es la gran pregunta.
Desde hace más de veinte años Venezuela ha estado en una continua movilización de gente y recursos bajo la presunción de amenazas de la más variada índole, y es que todo lo que nos ocurre, según el gobierno revolucionario, es porque tenemos enemigos en el mundo que no se detienen en sus ganas de hacernos daño, sobre todo por parte de las naciones imperialistas y capitalistas, que ven nuestro socialismo como una amenaza, debido a que la gente, incluyendo los nacionales de esos países capitalistas y del primer mundo, supuestamente quieren vivir como nosotros, sin agua, sin luz, sin comunicaciones, sin dinero, con una enorme inflación, sin libertades, pero a Dios gracias, y según el gobierno socialista, dedicados a la formación comunitaria, entregados en cuerpo y alma a las delicias de la revolución bolivariana.
El mundo ve y se entera de cómo vivimos los cubanos y los venezolanos, por medio de esa propaganda ideológicamente conducida, ayudándonos mutuamente, ellos enviándonos a “los mejores médicos del mundo”, y nosotros surtiéndolos de petróleo y oro, en una mancomunidad que se ha convertido en la semilla de una posible integración latinoamericana de naciones, para la contemplación del marxismo y la consecución de la paz en el mundo, sino que lo digan Moisés Naím y Bernie Sanders en los EEUU, quienes están en la lucha por convencer a nuestros hermanos norteamericanos, que nuestra forma de vida y nuestros gobiernos son lo mejor que nos ha podido suceder, una unión que ha sido bendecida hasta por el Papa Francisco como su visión del futuro de la humanidad.
Desde el punto de vista de las comunicaciones (mi especialidad) he tenido la curiosidad y el interés de educarme en el manejo de la información en casos de emergencia, que es uno de los momentos más delicados en el manejo de la información apropiada y oportuna, donde se pone en juego la credibilidad de un gobierno y su efectividad para combatir peligros, tales como una amenaza de infección masiva, con su secuela de vidas perdidas y desastre económico.
En el año 2004, en Singapur se dio una importante reunión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con expertos mundiales en comunicaciones durante y para contaminaciones de plagas e infecciones masivas, ya había un cúmulo de experiencias mundiales en contagios de epidemias del más variado tipo, el SARS que es el síndrome severo respiratorio ocurrido en China, la rara fiebre hemorrágica de Marburg, el contagio de Ebola en África, la encefalopatía espongiforme bovina (las vacas locas), la gripe aviar asiática, el hantavirus pulmonar en Brasil, incluso el contagio provocado como acto terrorista en la ciudad de New York con esporas del Basilus anthracis (Antrax) enviadas por correo, esto sin mencionar las epidemias recurrentes de enfermedades endógenas como la malaria, la tuberculosis, el polio, la hepatitis, el sarampión, que cuando se descuida su vigilancia y control, reinciden en los países con su secuela de afectados.
Esta situación de contagios de epidemias refleja una realidad inocultable, y es la vulnerabilidad del ser humano, de los animales y cosechas de los que depende para su alimentación, a las diversas infecciones bacterianas y de virus que conviven con nosotros y que en el momento menos pensado, se salen de control y aparecen los contagios.
En esa reunión de Singapur donde participaron médicos antropólogos, se recogieron en una serie de documentos, entre los que destaca la importancia que tiene la confianza de los ciudadanos en las posibles respuestas y acciones que sus gobiernos en estas emergencia, tan necesarios para la sobrevivencia de las poblaciones y la conservación de las economías de las naciones, porque una de las consecuencias de un contagio severo puede ser la destrucción de algunas cadenas productivas, entre ellas la agricultura y el turismo, con su secuela de miseria y desabastecimiento.
Los contagios por epidemias generan una gran ansiedad en la población y cuando la información no es confiable, se empiezan a producir situaciones de gran confusión y que pudieran desatar en pánico colectivo con consecuencias impredecibles; la importancia de voceros  e información útil y de buena fuente es de gran valor al momento en que empiezan a producirse muertes, confiscaciones y destrucciones de ganados y cosechas, aislamientos de poblaciones y cuarentenas.
Muchas de estas medidas son tomadas con el fin de salvar vidas, evitar el contagio y finalmente detener la epidemia, es decir, minimizar el costo humano mientras se combaten estas enfermedades, pero si por el contrario, los gobiernos la utilizan para adelantar ventajas políticas y consolidar su poder, es probable que resulte en un desastre de mayores dimensiones.
Estos grupos de estudio han encontrado maneras de canalizar positivamente esas energías desatadas por el miedo, la vocería autorizada debe ser competente en asuntos sanitarios no simples políticos o personalidades del espectáculo, los expertos médicos deben ocupar un lugar relevante tanto en la planificación como en la ejecución de las medidas, que puedan transmitir la información cierta y en lenguaje asequible a la población para que sepa cómo defenderse de estos brotes epidemiológicos y evitar el contagio.
Sólo un gobierno irresponsable y oportunista aprovecharía estas fatales circunstancias para adelantar sus agendas políticas, aprovechar el miedo para tratar de hacer propaganda, favorecer intereses e ideologías, expoliar los bienes de la nación, robar el tesoro nacional, presionar por cambiar condiciones políticas utilizando la epidemia como amenaza o ficha de negociación, aprovechar el momento para lavarse la cara y hacerse pasar por lo que no es, pero más inhumano y criminal sería tratar de engañar a la gente, mintiendo sobre el origen de la enfermedad o el dar a conocer medicinas y tratamientos poco confiables o promover remedios que no han sido probados efectivamente contra la enfermedad.
A nuestro país le ha tocado vivir situaciones harto difíciles en medio de circunstancias extremas de crisis económica y política, el gobierno socialista, desesperado en su propia sobrevivencia ha recurrido a estratagemas donde no tiene en cuenta el bien común ni la seguridad de la nación, no tiene liderazgo ni credibilidad alguna, e insiste en desplazar a quienes son expertos y están informados para el manejo de esta emergencia, por personas con prontuarios criminales, ignorantes del tema y que han dicho mentiras de manera pública y constante.
De allí que en estos tiempos de la epidemia del coranavirus, recomendar prácticas sanitarias imposibles de cumplir porque no hay agua potable para lavarse las manos, por ejemplo, u obligar al uso de mascarillas de protección que tienen un alto costo y son difíciles de conseguir, o hacerse pruebas de laboratorio cuando no existen reactivos ni los “kits” para hacer los exámenes, o designar hospitales que han estado cerrados y abandonados como centros para la atención de la crisis, o pretender suspender actividades cotidianas para que la gente se conecte por internet para que las clases sean realizadas a distancia o los trabajos se ejecuten remotamente, sabiendo el calamitoso estado de las plataformas de comunicación del país que no están en capacidad de soportar ese tráfico de data, es una burla a la inteligencia, son medidas todas que reflejan un profundo desprecio por la vida humana y una falta de respeto hacia el ciudadano.
Afortunadamente el venezolano cuenta con una gran resiliencia, una experiencia invalorable en la ayuda mutua, una organización social de base en las comunidades que ha resultado invalorable al momento de atender estas recurrentes emergencias en las que el estado socialista lo que ha hecho es provocarlas, agravarlas o ignorarlas; los venezolanos ya tenemos más de una década sin un gobierno funcional y preocupado por nuestro bienestar, estamos solos, y aunque es una gran desventaja vivir bajo un régimen que lo único que le importa son sus intereses, hemos probado una y otra vez que el venezolano es duro de matar, y que al final de esta prueba de sobrevivencia prevaleceremos y construiremos un gran país.   -    saulgodoy@gmail.com






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