Andan con un entorage
de seguridad impresionante, algunos de ellos con más de 200 funcionarios en su
entorno, protegiéndolos, armados hasta los dientes, con equipos de seguridad y
detectores remotos, en comitivas que no bajan de treinta vehículos, divididos
entre los que los esperan, los que los escoltan y los que sirven de señuelo en
rutas alternas y con sus dobles; el ambiente que se respira es uno de paranoia
y miedo, por ello se mueven poco, no muy lejos de sus bases de operaciones y
sólo para lo estrictamente necesario.
Eso es lo que sucede cuando la cabeza de uno tiene
precio, cuando su nombre se encuentra entre la lista de los más buscados en el
mundo, la vida se transforma en una espera interminable y angustiante con ese
momento definitivo que pudiera significar: un enfrentamiento con fuerzas
especiales, con ánimos de una extracción quirúrgica, o una inmensa poblada de
nativos furiosos y hambrientos, o la inminente aparición en el horizonte de un
dron armado buscando su objetivo, o una misión de búsqueda y destrucción de
algún componente armado enemigo e, incluso, un golpe violento de fuerzas
aliadas que, en el peor de los casos, pudiera venir de sus propios anillos de
seguridad.
Cuando se vive en ese escenario límite, de un predador
convertido en presa de otros predadores más grandes y numerosos, las cosas
suceden con una rapidez inusitada, en medio de la confusión, los gritos, las
carreras y los disparos, sólo hay un golpe intenso de insulina en la sangre, el
corazón acelerado al máximo, los ojos desorbitados buscando una salida, las
vísceras vaciándose en los pantalones para hacer la huida más rápida… en ese
momento, lo único que el cuerpo quiere es escapar del caos instantáneo del
ataque, en ese momento ya no importa la nacionalidad, la preparación o la
lealtad de los guardaespaldas, no importa la ideología, la moral, si es justo o
si se viola la soberanía nacional, es el momento de la verdad, de pagar las
cuentas.
Para una persona que se encuentre en esa particular
situación de sobrevivencia extrema es muy difícil que pueda pensar en otra cosa;
lo más probable es que, si son atacados por un misil de esos que vienen con
explosivos de nueva generación, que desintegran todo a metros o kilómetros de
su impacto cero (en este sentido, quienes disponen esta tecnología tienen un
amplio menú de opciones) sentirán una elevada temperatura y empujón, y listo…
pasaran a la historia, lo importante es hacer ese tránsito lo menos doloroso
posible, quedar a merced de una chusma enardecida o tener que enfrentar un
denigrante juicio no son opciones.
Igual si sufren de alguna condición de insuficiencia o
exceso glandular, algunas arritmias, obstrucciones, deficiencias orgánicas, o
estén medicándose, en ese momento de shock su estado se agrava y su sistema vital colapsa, produciéndose una
muerte inmediata, lo que sería una de las soluciones más rápidas y menos penosas;
también es posible que muera en medio del fuego amigo, que sus propios
guardaespaldas los malogren sin querer; probablemente también, puede suceder
que, viendo la situación perdida, si tiene el tiempo suficiente, se suicide
para terminar el padecimiento.
Nadie está preparado para ese momento, lo único que
pueden hacer es retardarlo, pues si algo ha demostrado la historia universal,
es que cuando alguien verdaderamente desea eliminar a otro congénere de la faz
de la tierra, con la suficiente dedicación y medios, puede hacerlo, así se
trate del hombre más poderoso. Los ejemplos sobran.
Ahora, llegar a ese instante es una labor que toma tiempo
y propósito, nadie se convierte en blanco de una agresión de este tipo, a menos
que se trate de un acto de guerra, de un atentado político, de una venganza, o
de un acto de liberación… lo más probable es que todas estas condiciones se
encuentren reunidas de alguna manera, y para llegar allí se necesita dedicación
y voluntad.
Muchas de estas personas, que han llegado a posiciones de
poder y han abusado de ellas, creándose enemigos por los cuatro puntos
cardinales, dedicándose a sembrar desdicha y luto dentro de sus contrarios,
complaciéndose en cobrar a sus opositores una libra de su propia carne por
atreverse a contradecirlos, o peor, por combatirlos, son agentes que se han
dedicado a cultivar odios, diferencias, intrigas y arruinándoles la vida a
quienes no pueden defenderse de sus designios; en otras palabras, son elementos
que, movidos por una ideología, intereses personales o impulsados por naciones
extranjeras u organizaciones internacionales, se prestan a oprimir a sociedades
completas para satisfacer necesidades y fines que no son los de ese grupo
humano, que se convierte en víctima de los caprichos de quien detenta el poder.
Estos operadores del poder político, cuando se ven en
posiciones de poder absoluto, se enceguecen y el abuso se convierte en un
vicio; necesitan de esas manifestaciones de poder para complacer unos egos que
se van hipertrofiando hasta que consiguen un freno, en el caso del chavismo son
las fuerzas coaligadas del occidente democrático y libre, que ya no están
dispuestas a aceptar sus imposiciones y bravuconadas.
Y como se han situado en el lado del crimen y de la
violación descarnada de los derechos humanos, como se han convertido en socios
del narcotráfico y del fundamentalismo islámico, como promueven la
inestabilidad política y la revolución, se convierten en un peligro letal para
las economías y la democracia, que necesitan de la libertad. Permitirles continuar
su labor de destrucción del orden es simplemente un sinsentido.
Bien, pero esos son los jefes visibles los que aparecen
en los medios de comunicación masiva hablando en nombre del chavismo y del
castrocomunismo. ¿Qué viene después de ellos? En la Habana ya tienen todo
calculado, hay una segunda y una tercera ola de líderes del chavismo dispuestos
a recoger el testigo y continuar con la tarea de devastación.
Soportados por un esquema de apoyo militar y de
inteligencia que, hoy en día, está constituido por unos 3,000 guardias
revolucionarios iraníes, que han venido ingresando al país como parte del
personal técnico de los convenios petrolero y de ayuda humanitaria, hay unos
30.000 cubanos infiltrados en los cuerpos de seguridad y en puestos claves, que
provienen del personal médico asignado al país y como técnicos de los diversos
tratados de cooperación La Habana- Caracas, y un número impreciso de milicianos
del Hezbolá y del Hamas, que fluctúan dependiendo de los movimientos que se
hacen desde Brasil y Colombia por medio de corredores seguros que maneja la
guerrilla colombiana, todos armados y con conexiones con los colectivos adeptos
al gobierno chavista.
Esta segunda camada de líderes del chavismo está
preparada para recoger la violencia y la opresión al pueblo de Venezuela,
plegarse a los cambios que ya tienen ofrecidos en mesas de negociación por
parte del socialismo internacional, e insertarse en la vida institucional y
democrática, haciendo una adaptación importante de sus planes, preparándose
para compartir la vida política con los partidos colaboracionistas, que los han
estado apoyando todos estos años… éstos son los líderes del chavismo que van a
participar en elecciones, que probablemente pierdan, no importa, están
preparados ahora para una carrera de largo aliento.
Esta competencia implica conservar la actividad y nexos
con la guerrilla en Colombia, no renunciar a los territorios bajo su control,
activar todas las empresas e inversiones que tienen listas para la
reconstrucción de modo de posicionarse en industrias claves del país (energía,
comunicaciones, alimentos, construcción, etc.), aprovechar que las FFAA, en
principio, no serán depuradas y mantener durmientes agentes infiltrados dentro
de la alta oficialidad y los rangos medios; planean preservar su conexiones con
la iglesia socialista, para seguir predicando la filosofía de la liberación en
las barriadas populares, mantener núcleos autónomos de resistencia política
dura en el interior del país.
El plan incluye una tercera oleada de líderes del
chavismo que sólo serán activados si la sociedad venezolana decide ilegalizar
al chavismo, cosa que probablemente no ocurra, ya que tienen un pacto
“democrático” con la oposición colaboracionista que los dejará sembrar a esta
segunda oleada de líderes chavistas encargados de jugar a la institucionalidad.
Recuerden que el cofre de guerra del chavismo está, en
buena parte, intacto; sus administradores, que en su mayoría están viviendo en
el exterior y bajo el ala de gobiernos amigos del terrorismo, no han sido
tocados (por lo tanto tienen dinero suficiente para comprar conciencias, altos
funcionarios de organismos internacionales y gobiernos extranjeros, e incluso,
partidos políticos completos para que compitan por ellos en las elecciones); en
el momento en que los EEUU baje su presión sobre el Caribe y el frente del
Pacífico, reiniciarán sus envíos de droga para seguir minando y enfermando a la
juventud de occidente.
Esta tercera oleada de líderes del chavismo son, en su
mayor parte, gente indoctrinada en Cuba, entrenados en la violencia y la
insurgencia, dispuestos a crear los Vietnam que tanto prometía Chávez mientras
vivió; casi todos son militares y muchos de ellos son cubanos infiltrados, que
asumen la nacionalidad venezolana tanto en documentación falsa como en la
cultura; parecen, hablan y se hacen pasar por venezolanos originarios, y sólo
un examen profundo de sus tapaderas podrá descubrirlos, éste es el último
recurso del chavismo, los llaman los “Jíbaros” o reductores de cabezas.
Lamentablemente cuando el chavismo se hizo gobierno abrió
nuestros archivos confidenciales a los cubanos, rusos, chinos y factores del
islamismo, desde nuestro registros (saben quiénes somos, lo que tenemos y
donde), conocen a fondo nuestras instalaciones estratégicas, donde están
nuestros recursos más valiosos, donde nuestra infraestructura vital, toda la
información sensible de nuestros ministerios y FFAA reposan en base de datos en
el extranjero, para nuestros enemigos somos un libro abierto, y podría hacernos
mucho daño, todo eso se lo debemos al chavismo quienes traicionaron a Venezuela,
y pretenden continuar haciéndolo.
Quienes asuman el gobierno de transición, que no sean
colaboracionistas y que sientan algo de amor por el país, tienen el deber de
ilegalizar al chavismo en cualquiera de sus expresiones políticas, para de esta
manera hacer que resurjan los “jíbaros” y tener la voluntad y los recursos para
enfrentarlos y someterlos; sólo de esta
manera podrá erradicarse el problema que sembraron en nuestra tierra los
hermanos Castro.
saulgodoy@gmail.com
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