Los venezolanos debemos aprender de nuestros errores,
para hacerlo, debemos primero que admitir que erramos, sin minimizarlo ni
engañarnos, en los errores está la esencia de la experiencia, de los
aprendizajes; es de sentido común tratar de no cometer errores, pero cuando
sucedan debemos entender que fue lo que salió mal para más nunca cometerlos,
eso es lo que hacen las personas inteligentes, los que se adaptan, sobreviven y
escalan posiciones en una mejor forma de vida.
Aprender de los errores nos permite ir subiendo escalón
por escalón en el complejo juego de la evolución política, de los errores de
nuestros antepasados aprendemos gracias a la historia, a la memoria colectiva,
a los monumentos y las ruinas, a la tradición que nos habla de los hombres y
mujeres que nos antecedieron y lo que hicieron para legarnos un mundo mejor; de
los problemas de nuestro prójimo y los descuidos que cometen los demás,
tendríamos que estar atentos para no imitarlos y evitar sus mismos
padecimientos.
Lo contrario sería una regresión, volver a cometer los
errores del pasado, tropezar de nuevo con la misma piedra, perder un tiempo
precioso en reparar los mismos entuertos, en ese caso no habría oportunidad de
evolución, de vivir una mejor vida, es la vida de los brutos, de las manadas
que no tienen guía sino la huida o el avance en tropel, reaccionando asustados
hacia una extinción segura.
Hay un término medio, y son aquellos individuos que poco
les importa avanzar o ser inteligentes, que sólo les interesa sobrevivir, que
no se dan mala vida por los errores que pudieran cometer, tratan de evitarlos
pero no se afanan, les da igual que hoy tengan y mañana no, viven para el
momento y de la mejor manera con el menor esfuerzo posible, son los
conformistas, que les gusta que le den, que los pongan donde hay, que les
resuelvan sus problemas, que otros se ocupen de evitar y enmendar los errores,
ellos son el lastre, el peso muerto de las sociedades que se mueven dependiendo
del viento.
¿Cuál es el plan de ruta en las sociedades occidentales?
La idea es poder conseguir la democracia plena, es decir que el pueblo sea
soberano y delibere y decida sobre sus propios asuntos, aunque igual sirve que
podamos elegir a nuestros representantes, que velen por los intereses del
grupo, y los defienda, pero que podamos elegirlos libremente, ello nos llevaría
a una situación donde la posibilidad de cometer errores disminuya, pues cien
cabezas piensan mejor que una, si un grupo delibera sobre los problemas de la sociedad,
el objeto debería ser reducir las incertidumbres y avanzar sobre pasos seguros.
Eso no ha sucedido todavía en nuestro país, aunque es
cierto, disponíamos de los precursores de una democracia liberal, es decir de
unos partidos políticos que en principio tenían como prioridad la defensa de la
constitución, el respeto al estado de derecho y las libertades del individuo,
nunca llegamos a alcanzar el ideal democrático, que el pueblo eligiera el
gobierno que querían, todo lo que hicimos durante esos 40 años de democracia
fue elegir partidos políticos y sus candidatos.
Hay allí una diferencia sutil pero importante, no es lo
mismo elegir un gobierno que un partido, en el primero elegimos una propuesta
de cómo estará organizada la sociedad para obtener ciertos fines, en la segunda
elegimos a una organización ya establecida, con sus nomas y programas, sus
miembros y jerarquías, su ideología y organización que ya vienen empaquetadas,
solo hay que batirla y usarla, y voilá,
tenemos un gobierno instantáneo.
Quizás por ello es que para la retórica política era
importante que el partido sea “del pueblo”, “como tú”, “de la gente”, “de
todos”, debían crear esa ilusión de abarcarnos a todos (al mayor número de
votantes) porque al final, los partidos tenían dueños y ellos eran quienes
verdaderamente mandaban, contaban con sus directivas o “cogollos” quienes eran
los que decidían y tenían sus propias agendas, que eran las que ejecutaban,
aunque respetando los ideales liberales.
El cambio de siglo y de milenio ha sido una experiencia
traumática para los venezolanos, porque había una tendencia en estos partidos
políticos liberales que los empujaban al populismo, aparecieron partidos nuevos
en la arena, partidos de jóvenes ambiciosos, que crearon unas estructuras de
corte liberal pero que su centro era totalmente populista y que obligaron a los
partidos tradicionales a migrar a esos territorios de “nosotros contra ellos”
“del pueblo pobre y olvidado en contra de los oligarquías”, “del venezolano que
quiere un estado que se ocupe de él”.
Y en ese caldo de cultivo de ofertas para el pueblo
llano, para los que no estaban bien educados, para los obreros y no para los
profesionales, para las clases populares que no tenían privilegios pero constituía
la principal masa de votantes, de pronto apareció Chávez en el horizonte con el
partido MBR 2000 y sus promesas
revolucionarias y de justicia social, y a partir de allí el populismo lo
envolvió todo.
Venezuela nunca tuvo la oportunidad de una democracia
plena, es una promesa largamente incumplida y que para lograrla sólo contamos
con cascarones de partidos liberales pero lleno de populistas, aún hoy, y a
pesar de las nefastas experiencias recientes, nuestra única alternativa parece
ser un Juan Guaidó, otro populista del montón, que nos repite que “vamos bien”
así estemos peor que nunca, que se siente compelido a una inclusión suicida en
la que quiere ser presidente hasta de los enemigos de la democracia… ¿Hasta
cuándo vamos a ser tolerantes con la mediocridad?
En el tema educativo, tan fundamental en un país que
aspira a la democracia, nunca tuvimos la constancia necesaria para desarrollar
en nuestros jóvenes los principios republicanos, nunca les dimos las
herramientas del pensamiento crítico, ni le contamos la historia del país real,
todo lo que se hizo durante cuarenta años “de democracia” fue sacar de nuestras
casas de estudios profesionales en diversas disciplinas, muy bien preparados en
sus habilidades, pero con “cero” visión de un compromiso por una Venezuela de
futuro, libre de las cadenas mentales del socialismo, del comunismo y del
fascismo.
Romper con esta fatal ritornelo de “fiestas electorales”,
en las que organizaciones partidistas lancen sus plataformas y candidatos como
formas de gobiernos populistas, es una necesidad ineludible del país nacional,
ya Venezuela no puede seguir manteniendo una forma de vida parasitaria como la de
nuestro políticos haciendo gobierno, y aunque es muy difícil de interrumpir, yo
tenía la esperanza que luego de estas calamitosas décadas de muerte,
sacrificios, ruina, hambre y humillaciones, los venezolanos hubiéramos
aprendido algo de nuestros errores, creí por un momento que caer tan bajo y de
la manera que nos han tratado, hubiéramos extraído alguna lección de nuestra
experiencia en el infierno, pero me temo que no.
Y esto lo digo porque todavía continuamos dándole
oportunidades a tanto perdedor, personas que han demostrado ser unos débiles morales,
algunos que nos han engañado una y otra vez siguen allí, ocupando cargos que no
se merecen, supuestamente representando nuestros intereses cuando todos sabemos
que solo se representan a ellos mismos, otros, con demostrados fracasos en su
gestión siguen siendo candidatos, y aún otros, con evidentes nexos con la
tiranía chavista, continuamos viéndolos en los partidos políticos de la
oposición como si no hubieran roto un plato.
Da mucho pesar que en este cruel momento de nuestra desgracia,
algunas de estas organizaciones políticas populistas que han obtenido alcaldías
y gobernaciones, sean los supuestos modelos de nuestro futuro político, cuando
en realidad son maquinarias que generan
lideres estatistas, con una marcada vena populista y paternalista, clientes de
expertos en imagen y campañas electorales que pretenden asumir poses
sustentables y de avanzada en la administración territorial, y consumen la
mayor parte de sus presupuestos en propaganda y shows para que la gente
recuerde sus nombres.
En realidad, estos partidos sirven de incubadoras de los
próximos Capriles, Borges, López, que a su vez vienen de los moldes de Allup,
Fernández, Pettkof, que a su vez vienen de los padres fundadores de la
partidocracia en nuestro país, un estilo y una manera de ser que se ha
eternizado en nuestro país y que impide la evolución de nuestra sociedad hacia
otros horizontes y posibilidades, por supuesto, tienen la gran ventaja que
entre ellos y un militar indecente e
ignorante que trate de llegar por los votos a un puesto de ese nivel la
preferencia del votante esté con ellos, aunque eso no garantice su triunfo.
Vemos hacia atrás y nos damos cuenta que no hemos
evolucionado, nos hemos quedado “encunetados” en la cultura de los
socialcristianos y los socialdemócratas, que no hay verdadera inteligencia, estamos
carentes de ideas y propuestas, los discursos siguen siendo exactamente los
mismos de hace sesenta años.
Todavía tenemos un largo camino frente a nosotros, todo
indica que seguiremos cometiendo errores, que perseveraremos en no asumir
responsabilidades, siguen los partidos políticos en sus versiones populistas
cosechando de nuestra ignorancia y dejadez, de la mala costumbre adquirida de
los cubanos castristas, que nos gobiernan a control remoto desde La Habana, de
que el gobierno debe mantenernos y cuidarnos, que todas las iniciativas deben
venir del estado.
Estamos entrando rápidamente en una nueva fase de
disolución social, aspectos estratégicos de nuestra vida en sociedad que habían
mantenido alguna coherencia y hacía posible cierto orden, ya no están, en medio
de nuestra crisis económica, nuestra crisis de salud, política y de seguridad,
se une ahora el desabastecimiento de la gasolina.
No hay manera de que en tales condiciones sea posible una
salida electoral sin antes tener que asistir a un shock social y que va a
implicar un gobierno de emergencia en condiciones de precariedad absoluta, lo
que viene no tiene parangón en nuestra historia, tendremos que buscarnos
personas que sepan funcionar en condiciones de caos y tomando medidas heroicas,
que nada tienen que ver con los planes hasta ahora elaborados ni con las
expectativas planteadas, hemos visto al mar retirándose de nuestras playas
desde hace ya mucho tiempo, y ahora lo vemos venir convertido en un tsunami,
los que sobrevivan tendrán que empezar desde cero, es por ello que considero
deshonesto e infantil que se insista en un gobierno de emergencia inclusivo,
paritario, colaboracionista; el populismo tiene un límite y ya nos rebasó. - saulgodoy@gmail.com
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