He sido generoso y abierto con algunas de mis propuestas;
mis artículos los lee un gentío, quizás no en el momento que los publico, pero
empiezan a rodar, mis lectores los comparten y muchas veces un artículo que
tiene tres años de publicado emerge de pronto, como parte de otro artículo o en
el discurso de alguien que utiliza mis ideas… eso no me molesta, todo lo
contrario, me gusta que suceda, pues siento que le estoy dando letra a muchos otros voceros, que estoy educando, lo que
también me complace, y poco a poco voy cambiando paradigmas e implantando ideas
entre un grupo social al que le cuesta cambiar su visión del mundo… los
venezolanos, una vez que adquirimos algunas ideas básicas, tendemos a
fosilizarlas , sobre todo en política.
Pero acostumbro, y es lo justo, identificar siempre que
se pueda de dónde viene la información, cuál es la fuente, quién es el autor y
cuál es la obra, porque no sólo es un requerimiento y una cortesía académica,
sino que es información importante para que cualquier lector pueda ahondar en
los temas que le interesan. Soy un propagador nato de información, es parte de
la naturaleza del opinador o
articulista de temas generales, soy una abeja de la información y polinizo
mentes, provengo de un panal que se llama El
Tambor del Hortador, que construí con mucho esfuerzo, tal como me costó
mucho hacer conocer mi nombre en la matrix,
que poco a poco he asentado[UdW1] como una referencia a nuestro país, una
entre muchas.
Vienen tiempos de reconstrucción y creatividad, de
interesantes discusiones sobre cuál debería ser nuestro futuro inmediato y a
largo plazo, cuáles nuestras prioridades, qué áreas debemos atacar primero para
hacer que nuestra recuperación sea lo más rápida y sólida posible, y para
diferenciarnos de los socialistas y los comunistas, que son personas que
desprecian la paternidad o maternidad de las ideas y quieren colectivizar todo,
degradando el valor de las mismas ideas, despreciando los derechos de autor,
las patentes de invención, los registros de propiedad intelectual, deberíamos
empezar por respetar a los creadores de las ideas, por darles valor, por
reconocer las fuentes de donde manan esas creaciones.
No estoy hablando de pagar unas regalías por usarlas, aunque
hay conocimientos que están hechos con este fin, pero por lo menos para aquella
información abierta y gratuita, como la mía, identificar de dónde viene, otorgar
el crédito a quienes propusieron sus ideas, se convierte en un gesto de
civilidad y esto va hacerse muy necesario en la Nueva Venezuela, donde la
innovación va a jugar un papel estelar; en un estado donde se debe respetar el
juego del libre mercado, los venezolanos debemos aprender ciertas reglas, que
implican decirle no a la piratería (somos uno de los países donde más se violan
los derechos de autor, donde más piratería existe y donde se roba sin ninguna
sanción, y muchas veces propiciado por el mismo estado, la apropiación indebida
del producto intelectual del otro).
Con esto en mente, voy a inaugurar una sección en mi blog
y para mis artículos que voy a titular “Un Nuevo Comienzo”, para ir
coleccionando allí, como si fuera la caja de herramientas de un mecánico, todas
las ideas que se me ocurran para una refundación de mi país; algo parecido
viene haciendo “El Doctor Político”, comentarista radial que lleva un
seguimiento no sólo de sus propuestas, algunas muy interesantes y pertinentes,
sino que todas sus exposiciones se encuentran, de una manera ordenada y
sistemática, catalogadas y a la orden, indicando siempre dónde y cuándo se
generaron.
Me gusta la idea de ser parte de esos Padres Fundadores
de la nueva república, igual que ocurrió con el nacimiento de los Estados
Unidos de Norteamérica, luego de su independencia de los británicos, cuando un
dilecto grupo de hombres de gran visión ofrecieron luces y sentaron las bases
sobre las cuales se erigió ese gran país; no fue una contribución anónima, todo
lo contrario, dejaron innumerables documentos y registros de lo que pensaron,
de lo que dijeron, discutieron, de quién lo dijo, en que momento y
circunstancias… nosotros vamos hacer
algo parecido, de un país destruido por sus enemigos, en vez de estar
recogiendo pedazos y tratando de pegarlos, vamos a refundar el estado y la
sociedad que vamos a llamar nuestra casa, nuestro hogar, nuestra Venezuela.
Es una tarea colectiva de gran aliento y, por su naturaleza
democrática altamente participativa, de hecho será el ejercicio inicial para
construir ese gran foro nacional que vamos a necesitar en nuestra ruta hacia la
democracia plena, cuando los venezolanos seamos realmente soberanos y libres,
dueños de nuestro destino… calculo que nos tomará tres o cuatro generaciones
llegar allí, mientras tanto, empecemos.
Una agenda
ambiental para la reconstrucción de Venezuela.
Reconstruir a un país de sus ruinas es una tarea
ciclópea, reservada para los grandes pueblos del mundo; es una labor que tiene
varios niveles y hoy quiero referirme a uno de esos niveles, que tiene que ver
más con la espiritualidad que con los logros materiales.
Tomo las ideas de uno de los naturalistas y
ambientalistas más reputados del mundo, uno de los hombres que más admiro y del
cual ya he escrito, se trata de Henry David Thoreau, el mismo de la laguna de
Walden, en Concorde, Massachusetts y amigo dilecto de ese otro gran filósofo
del pragmatismo norteamericano, Emerson; pues me acabo de leer el libro de Bob Pepperman Taylor, Lessons from Walden: Thoreau
and the Crisis of American Democracy (2020) y me ha hecho reflexionar sobre la
importancia de la conciencia ecológica para una democracia exitosa en nuestro
país.
No sólo es
fundamental tener la casa en orden y bien mantenida, sino que la misma
naturaleza es un libro de sabiduría abierta para quienes sepan leerlo, y lo
primero que nos enseña la naturaleza es mantener las cosas simples para que
sean óptimas; la naturaleza humana necesita de ese principio de simplicidad
para encontrar su propio equilibrio, nuestra forma de vida debe volver a lo
básico y cultivar una especie de estoicismo, dejar de darle importancia a lo
trivial, al exceso (la opulencia), al derroche y al consumismo exacerbado,
empezando por limitar nuestro deseo de acumular riqueza y vivir la vida loca.
Esos estilos de
vida creados en la abundancia no son buenos, la gente se enferma de excesos, se
tergiversan los valores morales, se pierde la perspectiva sobre lo que tiene
verdadero valor en la vida y, por lo general, terminamos destruyendo la
naturaleza y degradando lo que es humano.
Si la idea es que
nuestro país sea productivo, genere empleo, oportunidades y riqueza, no
necesariamente significa que vamos a convertirnos en unos enajenados; para los
que no me hayan leído, soy un estudioso de las culturas orientales, de la
China, Japón y la India y en estas tres culturas milenarias, los hombres y
mujeres poderosos, los que comandan las principales fortunas en estos países,
son gente muy discreta y de bajo perfil, llevan una vida austera, son
esencialmente personas generosas, altruistas, de gustos frugales y exquisitos;
cultivan una cercanía con la naturaleza, la estudian y hacen suyas sus leyes,
esto les viene por tradición, sus religiones, sus artes y pensamiento político
parten de esta verdad natural, mantenerse lo más sencillo posible.
Thoreau hablaba de
una “pobreza voluntaria”, quiere decir esto de una pobreza virtuosa, inducida,
de la que se entra y sale sin esfuerzo, pues no se es pobre materialmente, todo
lo contrario, saber que podemos comprarnos lo que queramos y atemperar nuestro
deseo consumista, es un premio moral superior a poseer esas cosas y llenarnos
de cachivaches que al final van a entorpecer, asfixiarnos, , ya que mientras
más cosas tengamos, nuestra atención en conservarlas y mantenerlas nos va a
quitar tiempo precioso en lograr otros objetivos mucho más importantes;
atiborrarnos de ropa, muebles, objetos de arte, autos, aparatos de alta
tecnología que nos obligan a vivir en mundos virtuales, nos inmoviliza y,
probablemente, termine por hacernos infelices.
Thoreau nos hablaba
de una pobreza temporal, que dura lo que
queramos, y no nos molesta ni nos degrada porque no nos angustia ni nos priva
de nada, pero sí nos mantiene alerta, limpios de espíritu y nos hace disfrutar
de los pequeños placeres de la vida, principalmente de la compañía de otros
seres humanos y de compartir valores espirituales, principalmente de los que
provienen de la contemplación de la naturaleza.
Por supuesto, en
estas culturas podemos encontrar a los exageradamente ricos, magnates que viven
como reyes, que no se privan de ningún placer que el dinero pueda brindar, son
los que están incrustados en el sistema del consumo, los que viven de la
opinión de los demás, los que tienen algo que demostrar, los que se dejan
manipular por los medios… son esos “Crazy, rich asians” de las películas
que nos enseñan aquel lujo oriental.
Un ejemplo vivo de
lo que no debemos imitar, de lo que no deberíamos aceptar más nunca en nuestra
patria, es precisamente el estilo de vida vacío y absolutamente vano de nuestros
revolucionarios endógenos, los chavistas, que se robaron esa enorme
riqueza y quebraron al país, una pobre y desdichada gente que se ahoga en los
lujos y los placeres del dinero sucio y de la actividad criminal, con cuentas
bancarias inmensas de una riqueza llena de sangre y sufrimiento de tantas
familias, niños, mujeres, jóvenes y ancianos, que perdieron sus vidas para que
ellos y sus familias vivieran en esa charada millonaria.
En ellos tenemos el
ejemplo negativo de lo que no queremos: una gente desalmada que vendió a su
país por un puñado de dinero, que creyó que se merecía esos lujos y que,
principalmente, de la manera más inmoral y perversa destruyó nuestra casa,
nuestra naturaleza, saqueó nuestra tierra, mares, bosques, montañas, ríos,
fauna… para robar ese oro, tenerlo en las bóvedas de bancos extranjeros, contar
con un portafolio de inversiones, tener caballos de carrera y 3 o 4 casas para
pasar temporadas… y eso los hace tan felices, que ya han perdido cualquier tipo
de sensibilidad sobre cuánta gente tendrá que morir por falta de atención
médica en los hospitales para que ellos se den esos gustos.
En lo personal,
creo que la prueba más contundente de que se trataba de unos farsantes, de unos
ladrones y asesinos, no de humanistas y supuestos cristianos amantes de la paz
y el amor, es el estado en que están dejando la naturaleza en Venezuela, no han
tenido ningún reparo en destruir el país, no les ha importado que las generaciones
que vienen no van a tener siquiera agua limpia que beber y buena sombra para
protegerse del sol… para ellos, el mundo empieza y acaba entre sus vicios y sus
bajas pasiones.
En mi agenda de un
nuevo comienzo, está de primero en la lista el rescate ambiental de mi país,
algo que nos va a tomar algunas décadas… nos volvieron el país un rancho,
debemos volver a reforestarlo, a limpiar sus aguas, a descontaminar sus playas
y a poblarlo de nuevo de aquellas especies que han sobrevivido a tanta maldad e
inconsciencia.
En un programa de
emergencia nacional, el gobierno de transición debe tener como uno de sus
puntos principales el hacer una auditoría ambiental, estado por estado, para
tener un control de daños que nos permita evaluar el deterioro de nuestra casa;
estoy seguro de que nos vamos a encontrar con sorpresas muy desagradables, que
deben ser atendidas con prontitud, en especial a lo concerniente con el llamado
Arco Minero y los campos petroleros.
El segundo aspecto
implica el saneamiento de ciertas zonas que se han vuelto focos de infecciones
de enfermedades contagiosas endógenas muy peligrosas y que ya estaban extintas,
tales como malaria, tuberculosis, mal de Chagas, disentería, leishmaniasis y
otras.
El tercer punto,
pero no menos importante, es atacar el problema de los desechos sólidos, la
disposición final de la basura generada por nuestros centros urbanos, el manejo
de desechos peligrosos y de sustancias tóxicas, el sistema de aguas servidas
(con especial cuidado en toda nuestra franja costera, que está siendo utilizada
para descargar de aguas negras) y la capacidad que tenemos de disponer de agua
potable para el consumo humano (muchas de estas actividades necesitan de un
suministro confiable y estable de electricidad, de allí la necesidad de
priorizar y coordinar este esfuerzo de reconstrucción, tarea que exige a la
gente más capaz del país, y no a monigotes que sólo quieren es aparecer en los
noticieros hablando pistoladas y cobrar comisiones).
Para lograr este
esfuerzo de recomponer nuestra casa, nuestra naturaleza tan golpeada, debemos en
una primera instancia desmilitarizar al sector ambiental, involucrar a todas
las demás instituciones en esta cruzada, eso incluiría un reformulado sistema
penitenciario, orientado para que los penados tuvieran una actividad de reeducación
y pago de su deuda social prestando servicios de reforestación, limpieza y
remoción de escombros, se involucrarían todos los demás servicios de seguridad
(policías, bomberos, Defensa Civil).
Nuestro sistema
educativo jugará un papel preponderante, desde las escuelas, universidades,
institutos de investigación… necesitamos que se inserten de manera decidida en
este esfuerzo, en la creación de profesionales en todas las ramas de las
ciencias naturales, que nos ayuden desde el rescate de las áreas más vulnerables,
hasta la preservación de lo que todavía nos queda sano, hay allí un montón de
especialidades como biología, antropología, ecología, química, física,
geología, ciencias de la atmósfera, oceanografía, necesitamos gente cualificada
para aplicar las últimas tecnologías en cada una de estas especialidades, que
la transferencia del conocimiento sea posible y con facilidades para
desarrollar nuestras propias respuestas.
Y allí hay una rica
veta para los emprendimientos privados, firmas consultoras de ingeniería, de
laboratorios, de estudios y proyectos, fabricantes de equipos, que se ocupen de
resolver estos graves e inmensos problemas de contaminación de todo tipo, para
los cuales se puede lograr financiamiento, maneras de hacer productivos estos
esfuerzos, de exportar este know how, porque de un mar limpio, de islas
y costas saneadas, de ríos rescatados, de tierras productivas, de ciudades
sustentables, de servicios funcionales y óptimos, de selvas y montañas con una
gran biodiversidad, de un país con una buena calidad de vida, con una
bioseguridad controlada, con mínimos riesgos a enfermedades endógenas, que se
traduce en un ambiente sano, surgen los mejores negocios y oportunidades para
todos, no sólo en turismo, en la economía naranja, sino que es el ambiente
ideal para atraer las mejores inversiones extranjeras.
Nuestro sistema
educativo debe estar fundamentado en conocer nuestra gran nación al detalle,
tanto en mapas exactamente elaborados, como en el campo, recorriendo toda la
geografía, primero de cada una de las regiones y cuencas hidrográficas, de
nuestro mar, de nuestras islas, de nuestros bosques… hacer obligatorias
asignaturas de ciencias naturales que impliquen visitar nuestros parques
nacionales y monumentos naturales, reservas y áreas protegidas para
estudiarlas; que se nos explique cómo trabajan los grandes sistemas ecológicos,
que se nos ayude a comprender nuestro lugar en todo este esquema de la vida… que
nos inculquen el amor por la naturaleza, que es el auténtico amor por un país. -
saulgodoy@gmail.com
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