“Un
idiota es un idiota, dos idiotas son dos idiotas, diez mil idiotas son un
partido político”
Franz Kafka
Idiota no es una mala palabra, aunque mucha gente la
utiliza como insulto; fundamentalmente refleja una condición de inteligencia
disminuida y capacidad de atención precaria y, porque va en contra de la
inteligencia, hay quienes se sienten afectados en su integridad, ya que se
trata de un asunto de vanidad para personas inseguras.
En la antigua Grecia, la palabra idiota se utilizaba para
señalar a las personas que sólo se ocupaban de sus asuntos particulares y
descuidaban los asuntos públicos, que era lo que se discutía en el foro y que
afectaba a toda la ciudad; el tiempo se ha encargado de cambiar su significado,
hasta el día de hoy, pasando por significar a una persona sin educación, y evolucionando
el termino para determinar ciertas deficiencias de la inteligencia y de la
atención.
Pero el chavismo está llevando la palabra a nuevos
territorios, ahora decimos que ser idiota es comportarse como Nicolás,
Diosdado, Jorge y toda la corte socialista revolucionaria, cuya principal
característica es la creencia de que siempre actúan de manera correcta, con la
verdad, y que jamás se equivocan, razón por la cual, si algo no anda bien en su
gestión de gobierno, siempre son los “otros” los culpables, es el enemigo
externo e interno, el imperialismo, el capitalismo, la derecha, y, muy
convenientemente en casos extremos, otras especies del reino animal… todos se
equivocan menos ellos.
Esta forma de ser idiota es sumamente peligrosa, pues
anula toda su responsabilidad en los actos que realizan; por causa de su
idiotez, no hay manera de señalarle sus errores y carencias; en consecuencia,
actúan como si todo lo supieran, no necesitan de expertos, no consultan, no
preguntan, se comportan de manera autosuficiente y vanidosa, no son humildes
sino, más bien, ¨sobrados” en todas las áreas del saber humano, la ideología
que profesan (tal cual como si fuera un credo) ese marxismo desvencijado, lleno
de consignas sin contenido, con una supuesta lógica que tiene respuesta para
los más insondables misterios del universo y la única verdad verdadera (les
encanta una redundancia y poner en femenino aun lo que no tiene género).
Son idiotas, porque no hay manera de razonar con ellos;
son literales, se atienen a los textos cuando les conviene, y practican al
mismo tiempo una hermenéutica tan pero tan vasta que las cosas más sencillas
empiezan a perder sentido, debido a las interpretaciones que les dan; todo
depende, si están defendiendo unas posturas que afecten su integridad como los
únicos adivinos certificados de lo que queremos 30 millones de venezolanos, o con
la imperturbable seguridad de lo que desean todos los Latinoamericanos, que se
reduce a ser como ellos, infalibles, creyentes de un progresismo al revés,
voluntariosos y solidarios.
Por ejemplo, no les cabe en sus cabecitas revolucionarias
porqué el mundo occidental está en su contra, si lo único que ellos quieren es
desmontarlo, cancelar el individualismo y todas sus perversiones, como las
libertades económicas y de mercado, instaurar el comunismo y que todos le rindan
culto al estado centralista y benefactor.
Son, por excelencia, originarios, creyentes en la leyenda
dorada de que todo lo pasado era mejor, en la pureza del aborigen ancestral, de
aquellas tribus fundamentales de recolectores y cazadores, que vivían en cuevas
y hacían su vida social alrededor de una fogata cantando Kumbayá y escuchando
las historias de los jefes, una y otra vez, arropados por pieles de animales,
en una sociedad donde las mujeres y los hijos eran de todos.
Les gustan los aborígenes, pero sólo para exterminarlos;
el caso venezolano es muy particular, politizaron a un grupito de estas etnias,
que son minoría en nuestro país, le dieron participación en su círculo de poder
a unos pocos indígenas que no pueden vestir ropas occidentales pero tienen voz
en las asambleas, sólo para alabar a los jefes del partido socialista único y
bailar sus danzas folclóricas en los grandes mítines políticos y, en ocasiones
muy especiales, les permiten a sus chamanes que los exorcicen de las malas
influencias de los que piensan distinto… pero lo usual es que los ignoren, los
confinan en reservaciones y allí los dejan languidecer mientras terribles
enfermedades contagiosas se los comen vivos y el hambre los deja en el hueso…
si sucede que en sus tierras hay algo de valor, les envían grupos de
exterminio, los masacran y los entierran en fosas colectivas y anónimas.
En este particular punto, los chavistas alegan que ellos
aman a su pueblo, que creen en el buen salvaje, que quisieran hablar sus
lenguas y obligarnos a todos a andar en guayucos y, para colmo, se abrogan el
derecho de cobrarle a los descendientes del imperio español una enorme deuda en
euros, de todo lo que nos robaron desde ese fatídico encuentro entre mundos.
Lo que quiero destacar con este particular ejemplo es
cómo el régimen de Maduro dice una cosa y hace otra; para nosotros, las
personas razonables, eso se llama mentir y el idiota chavista lo hace siempre y
en todo lugar y, como se las dan de que son “políticos”, necesitan de los
medios de comunicación para que sus mentiras se proyecten y alcancen un gran
público, para ello crearon un Ministerio de Comunicaciones, otro de asuntos
indígenas, llenaron el Panteón Nacional de osamentas reeditadas de míticos
héroes de la gran nación india, y hasta quieren cambiarle el nombre a las
avenidas y ciudades para que suenen “Caribe”.
Con esta particular interpretación de la historia han
llenado los libros de textos de nuestros jóvenes, pasan por la televisión una
serie de documentales sobre nuestro pasado antes de que nos descubrieran, de
los imperios que teníamos y donde nos comíamos los unos con los otros; de igual
manera, han llenado el contenido de nuestras radios, diarios y canales de
televisión, en las que se han asegurado el control, con historias de aborígenes
latinoamericanos y sus sistemas de creencias, de su valiente resistencia en
contra del hombre blanco y la validez de sus decadentes lenguas, cultura y credos.
Y fíjense, qué casualidad, ya que estamos hablando de
Maduro y Diosdado, ambos políglotas en lenguas indígenas, versados en el idioma
Kariña, traigo a colación lo que nos dice el profesor Jorge C. Mosonyi, sobre
esa particular etnia del oriente venezolano:
Existe
una expresión en lengua Kariña para denotar desprecio: Ijsheja vañño, por oposición a Ijshe
vañño, que quiere decir amar. Entre ambas significaciones ha transcurrido
el tiempo de la larga travesía que los Kariña emprendieron desde la costa norte
venezolana una vez que sus ancianos y sus püddai se percataron de la inclemencia de ciertos hombres, poseídos de
ambición y poderío y, ya agostada la resistencia armada, descubren entre la
libre inmensidad de las praderas de Guanipa que la vida era, pese a todo,
hermosa.
Pero vamos a concretar el
punto que me interesa tratar, entre la idiotez chavista de querer extorsionar
de manera inmisericorde la buena voluntad y los valores que, como empresa,
mueven a DIRECTV, la operadora multinacional satelital que provee servicios de
información y entretenimiento por televisión y que le servía a la mitad de los
suscriptores de la televisión paga, en nuestro país.
Resulta que los idiotas
chavistas se estaban aprovechando de que, en Venezuela, el estado es el dueño
de todo, y quienes quieran operar en el éter con señales radioeléctricas, deben
aceptar el control y la vigilancia de sus entes supervisores (CONATEL), quienes
obligaban a la empresa a montar en sus parrillas de programación, sin ningún
costo para el estado (para nuestros idiotas endógenos), los canales de
televisión pertenecientes a su hegemonía comunicacional (que son casi todos) y
que además tenían que cargar con sus radios FM.
Y, por si no fuera poco, el
chavismo quería imponer qué canales y qué programación era apta para el país,
obligando a la empresa a sacar de su parrilla de programación ciertos
noticieros y producciones que le eran contrarios y lo criticaban… algo insólito
es que un cliente se convierta en censor.
De esta manera, montándose en
los hombros de la gigante ITT, dueña de DIRECT TV, el chavismo tenía asegurada
la transmisión de sus mentiras e ideología con cobertura nacional; pero no
contentos con la programación regular de sus canales, obligaban a DIRECTV a
retransmitir todas las cadenas nacionales, que se han convertido en episodios
diarios y, no pocas veces, emitidos varias veces al día.
Los chavistas, supuestos
descendientes de los aborígenes Caribe, que se caracterizan a sí mismos como
sobrados en inteligencia, incapaces de desperdiciar una oportunidad para
beneficiarse de las circunstancias, sea abusando de su poder, engañando a la
gente o haciendo trampas, creen que siempre tienen la verdad y razón de su
parte, como valor que les es innato, por lo que estaban amenazando permanentemente a los
ejecutivos de la empresa norteamericana en nuestro país.
Pero una conjunción de factores
les echó para atrás su estrategia, una operación a pérdida en el país, debido a
la regulación obligatoria de los precios por sus servicios, una condición de
seguridad peligrosa para sus ejecutivos, un cumplimiento de las sanciones que
el gobierno de Washington había impuesto sobre Venezuela y que los sometía a
presiones y multas si continuaban sus operaciones, el abuso franco y creciente
del gobierno de Maduro exigiendo servicios gratuitos para sus intereses
ilegales, y las amenazas del régimen a la empresa, que en cualquier momento se
traducirían en secuestros, prisión, torturas y muerte a sus empleados, todo eso
generó una tormenta perfecta.
Así fue como nos
desconectaron del mundo, una decisión valiente, justa y responsable, porque nadie
puede trabajar en esas condiciones… y si los chavistas se creían los dueños de
DIRECTV, una huida hacia la izquierda les dejaría en claro que la realidad es
otra.
Y aquí viene la más clara y
contundente muestra de que los chavistas están inaugurando una nueva dimensión
de lo que es ser un idiota, luego de producido el anuncio y el respectivo corte
de los servicios al país, los principales voceros oficiales anuncian,
prácticamente a gritos, que la culpa de la situación la tiene la oposición
política, el imperialismo, la empresa misma, que se trata de una continuación
de una guerra de cuarta generación que se desarrolla contra el gobierno.
De acuerdo a la más alta
cúpula del poder comunista, la terminación de los servicios fue un acto de
terrorismo perpetrado por los EEUU contra el pueblo de Venezuela, arropándose,
una vez más, con la bandera del país y mimetizándose con la gran mayoría que, a
estas alturas, deben estar muy molestos con la actitud del hegemón.
Incapaces de preguntarse o de
asumir para ellos alguna culpa o motivación de tal medida, insisten en que el
régimen de Maduro es la víctima, no el agresor… es el débil en la relación, no
el gamberro que busca que los demás trabajen para él sin poner nada a cambio…
los violentos son los otros, no el buen aborigen que hace todo por amor.
Pero demos unos pasos atrás
para ver la completa perspectiva del cuadro: el chavismo se extralimitó en su
creencia de que era el dueño de la situación, perdió unos importantes espacios
para su tarea diaria de lavado de cerebros, dejó de contar, de la manera más
tonta, con un escenario mucho más grande e importante que su pobres y limitados
medios abiertos o los de otras operadoras de cable sometidas a su poder; en un súbito
pestañear, dejó de entrar en millones de hogares donde, por obligación, se
coleaba, cuando no era admitido.
Pero el problema para ellos
no termina allí; con su torpe y terco proceder, eliminó una de las pocas
ventanas para que la población se mantuviera informada y entretenida,
propinándose un daño perceptible en la facultad del régimen para llevar su
propaganda comunista a una parte importante de la población; con esto fracasan
los programas de educación por televisión preparados para estos tiempos de
cuarentena, se les coarta a personas incapacitadas y de poca movilidad la
posibilidad de contar con un medio de comunicación para llenar su tiempo, le
dio un duro golpe a los derechos de información, educación y entretenimiento de
la población… todo apunta a que fueron ellos, los chavistas idiotas, los que
tienen el alicate en sus manos, todo los señala como culpables de la situación.
Me pregunto, ¿Con qué
llenarán su tiempo los venezolanos que eran audiencia fiel de DIRECTV? Me temo
que ahora tendrán más tiempo y ánimos para protestar, para conspirar, para
cacerolear, para resistir, para hacer oposición… justamente, las actividades
democráticas que al gobierno no le gustan y lo incomodan.
Pero la actitud de los
chavistas es inamovible; se solazan creyendo que “se la comieron”, escupiendo
para arriba y dejando que su propio esputo les chorree por la cara, acusando a
los demás de sus propios y garrafales errores, lo cual, visto desde la
oposición política, no es malo; no sólo están perdiendo credibilidad (lo poco
que les queda), están mal poniéndose contra la población, adoptando medidas
antipopulares, sino que ya se ve a leguas que por la boca muere el pez: en ese
falso orgullo, en ese ingente complejo de inferioridad, en ese fatuo
revanchismo y en la ausencia de toda capacidad crítica es por donde pudiera
llegarles el fin… mientras tanto, helos allí, degradados en su poder de
comunicación, poniendo en evidencia que no son un gobierno, sino una nueva
mutación del idiotismo. - saulgodoy@gmail.com
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