viernes, 22 de mayo de 2020

Cómo ser idiota sin proponérselo




“Un idiota es un idiota, dos idiotas son dos idiotas, diez mil idiotas son un partido político”
Franz Kafka
                                 
Idiota no es una mala palabra, aunque mucha gente la utiliza como insulto; fundamentalmente refleja una condición de inteligencia disminuida y capacidad de atención precaria y, porque va en contra de la inteligencia, hay quienes se sienten afectados en su integridad, ya que se trata de un asunto de vanidad para personas inseguras.
En la antigua Grecia, la palabra idiota se utilizaba para señalar a las personas que sólo se ocupaban de sus asuntos particulares y descuidaban los asuntos públicos, que era lo que se discutía en el foro y que afectaba a toda la ciudad; el tiempo se ha encargado de cambiar su significado, hasta el día de hoy, pasando por significar a una persona sin educación, y evolucionando el termino para determinar ciertas deficiencias de la inteligencia y de la atención.
Pero el chavismo está llevando la palabra a nuevos territorios, ahora decimos que ser idiota es comportarse como Nicolás, Diosdado, Jorge y toda la corte socialista revolucionaria, cuya principal característica es la creencia de que siempre actúan de manera correcta, con la verdad, y que jamás se equivocan, razón por la cual, si algo no anda bien en su gestión de gobierno, siempre son los “otros” los culpables, es el enemigo externo e interno, el imperialismo, el capitalismo, la derecha, y, muy convenientemente en casos extremos, otras especies del reino animal… todos se equivocan menos ellos.
Esta forma de ser idiota es sumamente peligrosa, pues anula toda su responsabilidad en los actos que realizan; por causa de su idiotez, no hay manera de señalarle sus errores y carencias; en consecuencia, actúan como si todo lo supieran, no necesitan de expertos, no consultan, no preguntan, se comportan de manera autosuficiente y vanidosa, no son humildes sino, más bien, ¨sobrados” en todas las áreas del saber humano, la ideología que profesan (tal cual como si fuera un credo) ese marxismo desvencijado, lleno de consignas sin contenido, con una supuesta lógica que tiene respuesta para los más insondables misterios del universo y la única verdad verdadera (les encanta una redundancia y poner en femenino aun lo que no tiene género).
Son idiotas, porque no hay manera de razonar con ellos; son literales, se atienen a los textos cuando les conviene, y practican al mismo tiempo una hermenéutica tan pero tan vasta que las cosas más sencillas empiezan a perder sentido, debido a las interpretaciones que les dan; todo depende, si están defendiendo unas posturas que afecten su integridad como los únicos adivinos certificados de lo que queremos 30 millones de venezolanos, o con la imperturbable seguridad de lo que desean todos los Latinoamericanos, que se reduce a ser como ellos, infalibles, creyentes de un progresismo al revés, voluntariosos y solidarios.
Por ejemplo, no les cabe en sus cabecitas revolucionarias porqué el mundo occidental está en su contra, si lo único que ellos quieren es desmontarlo, cancelar el individualismo y todas sus perversiones, como las libertades económicas y de mercado, instaurar el comunismo y que todos le rindan culto al estado centralista y benefactor.
Son, por excelencia, originarios, creyentes en la leyenda dorada de que todo lo pasado era mejor, en la pureza del aborigen ancestral, de aquellas tribus fundamentales de recolectores y cazadores, que vivían en cuevas y hacían su vida social alrededor de una fogata cantando Kumbayá y escuchando las historias de los jefes, una y otra vez, arropados por pieles de animales, en una sociedad donde las mujeres y los hijos eran de todos.
Les gustan los aborígenes, pero sólo para exterminarlos; el caso venezolano es muy particular, politizaron a un grupito de estas etnias, que son minoría en nuestro país, le dieron participación en su círculo de poder a unos pocos indígenas que no pueden vestir ropas occidentales pero tienen voz en las asambleas, sólo para alabar a los jefes del partido socialista único y bailar sus danzas folclóricas en los grandes mítines políticos y, en ocasiones muy especiales, les permiten a sus chamanes que los exorcicen de las malas influencias de los que piensan distinto… pero lo usual es que los ignoren, los confinan en reservaciones y allí los dejan languidecer mientras terribles enfermedades contagiosas se los comen vivos y el hambre los deja en el hueso… si sucede que en sus tierras hay algo de valor, les envían grupos de exterminio, los masacran y los entierran en fosas colectivas y anónimas.
En este particular punto, los chavistas alegan que ellos aman a su pueblo, que creen en el buen salvaje, que quisieran hablar sus lenguas y obligarnos a todos a andar en guayucos y, para colmo, se abrogan el derecho de cobrarle a los descendientes del imperio español una enorme deuda en euros, de todo lo que nos robaron desde ese fatídico encuentro entre mundos.
Lo que quiero destacar con este particular ejemplo es cómo el régimen de Maduro dice una cosa y hace otra; para nosotros, las personas razonables, eso se llama mentir y el idiota chavista lo hace siempre y en todo lugar y, como se las dan de que son “políticos”, necesitan de los medios de comunicación para que sus mentiras se proyecten y alcancen un gran público, para ello crearon un Ministerio de Comunicaciones, otro de asuntos indígenas, llenaron el Panteón Nacional de osamentas reeditadas de míticos héroes de la gran nación india, y hasta quieren cambiarle el nombre a las avenidas y ciudades para que suenen “Caribe”.
Con esta particular interpretación de la historia han llenado los libros de textos de nuestros jóvenes, pasan por la televisión una serie de documentales sobre nuestro pasado antes de que nos descubrieran, de los imperios que teníamos y donde nos comíamos los unos con los otros; de igual manera, han llenado el contenido de nuestras radios, diarios y canales de televisión, en las que se han asegurado el control, con historias de aborígenes latinoamericanos y sus sistemas de creencias, de su valiente resistencia en contra del hombre blanco y la validez de sus decadentes lenguas, cultura y credos.
Y fíjense, qué casualidad, ya que estamos hablando de Maduro y Diosdado, ambos políglotas en lenguas indígenas, versados en el idioma Kariña, traigo a colación lo que nos dice el profesor Jorge C. Mosonyi, sobre esa particular etnia del oriente venezolano:

Existe una expresión en lengua Kariña para denotar desprecio: Ijsheja vañño, por oposición a Ijshe vañño, que quiere decir amar. Entre ambas significaciones ha transcurrido el tiempo de la larga travesía que los Kariña emprendieron desde la costa norte venezolana una vez que sus ancianos y sus püddai se percataron de la inclemencia de ciertos hombres, poseídos de ambición y poderío y, ya agostada la resistencia armada, descubren entre la libre inmensidad de las praderas de Guanipa que la vida era, pese a todo, hermosa.

Pero vamos a concretar el punto que me interesa tratar, entre la idiotez chavista de querer extorsionar de manera inmisericorde la buena voluntad y los valores que, como empresa, mueven a DIRECTV, la operadora multinacional satelital que provee servicios de información y entretenimiento por televisión y que le servía a la mitad de los suscriptores de la televisión paga, en nuestro país.
Resulta que los idiotas chavistas se estaban aprovechando de que, en Venezuela, el estado es el dueño de todo, y quienes quieran operar en el éter con señales radioeléctricas, deben aceptar el control y la vigilancia de sus entes supervisores (CONATEL), quienes obligaban a la empresa a montar en sus parrillas de programación, sin ningún costo para el estado (para nuestros idiotas endógenos), los canales de televisión pertenecientes a su hegemonía comunicacional (que son casi todos) y que además tenían que cargar con sus radios FM.
Y, por si no fuera poco, el chavismo quería imponer qué canales y qué programación era apta para el país, obligando a la empresa a sacar de su parrilla de programación ciertos noticieros y producciones que le eran contrarios y lo criticaban… algo insólito es que un cliente se convierta en censor.
De esta manera, montándose en los hombros de la gigante ITT, dueña de DIRECT TV, el chavismo tenía asegurada la transmisión de sus mentiras e ideología con cobertura nacional; pero no contentos con la programación regular de sus canales, obligaban a DIRECTV a retransmitir todas las cadenas nacionales, que se han convertido en episodios diarios y, no pocas veces, emitidos varias veces al día.
Los chavistas, supuestos descendientes de los aborígenes Caribe, que se caracterizan a sí mismos como sobrados en inteligencia, incapaces de desperdiciar una oportunidad para beneficiarse de las circunstancias, sea abusando de su poder, engañando a la gente o haciendo trampas, creen que siempre tienen la verdad y razón de su parte, como valor que les es innato, por lo que  estaban amenazando permanentemente a los ejecutivos de la empresa norteamericana en nuestro país.
Pero una conjunción de factores les echó para atrás su estrategia, una operación a pérdida en el país, debido a la regulación obligatoria de los precios por sus servicios, una condición de seguridad peligrosa para sus ejecutivos, un cumplimiento de las sanciones que el gobierno de Washington había impuesto sobre Venezuela y que los sometía a presiones y multas si continuaban sus operaciones, el abuso franco y creciente del gobierno de Maduro exigiendo servicios gratuitos para sus intereses ilegales, y las amenazas del régimen a la empresa, que en cualquier momento se traducirían en secuestros, prisión, torturas y muerte a sus empleados, todo eso generó una tormenta perfecta.
Así fue como nos desconectaron del mundo, una decisión valiente, justa y responsable, porque nadie puede trabajar en esas condiciones… y si los chavistas se creían los dueños de DIRECTV, una huida hacia la izquierda les dejaría en claro que la realidad es otra.
Y aquí viene la más clara y contundente muestra de que los chavistas están inaugurando una nueva dimensión de lo que es ser un idiota, luego de producido el anuncio y el respectivo corte de los servicios al país, los principales voceros oficiales anuncian, prácticamente a gritos, que la culpa de la situación la tiene la oposición política, el imperialismo, la empresa misma, que se trata de una continuación de una guerra de cuarta generación que se desarrolla contra el gobierno.
De acuerdo a la más alta cúpula del poder comunista, la terminación de los servicios fue un acto de terrorismo perpetrado por los EEUU contra el pueblo de Venezuela, arropándose, una vez más, con la bandera del país y mimetizándose con la gran mayoría que, a estas alturas, deben estar muy molestos con la actitud del hegemón.
Incapaces de preguntarse o de asumir para ellos alguna culpa o motivación de tal medida, insisten en que el régimen de Maduro es la víctima, no el agresor… es el débil en la relación, no el gamberro que busca que los demás trabajen para él sin poner nada a cambio… los violentos son los otros, no el buen aborigen que hace todo por amor.
Pero demos unos pasos atrás para ver la completa perspectiva del cuadro: el chavismo se extralimitó en su creencia de que era el dueño de la situación, perdió unos importantes espacios para su tarea diaria de lavado de cerebros, dejó de contar, de la manera más tonta, con un escenario mucho más grande e importante que su pobres y limitados medios abiertos o los de otras operadoras de cable sometidas a su poder; en un súbito pestañear, dejó de entrar en millones de hogares donde, por obligación, se coleaba, cuando no era admitido.
Pero el problema para ellos no termina allí; con su torpe y terco proceder, eliminó una de las pocas ventanas para que la población se mantuviera informada y entretenida, propinándose un daño perceptible en la facultad del régimen para llevar su propaganda comunista a una parte importante de la población; con esto fracasan los programas de educación por televisión preparados para estos tiempos de cuarentena, se les coarta a personas incapacitadas y de poca movilidad la posibilidad de contar con un medio de comunicación para llenar su tiempo, le dio un duro golpe a los derechos de información, educación y entretenimiento de la población… todo apunta a que fueron ellos, los chavistas idiotas, los que tienen el alicate en sus manos, todo los señala como culpables de la situación.
Me pregunto, ¿Con qué llenarán su tiempo los venezolanos que eran audiencia fiel de DIRECTV? Me temo que ahora tendrán más tiempo y ánimos para protestar, para conspirar, para cacerolear, para resistir, para hacer oposición… justamente, las actividades democráticas que al gobierno no le gustan y lo incomodan.
Pero la actitud de los chavistas es inamovible; se solazan creyendo que “se la comieron”, escupiendo para arriba y dejando que su propio esputo les chorree por la cara, acusando a los demás de sus propios y garrafales errores, lo cual, visto desde la oposición política, no es malo; no sólo están perdiendo credibilidad (lo poco que les queda), están mal poniéndose contra la población, adoptando medidas antipopulares, sino que ya se ve a leguas que por la boca muere el pez: en ese falso orgullo, en ese ingente complejo de inferioridad, en ese fatuo revanchismo y en la ausencia de toda capacidad crítica es por donde pudiera llegarles el fin… mientras tanto, helos allí, degradados en su poder de comunicación, poniendo en evidencia que no son un gobierno, sino una nueva mutación del idiotismo.   -    saulgodoy@gmail.com



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