Los comunistas no descansan; a pesar de sus derrotas
económicas, sociales, militares y morales, insisten en tratar de imponer sus
ideales, disfrazándolos, creando unos monstruos, unos Golem, que tratan de venderle
a los incautos, sobre todo a aquellos que se sienten justicieros, puros de
corazón, esencialmente buenos e igualitarios… para ello, no tienen ningún
reparo en confeccionar unos paquetes de ideas que yo llamo “Híbridos”, donde
empastan ideales y funcionalidades del libre mercado, instituciones y maneras
que parecen capitalistas, pero que llevan escondido su veneno, el ideal
socialista de hacerse con un gobierno centralista, grande, poderoso,
planificador, benefactor y humanista.
A quienes renuncian a utilizar la razón y se dejan llevar
por la pasión sólo les interesa ver satisfechos sus más caros principios de
solidaridad con el prójimo, creen realmente en que es posible construir el
cielo en la tierra y hacer de la vida, de la economía y del estado,
instrumentos para la realización de la utopía marxista, la de un colectivismo
digno de un redil de ovejas, en donde el único pastor y su perro guardián
impongan a la manada no solo la ruta a seguir sino el poder redistributivo de
la riqueza comunal, porque sólo ellos saben a quién le corresponde qué, cuánto
y en qué momento.
Ya no son tan obvios como antes, aunque reciten El
Capital de Marx o impongan la visión burocrática del estado de Lenin, ahora son
mucho más sofisticados y atrevidos, y citan a Friedrich Hayek y a Milton Friedman, o dicen
que Ronald Reagan y Margaret Tatcher lo habrían aprobado, valiéndose del
desespero y meas culpas de algunos medios de la derecha para reiterar la
invitación al socialismo fracasado. Se trata del comunismo con rostro capitalista,
un imposible propio de quienes le trajeron a su público un marxismo científico,
un colectivismo humanista y un totalitarismo democrático… son los mismos reyes
del fraude y del engaño.
Me ha llegado a las manos el artículo del
periodista holandés Rutger Bregman, La
Era Neoliberal termina ¿Que viene a continuación? (2020), para una
publicación con el ambiguo nombre de Progress,
que es un órgano de divulgación de la izquierda europea; es un artículo que en
el trasfondo busca justificar las posiciones tomadas por la izquierda
norteamericana y los candidatos a la carrera presidencial del partido Demócrata,
Bernie Sanders y Joe Biden, para castigar con más impuestos a los grandes
capitales, con la promesa de utilizarlos para financiar los programas
populistas de los socialistas en los EEUU.
A partir de la Segunda Guerra Mundial, el comunismo
internacional ha venido experimentando una caída en barrena, fracaso tras
fracaso; en la década de los 50 y los 60, el socialismo real tuvo que exhibir
su deslucido rostro represivo invadiendo países, sofocando revoluciones,
cerrándose al mundo detrás de muros y cercas de púas, secuestrando pueblos
enteros en estados policiales que le quitaban todo derecho.
Igualmente, en el terreno económico, demostraron
que una economía centralizada y planificada era imposible de manejar, que no
había manera de calcular todas las variables, de llevar en cuenta cada una las
relaciones de mercado que surgían, que las confiscaciones, nacionalizaciones,
estatizaciones sólo traían consigo quiebras y ruina, que los controles de
precio, asignación de cupos y cuotas de producción nunca se cumplían y, si lo
hacían, quedaban cortos o perdían la sobreproducción; igualmente, sus impuestos
eran concebidos como armas de destrucción, como extorsiones, más que como
instrumentos de progreso.
Esta posición moralista, de una supuesta
superioridad generada por los principios comunistas de altruismo y justicia
social, contra el apetito por la ganancia y el interés propios del capitalismo,
no les sirvió de mucho, se llenaban la boca de buenas intenciones, pero los
pueblos bajo el yugo del comunismo eran infelices, pasaban trabajo y eran
maltratados; en cambio, los que vivían bajo el capitalismo prosperaban y tenían
una mejor calidad de vida… una cosa era el discurso y otra la realidad.
Los socialistas creen en un estado interventor, eso
es innegable, es el estado al servicio del partido o del grupo dominante, que
explota a quienes producen para sostener al clientelismo que le da votos y
apoyo político… una vez en el poder, utilizan toda la fuerza para imponer sus
designios, entre ellos continuar gobernando aun perdiendo el apoyo popular.
Steve Hicks, el filósofo norteamericano promotor
del Objetivismo en ese país, lo pone de esta manera:
Y vino
entonces la crisis del socialismo. La cuestión es: ¿Qué es lo que vamos hacer?
Tenemos aquí un movimiento, la ideología socialista, que pensábamos era bella,
verdadera y noble; la idea que iba a curar al mundo de todos sus problemas.
Ahora está siendo acorralada por argumentos teóricos que parecen incontestables
y por eventos prácticos que proveen toneladas de evidencia, minando sus bases y
mostrando al odiado capitalismo como un sistema superior. ¿Cómo vamos a manejar
esta crisis, psicológica e intelectualmente?
La respuesta para Hicks fue lo que los socialistas
han hecho hasta el momento: utilizar las estrategias epistemológicas del
escepticismo, subjetivismo, relativismo, la noción de que los humanos nos encontramos
en una situación conflictiva suma-cero, atacar el sistema racional de donde
provienen, su lógica argumental, la evidencia que se presenta y demostrar la
mala intención del sistema contrario, sus fracasos y errores.
En el artículo de Bregman que estamos analizando,
el autor se explaya en la crisis bancaria del 2008, provocada por el pésimo uso
de instrumentos financieros por parte de grupos como el infausto Lehman
Brothers, para demostrar la desigualdad de ingresos entre la población de los
EEUU, que provocó aquella acción contra Wall Street y que consistió en ocuparla
para hacer evidente el reclamo de los socialistas; había que acabar con el
sistema financiero capitalista mundial porque era injusto, sin importar sus
consecuencias.
Esa crisis del 2008 expuso de nuevo las
imperfecciones del sistema capitalista, esas ventanas de oportunidad que se
abren, para la especulación y el enriquecimiento fácil y rápido de personas e
instituciones a costa del público, causó un gran daño y provocó quiebras a
nivel mundial, el sufrimiento alcanzó a muchas familias… pero se trata de imperfecciones
en el sistema que, a medida que van apareciendo, se van corrigiendo. Las crisis
del capitalismo son recurrentes, suceden porque son sistemas mundiales
complejos, que no pueden abarcar todas sus variables; lo importante es que el
sistema se adapta, corrige las imperfecciones, se vuelve más eficiente, no como
el sistema socialista, que lo único que tiene es su discurso utópico, su sueño
de un mundo ideal.
La pregunta que habría que hacerse, es ¿Qué sistema
ha sacado a más personas de la pobreza, cual ofrece mayores expectativas reales
de desarrollo, quienes han llevado la salud y una mejor calidad de vida a más
gentes y países, quien ofrece un cúmulo de mayores derechos y libertades, quien
ha brindado más educación y oportunidades al hombre y la mujer común? La
respuesta no es el socialismo, y la ayuda dictada para que los bancos, durante
la crisis de los títulos hipotecarios, fue para que no quebraran los centros
financieros debido a este gran desfalco, fue para salvar la economía mundial,
no para favorecer a unos ejecutivos corruptos.
Los socialistas desean ahora un capitalismo socializado,
que tome en cuenta su principales postulados de igualdad, solidaridad y
paternalismo hacia los más débiles; y al presentarse cualquier falla en el
sistema capitalista, inmediatamente ofrecen su kit de emergencia, que consiste
principalmente en la intervención estatal a favor de los más débiles, pero
nunca mencionan que, una vez que el estado viola los derechos económicos de las
personas, al quitarle a unos para darle a otros, o cuando por medio de los
impuestos mete la mano en los bolsillos de los demás para pagar las cuentas de
los partidos y de las organizaciones parasitarias, una vez que este círculo de
intervencionismo se inicia, se hipertrofia hasta que llega el momento en que el
ciudadano empieza a perder sus derechos humanos y es obligado por la fuerza a
bajar la cabeza por el bien comunitario.
Es obvia la jugada de Bergman, cuando menciona el
listado de economistas socialistas que han destacado dándole el sustento
teórico a estos movimientos solidarios con los pobres y que formulan protestas contra
el capitalismo; se trata de la ideología que sustenta los programas del
socialismo europeo y norteamericano, en los que todos buscan destruir la base
económica del actual sistema de libre mercado y sustituirla con políticas
supuestamente ecológicas, sustentables, humanistas.
En especial destaco el listado de “logros” de la
economista Muzacato, y a un graneado grupo de mujeres entre las que figura una
venezolana, que han tenido el dudoso privilegio de ser asesoras de políticos de
la izquierda radical, que le atribuye al estado socialista, y que ha
contribuido al desarrollo de ciertas empresas y tecnologías, fueron préstamos y
programas hechos durante gobiernos demócratas en los EEUU como los de Clinton y
Obama, y que subsidiaron fuertemente a emprendimientos riesgosos, y que para
fortuna de todos, cosecharon sus éxitos, el asunto es que ese es el papel de
todo gobierno, no solo de los socialistas.
El tema ambiental no podía faltar, en medio de esta
terrible epidemia del coronavirus no pierden la oportunidad de sembrar el miedo
por el cambio climático mundial, caballito de batalla del comunismo
internacional para cambiar el patrón de consumo energético del mundo a favor de
energías alternativas, que no están probadas como solución global ni son
baratas, pero encubren una serie de intereses económicos en manos de
conglomerados socialistas que han apostado todas sus fichas a la muerte del
petróleo.
El mundo está revuelto; hay una serie de problemas
globales que amenazan la estabilidad en la comunidad de naciones y el comunismo
internacional no pierde oportunidad para adelantar sus programas e idearios,
tiene candidatos, plataformas políticas y programas para engatusar a mucha
gente con promesas imposibles de cumplir; el fracaso del socialismo en el mundo
no les basta, la terrible situación de Venezuela todavía es vendida como un
éxito revolucionario a todos aquellos que caen por inocentes en estas trampas,
especialmente los jóvenes seducidos por sus idílicas propuestas, sin importarles
su viabilidad.
Mi pedido es
que no se conviertan en vendedores de estos carros usados, inservibles, pero
que han sido bellamente maquillados, recién pintados, con un buen sistema de
sonido, con olor a nuevo… pero, tristemente, una carcacha que nunca ha
funcionado. - saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario