China is a strategic competitor using predatory economics to intimidate its neighbors while militarizing features in the South China Sea. Russia has violated the borders of nearby nations and pursues veto power over the economic, diplomatic, and security decisions of its neighbors. As well, North Korea’s outlaw actions and reckless rhetoric continue despite United Nation’s censure and sanctions. Iran continues to sow violence and remains the most significant challenge to Middle East stability. Despite the defeat of ISIS’s physical caliphate, threats to stability remain as terrorist groups with long reach continue to murder the innocent and threaten peace more broadly… In this environment, there can be no complacency—we must make difficult choices and prioritize what is most important to field a lethal, resilient, and rapidly adapting Joint Force. America’s military has no preordained right to victory on the battlefield.
US Defense
Department, 2018 National Defense Strategy
El lamentable fallecimiento de George Floyd, el ciudadano
de Minneapolis muerto en manos de la policía de esa metrópoli norteamericana,
el pasado 28 de Mayo, no tiene justificación ni perdón; debe proceder la
justicia y hacer su trabajo para restituir el orden violado, aunque jamás podrá
recobrar la vida de ese hombre de color que muere en medio de las peores
circunstancias posibles, no sólo en las turbulentas aguas políticas de una
precampaña electoral, donde el racismo y las ideologías han revuelto el ánimo
de muchas comunidades en ese país del norte, sino en el momento justo de un
reflujo del comunismo internacional con el ánimo de tomar para sí el control
planetario.
No entraré en detalles sobre el procedimiento policial
que resultó en esta tragedia, donde la brutalidad policial y el racismo, aparentemente
jugaron un papel, que hablan de una falta de profesionalismo y una cultura
equivocada acendrada en algunos cuerpos de seguridad, el asunto que me ocupa, es
la reacción de ciertos elementos radicales y violentos, que ya han sido
identificados como pertenecientes a grupos marxistas como Black Lives Matters y
el movimiento Antifa, que se han dado a la tarea de crear zozobra en diversas
ciudades.
Claramente incitados por una campaña contra el presidente
Trump, buscando la manera de crear inestabilidad social y miedo, como
claramente se ha visto en la respuesta inmediata de ciertas redes sociales,
promoviendo el odio y la violencia, incendiando los ánimos en medio de unas
condiciones sociales altamente volátiles, producto de la pandemia creada por el
coronavirus y la crisis económica y de convivencia que ésta ha generado.
El plan es obvio, y ya fue practicado con éxito en mi
país con una situación muy similar conocida como el “Caracazo” (1989), que fue
el inicio del derrumbe democrático y la instauración de un régimen totalitario
en Venezuela; el Caracazo fue el escenario creado por fuerzas subversivas de
varios focos de desorden en el área metropolitana de Caracas, acompañados de
incitaciones a la gente a protestar, saquear y violentar el orden, y donde el
gobierno legítimo, para restaurar la paz, se vio obligado a recurrir a la
fuerza pública.
En el caso venezolano el detonante fue un anuncio del
alza en los servicios públicos, en el caso de los EEUU se trató de la muerte de
un ciudadano, el Sr. Floyd, perteneciente a una minoría históricamente
segregada, pero en ambos, fue la manipulación expresa, por parte de
organizaciones subversivas que tenían un plan político, y que se aprovecharon de
las condiciones sociales prevalentes en el momento, la que terminó por generar
el caos y la violencia urbana.
El esquema de iniciar protestas en una ciudad y
convertirlas en la chispa para incendiar la pradera, es uno de los trucos más
viejos que existen en los manuales de contrainsurgencia, la gran diferencia
radica en la manera que se produce y las consecuencias que trae, hace falta una
organización bien asentada y un financiamiento para estos fines, y que en el
caso de los EEUU, es obvio que este infausto hecho, fue tomado como inicio de
un ataque en contra del poder en Washington, entre otras cosas por la debilidad
demostrada en el caso Venezuela donde el gobierno actuó de manera mesurada y
con prudencia, actitudes estas que fueron traducidas como temor y debilidad.
En varios otros artículos he mostrado mi preocupación por
la tolerancia y la actitud de “dejar hacer, dejar pasar” propia de los últimos
inquilinos de la Casa Blanca, quienes contribuyeron o permitieron, que se
instalara en su propio suelo una red de insurgencia con raíces profundas y en
sitios tan sensibles como en los medios de comunicación y entretenimientos
masivos, en la academia, y soterradamente, en muchas dependencias públicas, y
lamento decirlo, entre ellas, el Departamento de Estado y algunos órganos de
seguridad internos.
El presidente Trump fue víctima de esta gran maquinaria
de la conspiración desde el primer día de su juramentación como jefe de estado,
y está a la vista, que por haber ignorado puertas adentro a los enemigos de las
sociedad abierta, se descubre ahora una organización conspirativa en contra de
la libertad y la democracia, capaz de movilizar a una masa de gente totalmente
ideologizada y dispuesta a caer en la garras del comunismo.
Uniendo todos los
puntos
Desde hace ya un tiempo, vengo advirtiendo sobre una
conexión de eventos mundiales que están llevando a cabo, como en un mar de
fondo, acontecimientos que parecieran fortuitos pero son la causa unos de los
otros, y están direccionados para hacerle daño a la seguridad interna y externa
de los EEUU, y con ello al mundo occidental, entendido como el ámbito de los
derechos humanos, las libertades individuales, la democracia y el libre
mercado, esto no es nuevo, ha sido una constante en la historia de ese gran
país el tener que luchar y prevalecer en contra de sus enemigos, como estoy seguro que lo hará en esta ocasión.
He insistido para que las más altas autoridades de los
EEUU entiendan que lo de Cuba y Venezuela, lo de Nicaragua, Argentina, Chile,
Colombia y probablemente Brasil, no son incidentes aislados, sino una cadena de
explosivas situaciones políticas perfectamente coordinadas, entre otros, por el
Foro de Sao Paulo (Lula da Silva), el gobierno de Raúl Castro, el de Nicolás
Maduro, esto a nivel regional, y desde el exterior: China, Rusia, Irán, Siria,
Corea del Norte, Turquía (que entra y sale del juego a conveniencia), México y
algunos gobiernos socialistas europeos, que están presionando de diferentes
maneras contra los límites de seguridad norteamericanos, poniéndolos a prueba
de diversas maneras, provocando situaciones extremas a lo interno.
Es fácil de identificar cómo están introduciendo
elementos no tradicionales en la ecuación desestabilizadora, como serían: armas
bacteriológicas, producción petrolera, migraciones forzadas, conflictos
religiosos, expansión de áreas de influencia para anular la disidencia, guerras
de tarifas, espionaje industrial, ayudas humanitarias, infiltración de
organismos internacionales… pero, sobre todo, y esto debe ser destacado, muy a
pesar de mi absoluto convencimiento en la libertad de expresión y acceso a la
información, en el uso terrorista de los medios de comunicación masivos.
Todos estos elementos parecieran jugar como accesorios de
los medios principales de lucha por la imposición de un modelo mundial de
gobierno y una ideología única, más allá de los tradicionales conflictos
bélicos, las crisis diplomáticas, los golpes de estado, las trampas
electorales, los magnicidios… el objetivo es el mismo, crear confusión, romper
el orden institucional de las naciones y los pueblos, sustituir gobiernos y
pensamientos, destruir las economías y establecer dominios sobre las
necesidades básicas de los pueblos (biopolítica): control de la energía, los
alimentos, el financiamiento, la salud, el medio ambiente y el agua.
En estos últimos 21 años, este paquete de control social,
este esquema de intervención política, ha sido plenamente desarrollado en
Venezuela; debido al doble juego que el comunismo ha tenido con la institucionalidad
y el marco legal, ha podido prosperar como fórmula política de nuevo cuño cuya
principal característica es el mimetismo, la apariencia, el discurso mutable e
intercambiable, que se ajusta a cualquier situación mientras se impone un
modelo autoritario y hegemónico, ahogando las libertades y derechos ciudadanos
hasta controlar de manera absoluta las vidas de los pobladores.
A este modelo se le conoce como “chavismo” y se ha exportado
a todos los rincones del continente Americano, incluyendo a los EEUU y Canadá, y
es lo que está sucediendo en estos momentos en España, en el Vaticano, y en
organismo multilaterales como la OMS. No busquen un partido político, no
busquen un líder en particular, ni siquiera se trata de una ideología
plenamente conformada, excepto por algunos postulados claves como la “justicia
Social”, el derecho de las minorías, la desigualdad, la internacionalización
del conflicto y, algo que nunca se menciona pero que engrasa todo el mecanismo,
el resentimiento social.
Se trata principalmente de una actitud ante la vida, que
se perfecciona en un proceso de “liberación”, fundamentada en la desigualdad de
ingresos económicos de los distintos sectores y grupos sociales que, acusando
las diferencias raciales, religiosas, de género, culturales y políticas, termina
por coagular en una masa informe, que puede movilizarse a gusto de ciertos
partidos políticos, con la ayuda de medios de comunicación para diversas “tomas”
o resistencias y, llegado el momento, en acciones de calle, saqueos y
revoluciones.
Las armas y los
mártires
El modelo chavista funciona, si se le deja correr sin
oposición y confundido entre otros diversos movimientos “liberales” tiene la
fuerza suficiente para absorber sin problemas las organizaciones de una
izquierda moderada y democrática, como ya lo ha hecho con todos los partidos
tradicionales en mi país, y como lo está haciendo con el partido demócrata en
los EEUU, que lamentablemente ha sucumbido al comunismo.
Estoy describiendo una acción política que tiene
repercusiones militares, porque uno de los objetivos del chavismo, como
estratagema para hacerse con el poder, es el control de la organización
castrense, porque si no obtienen el manejo de las armas no pueden avanzar en
sus designios, y una de las primeras señales de que esto está ocurriendo es el
abrazo de la policía con el manifestante, del agente del orden público
subsumido a las pretensiones de quienes quieren destruir el sistema.
Sería cuestión de que el Pentágono, hiciera una revisión
completa y sin prejuicios de la ideología que en estos momentos ocupa las
mentes de sus afectivos en uniforme, contando que una buena parte de ellos
pertenecen a minorías, cuyas familias y pueblos están plenamente expuestos a
estas ideologías socialistas.
Creo que tanto los gobiernos de los partidos demócratas
como republicanos, han sido demasiado permisivos con las imposturas de esta
peligrosa doctrina política, que pretende el dominio social por medio de la
prevalencia del colectivo y la anulación de las libertades individuales a favor
de un estado poderoso, centralizado, benefactor, paternalista, dirigido por
líderes mesiánicos y con utopías en construcción.
No quiero cometer la imprudencia de decirle al presidente
Trump lo que tiene qué hacer o, todavía más impropio, tratar de imponerle una
agenda, pero lo que ha hecho no ha sido suficiente; negociar, que ha sido su
especialidad, no tiene sentido ante un enemigo que lo quiere ver de rodillas y
sumiso, por ello no ha tenido la contundencia necesaria para detener al
chavismo en el continente americano, un chavismo que le ha llegado y está
contaminando a su país como una nueva cepa de coronavirus.
21 años es demasiado tiempo, le han permitido al
comunismo internacional desarrollar una nueva estrategia ofensiva en la región,
y me preocupa inmensamente el avance que están teniendo estas fuerzas
antidemocráticas en el mundo; comprendo las muchas limitaciones que tiene la
presidencia del Sr. Trump y el partido Republicano, el respeto a las
tradiciones republicanas, a la constitución y al cúmulo de intereses mundiales
que deben ser priorizados.
No deseo ser malentendido. Mi interés principal es
derrotar al chavismo en Venezuela, porque nos destruyeron el país y, a pesar de
ello, el régimen del Sr. Maduro quiere seguir medrando entre las ruinas, y sólo
bastaría una pequeña ayuda de nuestros amigos demócratas y libertarios en el
mundo para terminar prontamente con esta larga pesadilla; pero me inquieta la
suerte que pudiera correr el mandato del señor Trump, y el futuro de los
ideales de los padres fundadores de esa gran nación, que son inspiración y
ejemplo que muchos seres humanos quisiéramos seguir. También sé que sin los
EEUU sirviendo de contención y apoyando la democracia en el mundo, el resto de
la comunidad de naciones sería presa fácil de la voracidad socialista.
Querámoslo o no, estamos todos en este bote que se llama
Tierra, no quiero para mis descendientes un futuro a lo chino o a lo ruso, menos
aún a lo cubano (aunque en este momento seamos ejemplo mundial de un estado
fallido y pareciera que estamos detrás de Cuba en la lista). El chavismo es un
modelo para fracasados, aunque se venda como “gobierno”, porque apela a los
sentimientos más primarios e invoca la llamada arcaica de la tribu y al jefe de
la tribu.
La única manera de terminar con el reinado del terror que
sustenta a Maduro, es deteniendo su avance, porque sigue sobreviviendo,
convocando la ayuda iraní, soportado por el lobby ruso en los foros
internacionales, apoyado por los países no alineados, por el socialismo europeo
y africano, por los mercenarios cubanos y con la ayuda material de los chinos,
que son los mismos promotores de las actuales dificultades que sufre USA en los
actuales momentos.
El chavismo es el coronavirus del pensamiento, y si gente
como Clinton, Obama, Biden, el Papa Francisco, que son personas medianamente
inteligentes, están infectados, qué se puede esperar de quienes los tienen como
líderes, de la gente común, que está encerrada en sus viviendas o se mueven en
las calles con sus tapabocas, inseguros de lo que les depara el mañana… lo peor
de todo es que para el chavismo no hay vacuna.
Epílogo
Mi recomendación para el Sr. Trump y el partido Republicano
es que no caigan en las provocaciones de los radicales, que sólo quieren ver a
la fuerza armada en la calle atacando a una protesta que tiene motivaciones justas
y legales, pero que está siendo llevada a terrenos de la insurgencia, el
gobierno tiene que hacer un trabajo de inteligencia y desmantelamiento de esta
red, neutralizarla y acabar con los focos que la generan, esta situación indica
que ya no hay tiempo de sutilezas y consideraciones, el enemigo está en casa y
dispuesto a incendiarla.
El chavismo lo que busca es convertir al presidente de
USA en un enemigo de su propio pueblo para luego pasar a una fase de acciones
de liberación y construirle al Sr. Trump un expediente como fascista.
Es absolutamente necesario que se elimine, de una vez por
todas, el peligro chavista en Cuba, Venezuela e Irán; que no le den largas al
asunto, mientras más acorralados se vean por sanciones y amenazas, con más
desespero y resolución van a contraatacar; Cuba, Venezuela e Irán no son otra
cosa que plataformas para la destrucción de la democracia en el continente, ya
han prometido que van con todo en contra del enemigo imperial, los EEUU no
pueden permitirlo, está en juego la sobrevivencia de la civilización occidental,
y deben recordar que estos gobiernos terroristas son apenas los afiles en el
tablero, la reina y el rey, que son quienes controlan el juego, están en las
sombras.
Por último, ya basta de permitir el colaboracionismo y
parasitismo de grupos comunistas y socialistas que sólo buscan medrar de las libertades
y las oportunidades que ofrece un gobierno libre y republicano como el de los
EEUU; si no les gusta el estilo de vida norteamericano, todos esos editores de
diarios, directores de cine, actores, profesores, empresarios, twiteros y
blogeros que atacan al Sr. Trump, deberían venir para que pasen una temporada
en mi país, donde sobrevivimos sin alimentos, ni agua, ni electricidad, sin
gasolina, ni comunicaciones, ni seguridad, sin dinero, ni salud y con censura y
violencia a granel. - saulgodoy@gmail.com
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