jueves, 7 de mayo de 2020

El virus de Wuhan





Como ustedes ya están enterados, a raíz de la pandemia del Coronavirus, que prácticamente ha paralizado al mundo, han surgido varias teorías conspirativas, toneladas de Fake News, diversas opiniones en los frentes científicos que se ocupan del caso, infinidad de posturas políticas en referencia al origen del contagio, la efectividad de la cuarentena y los modos de atención a la epidemia; hasta en los mismos organismos internacionales, que se ocupan de esta emergencia sanitaria, en algún momento se han contradicho o utilizan argumentos que pronto dejan de ser fiables ante la evidencia del avance o retroceso de la enfermedad.
La abundancia de opiniones sin base, argumentos fabricados o alterados, simples y puras mentiras, han constituido un fenómeno de alcance global, al punto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) le ha dado el nombre de “infodemia”, y la define como una sobre abundancia de información falsa, “que hace difícil que personas encuentren fuentes confiables y direcciones seguras cuando las necesitan”.
Un gran porcentaje de esas informaciones generan confusión, las han producido figuras públicas, artistas, políticos, influencers y periodistas irresponsables, fundamentalmente por medio de las redes sociales y sitios en Internet.
Por los momentos no hay cura, no existe una vacuna confiable y efectiva, el brote es impredecible, así como la evolución del contagio, ni siquiera sabemos si se trata de un virus que usa la puerta giratoria, se contiene para volver a resurgir; no es una enfermedad que ataca en igualdad de condiciones a toda la población y hasta pareciera que hay preferencias geográficas, de temperatura y de densidad poblacional en las que el virus prospera.
Su baja mortalidad (un 2.3%, comparado con la infección del SARS, que es de un letal 9.6%) lo hace parecer inocuo y controlado, cuando en realidad sigue siendo peligroso y aumentando su contagio.
Los estudios que se han hecho sobre el COVID-19 son igualmente contradictorios; hay los que afirman que ya está completo su perfil de ADN, pero otros dicen que sigue mutando a medida que pasa el tiempo, su habilidad para asociarse con células humanas e infectarlas pareciera ser una característica natural y no diseñada por humanos, no hay evidencias de que su estructura genética hubiese sido alterada para contagiarnos, su estructura molecular tiene parecidos pero no es igual a los Coronavirus que se encuentran en los pangolines y murciélagos que viven en Asia, y se presume que fue por intermedio de ellos (todavía no lo identifican) que el virus se transmitió a los humanos.
El gobierno Chino y su comunidad científica alegan que la enfermedad empezó en el Mercado de pescados de Wuhan, pero ha sido imposible determinar el área cero de la epidemia, entre otras cosas, porque la información está incompleta, esto debido a que no se manejó la epidemia correctamente cuando se detectó, y la misma se esparció rápidamente; además, hay muchas interrogantes sobre la manera como fue enfrentado este brote (recordemos que el médico que alertó sobre la posibilidad de un contagio fue silenciado, fue arrestado y luego murió, que algunos medios de comunicación y periodistas fueron censurados y, aparentemente, las personas que pudieran declarar sobre esos importantes momentos han desaparecido).
Hubo una sospechosa actividad de encubrimiento, en esos momentos cruciales en el mes de Diciembre del 2019, por parte de las autoridades y, sorpresivamente, fallaron algunas alarmas de los organismos internacionales que estuvieron monitoreando el caso.
Wuhan es una metrópolis grande, una ciudad portuaria de 11 millones de habitantes, con su propio sistema de Metro, aeropuerto internacional, es la sede de varias oficinas consulares, la atraviesa el río Yangtsé y, como capital de la provincia de Hubei y del Distrito de Jiangxia, es un destino comercial y centro industrial de importancia en China; debido a las universidades y diversos centros de investigación que allí funcionan siempre hay un gran número de extranjeros de visita o por trabajo.
Ya en el 2003, China había sido protagonista de otra pandemia, la del SARS, que fue un síndrome de deficiencia aguda del aparato respiratorio originado en la provincia sureña de Guangdong; hubo 8.000 infectados en Asia y China tuvo el 84% de los casos fatales. A raíz de ese episodio, el gobierno Chino decidió ampliar sus capacidades de estudio, investigación y manejo de epidemias virales; en Wuhan venía funcionando, desde 1956, un laboratorio de microbiología y, bajo un programa coordinado por organismos internacionales y con la participación de varios países, entre ellos, Francia, Canadá y los EEUU, levantaron unas modernas instalaciones, apropiadas para el manejo de este tipo de enfermedades peligrosas.
El Instituto de Virología de Wuhan se abrió en el 2015, a un costo de 300 millones de Yuanes (US$ 44 millones), y consiguió su certificación Biosegura de Nivel 4 (BSL-4, siglas en inglés) hace tres años; es decir, estaba apto para trabajar con los patógenos más letales del mundo como la viruela, el Ebola, la fiebre de Lassa, el virus de Margburg y otros.
El instituto es la sede de otras instituciones, que se han ocupado de obtener las muestras, estudiarlas, catalogarlas, experimentar con ellas, de las múltiples variedades de Coronavirus que se obtienen de los murciélagos que viven en las cuevas de Yunnan, su habitat natural; tienen el registro y la base de datos más extensa del mundo de estos virus, de hecho, cuando cotejaron el Covid-19 encontraron similitudes, hasta en un 96%, con algunas de las cepas del instituto.
En Wuhan hay dos institutos de virología funcionando y uno de ellos, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, está a escasas tres (3) cuadras del mercado donde, se presume, empezó la epidemia, mercado que, por cierto, fue cerrado y el área toda desinfectada en diciembre.
Ya venían rodando varias teorías sobre cómo el hombre fue infectado y todo apunta a que los chinos se alimentan de una serie de animales extraños para occidente; es común encontrar en sus mercados sopa de murciélago o carne de pangolino (un mamífero oriundo de Malasia, especie de cachicamo cruzado con oso hormiguero, muy apreciado por su carne y escamas) y se cree que fue de esta manera como se trasmitió la enfermedad, aunque hay otras teorías, como la de un descuido en las normas de seguridad de los laboratorios, o peor aún, la de un arma biológica desarrollada en secreto entre el ejército chino y el instituto… de allí se desprenden dos teorías conspirativas, la primera afirma que fue probada por los chinos contra su propia población, para medir sus efectos y eficacia, otra asevera que fue activada como un ataque contra el mundo con fines inconfesables.
Las teorías conspirativas se multiplicaron, incluyendo la puesta en marcha de la tecnología 5G por parte de empresas chinas, agregando que el gobierno de ese país ya tenía una vacuna lista para extorsionar al mundo, aludiendo que era la venganza de oriente contra la guerra económica, otras involucraban a multinacionales farmacéuticas… aparecieron capítulos viejos de los Simpsons, que profetizaban la pandemia, y la novela del escritor de ficción Dean Koontz, escrita en 1981, donde vislumbraba el desarrollo de un Coronavirus llamado el “Wuhan-400”.
Uno de los grandes problemas de los chinos es su gobierno opresor y vigilante de su población, que actúa siempre en secreto y sin informar; su poca transparencia se volvió en su contra, sobre todo, ya que no podía explicar algunos problemas graves sucedidos en Wuhan… había demasiados huecos en la historia de la aparición repentina del virus, algunos países ya han interpuesto demandas multimillonarias, otras apuntan el dedo acusador hacia un gobierno que inspira poca confianza.  
Para el 27 de Enero, habían 3.000 personas enfermas, 80 ya habían muerto y se calculaba que 100.000 podrían estar infectadas; apenas se dieron cuenta de la extensión de la epidemia, el gobierno Chino impuso una estricta cuarentena sobre 13 ciudades, que afectó a 35 millones de personas, y movilizó un enorme contingente de personal sanitario y militar al área afectada; en la prensa internacional ya se veía las imágenes de los hospitales abarrotados, y gente colapsando en la calle de repente… la década dio un temerario giro y el mundo cambió para siempre.     saulgodoy@gmail.com





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