En la saga de El
Señor de los Anillos, hay una escena donde Frodo le dice a Gandalf “Deseo que nunca hubiera ocurrido en mi
tiempo”.
“Yo también-
dijo Gandalf- igual que todos los que
viven en este momento. Pero eso no es para que lo decidan ellos. Todo lo que
tenemos que decidir es qué vamos a hacer con el tiempo que se nos ha dado.”
Igual que en aquella narrativa, muchos de nosotros nos
hemos dedicado a hacer lo nuestro, es decir, unos a ayudar a los demás, otros a
trabajar sin descanso para hacer fortuna, o hacer una familia, o triunfar en
una profesión, pero pocos le hemos dedicado atención a cambiar nuestra cultura,
una cultura que nos obliga a estar en alerta las 24 horas, a escalar posiciones,
a dar el máximo de nuestro esfuerzo por triunfar y nos hemos olvidados de estar
conectados con nuestra verdadera esencia, sobre quiénes somos y cómo estar en
contacto con los otros, es decir, estar conectados en nuestros lugares, con lo
que nos hace humanos y desde allí hacer todo lo demás posible.
Estos momentos de crisis son para darnos cuenta de algo
que hemos olvidado, que no sólo se trata de dar de nosotros en actividades para
obtener cosas, sino también que necesitamos nutrirnos, llenarnos de energía y
conocimientos de quienes somos, como decía el filósofo Chino Lao Tzu: “Conocer a los demás es conocimiento,
conocerse a sí mismo es sabiduría.”
De esta manera comienza el interesante artículo de
Arianna Huffington, empresaria, fundadora y promotora del grupo Thrive Global, en su artículo The Coronavirus Is Forcing Us to Ask: What
Is Truly Essential to Our Life? (2020) y que resume una manera positiva de
ver el confinamiento obligado que impone esta cuarentena global; pero el suyo no
es el único punto de vista.
De acuerdo a Pascal “Todo
el problema de la humanidad radica en la imposibilidad de que el hombre pueda
sentarse en silencio en un cuarto a solas.” Un problema que se hace
palpable en este encierro obligado a causa del coronavirus es que una buena
parte de nosotros se comporta como animales encerrados, nerviosos, que no saben
qué hacer consigo mismos.
Y también decía: “Imaginen
a un grupo de hombres encadenados, todos con sentencias de muerte, algunos de
los cuales cada día son descuartizados en frente de los otros; aquellos que van
quedando ven su condición en los que caen, y viéndose con pena y desespero
esperan su turno. Esta es la imagen de la condición humana.”
No es muy alentadora esta última imagen pero
describe muy bien a lo que nos
enfrentamos en nuestras casas, encerrados en cuarentena, enterándonos por las
noticias de aquellos que mueren infectados, el asunto se reduce a una cuestión
azarosa a la que todos estamos expuestos mientras no consigamos la cura para el
COVID-19.
Hoy vamos a repasar lo que algunos filósofos
contemporáneos piensan sobre esta pandemia, y los cambios que ha traído
consigo, que están afectando profundamente nuestras vidas a escala mundial; son
puntos de vistas diversos, que nos dan algunas luces sobre el significado de
estos sucesos que nos han tomado de sorpresa.
Joseph Epstein, uno de los politólogos conservadores más
importantes en los EEUU, en su artículo La
Muerte y el Coronavirus (2020), nos comenta no sin ironía:
Debido
a ella (la pandemia), nos advierten de no reunirnos socialmente, de no comer y
beber en lugares públicos, de viajar con suma discreción. Por el contrario, nos
instruyen que debemos hacer tiempo dentro de nuestras placenteras rutinas
ordinarias para lavar nuestras manos durante todo el día no menos de 20
segundos cada vez, y el resto del tiempo recordar que no debemos tocarnos el
rostro. En las tiendas y mercados, o en las calles vacías, la gente que uno
encuentra porta máscaras en sus rostros y guantes de plástico azul. Si el
coronavirus continúa por un tiempo más, el hombre o mujer que invente el condón
para todo el cuerpo hará una inmensa fortuna… Las noticias están completamente
dominadas por el tema del coronavirus, sólo el reporte del tiempo ofrece alguna
distensión. Gracias al virus, los deportes, ese opio de las masas masculinas,
ha sido eliminado. En cada show, doctores son invitados para explicarnos como
evitar ser contagiados, de lo que debemos o no preocuparnos.
Y es que esta epidemia nos ha cambiado la vida de una
manera radical, de manera sorpresiva y en un cortísimo tiempo, desde la manera
como nos ganamos la vida, la calidad de nuestras relaciones personales y
familiares, la manera de comunicarnos, hasta de saludarnos… ha sido todo tan
rápido que mucha gente todavía no ha caído en cuenta lo radical de estos
cambios.
Pero en nuestro país, Venezuela, la crisis generada por
esta pandemia ha sido mucho más impactante y peligrosa, pues ya veníamos
arrastrando una serie de carencias y deficiencias que hacían de la vida en sociedad
una verdadera odisea, empezando porque tenemos un gobierno absolutamente
irresponsable e inmoral que, en vez de asumir liderazgo y tratar de resolver problemas,
ignora la situación, cobardemente, metiendo la cabeza en un hueco en la tierra
y tratando de que la gente resuelva por su propia cuenta los problemas que
ellos, como gobierno, han creado; pero no contentos con esto, han decidido
agravar la situación, poniendo a los venezolanos a vivir del aire.
“La primera cosa de
la ola de pánico que ha paralizado el país es que, obviamente, nuestra sociedad
no cree en nada sino en la vida desnuda”, observa Giorgio Agamben sobre el
desastre que sacudió a su Italia natal-. Anastasia Berg, comentando la posición
del filósofo italiano ante la pandemia, nos dice: en nuestro pánico histérico, hacemos esfuerzos hercúleos para evitar
el daño físico, pero nos hemos hecho vulnerables a pérdidas en un orden mucho
más alto: sacrificando nuestros trabajos, amistades, familia extendida, ritos
religiosos (el primero, los funerales), y nuestros compromisos políticos. De
esta manera, podemos preservarnos biológicamente, pero en el proceso hemos
eliminado todo lo que le da significado a la vida, lo que lo que le da valor
vivirla.
Y es que Agamben, a las primeras de cambio, pensaba que
se trataba, al igual que muchos en el planeta, de “otra gripe más”; se equivocó
y lo admite, pero no así su asunción de que la pandemia nos ha hecho caer en un
estado de paranoia en el cual vemos en los otros solamente a posibles contagios
de la plaga que debemos evitar a toda costa, de allí que nos obliguen a
renunciar a la escuela, a los salones de clases, a las reuniones, a nuestras
citas en bares y restaurantes y que todo contacto tengamos que hacerlo por mensajes
de texto, máquina de por medio, en ambientes virtuales.
Agamben sospecha de inmediato de las intenciones del
estado sobre todos nosotros; a los gobiernos les es natural el giro autoritario,
sus acciones propenden la búsqueda de estados de excepción que les aseguren el
dominio absoluto sobre la población y después de la excusa del terrorismo, una
pandemia les viene como anillo al dedo.
En el caso venezolano, hemos estado viviendo por estos
largos 21 años una tiranía socialista por parte de un régimen criminal al
servicio del gobierno de Cuba, a la que sólo le interesa explotar su colonia
dominada y extraerle la mayor cantidad de recursos para su provecho; aún en
estos momentos tan aciagos y extremos, se le exige al agente Nicolás Maduro que
siga explotando a la población “hasta que se les vea el hueso”, y esto lo está
llevando a cabo extendiendo la cuarentena por la pandemia y obligando a la
gente a morirse de hambre en sus casas, todo a punta de pistola, sin comida,
sin gasolina, sin electricidad ni agua, sin dinero y sin libertad.
El filósofo Surcoreano Byung-Chul Han está convencido de
que “En Asia, los gobiernos de Japón,
Corea, China, Hong Kong, Taiwan o Singapur, que tienen una mentalidad
autoritaria gracias a la enraizada cultura confucionista, la gente es menos
rebelde que occidente. Ellos tienen mucho más fe en el estado. La vida diaria
está más organizada. Y, sobre todo, para confrontar el virus, los asiáticos
usan extensivamente la vigilancia digital. La epidemia en Asia no sólo la
pelean virólogos y epidemiólogos, también lo hacen expertos en computación y
especialistas en minería de grandes bases de datos”.
Han predice: “China
podrá ahora vender su modelo de estado policial digital, como un producto
exitoso para combatir la pandemia, y promover su superioridad de su sistema con
orgullo- el filósofo teme que, en occidente, los gobiernos y las sociedades,
atraídos por el orden y la seguridad, estarían dispuestos a renunciar a ciertas
libertades, aunque hay muy poca libertad en verse obligado a pasar la primavera
encerrado en un cuarto”.
Esto no es nuevo, los gobiernos tienen la tendencia
natural a restringir libertades y a acaparar funciones. El filósofo francés
Michele Foucault en su libro Disciplina
y Castigo, estudia detenidamente la plaga que asoló Europa en el siglo XVII
y concluye que la acción de los estados fue mucho más allá de lo estrictamente
sanitario y se dedicaron a disciplinar a la sociedad, cerrándole los espacios
públicos y empujándoles al encierro en sus hogares, mientras los gobiernos se
hicieron fuertes y tomaron control de las ciudades.
Se trata del escenario ideal para un gobierno fascista,
que no tiene como justificar su gestión de gobierno, que no cuenta ni siquiera
con el apoyo popular y, por lo tanto, carece de legitimidad; un gobierno que no
puede garantizar la seguridad alimentaria de sus pobladores, que ni siquiera
puede proporcionar el combustible necesario para que la economía funcione, se
aprovecha de estos estados de excepción para establecer su dominio por la violencia
y las armas.
Los chinos tienen en Venezuela una cabeza de playa
fundamental para sus planes de dominio mundial, se trata de una base de
operaciones comerciales, militares, de propaganda e inteligencia contra los
intereses de los EEUU, en frente de sus costas, y funciona como plataforma para
sus actividades en el resto de la región; en Venezuela los chinos han
colaborado con el gobierno para tener a todo el sistema de comunicaciones del
país intervenido y vigilado, para espiar a los ciudadanos y detectar posibles
acciones de rebelión, coadyuvan en la censura y en la hegemonía comunicacional
de modo de tener a la población desinformada.
Por su parte Slavoj Žižek, el filósofo eslovenio,
marxista del nuevo comunismo (una interpretación libérrima y muy básica del
comunismo tradicional), pone todas sus fichas en hacer de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) el órgano supra estatal por excelencia del nuevo
orden mundial, y en hacer de los sistemas de salud, universales y gratuitos
para todos, el sello de la nueva modernidad; esta epidemia del coronavirus nos
está llevando por la senda que a Žižek le parece que encaja con mayor
naturalidad en este gran rompecabezas en que se nos ha convertido la
globalización.
El problema con esta idea de hacer de los entes
multilaterales los conductores de los destinos del mundo, es que una gran parte
de ellos están en manos del socialismo internacional, están acaparados y al
servicio de las causas comunistas y revolucionarias; la situación venezolana es
un claro ejemplo de ello, no se le ha podido encontrar solución, debido a que
estas organizaciones están comandadas por personas con mentalidades anticapitalistas,
enemigos de las libertades individuales y de las economías de mercado, y que están
a favor de regímenes de fuerza, antidemocráticos, que ven en los regímenes
colectivistas (por lo tanto, autoritarios) la solución a los problemas de
gobernabilidad en el futuro inmediato.
En la OMS, tienen mayor poder de decisión Rusia y China
que los EEUU; para cuando se disipe el humo provocado por esta crisis del
coronavirus, quedará en evidencia que la OMS estuvo parcializada por China y
permitió que la crisis de salud se expandiera, todo por una debilidad de
carácter ideológico.
Žižek se imagina que “es
por medio del esfuerzo por salvar la humanidad de su auto-destrucción como
estamos creando a la nueva humanidad… necesitábamos una catástrofe que nos
permitiera repensar las características básicas de la sociedad en la que
vivimos.” Para él, la dicotomía entre la vida desnuda de Agamben y la vida
política, es falsa. La movilización masiva motivada por la sobrevivencia
biológica está creando una solidaridad radical.
Hay otros múltiples problemas de orden filosófico que se
derivan de esta pandemia mundial, entre ellos los de orden moral, porque se
trata de un virus que ataca y mata principalmente a personas de avanzada edad o
que son vulnerables por problemas de salud, que son los más débiles y a los que
hay que proteger; en el caso venezolano, debido al total desmantelamiento del
sistema nacional de salud y a la quiebra del sector farmacéutico, simplemente se
dejó sin defensa alguna a este importante sector, de donde vienen las víctimas
principales en el país.
Durante la epidemia de la influenza española a principio
del siglo pasado, la mayor parte de las víctimas fueron gente joven y
saludable, y hubo muchas más muertes; entre las cosas que más aterran sobre el
presente virus COVID-19, está, que con apenas una pequeñísima variación
genética, el virus pudiera empezar atacar a los bebes y los infantes y la
tragedia crearía un escenario de extinción de la raza humana, lo que nos lleva
a la consideración muy actual, que la humanidad está expuesta a una serie de
amenazas que hacen muy precaria nuestra sobrevivencia, algo de lo que no somos
conscientes debido al fragor de la vida diaria.
El problema ahora es que debemos concienciar a las
personas sobre que, aun cuando no se sienta peligroso, ni se vean los estragos
que pueda causar, el COVID- 19 es extremadamente agresivo y debe ser atendido
con propiedad, científicamente y con una inversión importante de recursos, no con
propaganda y desinformación; en algún momento saldrá a la luz pública cómo el
gobierno revolucionario de Nicolás Maduro permitió que la población más
vulnerable, la de ancianos y enfermos crónicos, estuvieran expuestos y fueron
sacrificados al hambre y la falta de atención médica, que una de sus
principales omisiones fue no haber permitido, por razones políticas, la entrada
al país de la ayuda humanitaria en el momento que se requería.
Queda para los próximos artículos seguir explorando la
inmensa cantidad de ideas y reflexiones de los filósofos sobre este importante
momento para la raza humana. - saulgodoy@gmail.com
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