Acabo de ver dos películas extraordinarias que tienen que
ver con un mismo tema, el atentado a la vida de Hitler y el subsiguiente golpe
de estado del 20 de julio de 1944, ambos fracasados. La primera película es una
producción alemana, Rommel (2012),
del director Niki Stein, con el extraordinario actor Ulrich Tukur (el mismo que
hace el papel de director de la Stassi
en la cinta La Vida de los Otros); Valkiria (2008) es la segunda película,
dirigida por Bryan Singer y protagonizada por la superestrella de Hollywood Tom
Cruise.
Desde situaciones y personajes diferentes, ambas obras nos
develan los complicados mecanismos de un golpe de estado contra un gobierno
tiránico, cómo la resistencia alemana, desde lo profundo de la maquinaria
militar más mortífera del mundo, se preparó para sortear los escollos y acabar
definitivamente con el cada vez más errático Adolfo Hitler, que insistente e inevitablemente, llevaba a
Alemania a la peor derrota militar en su historia.
El período histórico es terrible: Alemania se encuentra
recibiendo derrota tras derrota en el frente oriental, en lo que los rusos
llamaron “el año de los diez golpes” empezando con la liberación de Leningrado,
ese mes de junio-julio el ejército
alemán pierde en Minks y Vilnius 30 divisiones, un derrotero muy
distinto del comienzo de la campaña contra Rusia y del avance espectacular que
tuvieron las tropas, al punto de sitiar las principales ciudades incluyendo
Moscú, los rusos resultaron un enemigo temible y en un espectacular revés, con
la ayuda de los aliados proporcionando material de guerra y apoyo logístico, diezmaban
sistemáticamente las mejores divisiones de las fuerzas armadas alemanas.
En el frente occidental se prepara el desembarco de las
fuerzas aliadas en Normandía, razón por la cual encontramos al General Erwing
Rommel, el héroe del Afrikan Korps y
uno de los ídolos del publico alemán, dirigiendo las defensas en Francia,
esperando este ataque, para el cual el ejército alemán no está preparado, pues
no cuenta ni con tropas, ni materiales, ni la logística adecuada para atender
una costa tan amplia.
Los aliados los tienen distraídos en la punta de Calais,
el lugar más cercano y más lógico para un desembarco, y el más natural para
tomar la playa en el continente, pero resultó ser Normandía, en medio de un muy
mal tiempo, donde finalmente se dio el día “D”, acción que toma por sorpresa incluso
al viejo zorro de Rommel, que para colmo de la mala suerte, se encuentra con su
familia celebrando el cumpleaños de su esposa, lejos del frente.
Hitler se encuentra en muy mal estado físico y mental, está
enfermo, funcionando gracias a un cocktail de drogas para aliviar sus
depresiones, paranoias, insomnio y exaltados arranques… se ha aislado del
mundo, no ha vuelto aparecer en público, sólo permite el contacto con personas
de su entera confianza, excepto por aquellas reuniones, que se veía obligado a
sostener con su alto mando militar para llevar a cabo las estrategias de las
campañas. El hombre ha sobrevivido 14 atentados fallidos contra su vida, de los
cuales ha salido milagrosamente ileso, apenas con rasguños y contusiones; una
buena parte de ellos fueron abortados al último minuto; en otros, la bombas no
funcionaron; y aún en los restantes, los asesinos no pudieron acercarse al Führer…
a fuerza de estos eventos diseñados para acabar con su vida, se sembró en su
ánimo una desconfianza y un temor que lo han mantenido lejos de sus cuarteles
generales en Berlín.
Su mente divaga y sus expectativas se hacen cada vez más
ilusorias, espera de sus fuerzas el sacrificio máximo, relama la inmolación de
sus tropas en el campo de batalla, mientras que la economía, que debería
sustentar este esfuerzo, se derrumba y esto repercute en las exangües líneas de
abastecimiento de combustible, municiones, comida y demás pertrechos; sus
arranques de ira son tan violentos que sus generales temen darle las malas
noticias que se acumulan, día a día en sus despachos, pero todos saben que la
derrota es cuestión de tiempo.
También se ha colado información sobre las matanzas de
civiles en las zonas ocupadas, los campos de concentración y el exterminio de
los judíos, situación inaceptable para las viejas familias de la aristocracia
alemana, que tienen representantes entre la oficialidad. En ambas películas es interesante
el deslinde expreso que hacen algunos generales de estas acciones de los nazis,
dicen, no tienen nada que ver con los militares, una cosa es el partido y otra
la institución profesional de las armas; los soldados de Alemania pelean por
causas justas, no son criminales.
En una escena de Valkiria,
Goebles, jefe político del régimen, le pregunta al jefe de las reservas de
Berlín si es un nacionalsocialista auténtico, antes de pasarle a Hitler al
teléfono para demostrarle que el Canciller ha sobrevivido al atentado… y ese es
el problema fundamental de los partidos socialistas únicos, pretenden incluir a
todas las instituciones del estado dentro del orden partidista y los “entuban”
en sus objetivos políticos que, muchas veces, contradicen la misma esencia y
naturaleza de sus organizaciones.
Pero el juramento que han tomado todos los militares, de
obediencia absoluta a la voluntad de Hitler, los pone en el compromiso de tener
que asumirse como traidores si llegaren a ir en contra del Führer,
con todas las consecuencias que eso implica. En ambos films los directores
hacen patentes estas contradicciones que atormentan a sus personajes, por un lado
no quieren que sus soldados sigan muriendo de manera tan inútil y que el país
caiga en manos de sus enemigos, por otro lado, Hitler ha logrado confundirse
con el destino de la nación, por lo que ir en su contra es un delito de alta
traición, y la traición se convierte en una deshonra para esos hombres educados
y entrenados en un estricto orden militar, donde la obediencia es la norma y la
lealtad al Comandante Supremo su razón de ser.
Lo que se recoge fundamentalmente en ambos trabajos es lo
difícil y delicado que es conspirar y que todo salga de acuerdo a un plan; de
hecho, uno de los generales dice en Valkiria:
“En ningún plan militar las cosas salen
de acuerdo al plan”, pero eso parte esencial del carácter de un oficial, su
capacidad de improvisar sobre la marcha, de sobreponerse a cualquier dificultad,
que fue lo que intentó hacer el Coronel Claus von Stauffenberg, interpretado
brillantemente por Tom Cruise, el cual, a pesar de no tener en claro si Hitler
había sobrevivido a la bomba, que él personalmente puso en el LairWolf (la Guarida del Lobo, como se
llamaba ese retiro que tenía Hitler en los bosques al este de Prusia), continuó
con su plan de un golpe de estado, hasta que todo se derrumbó.
Una de las grandes desventajas de un atentado contra un
Comandante en Jefe y de dar un golpe de estado, es lo complicado que resulta implicar
y confiar en la cantidad de gente que debe estar involucrada en una aventura
como ésta, necesaria para que no queden cabos sueltos; entre ese gentío siempre
hay soplones, cobardes que se “rajan” al último momento, que tiran la toalla en
el punto crucial, indecisos, oportunistas, ésos que se venden… pero, sobre todo,
reina el miedo, miedo a fracasar y enfrentar un pelotón de fusilamiento o un
juicio militar, a desgraciar su vida y la de su familia, sobre todo en caso de
líderes sin escrúpulos y con tendencias asesinas, que al descubrir el complot
en su contra no escatiman darles el peor final posible, en medio de pavorosas
torturas y una muerte lenta y con mucho sufrimiento.
Por ello es que la recompensa debe ser tan atractiva como
el castigo, el premio debe ser principalmente el poder y la gloria, cargos
importantes en el nuevo gobierno, resolver los problemas de estabilidad
económica y las carreras de sus participantes, pasar a la historia como héroes,
contar con el agradecimiento de toda la nación…
Algunos de los personajes de estas películas prefirieron,
como fue en la vida real, dejarle todo a la providencia y no asumir riesgos; a
pesar de que Alemania se despeñaba en la noche más oscura, prefirieron no hacer
nada, que el destino decidiera por medio de la derrota militar sin importar el
costo, como dirían aquí en Venezuela, “El
tiempo de Dios es perfecto”, que es
la excusa ideal para cruzarse de brazos y no involucrarse en salidas heroicas,
prefiriendo esperar y esperar, y esperar…
Gobiernos totalitarios como el de Hitler, con una policía
secreta y despiadada como las SS,
conformada mayormente por fanáticos, creyentes en oscuras leyendas y mitos,
confabulados con la magia y ritos para iniciados, se convierten en grupos de
exterminio a la orden del tirano para perseguir de manera implacable a sus
enemigos, para condenar detractores sin detenerse en procesos ni juicios.
Rommel fue para su tiempo el Mariscal de Campo con mayor
popularidad en Alemania, sus hazañas y leyenda lo hicieron la figura más
querida y respetada, su trato a las tropas, a sus enemigos derrotados, a sus
mismos oficiales, era de tal caballerosidad y equidad que era un ejemplo de lo
que un buen alemán debería ser… hasta el mismo Hitler le reconoció tal
hidalguía.
Cuando su nombre apareció involucrado entre los
conspiradores (sabía del movimiento sedicioso, algunos de los oficiales le
pidieron se involucrase, pero se negó a participar, aunque nunca los delató, no
le gustaba particularmente la idea de asesinar a Hitler, aunque él era uno de
los que había sufrido los desplantes del errático Führer, y era uno de los mejor
enterados del desastre militar que tenían en puertas), cuando la SS lo arrestaron, por órdenes de Hitler se
le ofreció la salida honorable del suicidio, de esa manera su familia no sería
tocada, disfrutaría de su pensión como Mariscal, tendría un funeral de estado.
Rommel aceptó, ingiriendo un potente veneno cuya acción era
de tres segundos; los medios oficiales dijeron que había muerto por un derrame
cerebral. Paradójicamente, a los pocos meses, ya el gobierno había caído, los
rusos tomaron Berlín y Hitler se suicidaba en su bunker.
Cuando la Operación Valkiria fracasó, Stauffenberg fue
fusilado en el acto y, con él, cayeron 7.000 personas arrestadas, de las cuales
fueron ejecutadas 4.980. Aunque los golpistas fracasaron en su intentona, sí
lograron que Hitler se despeñara por el abismo de la locura.
Ambas películas son muy buenas y apegadas a la
investigación histórica más reciente; en la película Rommel, tiene un breve papel la actriz Vicky Krieps, cuya inusual
belleza fue desplegada, junto a la imagen de ese monstruo de la pantalla,
Daniel Day-Lewis, en ese otro film, esta vez sobre moda, El Hilo Fantasma… supuestamente, el último trabajo para el cine de
Day-Lewis.
Valkiria, era el nombre clave de un plan que había
diseñado Hitler, en caso de un levantamiento en su contra o de un estado de
conmoción, para utilizar a la reserva militar y retomar el control del país, el
coronel Henning von Tresckow (interpretado en Valkiria por el primer actor británico Kenneth Branagh) fue quien
modificó el plan Valkiria y usarlo para dar un golpe de estado en contra de los
nazi, apresando a todo el mando militar de Berlín incluyendo a los mandos de la
SS, pero Tresckow fue reasignado al frente oriental, dejando encargado de la
conspiración al joven oficial Stauffenberg, quien gracias a su resolución,
llevó a cabo Valkiria en contra de todo pronóstico, pero cometió un error
garrafal, dejó a Hitler vivo, no se aseguró de su muerte, y cuando un líder
tiene tanto arraigo y poder, es un riesgo enorme tratar de dar un golpe con el
demonio del gobierno suelto.
Ninguno de estos hombres que conformarían el nuevo
gobierno en Alemania eran demócratas, todos eran profundamente conservadores,
nacionalistas y autoritarios, uno de los problemas que tenían en sus reuniones
para planificar el día después del golpe, era que hacer con todos los territorios
conquistados, muchos de ellos querían conservarlos, pero sabían que sería un
obstáculo serio cuando negociaran la paz con los aliados.
Lo que uno aprende de estas películas es que los golpes
de estado son una volatil combinación de disciplina, planificación, valor,
compromiso, confidencialidad, y mucha, pero mucha suerte. Las películas están
muy bien producidas, las historias bien escritas y las actuaciones son de
primera, si desean sumergirse en estas intrigas, no hay mejor opción. – saulgodoy@gmail.com
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