jueves, 11 de junio de 2020

Las reglas del juego



Mi último artículo ha traído las reacciones habituales por parte de una gran mayoría de venezolanos, que todavía insisten en jugar con reglas de juego que el chavismo controla y viola cuando le da la gana; estas reglas de juego están imbricadas en la norma constitucional y en todo el cuerpo legal de normas usuales que, hasta el momento, han prevalecido en la práctica politica.
Para ilustrar lo que quiero decir, los venezolanos nos hemos acostumbrado a seguir unas reglas de conducta, algo así como unos corrales y mangas por donde circulamos para llegar de un punto A a un punto B; es una ruta que hemos internalizado y recurrimos a ella de manera “natural”, vale decir, aprendida. Y no quiero decir con esto que los venezolanos seamos un pueblo absolutamente normativo y obediente de las leyes, de hecho, somos un poco anarquistas y, cuando no hay una figura de autoridad presente, es común que relajemos la norma y actuemos a nuestra conveniencia.
Pero en política la cosa cambia; una gran mayoría de venezolanos nos atenemos ciegamente a la norma (excepto los chavistas que, como buenos revolucionarios, obligan a los demás a cumplirlas aunque ellos creen estar por encima del orden legal y lo usan a discreción, de acuerdo a sus fines), la norma política nos entra en la sangre porque el gobierno tiene sus órganos represivos atentos a que éstas se cumplan, cualquier desviación es castigada, muchas veces de manera brutal (un claro ejemplo son las normas acerca de las protestas pacíficas y legítimas para reclamarle al estado ciertas obligaciones).
El chavismo es una corriente política militarista, autoritaria y totalitaria; es esencialmente antidemocrática y, por su naturaleza revolucionaria, no tiene palabra, no cumple compromisos ni respeta los acuerdos logrados… en pocas palabras, no se puede negociar con él.
Sabe que está dentro de nuestra naturaleza jugar de acuerdo a las normas y que, entre otras muchas condiciones, somos esencialmente cómodos y predecibles; por ello, jugar con reglas claras nos da seguridad, aun cuando la contraparte, el gobierno, no las cumpla.
A esto se suma que los partidos políticos de la supuesta oposición socialista, que son colaboracionistas, tienen un acuerdo con el gobierno revolucionario; Guaidó y compañía (el G-4, la MUD, el FA, la oposición alternativa, la pequeña mesa, la CEV, etc.) se han encargado de mantener a los venezolanos bajo control, sin reacciones violentas, sumisos, aguantando el castigo, hincando la cerviz ante el dominio oprobioso del chavismo cubano; para ello utilizan palabras claves que tienen resonancia en nuestra psique de hombres-masas, palabras como “constitucional, pacífica, electoral, inclusiva, cristiana, democrática…”    
Tenemos 21 años respondiendo a estas claves mentales, muchas de las cuales tienen la consistencia de memes altamente manipulados y cuyos significados han perdido sentido, justamente por las contradicciones ente el concepto y la realidad, este desfase entre el término y su significado, nos retienen en un estado de estupor bovino, respondiendo dócilmente a los corralitos de cada una de las elecciones que el gobierno organiza para nosotros… al final resulta que estas jornadas electorales funcionan para su beneficio, es decir, para legitimarlos en el poder “para siempre”, como a ellos gusta decir.
Una de las preguntas recurrentes que me hicieron por mi artículo, fue, “bueno, está bien, no vamos a votar, ¿Pero cuál es el plan? ¿Qué vamos hacer?”.
Yo creo que tenemos que cambiar de paradigma para derrotar al chavismo; tenemos que ser más inteligentes que nuestro enemigo (espero que nadie se crea eso de que ellos son venezolanos, como usted o como yo, porque nacieron aquí; son nuestros enemigos, a los chavistas no les importa hacernos daño con tal de conseguir sus propósitos, cualquier otra consideración distintas a verlos como nuestros opresores significaría jugar para ellos, por lo menos tratémoslos como ellos a nosotros, como cosas, como simples medios para lograr fines, de esta manera les aplicamos una de reciprocidad).
Lamentablemente, muchos de los intelectuales de nuestra oposición, profesionales del derecho, politólogos, economistas, planificadores, estrategas, técnicos electorales, sociólogos, psicólogos, comunicadores sociales y demás especialidades de las ciencias y las humanidades, aun cuando en otras circunstancias de sus vidas y profesiones recurren a otras formas de pensamiento y otras herramientas del conocimiento, cuando se trata de política, caen en la mediocridad y la más absoluta falta de imaginación.
Esto tiene una explicación, la mayor parte de los venezolanos somos personas muy cómodas, cuando se trata de política, siempre se espera que “otro” haga el trabajo, afortunadamente hay un núcleo de venezolanos responsables, muy activo, que son los que se han movido para hacer la verdadera oposición al régimen, pero son minoría y no muy populares, les están negados los medios de comunicación masivos, son tildados de “radicales” y no son “políticamente correctos”, pero son los que han llevado la carga principal de nuestra lucha por la libertad.
Hay un autor al que he estudiado con mucho cuidado, se llama Martin Fishbein y tiene un método que llama La Aproximación de la Acción Razonada, y tiene que ver con la manera como las personas se organizan para actuar en la vida, en diversas situaciones y a la espera de distintos resultados. Fishbein habla de una discurso lineal, altamente razonado (con una lógica jurídica impecable) y encadenado a la costumbre y al deber ser, esto quiere decir, que se trata de un tipo de razonamiento que pretende ser exigible y obligante, no importa si da o no resultados.
Cuando los venezolanos actuamos en política, no salimos de una forma rígida y absolutamente primitiva de pensar y actuar, que tiene su línea de razonamiento (mayormente leguleyo y principista), pero, frente a un rival como el chavismo, la fórmula se hace inoperante, absolutamente inservible, pero la seguimos utilizando a pesar de que una y otra vez nos estrellamos en nuestro intento de conseguir resultados.
La Acción Razonada de la oposición venezolana se encuentra bien dispuesta en nuestra Constitución Nacional, la Constitución chavista, la mejor del mundo, que la tenemos atada al cuerpo como si fuera un cilicio de púas que rompe nuestra carne y nos martiriza, con ese tormento parecemos gozar algún tipo de éxtasis… de otra manera, hace ya mucho tiempo habríamos dejado de actuar para regresar al mismo punto, como si fuéramos unos porfiados.
El juego electoral, en particular, se rige por normas respetadas únicamente por nosotros, por el grueso de la sociedad civil organizada, y le hemos delegado a las organizaciones políticas que nos representen ante el régimen, que no tiene ninguna intención de respetar las normas así sean constitucionales, las normas electorales se han ido degradando en su cumplimiento para favorecer exclusivamente a quienes detentan el poder, y ha llegado un punto en que estamos trabajando bajo el esquema mental de un idiota, que entra a un juego de cartas, que no conoce, para apostar todo su dinero y perderlo; mientras, el gobierno hace lo que quiere, designa el árbitro electoral como quiere, a quien quiere, por el tiempo que le convenga y pasándose por el forro de las gónadas la letra de la ley… ellos interpretan libérrimamente eso de: “árbitros imparciales y sin militancia política”.
Pero tenemos el problema que como nuestros partidos políticos se sumaron a este desmontaje de la norma electoral, y esta era la única vía contemplada en nuestra constitución para garantizar la alternabilidad en el poder, que los gobiernos malos se vayan y que los nuevos tengan su oportunidad de llegar al poder, nos encontramos en un aparente callejón sin salida.
De allí que, aparentemente, la única opción que tenemos es seguir concursando en estas justas electorales amañadas, hasta que por alguna circunstancia extraordinaria (participación masiva y unitaria de los votantes, descuido de los árbitros electorales en funciones, fraude inocultable y con pruebas, reacción de la comunidad internacional desconociendo los resultados, y voluntad de reclamar la victoria por parte del candidato (o candidatos), se haga imposible obtener un cambio de gobierno por la ruta electoral.
Debo dejar constancia que varios de estos elementos se han dado en mayor o menor medida, al punto que el sistema electoral venezolano este bajo observación internacional, y que reine una desconfianza absoluta acerca de sus resultas, pero sigue siendo la única manera de lograr un cambio de gobierno por la vía política.
¿Qué hacer entonces?
En este sentido hay varias ideas en el tapete:
1-      Hacer una depuración de los partidos colaboracionistas y que le hacen juego al régimen de Maduro, ya todos sabemos cuáles son, con ellos no vamos al baile.
2-      Que las organizaciones políticas responsables de la verdadera oposición se reúna en secreto y trace su estrategia, con el compromiso de parte del electorado, de una movilización masiva y sin preguntas al momento de requerir su presencia en algún acto electoral y principalmente en el día de la votación, todos entubados.
3-      Que el electorado no pida planes, ni explicaciones, ni programas, será una cita a ciegas y de una contundencia innegable, los candidatos serán mantenidos en secreto hasta último momento, habrá una sola vocería.
4-      Que se tengan los soportes, testigos, observadores, listos para recoger las denuncias y pruebas de posibles fraudes.
5-      No abandonar las calles hasta que sea proclamado un nuevo gobierno.
6-      La única persona que podría hacer este acto con profesionalismo, valentía y pleno conocimiento del ambiente electoral, es María Corina Machado.

Creo que es la única manera de derrotar al régimen utilizando la vía electoral vigente.  
saulgodoy@gmail.com








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