domingo, 28 de junio de 2020

Los medios en tiempos de pandemias





Tres periódicos hostiles son más de temer que mil bayonetas
Napoleón.

En un mundo como el que vivimos, la política sería impensable sin medios de comunicación masivos, Marshall McLuhan creía que los medios eran parte esencial de la política, de hecho, decía que sin la prensa el gobierno sería una gran confusión de instancias haciendo cada una lo suyo, sin coordinación ni plan, los medios, principalmente la televisión, la radio y la prensa escrita, le imprimen a la acción gubernamental una relación entre sus partes, hacen de las noticias un gran mosaico de piezas que motivan el interés del público, pues llevan estas acciones a relacionarlas con temas de interés para las diferentes comunidades.
Aumentada esta cobertura por la velocidad de las comunicaciones digitales, los gobiernos del mundo en los países democráticos, se encuentran bajo constante escrutinio, vigilancia y crítica, esto, hace que la política sea un ejercicio dinámico y siempre perfeccionándose, en los países totalitarios, suprimida la libertad de prensa, los gobiernos se ven obligados a crear sus propios medios, con el exclusivo propósito de auto promocionarse, de hacerse propaganda, de eludir justamente críticas y evadir responsabilidades, lo que crea un ambiente social opresivo y sofocante, debido justamente a la falta de información útil y al momento.
Dice McLuhan en su importante obra Understanding Media (1964), viendo hacia el futuro: “A medida que la velocidad de la información se incrementa, la tendencia política es dejar atrás la representación y la delegación de los constituyentes, y que la comunidad se involucre cada vez más en la toma de decisiones.”
En Venezuela esto no ha resultado así, debido entre otras cosas, por la influencia del socialismo en la política, principalmente en las organizaciones políticas, en la educación y en las empresas, nombro estas tres porque allí radica nuestro principal problema, un problema inminentemente de carácter ideológico que incapacita a muchos venezolanos a ser garantes y promotores de su propia independencia, con lo que la figura del estado se hace necesaria y omnipresente.
No hablemos de los sindicatos y gremios, de los militares, de la Iglesia, de las principales instituciones culturales, todas están permeadas por esta necesidad de una constante intervención y arbitraje del estado, con una visión del hombre colectivizada, con una idea de que el país es una masa informe de hombres y mujeres en constante necesidad de que el estado les dé, les provea de sus principales necesidades, les garantice su supervivencia, éxito o permanencia de sus estilos de vida.
Pero hay un problema, o mejor dicho, una enorme zanja o brecha que divide a la sociedad de los gobiernos, y es que reiteradamente la sociedad no está en capacidad de entender y procesar los mecanismos de gobernabilidad, ni los gobiernos se esmeran en explicarlos, o tan siquiera, darlos a conocer, de modo que, nos encontramos con gobiernos que desprecian la opinión pública por estar pobremente informada, y una opinión pública que piensa que el gobierno es un atajo de malhechores o ineptos, y en el medio de esa zanja, se encuentran los medios de comunicación.
Según algunos investigadores los políticos tienden a mover la opinión pública hacia donde los partidos quieren ir en términos de políticas públicas, y no en responder a lo que la gente quiere, para ello tratan de manipular a la opinión pública y a utilizar a los medios para tales propósitos, en países democráticos y donde las elecciones funcionan, los políticos que no dan respuestas a la voluntad de la gente, son castigados, revocando su mandato y otorgándoselo a quien sí se ofrece a caminar con sus electores ese trecho extra para cumplir con la voluntad popular.
Pero en países totalitarios, donde las elecciones son manipuladas, a los gobernantes no les importa gobernar para la gente, pues cumple solamente con los planes y la voluntad de los jefes de los partidos únicos, que tienen el poder de removerlos de sus cargos o de elevarlos en los niveles de poder gracias a su lealtad o sumisión; en países autoritarios y con la política secuestrada por los partidos únicos, se impone una sola voluntad y una sola visión de nación, no hay discusión por lo tanto no hay intercambio de ideas.
Esta falta de medios libres, sin libertad de expresión y el derecho a estar informados, cuando se trata de un simulacro, cuando el estado trata de hacerse pasar por lo que no es, produce unos medios que tratan de ser híbridos entre medios de comunicación del estado y medios de comunicación privados.
En un estado totalitario es fácil identificar sus medios, primeros, son los únicos que existen (de allí publicaciones como el Pravda o Itzvetia, o Radio Moscú o las televisoras nacionales con su programación uniforme) son la única fuente de información, a excepción de los rumores, del chisme, de los panfletos subversivos, de las emisiones y publicaciones extranjeras, en el caso de Internet vemos como en China estas informaciones son estrictamente controladas por la censura oficial.
Pero en un país como Venezuela, que aun siendo totalitario pretende ser democrático, donde sus medios han estado desde hace mucho tiempo, incluso en lo que llamamos los 40 años de democracia, bajo un férreo control estatal, la libertad de expresión se ha convertido en un lujo, y esa situación de desinformación, de hegemonía comunicacional por parte del estado y de censura y autocensura no sólo ha creado un espejismo de país, sino a un público infantilizado, dependiente, sin voz ni ideas propias, cuyos principales problemas existenciales pretenden ser resueltos en una elección, o con la afiliación a un partido político, o con un presidente aprobando por decreto, en cadena nacional,  la manera en que el pueblo va a vivir, comer y morir.
El chavismo está mandando en Venezuela desde hace 21 años no por un conjuro mágico de unos brujos paleros en Matanzas, Cuba, ni por un error de estrategia política de los partidos del establishment, ni por un golpe militar, el chavismo nos sigue haciendo la vida tiritas porque se lo permitimos, porque nuestras organizaciones políticas, nuestro sistema educativo y nuestros empresarios se lo han permitido, porque nuestro pueblo fue acondicionado mentalmente para soportar esta situación, y quizás algo peor.
¿Y cuál es la prueba que soporta mi alegato? Allí están los partidos políticos preparándose para otra gran fiesta electoral con un CNE que no vale ni medio en credibilidad, lo que dice mucho del concepto que tienen de democracia, allí están los empresarios cambiando de colores como los camaleones, aceptando viles imposiciones de un gobierno que los tiene a todos ensartados en una vara y rostizándolos a fuego lento, haciendo con ellos lo que les da la gana, exprimiéndole cualquier ganancia posible, así está la banca, la industria y el comercio, y mientras esto les ocurre, sus representantes diciendo que ellos son unos héroes, unos mártires al servicio de la patria porque siguen trabajando y produciendo a pesar de las circunstancias.
Por mucho tiempo hemos estado concentrando nuestro problema como país en un asunto meramente político, de los partidos y sus líderes, de la manera como entendemos la democracia, y no nos hemos dado cuenta del daño acumulativo que toda la población ha sufrido con estos gobiernos híbridos, que dicen ser democráticos pero que en realidad son autoritarios y fascistas, nuestros empresarios, por ejemplo no son unos héroes porque producen a pesar de las peores circunstancias posibles, producen porque la actividad les da para mantenerse, porque eso es lo que saben hacer y lo hacen bien, pero no son más héroes que un agricultor que vuelve a sembrar su campo a pesar de las condiciones adversas, ni del militar que vuelve cada mañana a ponerse su uniforme para servir a una institución cada vez más anarquizada y sin sentido.
Nadie en Venezuela deja de hacer lo que deben hacer, bien sea por rutina, por necesidad o por gusto, de otra manera ¿De qué viven? ¿Que van hacer en medio de un mundo tan convulsionado como éste?, muchos empresarios no tienen alternativa que tener al estado como socio principal en sus emprendimientos, por lo menos se garantizan el día a día, mientras engordan al cochino.
¿Y en educación? He allí nuestra principal tragedia, dirigida por alguien quien fue un humilde maestro de escuela y es hoy uno de los hombres más ricos de Venezuela, su estilo de vida habla por él, ¿Y que hace para que el gobierno lo tenga como un Joker, jugando cualquier posición donde necesiten un incapaz? Pues embrutecer a nuestra juventud, llevarla al oscurantismo más absoluto, terminar de una vez con la escuela y sepultar la inteligencia, órdenes directas de Cuba, y va tan bien encaminada esta labor de desahucio, que ya hay colectivos quemando bibliotecas enteras en las universidades del país.
Pero hagamos un alto en este deprimente escenario ¿Qué tienen que ver los medios de comunicación masiva con todo esto?, bueno, tiene que ver con todo, los medios no son ajenos a nuestra realidad, empezando porque la mayoría de ellos son empresas privadas, manejadas por empresarios que debería tener algún tipo de independencia y autonomía, pero ninguno la tiene, todos dependen absolutamente del estado, es decir, del PSUV, de Nicolás Maduro… y nadie se atreve a decir o hacer algo diferente porque los recuerdos de RCTV y Globovisión, la original, todavía están recientes en la memoria colectiva; la prensa escrita es un desastre, se debaten entre la denuncia y lo políticamente correcto, y para que no pataleen muy duro, el estado les cierran de cuando en vez algún medio de provincia o meten preso a un editor rebelde, pero lo que les resulta más placentero es cazar periodistas en la calle haciendo su labor y desapareciéndolos, y si son mujeres, mucho mejor, de eso han hecho un arte.
¿Y la radio? La pobre radio, poniendo música y haciendo entrevistas con personalidades, artistas e influencers, mientras más lejos de política, mejor, autocensurándose como los buenos, interrumpiendo a sus entrevistados para leerles el catecismo que le escribieron en algún sótano del helicoide, diciéndoles lo que se puede o no decir y como decirlo, una pena, pues escucho a locutores que se les nota que no quieren hacerlo, pero dependen de ello, si no lo hacen no hay negocio, porque los medios, algunos, son todavía un buen negocio, siempre recordando que tienen al socio mayoritario siempre sobre ellos, observándolos, escuchándolos y corrigiéndoles la plana.
De modo que nuestros columnistas, opinadores, expertos, analistas, críticos, académicos, entrevistados, son siempre los mismos, gente políticamente correcta, insípida, inodora, todos con la misma textura, lisos y suaves, sin una verruga que asome en su rostros, empresarios que son a su vez sindicalistas, políticos de la oposición que son socialistas, banqueros que tienen al estado como principal cliente, economistas que creen que el Petro tiene oportunidad en el mundo de las criptomonedas, industriales que permiten que el socio mayoritario les maneje la distribución y le ponga precio a sus mercancías, analistas que creen que manipulando encuestas se hacen necesarios para el PSUV…
No hay manera de que el venezolano tenga información confiable y oportuna, por lo que todas sus decisiones están mediadas por influencers que se creen demócratas y liberales, pero que viven en Miami, saliendo por esa televisión alternativa, YouTube, con los mismos invitados de siempre, pero a Dios gracias tenemos eso que llaman los medios sociales, el internet, tratando de sobrevivir en un medio errático e intermitente, desesperadamente lento y poco confiable, lleno de trampas y de algoritmos que remiten cualquier mensaje a los nidos de piratas informáticos al servicio del PSUV, dispuestos a caerle a cualquier twittero con todo el peso de la ley por estar promocionando el odio social y la violencia, y llevarlo a rastras a las mazmorras de Roca Tarpeya.
Afortunadamente hay periodistas en el exilio que han logrado hacer varios frentes desde donde investigan y descubren esa otra Venezuela que nos está negada conocer en el país, y develan los grandes negociados y andanzas de los revolucionarios disfrazados de gente buena, de tesoros ocultos aguardando por tiempos mejores, de crímenes sin castigo que son negados a pesar de la evidencia y los procesos abiertos.
Como pueden ver, en esas condiciones, nuestros medios de comunicación masivos privados están al servicio del mejor postor en ese mundo político que describía McLuhan, solo que en el nuestro, no hay mosaico, ni alternativa, ni información, que no pase por las manos del Gran Hermano y la entube, en un solo y aburrido mundo en blanco y negro.  -   saulgodoy@gmail.com




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