Tres periódicos
hostiles son más de temer que mil bayonetas
Napoleón.
En un mundo como el que vivimos, la política sería
impensable sin medios de comunicación masivos, Marshall McLuhan creía que los
medios eran parte esencial de la política, de hecho, decía que sin la prensa el
gobierno sería una gran confusión de instancias haciendo cada una lo suyo, sin
coordinación ni plan, los medios, principalmente la televisión, la radio y la
prensa escrita, le imprimen a la acción gubernamental una relación entre sus
partes, hacen de las noticias un gran mosaico de piezas que motivan el interés
del público, pues llevan estas acciones a relacionarlas con temas de interés
para las diferentes comunidades.
Aumentada esta cobertura por la velocidad de las
comunicaciones digitales, los gobiernos del mundo en los países democráticos,
se encuentran bajo constante escrutinio, vigilancia y crítica, esto, hace que
la política sea un ejercicio dinámico y siempre perfeccionándose, en los países
totalitarios, suprimida la libertad de prensa, los gobiernos se ven obligados a
crear sus propios medios, con el exclusivo propósito de auto promocionarse, de
hacerse propaganda, de eludir justamente críticas y evadir responsabilidades,
lo que crea un ambiente social opresivo y sofocante, debido justamente a la
falta de información útil y al momento.
Dice McLuhan en su importante obra Understanding Media (1964), viendo hacia el futuro: “A medida que la velocidad de la información
se incrementa, la tendencia política es dejar atrás la representación y la
delegación de los constituyentes, y que la comunidad se involucre cada vez más
en la toma de decisiones.”
En Venezuela esto no ha resultado así, debido entre otras
cosas, por la influencia del socialismo en la política, principalmente en las
organizaciones políticas, en la educación y en las empresas, nombro estas tres
porque allí radica nuestro principal problema, un problema inminentemente de
carácter ideológico que incapacita a muchos venezolanos a ser garantes y
promotores de su propia independencia, con lo que la figura del estado se hace
necesaria y omnipresente.
No hablemos de los sindicatos y gremios, de los
militares, de la Iglesia, de las principales instituciones culturales, todas
están permeadas por esta necesidad de una constante intervención y arbitraje
del estado, con una visión del hombre colectivizada, con una idea de que el
país es una masa informe de hombres y mujeres en constante necesidad de que el
estado les dé, les provea de sus principales necesidades, les garantice su
supervivencia, éxito o permanencia de sus estilos de vida.
Pero hay un problema, o mejor dicho, una enorme zanja o
brecha que divide a la sociedad de los gobiernos, y es que reiteradamente la
sociedad no está en capacidad de entender y procesar los mecanismos de
gobernabilidad, ni los gobiernos se esmeran en explicarlos, o tan siquiera,
darlos a conocer, de modo que, nos encontramos con gobiernos que desprecian la
opinión pública por estar pobremente informada, y una opinión pública que
piensa que el gobierno es un atajo de malhechores o ineptos, y en el medio de
esa zanja, se encuentran los medios de comunicación.
Según algunos investigadores los políticos tienden a
mover la opinión pública hacia donde los partidos quieren ir en términos de
políticas públicas, y no en responder a lo que la gente quiere, para ello
tratan de manipular a la opinión pública y a utilizar a los medios para tales
propósitos, en países democráticos y donde las elecciones funcionan, los
políticos que no dan respuestas a la voluntad de la gente, son castigados,
revocando su mandato y otorgándoselo a quien sí se ofrece a caminar con sus
electores ese trecho extra para cumplir con la voluntad popular.
Pero en países totalitarios, donde las elecciones son
manipuladas, a los gobernantes no les importa gobernar para la gente, pues
cumple solamente con los planes y la voluntad de los jefes de los partidos
únicos, que tienen el poder de removerlos de sus cargos o de elevarlos en los
niveles de poder gracias a su lealtad o sumisión; en países autoritarios y con
la política secuestrada por los partidos únicos, se impone una sola voluntad y
una sola visión de nación, no hay discusión por lo tanto no hay intercambio de
ideas.
Esta falta de medios libres, sin libertad de expresión y
el derecho a estar informados, cuando se trata de un simulacro, cuando el
estado trata de hacerse pasar por lo que no es, produce unos medios que tratan
de ser híbridos entre medios de comunicación del estado y medios de
comunicación privados.
En un estado totalitario es fácil identificar sus medios,
primeros, son los únicos que existen (de allí publicaciones como el Pravda o
Itzvetia, o Radio Moscú o las televisoras nacionales con su programación
uniforme) son la única fuente de información, a excepción de los rumores, del
chisme, de los panfletos subversivos, de las emisiones y publicaciones
extranjeras, en el caso de Internet vemos como en China estas informaciones son
estrictamente controladas por la censura oficial.
Pero en un país como Venezuela, que aun siendo
totalitario pretende ser democrático, donde sus medios han estado desde hace
mucho tiempo, incluso en lo que llamamos los 40 años de democracia, bajo un
férreo control estatal, la libertad de expresión se ha convertido en un lujo, y
esa situación de desinformación, de hegemonía comunicacional por parte del
estado y de censura y autocensura no sólo ha creado un espejismo de país, sino
a un público infantilizado, dependiente, sin voz ni ideas propias, cuyos principales
problemas existenciales pretenden ser resueltos en una elección, o con la
afiliación a un partido político, o con un presidente aprobando por decreto, en
cadena nacional, la manera en que el
pueblo va a vivir, comer y morir.
El chavismo está mandando en Venezuela desde hace 21 años
no por un conjuro mágico de unos brujos paleros en Matanzas, Cuba, ni por un
error de estrategia política de los partidos del establishment, ni por un golpe
militar, el chavismo nos sigue haciendo la vida tiritas porque se lo
permitimos, porque nuestras organizaciones políticas, nuestro sistema educativo
y nuestros empresarios se lo han permitido, porque nuestro pueblo fue
acondicionado mentalmente para soportar esta situación, y quizás algo peor.
¿Y cuál es la prueba que soporta mi alegato? Allí están
los partidos políticos preparándose para otra gran fiesta electoral con un CNE
que no vale ni medio en credibilidad, lo que dice mucho del concepto que tienen
de democracia, allí están los empresarios cambiando de colores como los
camaleones, aceptando viles imposiciones de un gobierno que los tiene a todos
ensartados en una vara y rostizándolos a fuego lento, haciendo con ellos lo que
les da la gana, exprimiéndole cualquier ganancia posible, así está la banca, la
industria y el comercio, y mientras esto les ocurre, sus representantes
diciendo que ellos son unos héroes, unos mártires al servicio de la patria
porque siguen trabajando y produciendo a pesar de las circunstancias.
Por mucho tiempo hemos estado concentrando nuestro
problema como país en un asunto meramente político, de los partidos y sus
líderes, de la manera como entendemos la democracia, y no nos hemos dado cuenta
del daño acumulativo que toda la población ha sufrido con estos gobiernos
híbridos, que dicen ser democráticos pero que en realidad son autoritarios y fascistas,
nuestros empresarios, por ejemplo no son unos héroes porque producen a pesar de
las peores circunstancias posibles, producen porque la actividad les da para
mantenerse, porque eso es lo que saben hacer y lo hacen bien, pero no son más
héroes que un agricultor que vuelve a sembrar su campo a pesar de las
condiciones adversas, ni del militar que vuelve cada mañana a ponerse su
uniforme para servir a una institución cada vez más anarquizada y sin sentido.
Nadie en Venezuela deja de hacer lo que deben hacer, bien
sea por rutina, por necesidad o por gusto, de otra manera ¿De qué viven? ¿Que
van hacer en medio de un mundo tan convulsionado como éste?, muchos empresarios
no tienen alternativa que tener al estado como socio principal en sus
emprendimientos, por lo menos se garantizan el día a día, mientras engordan al
cochino.
¿Y en educación? He allí nuestra principal tragedia,
dirigida por alguien quien fue un humilde maestro de escuela y es hoy uno de
los hombres más ricos de Venezuela, su estilo de vida habla por él, ¿Y que hace
para que el gobierno lo tenga como un Joker, jugando cualquier posición donde
necesiten un incapaz? Pues embrutecer a nuestra juventud, llevarla al
oscurantismo más absoluto, terminar de una vez con la escuela y sepultar la
inteligencia, órdenes directas de Cuba, y va tan bien encaminada esta labor de
desahucio, que ya hay colectivos quemando bibliotecas enteras en las
universidades del país.
Pero hagamos un alto en este
deprimente escenario ¿Qué tienen que ver los medios de comunicación masiva con
todo esto?, bueno, tiene que ver con todo, los medios no son ajenos a nuestra
realidad, empezando porque la mayoría de ellos son empresas privadas, manejadas
por empresarios que debería tener algún tipo de independencia y autonomía, pero
ninguno la tiene, todos dependen absolutamente del estado, es decir, del PSUV,
de Nicolás Maduro… y nadie se atreve a decir o hacer algo diferente porque los
recuerdos de RCTV y Globovisión, la original, todavía están recientes en la
memoria colectiva; la prensa escrita es un desastre, se debaten entre la
denuncia y lo políticamente correcto, y para que no pataleen muy duro, el
estado les cierran de cuando en vez algún medio de provincia o meten preso a un
editor rebelde, pero lo que les resulta más placentero es cazar periodistas en
la calle haciendo su labor y desapareciéndolos, y si son mujeres, mucho mejor, de
eso han hecho un arte.
¿Y la radio? La pobre radio, poniendo música y haciendo
entrevistas con personalidades, artistas e influencers,
mientras más lejos de política, mejor, autocensurándose como los buenos,
interrumpiendo a sus entrevistados para leerles el catecismo que le escribieron
en algún sótano del helicoide, diciéndoles lo que se puede o no decir y como
decirlo, una pena, pues escucho a locutores que se les nota que no quieren
hacerlo, pero dependen de ello, si no lo hacen no hay negocio, porque los
medios, algunos, son todavía un buen negocio, siempre recordando que tienen al
socio mayoritario siempre sobre ellos, observándolos, escuchándolos y
corrigiéndoles la plana.
De modo que nuestros columnistas, opinadores, expertos,
analistas, críticos, académicos, entrevistados, son siempre los mismos, gente
políticamente correcta, insípida, inodora, todos con la misma textura, lisos y
suaves, sin una verruga que asome en su rostros, empresarios que son a su vez
sindicalistas, políticos de la oposición que son socialistas, banqueros que
tienen al estado como principal cliente, economistas que creen que el Petro tiene oportunidad en el mundo de
las criptomonedas, industriales que permiten que el socio mayoritario les
maneje la distribución y le ponga precio a sus mercancías, analistas que creen
que manipulando encuestas se hacen necesarios para el PSUV…
No hay manera de que el venezolano tenga información
confiable y oportuna, por lo que todas sus decisiones están mediadas por influencers que se creen demócratas y
liberales, pero que viven en Miami, saliendo por esa televisión alternativa, YouTube, con los mismos invitados de
siempre, pero a Dios gracias tenemos eso que llaman los medios sociales, el
internet, tratando de sobrevivir en un medio errático e intermitente, desesperadamente
lento y poco confiable, lleno de trampas y de algoritmos que remiten cualquier
mensaje a los nidos de piratas informáticos al servicio del PSUV, dispuestos a
caerle a cualquier twittero con todo el peso de la ley por estar promocionando
el odio social y la violencia, y llevarlo a rastras a las mazmorras de Roca
Tarpeya.
Afortunadamente hay periodistas en el exilio que han
logrado hacer varios frentes desde donde investigan y descubren esa otra
Venezuela que nos está negada conocer en el país, y develan los grandes
negociados y andanzas de los revolucionarios disfrazados de gente buena, de
tesoros ocultos aguardando por tiempos mejores, de crímenes sin castigo que son
negados a pesar de la evidencia y los procesos abiertos.
Como pueden ver, en esas condiciones, nuestros medios de
comunicación masivos privados están al servicio del mejor postor en ese mundo
político que describía McLuhan, solo que en el nuestro, no hay mosaico, ni
alternativa, ni información, que no pase por las manos del Gran Hermano y la
entube, en un solo y aburrido mundo en blanco y negro. -
saulgodoy@gmail.com
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