Las elecciones en los Estados Unidos de Norteamérica se
acercan inexorablemente y en un clima altamente enrarecido. Hay en esta ocasión
dos nuevos factores que juegan un papel preponderante, por un lado la revuelta social
propiciada por la izquierda sobre el tema racial, a raíz de la muerte de George
Floyd en manos de la policía de Minneapolis, el otro es la pandemia del
coronavirus COVID-19 y el alto costo que ha tenido que pagar el pueblo de ese
país, sobre todo por el daño que ha ocasionado la cuarentena sobre la economía,
y la pérdida de empleos que ha golpeado a los estratos sociales más
vulnerables.
Para el pasado mes de marzo se acumulaban 3.3 millones de
solicitudes del seguro por desempleo, y esto sucedió en apenas días del inicio
de la cuarentena, las empresas han tenido que dejar ir a una buena parte de su
plantilla productiva debido a la crisis por el coronavirus, a mayor tiempo sin
actividad la economía entrará en una picada que será difícil detener, a pesar
del decreto de estímulo económico de 2,2 trillones de dólares para palear la
tremenda crisis, pero si hay alguien capacitado para frenar y revertir los
efectos de esta cuarentena obligada, y en el menor tiempo posible, es el
gobierno de Trump quien tiene en las manos las riendas de las políticas
públicas que afectan a las empresas financieras, industriales, comerciales,
tecnológicas del país, y que trata de equilibrar una seguridad sanitaria con la
imperiosa necesidad de que el aparato productivo y los mercados no se detengan
en su actividad.
Si en los tiempos post pandemia que vienen hubiere que
reinventar el trabajo, la producción, el consumo, la remuneración, los sistemas
de precios y el mercado, en base a un mundo donde el contagio es una amenaza
constante, donde el distanciamiento social sea una realidad perdurable, estoy
seguro que sería Trump y su gobierno los llamados a establecer las bases de ese
nuevo mundo, no Baiden y sus programas de una seguridad social universal, de
nuevas alternativas energéticas y rediseño social en base a los cambios
climáticos.
Este delicado equilibrio entre salvar vidas y empleos no
puede asumirlo un socialista, el país debe hacer algunos sacrificios, el
gobierno debe tener claridad en sus prioridades y asumir medidas
extraordinarias ante una situación igualmente extraordinaria.
El partido Demócrata, el barco insignia de la izquierda
norteamericana, no tiene un candidato a la altura y con la fuerza de Donald
Trump, por lo que están jugando la carta del descontento social, de las
reivindicaciones de clase, de las crisis y problemas que aquejan a diversos
sectores del país, razón por la cual, tanto la pandemia como el tema racial le
han venido de maravilla; lo que hicieron fue apuntar sus cañones contra el
desempeño del gobierno Republicano, asumiendo que pudo haber sido mejor, incluso,
que ha actuado en forma irresponsable en ambos temas.
Y los Demócratas tienen una artillería pesada de primer
orden; para nadie es una sorpresa, ni algo nuevo, el apoyo que tienen los
Demócratas en los principales medios de comunicación , en la prensa, la
televisión, radio, cine, publicaciones académicas, los cuales siguen implacables
con una crítica corrosiva y sin pausa contra la personalidad del Sr. Trump y su
entorno, en un fuego cerrado contra su gobierno, sin escatimar oportunidad para
disminuirlo, para resaltar sus debilidades, para crear desconfianza y
promocionar una inminente derrota electoral.
Cualquier persona que revise los principales medios
informativos en USA podría pensar que Trump y los Republicanos ya no tienen
ninguna esperanza de triunfo en las elecciones de diciembre; las perspectivas
que pintan de una nueva recesión económica, de los incontables muertos y
contagiados, producto de un desordenado manejo de la pandemia, de las
incontables protestas callejeras, derribos de estatuas, de resistencia civil
contra políticas racistas, de los movimientos urbanos por erradicar la fuerza
policial, el ambiente de miedo e incertidumbre por el futuro de la economía…
son condiciones catastróficas.
Los medios de comunicación están prestos para que cada
ciudadano que no le guste el gobierno y la gestión de Trump, me atrevería a ir
más lejos, cada persona que no tenga confianza en el sistema democrático y crea
que con el comunismo van a vivir mejor, tengan foro y la posibilidad de llegar
al gran público con sus reclamos; de manera que pareciera que en los EEUU nadie
quiere a Trump y todos están en contra del gobierno, pero eso no es verdad, se
trata de una de esas trampas mediáticas en las que la prensa politizada a favor
de los socialistas es experta en montar, en creérselas y en embarcar a sus
seguidores para vivir una ilusión.
La población negra en los EEUU, la más convenientemente
reivindicada por los medios izquierdistas, nunca ha estado tan bien como ahora,
en el gobierno de Trump, hoy mejor que antes tienen acceso a un trabajo bien
remunerado, a oportunidades de emprendimiento, a la educación, a las ciencias,
a las fuerzas armadas, al acceso a las ayudas sociales para sobreponer sus
necesidades de ascenso… la cuestión es ponerse con seriedad a sacar números, ver
a su alrededor y darse cuenta de que la realidad es muy diferente a como quieren
dibujarla los Demócratas. Es cierto que existen todavía atrasos y tareas por
corregir, que hay instituciones que necesitan ser remozadas, pero ya les viene
su hora; el paso de la historia es indetenible, la sociedad norteamericana es
multicultural, multiétnica, plural y abierta, y vivir en democracia es
evolucionar, adaptarse, ser siempre mejores y eso es lo que está sucediendo,
entre otras cosas, porque Trump no sólo lo está permitiendo, sino promoviendo…
y, si hay dudas, ¿Cuál ha sido su lema? Norteamérica Primero.
Y a este llamado de una Norteamérica cada día más
próspera y poderosa se han aunado los blancos de la América profunda, los
obreros y campesinos, los del norte y los del sur, porque tienen a alguien que
los está escuchado, que los ha organizado y movilizado políticamente; a pesar
de que los blancos han disminuido en número y probablemente sean minoría en
algunos años; éstos son sin duda el segmento demográfico más comprometido y
políticamente activo, y esa gente no es comunista, creen en los valores
individuales y en el trabajo, creen en la justicia y el orden, son fervientes
seguidores de los valores que inculcaron los padres fundadores de la patria, y
no van a dejar solo a Trump.
Igual sucede con las demás minorías, desde los nativos
americanos, los latinos, los asiáticos… no hay segmentos o grupos étnicos que
el presidente Trump no incluya en su llamado para retomar la grandeza y el
liderazgo mundial, para la prosperidad y la seguridad los alcance a todos, y en
su política exterior, para que esa fuerza y capacidad se extienda a todos los
aliados, amigos y asociados a los intereses norteamericanos.
Yo les escribo desde una pequeña nación latinoamericana,
de Venezuela, que ha sido tomada por asalto por las fuerzas oscuras del
comunismo internacional; en mi país se hace lo que ordena la Cuba comunista de
Raúl Castro, y esa dependencia colonialista absurda y bárbara está apoyada por
el comunismo internacional, los mismos que quieren que un narcotraficante sea
reconocido como un jefe de estado, que un asesino y un torturador tenga la
misma voz y derechos que otros jefes de estado de la comunidad internacional,
que a pesar de que tenemos presos políticos encarcelados y elecciones
trampeadas, sean validados como una democracia legítima…
Desde que el presidente Trump llegó al poder, esas
expectativas y planes del comunismo internacional se pusieron en evidencia, porque
ha demostrado lo terriblemente injusto y peligroso de esas propuestas para el
orden internacional y ha actuado, quizás no con la celeridad que muchos
venezolanos quisiéramos, entre otras cosas porque hemos sufrido carencias y
disminuciones de nuestros derechos humanos fundamentales… el sufrimiento ha
sido intenso pero, prácticamente, de los pocos que se han atrevido a ponerle un
parado a los avances de las fuerzas antidemocráticas en el mundo han sido el
Sr. Trump y su partido Republicano.
Y es sólo un ejemplo, su política exterior ha sido
asertiva y negociada, allí tienen la situación con China, con Rusia, con Corea
del Norte, con el surgimiento de la amenaza fundamentalista islámica en el
mundo, el presidente Trump ha sido fundamental para que occidente conserve su
integridad, luego de que el hemisferio fuera “ablandado” por el socialismo que
tanto mal ha hecho en los gobiernos de Europa e, incluso, en los mismos EEUU,
recordemos que fueron los líderes del partido Demócrata los que quería
entregarle el liderazgo del mundo a los comunistas.
En cuanto al manejo de la pandemia por parte de Trump, es
totalmente falso que hubiera una manera “correcta” y establecida en un manual
para enfrentar un contagio tan agresivo y sorpresivo como el del COVID-19, y
teniendo en cuenta la extensión de territorio, como la distribución y número de
su población, era absolutamente normal que se produjeran altos números de
personas contagiadas, dada la intensidad del tráfico de personas desde y para
su territorio, aunado a un respeto de orden constitucional por la independencia
y libertad de movilización de los ciudadanos.
Quien alegue que pudo haber sido distinto, porque en otro
lugar fue distinto, está hablando con el expreso deseo de confundir y dañar la
reputación de muchas personas, científicos, políticos, oficiales de la
administración pública, que tuvieron que hacer frente a esta terrible
enfermedad a medida que se manifestaba, y no fue peor, gracias a las medidas
que el presidente tomaba y está tomando a medida que la situación evoluciona.
En cuanto a las protestas de origen racial, es indudable
que grupos marxistas y otros interesados en hacerle daño a la administración
Trump son los protagonistas de estos saqueos y situaciones de vandalismo; hay
un claro intento de crear caos social y miedo dentro de la población, hay
personas de muy malas intenciones que se han adueñado de algunos movimientos
sociales para promover sus propias agendas, que nada tienen que ver con los
intereses de la población de color, porque si se quieren disminuir y
ultimadamente eliminar la violencia racial de un sistema judicial (tribunales,
fiscales, policías, cárceles, detenciones) no es con furia iconoclasta,
prohibiendo películas, sacando marcas del mercado, pidiendo disculpas por algo
que sucedió hace siglos, que se van a solucionar los conflictos, no es tratando
de crear nuevos mártires ni atacando a otras razas como se va a conseguir paz
social.
La irracionalidad y llana estupidez que se ha apoderado
de algunos para llevar estos reclamos, desmontar el orden y las instituciones
judiciales y policiales del país, para destruir monumentos y censurar
publicaciones, obras de arte y otras expresiones históricas, deben ser vistas
con mucho cuidado; los negros norteamericanos no deben dejar que unos pocos de
los suyos, por razones equivocadas, donde prevalece la emoción y el mal gusto, pretendan
borrar parte de su historia fundamental, que se olviden las razones de tanta
lucha y sacrificio… que las causas que originaron sus pedidos de reforma y
hasta las mismas reformas, desparezcan en un vórtice de violencia sin sentido.
El presidente Trump ha demostrado ser un hombre muy
equilibrado en este sentido; ha hecho saber, no oculta ni disfraza dónde están
sus lealtades y gustos; se muestra orgulloso de dónde viene y dónde están sus
afectos, pero esto no ha interferido en darle un sentido de unidad a su mandato
como presidente, ha tenido y mantiene excelente relaciones con grupos e
instituciones dominadas por personas de color, se reúne con ellos y trabajan
juntos para tener las mejores relaciones posibles, de hecho se debería
aprovechar su intermediación para avanzar en promover mejores reformas, más
derechos, en limar los puntos ásperos que pudieran causar diferencias y
malestar… ha demostrado ser un buen interlocutor y mantiene buenas relaciones
con todo el espectro étnico de la actual USA, Trump garantiza que los ánimos no
se desborden en una confrontación racial sin sentido.
Es absolutamente risible que los Demócratas pretendan que
el Presidente soporte estoicamente a un funcionario dentro de su administración
investigándolo y haciendo actividades en su contra, y que pudiendo removerlo de
su cargo por mandato constitucional no lo haga, si el sistema judicial hubiera
sido diseñado de esa manera, de modo de que ciertos partidos tuvieran “áreas de
influencia” dentro del gobierno para inhabilitar a un mandatario, los EEUU
nunca hubieran salido de sus provincias y condados, cada uno con su propio
gobierno local.
¿Cuál sería la alternativa? ¿Un gobierno socialista? ¿Dispuesto
a encadenar aún más a las minorías a un paternalismo de estado, a un estado
benefactor, para acostumbrarlos al parasitismo y a la obediencia por caridad?
Porque eso es lo único que ofrecen los Demócratas, montar un gobierno
paternalista a cambio de la obediencia absoluta; detrás de sus buenas
intenciones hay fascismo del bueno, igual que en la Cuba comunista que tanto
admiran o en la China controladora y planificadora que pretenden emular, montar
un estado policial, una seguridad social universal, una igualdad para la gran
mayoría, y una clase superprivilegiada de gobernantes autoritarios y corruptos,
porque vienen arrastrando esa cola de paja que no pueden ocultar.
Si lo que viene es una nueva gran depresión económica,
motivada por una pandemia incontrolable, creo que el presidente Trump tiene
mucho más oportunidad de hacerle frente que un socialista que lo único que sabe
hacer es aumentar los impuestos; creo que un gobierno Republicano tiene mucho
más chance en salir airoso, dados los retos que enfrentamos, que un candidato controlado por los Obamas y los Clinton. -
saulgodoy@gmail.com
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