Nunca lo he hecho, pero he investigado el fenómeno; cómo
personas, en un estado mental especial, en una especie de trance, pueden
caminar sobre brasas ardientes, sin quemarse y sin sentir dolor; se trata de
una condición donde se mezcla la fe, la concentración y condiciones físicas y de tiempo que
inhibe los efectos del fuego en la planta de los pies desnudos, no se crean
fístulas, se neutraliza el dolor gracias a los efectos insulantes de la ceniza y los carbones reducidos a brasas, de esta manera los
efectos escaldantes del fuego son suprimidos… como metáfora, funciona para
describir el estado en que los venezolanos estamos viviendo.
Empezamos nuestro recorrido sin problemas, confiados y
con la fuerza de sabernos demócratas, con una fe inamovible en la Constitución,
con unos partidos políticos y líderes que nos decían que el chavismo era un
pequeño contratiempo en nuestra vida republicana, que la “normalidad” era
fácilmente rescatable, si hacíamos lo que ellos nos indicaban… que, en poco
tiempo, gracias a ellos y a unas instituciones democráticas sólidas,
terminaríamos nuestro recorrido sin problemas.
El país ya lleva demasiado tiempo sobre los carbones
blancos y ardientes, el camino se nos ha hecho demasiado largo y doloroso, apenas
podemos sostenernos de pie y el olor a carne quemada, nuestra carne, nos aturde
en medio de un gran dolor que nos obliga a correr dando alaridos y pidiendo
ayuda, porque a los lados del camino hay gente horrorizada con nuestra ordalía,
dispuestas a usar sus camiones de agua y bomberos, sus equipos de extintores y
espuma… pero nuestros políticos lo impiden, no quieren, “podemos solos- nos gritan- es
nuestro problema”.
Hemos visto como el recorrido entre las brasas se ha ido
alargando con el paso del tiempo, el régimen socialista, los partidos
convertidos en colaboracionistas, el gobierno de Raúl Castro de Cuba y todo un
coro de socios internacionales nos han alargado el camino; lo que fueron, al
principio, apenas tres metros se ha convertido en un río de lava de varios
kilómetros que los venezolanos hemos estado sorteando con los pies prendidos en
fuego.
Ahora nos venden nuevas elecciones, por mandato
constitucional, una constitución que el chavismo sólo utiliza para
martirizarnos, para que sigamos sufriendo y transitando en el camino infernal,
unos comicios trampeados de la A a la Z, sin candidatos de la oposición, con
unos árbitros vendidos, sin pulcritud, sin transparencia, sin garantías de
alternabilidad… elecciones sin elección, es decir, nos llaman a votar en nombre
de la democracia y la constitución pero no vamos a escoger, sólo a convalidar un
gobierno de narcotraficantes, como si fueran adalides del estado de derecho,
porque hacen elecciones para perpetuarse en el poder.
La opción clara sería la de prolongar la vigencia de la
Asamblea Nacional y esperar por condiciones mínimamente respetables y creíbles,
pero tenemos atravesado ese hueso de Juan Guaidó y su equipo de amigotes y
“panas”, sólo interesados en lucrarse ilícitamente con los restos de nuestra
industria petrolera, de lo que nos queda de oro en el Banco en Inglaterra, con
lo que puedan medrar de la ayuda humanitaria, pues es gente de malas mañas, de
pésimos comportamientos, que sólo velan por sus intereses personales, que nos
han demostrado que sólo son chavistas sin carnet.
De nuevo, se echa mano de la letanía de que la única
manera que tenemos los venezolanos de salir de esta peste del chavismo es por
medio de elecciones democráticas, pacíficas y constitucionales; reiteramos,
como idiotas, soluciones que no han funcionado y nunca funcionarán, pues no
vivimos entre personas normales, o en situaciones manejables por la civilidad y
las leyes, pareciera que hay un montón de gente interesada en que continuemos
en este camino de fuego, dorándonos como pollos en el asador.
Es claro que debemos salir de la candela, abandonar de
inmediato y como sea este sendero de dolor y violencia; pero si nos vamos a
seguir comportando como lo que no somos, seres humanos con poses de privilegiados
y exquisitos, haciendo todo según normas convenientemente amañadas, nos vamos a
chamuscar.
Reducir nuestras opciones exclusivamente a lo que dice la
ley, con un comportamiento que sólo se espera de unos santos y mártires, es
causa perdida; de hecho, ya hemos arruinado varias veces la oportunidad de
abandonar este camino equivocado, porque ninguna constitución prevé situaciones
tan extremas e irregulares como la que los venezolanos hemos permitido en
nuestro país; esto se ha tornado tan excepcional que ya entramos en el terreno
de la experimentación, el riesgo y el sacrificio máximo… cualquier cosa es
permitida con tal de salir de este infierno.
Los países del mundo occidental lo saben, han estado
esperando un cambio en nuestra actitud pero, repito, hay una banda de colaboracionistas
operando como nuestros representantes, que lo único que les importa es que
sigamos quemándonos en esa hoguera de vanidades democráticas, para seguir ellos
disfrutando de los privilegios y remuneraciones por ser nuestros voceros ante
el mundo.
Hemos llegado al punto en que ya el régimen chavista y
nuestra oposición legítimamente reconocida por la comunidad internacional se
confunden; la política del país se tornó en criminal e inhumana y la mayor
parte de esa vocería que llena los espacios de opinión, tanto nacionales como
internacionales, ya están insensibilizados ante nuestras desgracias, mostrando
poses y actuaciones que no contribuyen en nada a aliviar el horror en que
vivimos.
En nuestras circunstancias hay que salir de la candela,
pedir inmediatamente la ayuda de quienes puedan apagar el fuego y asegurarnos
de que lo hagan; no podemos contribuir a que nos pongan más carbón y leña en el
camino. Es más, llegó la hora de arrastrar con nosotros a quienes contribuyan a
alimentar el fuego, para que se quemen también, hacerles la vida un infierno,
tal cual ellos lo hacen con nosotros. Dejémonos de pendejadas, en nuestras
condiciones, poner la otra mejilla o perdonar es de locos. Jugar a ser los más
demócratas del mundo y de la historia no nos va ayudar un ápice en nuestra
tragedia, todo lo contrario, nos reduce en la estulticia y el oprobio.
En medio de este infierno, no se puede conservar la
calma. No hay que obedecer al opresor, no hay que satisfacer a sus carceleros,
no hay que contribuir con quienes nos están traicionando. Ya que nuestro
enemigo no puede huir de nosotros en estos tiempos de cuarentena, ya que tienen
el país por cárcel con sendas boletas de captura en el mundo, entonces hay que
contraatacar con la única arma que nos ha dado la naturaleza, con esa arma
biológica importada de Wuhan en China, debemos cercarlos y compartir nuestros
coronavirus con ellos, que no puedan respirar, que tomen una dosis de su propia
medicina… si ya estamos muertos, no nos pueden volver a matar.
En estos momentos decisivos hay que pensar en los que
vienen; porque detrás de nosotros llegarán otros venezolanos, nuevas
generaciones que verán un nuevo amanecer y construirán un nuevo país. Nosotros
fallamos, por tontos y descuidados, pero la buena noticia es que no vamos a
desaparecer del todo, las leyes de la entropía nos aseguran que nos
transformaremos, y seremos el soporte de lo que pudiera retoñar. -
saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario