viernes, 3 de julio de 2020

Caminar sobre el fuego




Nunca lo he hecho, pero he investigado el fenómeno; cómo personas, en un estado mental especial, en una especie de trance, pueden caminar sobre brasas ardientes, sin quemarse y sin sentir dolor; se trata de una condición donde se mezcla la fe, la concentración y condiciones físicas y de tiempo que inhibe los efectos del fuego en la planta de los pies desnudos, no se crean fístulas, se neutraliza el dolor gracias a los efectos insulantes de la ceniza y los carbones reducidos a brasas, de esta manera los efectos escaldantes del fuego son suprimidos… como metáfora, funciona para describir el estado en que los venezolanos estamos viviendo.
Empezamos nuestro recorrido sin problemas, confiados y con la fuerza de sabernos demócratas, con una fe inamovible en la Constitución, con unos partidos políticos y líderes que nos decían que el chavismo era un pequeño contratiempo en nuestra vida republicana, que la “normalidad” era fácilmente rescatable, si hacíamos lo que ellos nos indicaban… que, en poco tiempo, gracias a ellos y a unas instituciones democráticas sólidas, terminaríamos nuestro recorrido sin problemas.
El país ya lleva demasiado tiempo sobre los carbones blancos y ardientes, el camino se nos ha hecho demasiado largo y doloroso, apenas podemos sostenernos de pie y el olor a carne quemada, nuestra carne, nos aturde en medio de un gran dolor que nos obliga a correr dando alaridos y pidiendo ayuda, porque a los lados del camino hay gente horrorizada con nuestra ordalía, dispuestas a usar sus camiones de agua y bomberos, sus equipos de extintores y espuma… pero nuestros políticos lo impiden, no quieren, “podemos solos- nos gritan- es nuestro problema”.
Hemos visto como el recorrido entre las brasas se ha ido alargando con el paso del tiempo, el régimen socialista, los partidos convertidos en colaboracionistas, el gobierno de Raúl Castro de Cuba y todo un coro de socios internacionales nos han alargado el camino; lo que fueron, al principio, apenas tres metros se ha convertido en un río de lava de varios kilómetros que los venezolanos hemos estado sorteando con los pies prendidos en fuego.
Ahora nos venden nuevas elecciones, por mandato constitucional, una constitución que el chavismo sólo utiliza para martirizarnos, para que sigamos sufriendo y transitando en el camino infernal, unos comicios trampeados de la A a la Z, sin candidatos de la oposición, con unos árbitros vendidos, sin pulcritud, sin transparencia, sin garantías de alternabilidad… elecciones sin elección, es decir, nos llaman a votar en nombre de la democracia y la constitución pero no vamos a escoger, sólo a convalidar un gobierno de narcotraficantes, como si fueran adalides del estado de derecho, porque hacen elecciones para perpetuarse en el poder.
La opción clara sería la de prolongar la vigencia de la Asamblea Nacional y esperar por condiciones mínimamente respetables y creíbles, pero tenemos atravesado ese hueso de Juan Guaidó y su equipo de amigotes y “panas”, sólo interesados en lucrarse ilícitamente con los restos de nuestra industria petrolera, de lo que nos queda de oro en el Banco en Inglaterra, con lo que puedan medrar de la ayuda humanitaria, pues es gente de malas mañas, de pésimos comportamientos, que sólo velan por sus intereses personales, que nos han demostrado que sólo son chavistas sin carnet.
De nuevo, se echa mano de la letanía de que la única manera que tenemos los venezolanos de salir de esta peste del chavismo es por medio de elecciones democráticas, pacíficas y constitucionales; reiteramos, como idiotas, soluciones que no han funcionado y nunca funcionarán, pues no vivimos entre personas normales, o en situaciones manejables por la civilidad y las leyes, pareciera que hay un montón de gente interesada en que continuemos en este camino de fuego, dorándonos como pollos en el asador.
Es claro que debemos salir de la candela, abandonar de inmediato y como sea este sendero de dolor y violencia; pero si nos vamos a seguir comportando como lo que no somos, seres humanos con poses de privilegiados y exquisitos, haciendo todo según normas convenientemente amañadas, nos vamos a chamuscar.
Reducir nuestras opciones exclusivamente a lo que dice la ley, con un comportamiento que sólo se espera de unos santos y mártires, es causa perdida; de hecho, ya hemos arruinado varias veces la oportunidad de abandonar este camino equivocado, porque ninguna constitución prevé situaciones tan extremas e irregulares como la que los venezolanos hemos permitido en nuestro país; esto se ha tornado tan excepcional que ya entramos en el terreno de la experimentación, el riesgo y el sacrificio máximo… cualquier cosa es permitida con tal de salir de este infierno.
Los países del mundo occidental lo saben, han estado esperando un cambio en nuestra actitud pero, repito, hay una banda de colaboracionistas operando como nuestros representantes, que lo único que les importa es que sigamos quemándonos en esa hoguera de vanidades democráticas, para seguir ellos disfrutando de los privilegios y remuneraciones por ser nuestros voceros ante el mundo.
Hemos llegado al punto en que ya el régimen chavista y nuestra oposición legítimamente reconocida por la comunidad internacional se confunden; la política del país se tornó en criminal e inhumana y la mayor parte de esa vocería que llena los espacios de opinión, tanto nacionales como internacionales, ya están insensibilizados ante nuestras desgracias, mostrando poses y actuaciones que no contribuyen en nada a aliviar el horror en que vivimos.
En nuestras circunstancias hay que salir de la candela, pedir inmediatamente la ayuda de quienes puedan apagar el fuego y asegurarnos de que lo hagan; no podemos contribuir a que nos pongan más carbón y leña en el camino. Es más, llegó la hora de arrastrar con nosotros a quienes contribuyan a alimentar el fuego, para que se quemen también, hacerles la vida un infierno, tal cual ellos lo hacen con nosotros. Dejémonos de pendejadas, en nuestras condiciones, poner la otra mejilla o perdonar es de locos. Jugar a ser los más demócratas del mundo y de la historia no nos va ayudar un ápice en nuestra tragedia, todo lo contrario, nos reduce en la estulticia y el oprobio.
En medio de este infierno, no se puede conservar la calma. No hay que obedecer al opresor, no hay que satisfacer a sus carceleros, no hay que contribuir con quienes nos están traicionando. Ya que nuestro enemigo no puede huir de nosotros en estos tiempos de cuarentena, ya que tienen el país por cárcel con sendas boletas de captura en el mundo, entonces hay que contraatacar con la única arma que nos ha dado la naturaleza, con esa arma biológica importada de Wuhan en China, debemos cercarlos y compartir nuestros coronavirus con ellos, que no puedan respirar, que tomen una dosis de su propia medicina… si ya estamos muertos, no nos pueden volver a matar.
En estos momentos decisivos hay que pensar en los que vienen; porque detrás de nosotros llegarán otros venezolanos, nuevas generaciones que verán un nuevo amanecer y construirán un nuevo país. Nosotros fallamos, por tontos y descuidados, pero la buena noticia es que no vamos a desaparecer del todo, las leyes de la entropía nos aseguran que nos transformaremos, y seremos el soporte de lo que pudiera retoñar.   -    saulgodoy@gmail.com


No hay comentarios:

Publicar un comentario