lunes, 6 de julio de 2020

¿Puede el humano mejorarse?



Vamos a iniciar una serie de artículos sobre un tema que me es caro y sobre el que he investigado con atención, ¿Es el ser humano una criatura que, a parte de sus propios procesos evolutivos, debe  aceptar sus limitaciones y mejorarse por medios ajenos a los naturales? O lo que sería lo mismo ¿Debe el hombre modificarse a sí mismo para lograr condiciones superiores de vida? Estas preguntas son propias de una disciplina llamada transhumanismo, que ya tiene varios años desarrollando sus postulados y respondiendo a interrogantes que se formulan a raíz del desarrollo tecnológico que estamos experimentando.
Nick Bostrom, de la Universidad de Oxford, nos informa: “Transhumanismo, definido de manera amplia, se refiere a un movimiento que se ha desarrollado en las últimas dos décadas. Promueve una aproximación interdisciplinaria para entender y evaluar las oportunidades de mejora de la condición humana y de su organismo, abiertos a los adelantos tecnológicos. Se le presta atención a las tecnologías presentes como la ingeniería genética, la tecnología de la información, y a las futuras, como la nanotecnología molecular y la Inteligencia Artificial.”
Al momento de escribir este artículo me encontré con un inconveniente, y se trata de que en castellano no existen palabras correspondientes a los términos en inglés de “enhancement” y “upgrading”, los cuales he recogido bajo la palabra “mejoras”, pero incluyen la idea de escalar en estadios superiores de calidad y funcionamiento cuando éstas se aplican.
También debemos tener en cuenta la diferencia entre curar y mejorar porque, cuando nos internamos en territorios de mejoras médicas, nos encontramos que a veces se confunden estos dos fines y eso trae como consecuencia discusiones interminables como, por ejemplo, esas cirugías para eliminar la grasa excesiva del cuerpo ¿Son de carácter estético o curan alguna dolencia? Hay quienes opinan que una reducción de peso mejora de manera general la salud, pero para otros es sólo cuestión de vanidad.
Y la verdad es que el ser humano, desde sus mismos inicios en la historia, ha buscado las maneras de superar los límites de sus capacidades; las herramientas que usaba, sus armas, las obras que emprendía, sus inventos… no eran otra cosa que intentos por modificar su entorno para tener una vida más fácil y llevadera, menos peligrosa y placentera, estas mejoras implicaban contar con una mejor salud, eliminar enfermedades y el sufrimiento innecesario, aumentar su caudal intelectual y sus capacidades físicas y emocionales.
Si por la naturaleza fuera, el hombre sería un ser peludo, hediondo, errante, cazador, viviría en cuevas o bajo los árboles; pero inventó las tijeras y la máquina de afeitar, el desodorante y el jabón, la carreta, la agricultura, construyó casas, templos y palacios… de esa manera el hombre rompió con su designio natural, transformó ese proyecto de la naturaleza y lo convirtió en algo diferente; ahora, el hombre viaja al espacio, se sumerge en los océanos, vuela por el aire, puede sobrevivir en ambientes hostiles para los cuales no fue diseñado.
Hay algunas comunidades humanas de origen religioso que pretenden vivir de manera simple, sin tecnología, incluso rechazan el uso de vacunas (que no curan enfermedades, pero las previenen), la luz eléctrica, los autos… la idea detrás de estos movimientos es vivir de acuerdo al plan divino, una vida sencilla y natural para una mejor comunicación con Dios; para ellos, eso es lo ideal, porque al otro extremo nos encontramos con los excesos de la tecnología y una vida desbocada, con accidentes en plantas nucleares, con armas de destrucción masiva y virus de laboratorio para crear pandemias, con la extinción acelerada de especies naturales y sus hábitats, con problemas ambientales que imposibilitan una vida más o menos normal, en medio de injusticias y desigualdades terribles, como la pobreza, los refugiados, los etnocidios…
Las motivaciones del hombre para modificarse a sí mismo y a su entorno van desde derrotar a la muerte y las enfermedades, hasta poder vivir más tiempo y con mejor calidad de vida, aumentar sus capacidades, ser más inteligente, más eficiente en el trabajo, producir más con el menor esfuerzo, tener una mejor apariencia y una mejor vida emocional, amar y ser querido, disfrutar los placeres de la vida, tener una más refinada experiencia estética…
Y esto lo vemos en las modas, en los productos para el consumo, en la vida hedonista que queremos tener, en los placeres que se derivan de tener dinero, fama, posición social, trabajo, educación, de ser creativo, productivo y generador de relaciones, por ello vemos a nuestras hijas y esposas ir a salones de belleza, consultar con cirujanos plásticos agrandar sus senos, redondear sus nalgas, aplicar botox a sus labios… y a los hombres a sus gimnasios, entre otras cosas… a ambos consumiendo productos estéticos, haciéndose cirugía bariática, tallando sus cuerpos, mejorando sus dentaduras, adquiriendo autos eficientes, computadoras cada vez más poderosas, que nos permitan mayor movilidad y conectividad.
Nos operamos los ojos e insertamos lentes para tener mejor visión, tomamos vitaminas y complementos para fortalecer nuestro sistema inmunológico y ya nos están ofreciendo implantes cibernéticos para conectarnos con módulos de memoria, de procesamiento, de comunicaciones dentro de nuestros cuerpos… ya hay gente sumida en suspensión criogénica para despertar en el futuro, ya existen verdaderos ciborgs entre nosotros, con extremidades hechas de titanio, manos artificiales muy capaces de trabajos altamente delicados, órganos artificiales más eficientes que los naturales y de fácil mantenimiento.
Para nuestros cambios de humor y estabilidad emocional tomamos una serie de fármacos, que nos brindan calma en situaciones difíciles, nos sacan de las depresiones, nos controlan las angustias y ansiedades, nos cortan el miedo… el canabis, en sus múltiples formas, nos otorga paz y tranquilidad en medio de jaquecas y postoperatorios, hay sustancias que nos brindan expansión en momentos recreativos, multiplican las capacidades sensoriales de nuestro cuerpo, nos dan esas erecciones perdidas y rotundas, nos permiten conciliar el sueño y concentrarnos en tareas difíciles.
El problema fundamental a estos cambios sobre la naturaleza humana consiste en que estas variaciones pueden y de hecho cambian el concepto de hombre, la ilustración tenía una elaborada idea sobre lo que un hombre debería ser, el cristianismo tiene el suyo y lo ha conservado por siglos, igual sucede con la imagen del hombre moderno establecido por las agencias de publicidad como el gran consumidor… la tecnología ha introducido variantes muy fuertes que están afectando estas concepciones, que por lo general son deterministas y con valores morales ancladas en roca, cualquier desviación de estas visiones de humanidad son consideradas negativas y malas, al punto que, desviarse de ellas significan renunciar a ser humano.
Ser humano debemos dejarlo en manos de las fuerzas naturales, para algunos, a las leyes de evolutivas, para otros a Dios, para los más progresistas, a las fuerzas sociales y de la historia, muy pocos aceptarían que sean las ciencias las que determinen estos cambios, y de las ciencias a su producto más ciego y voluble como son las tecnologías de punta.
En estos momentos en que me están leyendo ya hay una generación de superniños, que están siendo educados para ubicarse en las posiciones de liderazgo de nuestra sociedad, diseñados genéticamente para ser lo más perfectos posible, y con capacidades con las que los niños normales jamás podrán competir… que vivirán más y mejor que todos nosotros, serán educados en instituciones exclusivas y especializadas, y están llamados a manejar los destinos de nuestros países; estos niños por diseño son concebidos bajo estrictos controles eugenésicos por padres que han escogido sus características a la carta, son parte de familias muy adineradas y con poder, que heredarán y multiplicarán esos recursos… son los nuevos vástagos de ser humano mejorados por la tecnología, cada vez serán más diferentes de todos nosotros, los humanos de este complicado siglo XXI.
¿Cuáles de estos adelantos estarán disponibles para la población en general? ¿A qué costo? ¿Quién y cómo se decide qué nos toca a cada uno de nosotros? Así como alguien decidió ponerle flúor al agua potable que consumimos, para evitar las caries de manera masiva, así alguien podría decidir secuenciar masivamente los genes de los niños a ser concebidos y variar características fundamentales del nuevo humano, el hombre + del futuro.
Las preguntas de carácter ético se agolpan por montones ante tal perspectiva, cuestiones de gobernanza, administrativas, de carácter personal, religioso, filosófico, biológico y clínico… estaríamos en la antesala de eliminar la fealdad, las enfermedades, incluso de poder escoger los colores de la piel, el gusto sexual, la habilidad manual, el cociente intelectual, la rapidez de los movimientos, la coordinación… ¿Cómo quedaría el asunto de la identidad de las personas, si éstas se pueden armar como un lego y hacerlas realidad como si fuera el nuevo Prometeo? Si hubiese la posibilidad de extender el lapso de vida de los individuos ¿No sería eso un problema en las actuales condiciones de sobrepoblación en el planeta?
El dinero y la posición social parecieran ser relevantes para acceder a estas tecnologías, son costosas, muchas de ellas apenas han superado la etapa experimental, pero pronto nos encandilaremos con los nuevos superatletas, con una nueva e irreal belleza humana que marcará el rumbo de un nuevo arte, de fulgurantes estrellas, de una inteligencia descomunal y de unas habilidades nunca antes vistas… pero también debemos prepararnos para todo lo contrario, pues vendrán los criminales perfectos, los locos descomunales, los embaucadores indetectables… sólo imagine la hecatombe que nos auguraría si Nicolás Maduro o Diosdado Cabello pudieran hacerse con un superdiosdadito o un supernicolasito, o la familia Chávez pudiera producir, de una muestra de ADN guardado de Chávez, un clon con características transhumanistas, pero mucho más mentiroso y cruel, con capacidades lingüísticas y de retórica sin paralelos en la historia del mundo…
Suena a Ciencia Ficción, pero estos nuevos seres humanos ya están entre nosotros; es por ello que los filósofos, en especial los eticistas debemos llevar nuestros puntos de vista y soluciones a la palestra pública lo antes posible; si ya han pasado años desde que la oveja Dolly estuvo con nosotros, estoy seguro que para estos instantes, los soldados universales ya son una realidad en algunos ejércitos del mundo.    -    saulgodoy@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario