De los negocios más afectados por la pandemia del
Coronavirus COVID-19, es el área del entretenimiento, las presentaciones en
vivo de artistas, las competencias deportivas, la restauración, los bares y clubes
nocturnos los que han acusado mayor impacto, principalmente porque son
emprendimientos que necesitan la concurrencia de un gran número de personas
para su viabilidad, esta afectación tiene consecuencias tanto para los dueños y
trabajadores de estos negocios, como para el público que concurría a los mismos
buscando el espectáculo, la fiesta, y el compartir veladas, el contacto humano,
la cultura.
Una buena parte de la alegría de la gente fue sacrificada
en aras de tratar de controlar el contagio, pues es precisamente entre
multitudes y grandes grupos, que pudiera darse las condiciones para la
transmisión rápida y masiva de la enfermedad, y con ello se esfumó la
posibilidad de acudir a un estadio para ver un partido o una competencia
deportiva, presenciar un concierto de nuestros músicos favoritos, acudir a un
mitin político o servicios religiosos, asistir auditorios a graduaciones,
charlas, espectáculos de circo, magia, a
teatros para ver obras de teatro, funciones de cine…
Pero placeres tan personales como ir a un restaurant o a
nuestro bar favorito donde podíamos departir con amigos y conocidos, incluso
con extraños, o salir de farra a un club a bailar, a exhibirnos y ver a los
demás, a propiciar un encuentro con alguien desconocido y trabar una nueva
relación, todos estos ritos y eventos sociales quedaron en suspenso, ya no se
pueden realizar o si uno acude a uno, lo hace con miedo y tomando medidas de
distanciamiento social que le roban todo el gusto y el placer a estos
encuentros, porque nadie me puede decir que andar con mascarilla protectora,
guantes, estar lavándonos las manos a cada momento, mantener dos metros de
distancia del otro, evitar el contacto, pueda ser la manera en que tendremos
que vivir la vida a partir de ahora.
Hasta la celebración en familia de un cumpleaños se ha
convertido en una actividad de alto riesgo, tal y como ocurrió recientemente en
Texas con la familia Barbosa, reportado ampliamente por la BBC en un artículo (2020)
sobre eventos superpropagadores y que el doctor Abraar Karan, de la Universidad
de Harvard precisó de la siguiente manera:
El
30 de mayo, la familia Barbosa reunió un grupo de 25 personas para una fiesta
sorpresa de cumpleaños en el norte de Texas, EE.UU. El anfitrión, sin saberlo,
estaba infectado con SARS-CoV-Para fines de junio, uno de los asistentes,
Chance O'Shel, dijo que ocho miembros de la familia y 10 amigos habían
contraído el virus, incluidos los abuelos Frank y Carole Barbosa.
Texas,
uno de los estados con más casos de covid-19, ha tenido manifestaciones de
rechazo a las medidas sanitarias. Tanto Frank como Carole Barbosa fueron
hospitalizados más tarde y, el 1 de julio, Frank murió, informaron los
familiares…
Para
el doctor Karan, una fiesta de cumpleaños como la de los Barbosa podría tener
todos los ingredientes para un evento superpropagador… "Si estás en una
fiesta de cumpleaños, hay mucho contacto. También hay personas que hacen cola
para usar el baño", lo cual los pone juntos en pequeños pasillos donde el
distanciamiento social es imposible.
A
medida que las personas beben y comen, surgen más problemas, comenzando por el
hecho de que es poco probable que usen protección facial mientras lo hacen, lo
que permite una propagación más fácil… En segundo lugar, si los invitados a la
fiesta comienzan a beber, el distanciamiento social se va perdiendo o se ignora
por completo.
El doctor Karan refirió otro caso, esta vez en un
restaurant:
El
8 de junio, los propietarios del Harper's Restaurant y Brew Pub, un restaurante
cubierto con una gran terraza al aire libre en East Lansing, Michigan, abrieron
sus puertas después de semanas de cierre obligado por el covid-19. Los gerentes
brindaron capacitación sobre prácticas seguras, las mesas se separaron y el
aforo se redujo a la mitad, lo que permitía recibir hasta 225 clientes. Qué es
el factor R0 con el que se mide la intensidad de un brote como el coronavirus y
su potencial pandémico. Semanas después, el 2 de julio, 152 infecciones en 13
condados de Michigan han sido vinculadas al bar Harper's. Algunos modelos
sugieren que solo el 20% de las personas, los superpropagadores, son
responsables del 80% de las infecciones. De estos casos, 128 informaron que
estuvieron presentes en el establecimiento entre el 12 de junio y el 20 de
junio, y el resto son contactos cercanos de quienes lo hicieron. Acudir a un
bar o restaurante cubierto puede llevar a un territorio arriesgado, dice Karan.
Al igual que en una fiesta de cumpleaños, la comida puede ser un factor:
"Cuando hay personas que comen, no usan máscaras, mastican y hablan y van
a estar cara a cara, uno frente al otro", señala. Esto permite que las
gotas bucales se transmitan entre los invitados. El consumo de bebidas
alcohólicas inhibe el respeto a las reglas sanitarias, advierten los expertos. Si
hay música a alto volumen o si la concurrencia hace difícil escuchar, el hablar
en voz más alta también aumentará el riesgo "como una fiesta en su
apogeo", añade Karan.
Esta situación, absolutamente
contraria a como la postmodernidad nos había acostumbrado, la vida en colmena,
las relaciones espontáneas y fortuitas, las comunicaciones constante durante la
travesía diaria en esta vida líquida llena de contactos efímeros y múltiples,
nos diferencia de una manera fundamental a las sociedades de la Edad Media o de
la postguerra moderna, que de alguna manera estaban mejor preparadas para
soportar un cerco sanitario.
El gran problema es que una
cuarentena es para los humanos un aislamiento anormal, y si ésta se prolonga
indefinidamente, sin posibilidades de que la situación tenga una solución a la
vista, puede generar problemas psicológicos y de comportamiento graves en las
personas, que como bien refiere la profesora Elke Van Hoof, psicóloga de la Universidad
de Vrije en Bruselas, y especialista en estrés y trauma, estamos ante el
"mayor experimento psicológico de la historia", un experimento que
tiene unas características difíciles de asimilar y que acorralan a las personas
que no están preparadas para la soledad y al aislamiento; nos dice la doctora
Van Hoof:
… la
sensación de estar abrumado, no poder hacer frente (a las obligaciones), tener
problemas para dormir, volverse más irritable… Si tienes una estructura
familiar, entonces no estás solo. Pero si no la tienes, todo se torna bastante
solitario.
Muchas
personas han estado o están en cuarentena más de dos meses, con solo el
contacto social de ir al supermercado o conectarse en línea en una reunión o
encuentro social. Así que los sentimientos de soledad han aumentado mucho. Al
mismo tiempo, cuando nos golpea una pandemia de tal magnitud, también tendemos
a ser más solidarios y a tener un mayor sentimiento de cohesión social porque
todos sentimos lo mismo. Hay malas consecuencias, pero también hay algunas
esperanzadoras. Pero con las personas vulnerables es otra cosa. Hay un alto
riesgo de que sus condiciones hayan progresado o que tengan que enfrentar
desafíos adicionales. Me refiero al abuso de sustancias, al abuso físico o las
que experimentan abuso de poder. Para esas personas que ahora están encerradas,
veremos cuáles son las consecuencias dentro de un par de meses. Los números varían en todo el mundo pero hay
riesgo de que la violencia haya aumentado en los hogares. Esa no es una muy
buena señal porque indica que la cuarentena tiene un efecto severo en las
personas.
Hasta hace muy poco nos
habíamos acostumbrado al contacto social constante con personas, la mayor parte
de ellas desconocidos, a estar en lugares rodeados de mucha gente compartiendo
espacios reducidos, en nuestros lugares de trabajo, en los espacios públicos,
en tránsito por las ciudades, en trenes, metros, aviones, barcos… Quizás no lo
notábamos antes, pero ese contacto con extraños, el rose con la multitud, el
estar compartiendo algo con la gente era parte de nuestra cotidianidad… y
cuanta falta nos hace, esta pandemia nos descalabró nuestra vida social.
Muchos de nosotros tenemos
que reinventar la manera de ganarnos la vida, rehacer nuestras rutinas de trabajo,
debemos ingeniarnos como mantenemos nuestras relaciones familiares y
comunitarias, de pronto se hizo fundamental las comunicaciones digitales, los
teléfonos, las computadoras, las redes sociales, con tan mala suerte para los
venezolanos que nos encontramos con una infraestructura de comunicaciones
obsoletas y en precario estado físico, las inversiones que eran necesarias para
mantener y optimizar nuestras plataformas no se hicieron, y ahora, el gobierno
revolucionario y socialista nos obliga a lidiar con una situación de cuarentena
en la peor situación posible.
Como bien nos describe el
filósofo alemán Peter Sloterdijk “entre
los seres humanos, en la esfera de proximidad familiar funciona un juego
incesante de contagios afectivos que concurren simbiótica, erótica y
miméticamente. Los seres humanos viven sintonizados en un círculo de
proximidad, el de la fascinación del ser humano por el ser humano”.
Esa necesidad de contacto, de
compartir experiencias, de sentirnos, olernos, comunicarnos es parte fundamental
de nuestra naturaleza, dejar de vernos es ya una proeza y para algunos resulta
imposible lograrlo, y es por esta debilidad que muchos de los que se convierten
en esos superpropagadores de la peste, por querernos, nos matan, por
necesitarnos, nos infectan, es lo más terrible de esta pandemia. -
saulgodoy@gmail.com
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