Es primera vez, en nuestra historia como humanidad, que
estamos actuando como lo que somos, un sistema viviente complejo, compuesto de
gran cantidad de individuos, cuya respuesta colectiva es muy difícil de
predecir; estamos comportándonos como un ente planetario o, por lo menos,
tratamos, siguiendo recomendaciones que, todos sabemos, nos ayudarán a
controlar una pandemia como la del coronavirus COVID 19, guiados por una
estructura global de salud, con la participación de cientos de países y
gobiernos, siguiendo guías e informaciones que se actualizan al instante.
Hay mucha gente que no se da cuenta del comportamiento
macro de los habitantes de nuestro planeta, pero podríamos compararlo con esos
cardúmenes de peces que se ve en los océanos, reunidos en grandes grupos y
maniobrado como si fuera un solo organismo, que se conduce de manera coordinada
tanto para conseguir el alimento como para estrategias de defensa de sus
depredadores, cuando están reunidos en esta forma, nadan más rápido y confunden
a sus enemigos; igual lo vemos en las aves, moviéndose en grandes grupos en el
aire, a gran velocidad, sin tener accidentes, sin chocar entre ellas y haciendo
maniobras harto complicadas.
Estamos claros, no somos peces ni aves, y es primera vez
que nos vemos involucrados en estas estrategias globales, por lo que nuestro
comportamiento y los resultados que tenemos no son tan claros ni coordinados
como se esperaría de un sistema colectivo, pero es cuestión de práctica lograr
controlar y evitar los errores, y son habilidades que vamos a necesitar si
queremos sobrevivir como especie, ya que en el horizonte se ve una serie de
problemas de carácter ambiental, económico, de salud, de pobreza y hasta
astronómico que vamos a tener que enfrentar… esta práctica es fundamental como
ejercicio de calentamiento y aprendizaje.
Para empezar, los sistemas complejos están sujetos a
grandes dosis de incertidumbre, no se sabe lo que va a suceder en el próximo
instante, pero el sistema, si es robusto, está en capacidad de responder a
cualquier circunstancia, porque tiene planes A, B, C, D y E y puede adaptarse a
cualquier situación.
Eso demuestra que en sistemas complejos la lógica lineal
no funciona, la expectativa causa-efecto ya no es útil y el escenario en que
nos movemos es uno de circuitos interrelacionados, de las relaciones de las
partes con el todo, donde el todo es mucho más que la suma de sus partes, y el
comportamiento de cada parte depende del comportamiento del todo.
Recomiendo el artículo Tiempo de Incertidumbre (2020), de las profesoras Jessica Flack y
Melanie Mitchelle, ambas del Instituto de Santa Fe en Nuevo México, donde la
complejidad es estudiada a fondo; allí ellas nos dicen:
… toda
sociedad humana es a su vez colectiva y acoplada. Colectiva, queriendo
significar que son nuestros comportamientos combinados lo que hace surgir
efectos de amplio efecto social. Acoplados, en que nuestras percepciones y
comportamiento dependen de la percepción y comportamiento de los otros,
nuestras estructuras sociales y económicas están construidas colectivamente.
Como consumidores, al notar una escasez de papel toilette en el supermercado,
acudimos en tropel para adquirirlo, igual sucede si se trata de leche, huevos o
harina. Vemos a nuestros vecinos usando máscaras protectoras, y nos ponemos las
nuestras. Los corredores de bolsa entran en pánico en cuanto perciben una
tendencia en la baja de las acciones, y siguen a la manada… causando al final,
justamente, la caída del mercado que temían.
En el caso de los mercados financieros, los analistas de
los mismos han encontrado que el tiempo de respuesta, tanto de la venta de
valores como de la indexación de las acciones, es prácticamente el mismo, al
punto que cuando cunde el pánico y las acciones empiezan a venderse, al muy
poco tiempo los valores de las acciones caen; es por ello que los ingenieros de
los mercados financieros han creado una especie de breaker que corta el circuito, es decir, cuando se detecta signos
de que el sistema va hacia un derrumbe
del mercado, las transacciones se suspenden, esta norma lo que intenta es
reducir la velocidad de los eventos para que los actores bursátiles puedan
clarificar el escenario, sin la presión de una crisis estallando sobre sus
cabezas.
Y es que los tiempos de un sistema complejo no pueden ser
todos uniformados, debe existir una concurrencia de diferentes ritmos y tiempos
que permitan que si una de las partes del sistema entra en crisis, las otras
puedan seguir funcionando y apoyar a los sectores que fallan; en el artículo
mencionado se menciona al cuerpo humano como ejemplo, cualquier cosa puede
suceder en un ente compuesto por 30 trillones de células y 38 trillones de bacterias
haciendo juego en una ecología que funciona como un todo a pesar de su
complejidad, y lo hace porque sus partes están programadas para que trabajen en
distintas escalas de tiempo, algunas son más rápidas y son las que enfrentan
los cambios en el ambiente y produciendo adaptaciones, otras son más lentas y
mantienen la estructura funcionando de acuerdo a un plan a largo plazo.
Lo mismo sucede en la sociedad, hay instituciones de
respuestas rápidas y que enfrentan los problemas apenas se producen, como si
fuera una fiscalía ante las acciones de grupos criminales, pero otras son de
metabolismo mucho más lento y tienen que serlo, pues sus estructuras garantizan
la estabilidad social y la identidad nacional, como lo serían los tribunales
supremos o las academias.
Flack y Mitchell nos dicen con respecto al cuerpo como un
sistema biológico complejo: “El corazón
humano le confiere robustez palpitando ni de manera caótica ni periódica, sino
fractal”. Las palpitaciones se aceleran o disminuyen de acuerdo al trabajo
del momento y, aún en estado normal, se permite variaciones de ritmo, para
ajustarse a ciertas tareas de los sistemas simpáticos, que ni siquiera nos
damos cuenta que están en proceso.
La complejidad y
el socialismo.
En lo personal, soy de la opinión de que ése es uno de
los grandes problemas del socialismo; en su cruzada por hacer de todos los
elementos sociales piezas igualitarias, comunes, colectivizadas, pretende, de
manera artificiosa, imponer un ritmo de trabajo anormal, tomando todos los
componentes sociales y tratando que vayan a un mismo ritmo, por una misma ruta
y a un mismo tiempo.
Algo tan complicado, como lo es la sociedad humana, con
elementos económicos unos más dinámicos que otros, el sector educativo, que
necesita coordinar tantos elementos, que trabajan en diferentes tiempos para
que funcionen, los militares, la industria petrolera, las relaciones
internacionales, la producción agrícola… todas las instituciones y los sectores
productivos están sometidos a planes que no son coherentes con el plan del
socialismo, pero piensan adecuarlos a una idea utópica de orden y progreso que
solo existe en la cabeza de los líderes revolucionarios.
Los socialistas pretenden controlarlo todo y dirigirlo por
medio de hortadores, que marquen el ritmo para que avance de acuerdo a unos
planes centralizados, a cuotas y resultados prefigurados en unas oficinas
políticas, utilizando una hegemonía de poder, comunicacional, de represión y
control, traducida en permisos, multas, expropiaciones, cierres, confiscaciones...
No en vano la sociedad venezolana se encuentra en tal estado de
disfuncionalidad, los elementos aleatorios y diferenciales han sido eliminados,
de modo que la sociedad como un todo no tiene cómo afrontar una crisis, ya que
perdió resiliencia, adaptabilidad y sincronía entre sus partes.
Uno de los pecados mortales de los gobiernos de Chávez y
Maduro fue haberle confiscado al pueblo de Venezuela la posibilidad de acceder
a una información veraz y oportuna, que sólo se obtiene con el concurso de una
multiplicidad de medios trabajando en libertad, de opiniones diversas, de
análisis de variadas perspectivas, fundamentales para que las partes de toda
sociedad puedan responder adecuadamente a las circunstancias.
Aplicando algunas de estas hipótesis, podríamos explicar
por qué Venezuela y los venezolanos nos encontramos en medio de tantas
tragedias, errores y crisis. Empecemos por decir que el sistema socialista, que
sectores interesados le han impuesto al país, es como una camisa de fuerza, no
nos permite movilidad sino en una dirección y ésa es la concepción estatista
del gobierno, que funcionó un tiempo, mientras había recursos de la renta
petrolera, pero al acabarse ese flujo de dinero el sistema todo entró en picada,
porque el sector privado estaba condicionado a la dependencia del estado.
Cuando la revolución socialista se hace gobierno y
empieza a delinquir en el mundo, utilizando como tapadera a la democracia
venezolana, todos los esfuerzos se encaminaron a financiar el proyecto Cubano
(Ruso y Chino) de hegemonía mundial… el gasto devoró la economía del país,
llevándonos a la ruina.
Los demócrtas socialistas, en especial los nuevos
partidos, ya venían convertidos en pequeñas organizaciones mafiosas, cuyo único
interés era mantener las cúpulas de sus dirigentes en posiciones de privilegio;
tanto los planes de gobernanza como los proyectos electorales se encaminaban a
tratar de regresar al timón del estado, pero ni el chavismo ni el madurismo lo
permitieron, obligándolos a cohabitar y jugar para sus intereses, cosa que
aceptaron.
Pero todo el programa político socialista, a medida que
el gobierno perdía recursos que no podía renovar, mientras se convertía en un
paria internacional y llovían acusaciones, sanciones y procesos en su contra,
cambió de estrategia y sólo se ocupó de defender y “enconchar” a los mafiosos;
el socialismo en Venezuela se manifestó como un plan de protección para el
madurismo, convenientemente apoyado por la oposición democrática socialista.
Las elecciones del próximo diciembre son la confirmación
de que toda la oposición supuestamente democrática del país está podrida, que
pretende ir a una salida negociada, a un gobierno de cohabitación con el
madurismo, cuyo fin último es salvar a las mafias criminales para que continúan
destruyendo el país, por lo que Guaidó, Capriles, Leopoldo, Ramos Allup y todos
los que están llamando a participar en las elecciones o buscar un programa
alterno socialista, apuestan al suicidio del país.
El socialismo nunca podrá sacarnos de esta espiral de
desastres que nos ahoga; Venezuela es un sub-sistema complejo, se le debe
liberar de esa camisa de fuerza que nos obliga a actuar y pensar de un modo
predeterminado; debemos permitir que el país responda a las diversas
circunstancias que se le presentan, enfrentar los distintos puntos de
bifurcación con respuestas locales, deberíamos poder actuar de manera fractal, con múltiples atractores que logren la
estabilidad del sistema, nunca forzar estrategias lineales, como pretenden
nuestros geniecillos de la política, presentándosenos con planes ideológicos
obsoletos, a fuerza de consignas.
En sistemas complejos hasta “el ruido”, la estática, el “white noise” tiene un papel importante;
todos esos elementos, supuestamente foráneos e incómodos al orden lineal,
provocan respuestas diferenciales y disparan mecanismos que afectan el
funcionamiento integral del sistema, a veces para bien, cuando el sistema se
fortalece, otras para mal, cuando el sistema se resetea o busca la manera de
manejar la contingencia.
Concurro con las profesoras del Instituto de Santa Fe en
que, por primera vez en 200.000 años de existencia, los humanos estamos
aprendiendo a actuar como un sistema complejo inteligente; esta pandemia nos
está enseñando los secretos de actuación de la humanidad como un ente unificado
para eventos catastróficos globales, un conocimiento que vamos a necesitar para
los tiempos que vienen, para no desparecer como especie. -
saulgodoy@gmail.com
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