sábado, 29 de agosto de 2020

Aprendiendo actuar como sistemas complejos

 



Es primera vez, en nuestra historia como humanidad, que estamos actuando como lo que somos, un sistema viviente complejo, compuesto de gran cantidad de individuos, cuya respuesta colectiva es muy difícil de predecir; estamos comportándonos como un ente planetario o, por lo menos, tratamos, siguiendo recomendaciones que, todos sabemos, nos ayudarán a controlar una pandemia como la del coronavirus COVID 19, guiados por una estructura global de salud, con la participación de cientos de países y gobiernos, siguiendo guías e informaciones que se actualizan al instante.

Hay mucha gente que no se da cuenta del comportamiento macro de los habitantes de nuestro planeta, pero podríamos compararlo con esos cardúmenes de peces que se ve en los océanos, reunidos en grandes grupos y maniobrado como si fuera un solo organismo, que se conduce de manera coordinada tanto para conseguir el alimento como para estrategias de defensa de sus depredadores, cuando están reunidos en esta forma, nadan más rápido y confunden a sus enemigos; igual lo vemos en las aves, moviéndose en grandes grupos en el aire, a gran velocidad, sin tener accidentes, sin chocar entre ellas y haciendo maniobras harto complicadas.

Estamos claros, no somos peces ni aves, y es primera vez que nos vemos involucrados en estas estrategias globales, por lo que nuestro comportamiento y los resultados que tenemos no son tan claros ni coordinados como se esperaría de un sistema colectivo, pero es cuestión de práctica lograr controlar y evitar los errores, y son habilidades que vamos a necesitar si queremos sobrevivir como especie, ya que en el horizonte se ve una serie de problemas de carácter ambiental, económico, de salud, de pobreza y hasta astronómico que vamos a tener que enfrentar… esta práctica es fundamental como ejercicio de calentamiento y aprendizaje.

Para empezar, los sistemas complejos están sujetos a grandes dosis de incertidumbre, no se sabe lo que va a suceder en el próximo instante, pero el sistema, si es robusto, está en capacidad de responder a cualquier circunstancia, porque tiene planes A, B, C, D y E y puede adaptarse a cualquier situación.

Eso demuestra que en sistemas complejos la lógica lineal no funciona, la expectativa causa-efecto ya no es útil y el escenario en que nos movemos es uno de circuitos interrelacionados, de las relaciones de las partes con el todo, donde el todo es mucho más que la suma de sus partes, y el comportamiento de cada parte depende del comportamiento del todo.

Recomiendo el artículo Tiempo de Incertidumbre (2020), de las profesoras Jessica Flack y Melanie Mitchelle, ambas del Instituto de Santa Fe en Nuevo México, donde la complejidad es estudiada a fondo; allí ellas nos dicen:

 

… toda sociedad humana es a su vez colectiva y acoplada. Colectiva, queriendo significar que son nuestros comportamientos combinados lo que hace surgir efectos de amplio efecto social. Acoplados, en que nuestras percepciones y comportamiento dependen de la percepción y comportamiento de los otros, nuestras estructuras sociales y económicas están construidas colectivamente. Como consumidores, al notar una escasez de papel toilette en el supermercado, acudimos en tropel para adquirirlo, igual sucede si se trata de leche, huevos o harina. Vemos a nuestros vecinos usando máscaras protectoras, y nos ponemos las nuestras. Los corredores de bolsa entran en pánico en cuanto perciben una tendencia en la baja de las acciones, y siguen a la manada… causando al final, justamente, la caída del mercado que temían.

 

En el caso de los mercados financieros, los analistas de los mismos han encontrado que el tiempo de respuesta, tanto de la venta de valores como de la indexación de las acciones, es prácticamente el mismo, al punto que cuando cunde el pánico y las acciones empiezan a venderse, al muy poco tiempo los valores de las acciones caen; es por ello que los ingenieros de los mercados financieros han creado una especie de breaker que corta el circuito, es decir, cuando se detecta signos de que el sistema  va hacia un derrumbe del mercado, las transacciones se suspenden, esta norma lo que intenta es reducir la velocidad de los eventos para que los actores bursátiles puedan clarificar el escenario, sin la presión de una crisis estallando sobre sus cabezas.

Y es que los tiempos de un sistema complejo no pueden ser todos uniformados, debe existir una concurrencia de diferentes ritmos y tiempos que permitan que si una de las partes del sistema entra en crisis, las otras puedan seguir funcionando y apoyar a los sectores que fallan; en el artículo mencionado se menciona al cuerpo humano como ejemplo, cualquier cosa puede suceder en un ente compuesto por 30 trillones de células y 38 trillones de bacterias haciendo juego en una ecología que funciona como un todo a pesar de su complejidad, y lo hace porque sus partes están programadas para que trabajen en distintas escalas de tiempo, algunas son más rápidas y son las que enfrentan los cambios en el ambiente y produciendo adaptaciones, otras son más lentas y mantienen la estructura funcionando de acuerdo a un plan a largo plazo.

Lo mismo sucede en la sociedad, hay instituciones de respuestas rápidas y que enfrentan los problemas apenas se producen, como si fuera una fiscalía ante las acciones de grupos criminales, pero otras son de metabolismo mucho más lento y tienen que serlo, pues sus estructuras garantizan la estabilidad social y la identidad nacional, como lo serían los tribunales supremos o las academias.

Flack y Mitchell nos dicen con respecto al cuerpo como un sistema biológico complejo: “El corazón humano le confiere robustez palpitando ni de manera caótica ni periódica, sino fractal”. Las palpitaciones se aceleran o disminuyen de acuerdo al trabajo del momento y, aún en estado normal, se permite variaciones de ritmo, para ajustarse a ciertas tareas de los sistemas simpáticos, que ni siquiera nos damos cuenta que están en proceso.

 

La complejidad y el socialismo.

 

En lo personal, soy de la opinión de que ése es uno de los grandes problemas del socialismo; en su cruzada por hacer de todos los elementos sociales piezas igualitarias, comunes, colectivizadas, pretende, de manera artificiosa, imponer un ritmo de trabajo anormal, tomando todos los componentes sociales y tratando que vayan a un mismo ritmo, por una misma ruta y a un mismo tiempo.

Algo tan complicado, como lo es la sociedad humana, con elementos económicos unos más dinámicos que otros, el sector educativo, que necesita coordinar tantos elementos, que trabajan en diferentes tiempos para que funcionen, los militares, la industria petrolera, las relaciones internacionales, la producción agrícola… todas las instituciones y los sectores productivos están sometidos a planes que no son coherentes con el plan del socialismo, pero piensan adecuarlos a una idea utópica de orden y progreso que solo existe en la cabeza de los líderes revolucionarios.

Los socialistas pretenden controlarlo todo y dirigirlo por medio de hortadores, que marquen el ritmo para que avance de acuerdo a unos planes centralizados, a cuotas y resultados prefigurados en unas oficinas políticas, utilizando una hegemonía de poder, comunicacional, de represión y control, traducida en permisos, multas, expropiaciones, cierres, confiscaciones... No en vano la sociedad venezolana se encuentra en tal estado de disfuncionalidad, los elementos aleatorios y diferenciales han sido eliminados, de modo que la sociedad como un todo no tiene cómo afrontar una crisis, ya que perdió resiliencia, adaptabilidad y sincronía entre sus partes.

Uno de los pecados mortales de los gobiernos de Chávez y Maduro fue haberle confiscado al pueblo de Venezuela la posibilidad de acceder a una información veraz y oportuna, que sólo se obtiene con el concurso de una multiplicidad de medios trabajando en libertad, de opiniones diversas, de análisis de variadas perspectivas, fundamentales para que las partes de toda sociedad puedan responder adecuadamente a las circunstancias.

Aplicando algunas de estas hipótesis, podríamos explicar por qué Venezuela y los venezolanos nos encontramos en medio de tantas tragedias, errores y crisis. Empecemos por decir que el sistema socialista, que sectores interesados le han impuesto al país, es como una camisa de fuerza, no nos permite movilidad sino en una dirección y ésa es la concepción estatista del gobierno, que funcionó un tiempo, mientras había recursos de la renta petrolera, pero al acabarse ese flujo de dinero el sistema todo entró en picada, porque el sector privado estaba condicionado a la dependencia del estado.

Cuando la revolución socialista se hace gobierno y empieza a delinquir en el mundo, utilizando como tapadera a la democracia venezolana, todos los esfuerzos se encaminaron a financiar el proyecto Cubano (Ruso y Chino) de hegemonía mundial… el gasto devoró la economía del país, llevándonos a la ruina.

Los demócrtas socialistas, en especial los nuevos partidos, ya venían convertidos en pequeñas organizaciones mafiosas, cuyo único interés era mantener las cúpulas de sus dirigentes en posiciones de privilegio; tanto los planes de gobernanza como los proyectos electorales se encaminaban a tratar de regresar al timón del estado, pero ni el chavismo ni el madurismo lo permitieron, obligándolos a cohabitar y jugar para sus intereses, cosa que aceptaron.

Pero todo el programa político socialista, a medida que el gobierno perdía recursos que no podía renovar, mientras se convertía en un paria internacional y llovían acusaciones, sanciones y procesos en su contra, cambió de estrategia y sólo se ocupó de defender y “enconchar” a los mafiosos; el socialismo en Venezuela se manifestó como un plan de protección para el madurismo, convenientemente apoyado por la oposición democrática socialista.

Las elecciones del próximo diciembre son la confirmación de que toda la oposición supuestamente democrática del país está podrida, que pretende ir a una salida negociada, a un gobierno de cohabitación con el madurismo, cuyo fin último es salvar a las mafias criminales para que continúan destruyendo el país, por lo que Guaidó, Capriles, Leopoldo, Ramos Allup y todos los que están llamando a participar en las elecciones o buscar un programa alterno socialista, apuestan al suicidio del país.

El socialismo nunca podrá sacarnos de esta espiral de desastres que nos ahoga; Venezuela es un sub-sistema complejo, se le debe liberar de esa camisa de fuerza que nos obliga a actuar y pensar de un modo predeterminado; debemos permitir que el país responda a las diversas circunstancias que se le presentan, enfrentar los distintos puntos de bifurcación con respuestas locales, deberíamos poder actuar de manera fractal,  con múltiples atractores que logren la estabilidad del sistema, nunca forzar estrategias lineales, como pretenden nuestros geniecillos de la política, presentándosenos con planes ideológicos obsoletos, a fuerza de consignas.

En sistemas complejos hasta “el ruido”, la estática, el “white noise” tiene un papel importante; todos esos elementos, supuestamente foráneos e incómodos al orden lineal, provocan respuestas diferenciales y disparan mecanismos que afectan el funcionamiento integral del sistema, a veces para bien, cuando el sistema se fortalece, otras para mal, cuando el sistema se resetea o busca la manera de manejar la contingencia.

Concurro con las profesoras del Instituto de Santa Fe en que, por primera vez en 200.000 años de existencia, los humanos estamos aprendiendo a actuar como un sistema complejo inteligente; esta pandemia nos está enseñando los secretos de actuación de la humanidad como un ente unificado para eventos catastróficos globales, un conocimiento que vamos a necesitar para los tiempos que vienen, para no desparecer como especie.    -     saulgodoy@gmail.com

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