martes, 1 de septiembre de 2020

Las sanciones, un nuevo tipo de guerra

 


No hay tema más espinoso en el seno de las Naciones Unidas… en el año 2016 su Secretario General, Kofi Annan, expresaba su preocupación diciendo: “la ONU tiene aplicadas más sanciones que nunca en el mundo, pero el asunto es ¿funcionan?”

Para el movimiento de países No Alineados la respuesta es un rotundo NO, pero para una gran parte de los países occidentales las sanciones funcionan, convirtiéndose en la respuesta que el mundo civilizado prefiere para enfrentar situaciones que requieren presión, contención, control, castigo, en asuntos tan variados como control de armas de destrucción masiva, la protección de Derechos Humanos, disminuir las agresiones, protección del ambiente y disminución del tráfico de drogas.

Luego de la Guerra Fría, las sanciones dejaron de ser consideradas un acto de guerra contra los países para convertirse en una de las opciones “pacíficas” de la diplomacia internacional. Antes, cuando se llegaba al momento de cancelar todo contacto diplomático y económico con otra nación, era porque inmediatamente venían los ejércitos y el enfrentamiento bélico; ya no es así, de hecho, los conflictos armados disminuyeron a partir del uso sistemático y generalizado de las sanciones.

Pero el dilema de las sanciones se ha convertido en un asunto que preocupa a las naciones del mundo, pues su impacto castiga a muchos inocentes, precisamente a la gente que menos culpa tienen de provocarlas, y esto las hace ver como inefectivas; hay denuncias de países sujetos a sanciones basadas en que las mismas los obligan a renunciar a su derecho de autodeterminación y de libertad política en aras de intereses colonialistas e imperialistas.

Pero se han convertido en la herramienta política favorita de muchas naciones, como parte de sus programas de relaciones internacionales,; aunque mantienen su condición de “agresión” contra las naciones que las sufren, no son tan extremas como el uso de la fuerza militar. Hay varios tipos de sanciones: las diplomáticas, que tratan de la interrupción de relaciones entre países y van desde cierre de embajadas, hasta el no reconocimiento de los estados y sus compromisos con la comunidad internacional, lo que genera tensiones y conflictos que pudieran ir escalando en intensidad.

La ONU ha establecido como regla general que las sanciones diplomáticas se realicen bajo la autoridad de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, para conferirles más universalidad y efectividad, pero esto tiene sus dificultades, propias de la participación de 193 países en la Asamblea General y de los 15 países que conforman el Consejo de Seguridad, incluyendo a 5 con derecho a veto, lo que hace muy difícil concretar sanciones de manera expedita y consensuada.

Luego tenemos las sanciones específicas a personas o grupos, los embargos de armas, las sanciones económicas, las autónomas, que cada país está en libertad de tomar, las sanciones llamadas “inteligentes”, que son sanciones por diseño encaminadas a ciertas empresas, firmas y otras organizaciones que tratan de aislar sus blancos del contexto general de un país… en este caso, Venezuela ha sido un laboratorio de experimentación sobre todo de sanciones económicas, que han tenido repercusiones mundiales, pues por “contagio” son sanciones que afectan a otros agentes que hagan negocios con empresas involucradas en el desacato de las mismas.

La economía norteamericana es tan grande y globalizada que sus sanciones pueden producir un efecto en cascada y eso hace que, por temor, sectores completos de la economía mundial se inhiban de trabajar con las empresas o con el país sancionado, produciéndose una modalidad de embargo indirecto que ha probado ser muy efectivo; aun así, el gobierno de Maduro, junto con sus aliados, ha podido burlar varias de estas medidas, principalmente ocultando las operaciones entre diferentes agentes y corporaciones, haciendo triangulaciones, utilizando fachadas ficticias… pero el rastro de dinero dejado por las transacciones siempre termina por delatar esas operaciones.

En el resumen temático del Cuarto Comité de la ONU, referido al tema de desarme del 2020, dice sobre nuestro país:

 

… algunas sanciones contra Venezuela apuntan hacia el Presidente y altos oficiales de la nación, prohibiéndoles la entrada a los EEUU. También le prohíbe a firmas norteamericanas hacer negocios con Venezuela. A estas firmas se les permite continuar  honrando sus servicios con contratos pre-existentes, pero no pueden hacer nuevos. Esto significa que empresas norteamericanas tienen prohibido hacer nuevos negocios con el sector petrolero venezolano. Estas sanciones son unilaterales y autónomas. No tienen consecuencias para empresas de otros países. Compañías Chinas de petróleo, por ejemplo, son libres de hacer negocios con Venezuela, cuyos mercados han sido abandonados por USA.

 

 

En Latinoamérica, las sanciones económicas han tenido un resultado aparentemente pobre, esto desde que las sanciones contra Cuba, que se impusieron hace más de sesenta años, afectando el intercambio comercial y diplomático, produciendo un debilitamiento de la economía cubana, limitando la calidad de vida para el pueblo, no han hecho mella en la estabilidad del gobierno comunista.

Esto pudiera explicarse por las condiciones que surgieron luego de la Crisis de los Misiles y los acuerdos a los que llegó USA  con la entonces Unión Soviética, también porque muchos otros países siguieron sosteniendo relaciones con el régimen de Castro, aminorando el impacto de las mismas, de modo que el gobierno revolucionario de la isla continúa su influencia en el área, cuyo logro más  notable fue la caída de la democracia en Venezuela.

Las sanciones, para que funcionen, deben ser acompañadas de otras medidas que formen parte de un plan de mayor alcance, y logren cambios reales en la geopolítica mundial; es por ello que los EEUU ha mantenido importantes contactos entre los gobiernos del área, en las organizaciones que las unen y en los tratados que las afectan, e incluso, tienen un componente militar desplegado en el Caribe, combatiendo el tráfico de drogas, y otros en stand by en Colombia, para fortalecer los términos y resultados de las sanciones en contra del tirano Maduro.

 

Cazar una mala pelea.

 

Si vemos las sanciones como un sustituto de las acciones militares, EEUU está en guerra con Venezuela; esto sería el resultado de una larga cadena de agresiones desde que Chávez se hizo con la presidencia de la república, estuvo constantemente atacando a los EEUU y sus intereses en el mundo, sin ningún reparo encaminó y apoyó una enorme cantidad de drogas peligrosas hacia el mercado negro de los EEUU para dañar la juventud de ese país, igualmente utilizó el sistema financiero de USA para lavar grandes sumas de dinero de la corrupción, inundando el mercado inmobiliario, de acciones y comercial con inversiones que buscaban desestabilizar los mercados locales.

Fue clara la estrategia de injerencia de Chávez en la política interna norteamericana, financiando y otorgando donaciones a grupos izquierdistas radicales, preferiblemente negros y latinos, en las principales urbes, reuniéndose con líderes comunitarios y del sector educativo, que tenían agravios contra el gobierno; en el sur del continente, apoyó con dinero candidatos y partidos socialistas, envió ayuda supuestamente humanitaria como parte de las campañas electorales, financió grupos subversivos y ofreció santuarios y ayudas de diferente orden a sus jefes, que eran recibidos con honores en el país.

Los principales enemigos de los EEUU eran condecorados y festejados como héroes; hizo campaña abierta a favor de grupos terroristas y movimientos separatistas, se encargó personalmente de una cruzada anti norteamericana alrededor del mundo, insultando a sus mandatarios en los foros internacionales, todo esto provocó que el presidente Obama le diera curso al famoso decreto presidencial 13692, que señaló a Venezuela como una "amenaza extraordinaria para la seguridad nacional y para la política exterior de Estados Unidos".

Chávez convocó a grupos radicales y fundamentalistas en campañas contra los intereses norteamericanos en la región, se dedicó a quebrantar los lazos diplomáticos con Washington, con agresiones directas contra su personal diplomático en nuestro país… el resultado final fueron una serie de sanciones que luego se fueron afinando hacia empresas y personas que estaban conspirando y agrediendo los intereses norteamericanos.

Esta guerra continuó con Maduro y se intensificó el tráfico de drogas y el apoyo a los grupos guerrilleros, el petróleo se estaba utilizando como un arma política para restarle aliados a USA y convocar apoyos internacionales a las causas de liberación y unión continental, hasta que se rompieron las relaciones diplomáticas; entonces se sucedieron una serie de sanciones económicas generales, como las impuestas por Donald Trump contra Venezuela, buscando desoxigenar al gobierno de Nicolás Maduro, cercarlo, aislarlo y debilitarlo económicamente. Para el gobierno estadounidense y para los opositores de Maduro que las respaldan, estas medidas deben servir, además, para estimular las presiones sociales y las fracturas en sus principales soportes, especialmente en las fuerzas militares, para sacarlo del poder.  

Chávez y Maduro, de manera irresponsable, atacaron la seguridad de los EEUU, creyendo que sus acciones iban a quedar sin respuesta; por años estuvieron tratando de destruir la buena voluntad y los lazos de amistad entre los EEUU y Venezuela… lo que nunca se esperaron era que aquella bonanza petrolera y la borrachera de petrodólares se les iba a terminar y, cuando eso ocurrió, Trump les tenía preparada una ofensiva letal.

Los chavistas han hablado por mucho tiempo de la guerra de cuarta generación, de las guerras híbridas, pero nunca se imaginaron que estaban protagonizando una, real y mortífera… sin soldados ni armas, en principio, pero a punta de sanciones los estaban acorralando; pero como en toda guerra hay víctimas inocentes y daños colaterales inevitables, aún a pesar del esfuerzo de Washington de no interrumpir sus esfuerzos para que llegue la ayuda humanitaria.

Debemos remontarnos hasta el mandato del presidente Bush para empezar a recoger este historial de sanciones; primero, con un embargo de armas que respondía a violaciones de derechos humanos por parte de las FFAA, éste fue el primer ladrillo de la pared que se estaba montando como parte de una gran estrategia; con el gobierno de Obama, que es cuando empiezan a aplicarse las primeras sanciones económicas contra Venezuela y las primeras contra funcionarios específicos; y se transforman con Trump, en una andanada de sanciones diseñadas para ir debilitando al régimen y sus apoyos, preparando al pueblo para que se active en la resistencia.

Fue Trump quien empieza a dar una organicidad a las sanciones, dentro de un plan que incluye a toda la región, porque el Departamento de Estado sabe que Venezuela es una de las piezas en un juego perverso que tiene a Cuba, Nicaragua, Colombia, Brasil, Bolivia y otros países, en coordinación con Rusia, China y algunos elementos fundamentalistas islámicos, con el fin de instaurar gobiernos socialistas alineados con Cuba, que es la base de operaciones de los enemigos de USA.

Tanto Chávez como Maduro logran establecer un modus vivendi con la oposición política, y han tenido como costumbre reservarse a los llamados presos políticos y a sectores de la población como fichas de intercambio para momentos cruciales de negociación; los chavistas son secuestradores por naturaleza, utilizan al pueblo como escudos humanos, rehenes o salvavidas que les servirán para canjearlos por oportunidades, para aliviar momentos críticos que ya tienen previstos en sus hojas de ruta.

 

Atacar al gobierno es atacar al pueblo

 

Bajo esta premisa, las primeras sanciones económicas contra Venezuela eran fácilmente convertibles en ataques contra los venezolanos; teniendo en cuenta que somos un país monoproductor, dependiente de la renta petrolera, era fácil hacer ver que atacar nuestra industria petrolera era atacar el modo de vida del pueblo.

Gracias al socialismo perverso y delirante, pudo el gobierno ocultarse detrás de los intereses del pueblo; el aparato de propaganda del chavismo convirtió cualquier sanción de los gringos en un ataque contra la gente hasta que empezaron a salir las listas de funcionarios sancionados, los congelamientos de cuentas con nombre y apellidos, de los inmuebles y empresas registradas a nombre de políticos corruptos, los decomisos de bienes y depósitos con testaferros asociados y familiares sirviendo de personas interpuestas… un trabajo que tomaba mucho tiempo y dedicación, pero que se fue perfeccionando y produciendo resultados.

De nuevo se presentó esa confusión que existe entre un estado centralista, autoritario, interventor y el interés del colectivo, siendo el estado el que proporciona la alimentación de una buena parte de los venezolanos, el que surte la gasolina, el que dispensa las medicinas, el que educa, el que da trabajo, el que brinda transporte… de manera que cualquier interrupción en el suministro de bienes esenciales lo siente el pueblo, y el gobierno de Maduro lo utilizó para convertirlo en una agresión hacia los inocentes, tratando de elevar el coste de las sanciones y movilizar a las comunidades para que rechazaran las sanciones.

La crisis económica y social que sufrimos en Venezuela no la crearon las sanciones, sino veinte años de políticas erradas y encaminadas a empobrecer al país, llevarlo a un estado de necesidad absoluta para poder controlarlo.

En esta guerra, el pueblo es el que sufre las consecuencias, repito, es inevitable y me consta que el gobierno de los EEUU está haciendo lo posible por minimizar esos costos, pero no se puede bajar la presión y se tiene que seguir la ofensiva hasta derrotarlo. Para ello, el Departamento de Estado de USA brindó su apoyo a Juan Guaidó… a estas alturas, estoy seguro de que ya saben que no fue su mejor elección, porque, de hecho, es el candidato de la oposición vendida, pero está allí y no hay tiempo para rehacer el juego, deben seguir con él hasta que se instaure un gobierno de emergencia.

Los tiempos se acortan, las elecciones norteamericanas serán en pocos meses, el aparato socialista internacional está en plena labor de contraataque contra la administración del presidente Donald Trump, mientras éste aprieta las tuercas en Venezuela, y el chavismo prepara un evento electoral absolutamente manipulado, buscando un respiro a sus cuitas… el pueblo de Venezuela, agotado de tanto sufrimiento, ya no da para más, y una buena parte de la oposición, justamente a la que pertenece Guaidó, se puso de parte del candidato socialista norteamericano Joe Biden, de manera que Maduro apuesta a su capacidad de aguante y a que ganen los demócratas en USA para aliviar su situación.

Venezuela está en guerra (debemos especificar, el gobierno de Maduro, que no es el gobierno de los venezolanos, está en guerra en contra del gobierno y del pueblo de Norteamérica), no les quepa la menor duda, los principales colaboradores de Maduro han sido acusados de narcotraficantes y la cabeza del mismo Maduro ya tiene precio, como uno de los criminales más buscados. Si esto no es guerra, no sé entonces que lo es… pero es un nuevo tipo de confrontación en el que las armas todavía no se usan. El chavismo se está quebrando, ningún venezolano puede pensar que Maduro sea más valioso que el bienestar del país ni que el chavismo, que buscó este incordio con un enemigo que no podía vencer, sea tan vital y necesario para nuestro futuro… no hay que ser brujo para predecir el resultado.    -    saulgodoy@gmail.com



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