No hay tema más espinoso en el seno de las Naciones
Unidas… en el año 2016 su Secretario General, Kofi Annan, expresaba su
preocupación diciendo: “la ONU tiene
aplicadas más sanciones que nunca en el mundo, pero el asunto es ¿funcionan?”
Para el movimiento de países No Alineados la respuesta es
un rotundo NO, pero para una gran parte de los países occidentales las
sanciones funcionan, convirtiéndose en la respuesta que el mundo civilizado
prefiere para enfrentar situaciones que requieren presión, contención, control,
castigo, en asuntos tan variados como control de armas de destrucción masiva,
la protección de Derechos Humanos, disminuir las agresiones, protección del
ambiente y disminución del tráfico de drogas.
Luego de la Guerra Fría, las sanciones dejaron de ser consideradas
un acto de guerra contra los países para convertirse en una de las opciones
“pacíficas” de la diplomacia internacional. Antes, cuando se llegaba al momento
de cancelar todo contacto diplomático y económico con otra nación, era porque
inmediatamente venían los ejércitos y el enfrentamiento bélico; ya no es así,
de hecho, los conflictos armados disminuyeron a partir del uso sistemático y
generalizado de las sanciones.
Pero el dilema de las sanciones se ha convertido en un
asunto que preocupa a las naciones del mundo, pues su impacto castiga a muchos
inocentes, precisamente a la gente que menos culpa tienen de provocarlas, y
esto las hace ver como inefectivas; hay denuncias de países sujetos a sanciones
basadas en que las mismas los obligan a renunciar a su derecho de
autodeterminación y de libertad política en aras de intereses colonialistas e
imperialistas.
Pero se han convertido en la herramienta política
favorita de muchas naciones, como parte de sus programas de relaciones
internacionales,; aunque mantienen su condición de “agresión” contra las
naciones que las sufren, no son tan extremas como el uso de la fuerza militar.
Hay varios tipos de sanciones: las diplomáticas, que tratan de la interrupción
de relaciones entre países y van desde cierre de embajadas, hasta el no
reconocimiento de los estados y sus compromisos con la comunidad internacional,
lo que genera tensiones y conflictos que pudieran ir escalando en intensidad.
La ONU ha establecido como regla general que las
sanciones diplomáticas se realicen bajo la autoridad de una resolución del Consejo
de Seguridad de la ONU, para conferirles más universalidad y efectividad, pero
esto tiene sus dificultades, propias de la participación de 193 países en la
Asamblea General y de los 15 países que conforman el Consejo de Seguridad,
incluyendo a 5 con derecho a veto, lo que hace muy difícil concretar sanciones
de manera expedita y consensuada.
Luego tenemos las sanciones específicas a personas o
grupos, los embargos de armas, las sanciones económicas, las autónomas, que
cada país está en libertad de tomar, las sanciones llamadas “inteligentes”, que
son sanciones por diseño encaminadas a ciertas empresas, firmas y otras organizaciones
que tratan de aislar sus blancos del contexto general de un país… en este caso,
Venezuela ha sido un laboratorio de experimentación sobre todo de sanciones
económicas, que han tenido repercusiones mundiales, pues por “contagio” son sanciones
que afectan a otros agentes que hagan negocios con empresas involucradas en el
desacato de las mismas.
La economía norteamericana es tan grande y globalizada
que sus sanciones pueden producir un efecto en cascada y eso hace que, por
temor, sectores completos de la economía mundial se inhiban de trabajar con las
empresas o con el país sancionado, produciéndose una modalidad de embargo
indirecto que ha probado ser muy efectivo; aun así, el gobierno de Maduro, junto
con sus aliados, ha podido burlar varias de estas medidas, principalmente
ocultando las operaciones entre diferentes agentes y corporaciones, haciendo
triangulaciones, utilizando fachadas ficticias… pero el rastro de dinero dejado
por las transacciones siempre termina por delatar esas operaciones.
En el resumen temático del Cuarto Comité de la ONU,
referido al tema de desarme del 2020, dice sobre nuestro país:
…
algunas sanciones contra Venezuela apuntan hacia el Presidente y altos
oficiales de la nación, prohibiéndoles la entrada a los EEUU. También le
prohíbe a firmas norteamericanas hacer negocios con Venezuela. A estas firmas se
les permite continuar honrando sus
servicios con contratos pre-existentes, pero no pueden hacer nuevos. Esto
significa que empresas norteamericanas tienen prohibido hacer nuevos negocios
con el sector petrolero venezolano. Estas sanciones son unilaterales y
autónomas. No tienen consecuencias para empresas de otros países. Compañías
Chinas de petróleo, por ejemplo, son libres de hacer negocios con Venezuela, cuyos
mercados han sido abandonados por USA.
En Latinoamérica, las sanciones económicas han tenido un resultado
aparentemente pobre, esto desde que las sanciones contra Cuba, que se
impusieron hace más de sesenta años, afectando el intercambio comercial y
diplomático, produciendo un debilitamiento de la economía cubana, limitando la
calidad de vida para el pueblo, no han hecho mella en la estabilidad del
gobierno comunista.
Esto pudiera explicarse por las condiciones que surgieron
luego de la Crisis de los Misiles y los acuerdos a los que llegó USA con la entonces Unión Soviética, también
porque muchos otros países siguieron sosteniendo relaciones con el régimen de
Castro, aminorando el impacto de las mismas, de modo que el gobierno
revolucionario de la isla continúa su influencia en el área, cuyo logro
más notable fue la caída de la democracia
en Venezuela.
Las sanciones, para que funcionen, deben ser acompañadas
de otras medidas que formen parte de un plan de mayor alcance, y logren cambios
reales en la geopolítica mundial; es por ello que los EEUU ha mantenido
importantes contactos entre los gobiernos del área, en las organizaciones que
las unen y en los tratados que las afectan, e incluso, tienen un componente
militar desplegado en el Caribe, combatiendo el tráfico de drogas, y otros en stand by en Colombia, para fortalecer
los términos y resultados de las sanciones en contra del tirano Maduro.
Cazar una mala
pelea.
Si vemos las sanciones como un sustituto de las acciones
militares, EEUU está en guerra con Venezuela; esto sería el resultado de una
larga cadena de agresiones desde que Chávez se hizo con la presidencia de la
república, estuvo constantemente atacando a los EEUU y sus intereses en el
mundo, sin ningún reparo encaminó y apoyó una enorme cantidad de drogas
peligrosas hacia el mercado negro de los EEUU para dañar la juventud de ese
país, igualmente utilizó el sistema financiero de USA para lavar grandes sumas
de dinero de la corrupción, inundando el mercado inmobiliario, de acciones y comercial
con inversiones que buscaban desestabilizar los mercados locales.
Fue clara la estrategia de injerencia de Chávez en la
política interna norteamericana, financiando y otorgando donaciones a grupos
izquierdistas radicales, preferiblemente negros y latinos, en las principales
urbes, reuniéndose con líderes comunitarios y del sector educativo, que tenían
agravios contra el gobierno; en el sur del continente, apoyó con dinero
candidatos y partidos socialistas, envió ayuda supuestamente humanitaria como parte
de las campañas electorales, financió grupos subversivos y ofreció santuarios y
ayudas de diferente orden a sus jefes, que eran recibidos con honores en el
país.
Los principales enemigos de los EEUU eran condecorados y
festejados como héroes; hizo campaña abierta a favor de grupos terroristas y
movimientos separatistas, se encargó personalmente de una cruzada anti
norteamericana alrededor del mundo, insultando a sus mandatarios en los foros
internacionales, todo esto provocó que el presidente Obama le diera curso al
famoso decreto presidencial 13692, que señaló a Venezuela como una "amenaza extraordinaria para la
seguridad nacional y para la política exterior de Estados Unidos".
Chávez convocó a grupos radicales y fundamentalistas en
campañas contra los intereses norteamericanos en la región, se dedicó a
quebrantar los lazos diplomáticos con Washington, con agresiones directas
contra su personal diplomático en nuestro país… el resultado final fueron una
serie de sanciones que luego se fueron afinando hacia empresas y personas que
estaban conspirando y agrediendo los intereses norteamericanos.
Esta guerra continuó con Maduro y se intensificó el
tráfico de drogas y el apoyo a los grupos guerrilleros, el petróleo se estaba
utilizando como un arma política para restarle aliados a USA y convocar apoyos
internacionales a las causas de liberación y unión continental, hasta que se
rompieron las relaciones diplomáticas; entonces se sucedieron una serie de sanciones
económicas generales, como las impuestas por Donald Trump contra Venezuela,
buscando desoxigenar al gobierno de Nicolás Maduro, cercarlo, aislarlo y
debilitarlo económicamente. Para el gobierno estadounidense y para los
opositores de Maduro que las respaldan, estas medidas deben servir, además,
para estimular las presiones sociales y las fracturas en sus principales
soportes, especialmente en las fuerzas militares, para sacarlo del poder.
Chávez y Maduro, de manera irresponsable, atacaron la
seguridad de los EEUU, creyendo que sus acciones iban a quedar sin respuesta;
por años estuvieron tratando de destruir la buena voluntad y los lazos de amistad
entre los EEUU y Venezuela… lo que nunca se esperaron era que aquella bonanza
petrolera y la borrachera de petrodólares se les iba a terminar y, cuando eso
ocurrió, Trump les tenía preparada una ofensiva letal.
Los chavistas han hablado por mucho tiempo de la guerra
de cuarta generación, de las guerras híbridas, pero nunca se imaginaron que
estaban protagonizando una, real y mortífera… sin soldados ni armas, en
principio, pero a punta de sanciones los estaban acorralando; pero como en toda
guerra hay víctimas inocentes y daños colaterales inevitables, aún a pesar del
esfuerzo de Washington de no interrumpir sus esfuerzos para que llegue la ayuda
humanitaria.
Debemos remontarnos hasta el mandato del presidente Bush
para empezar a recoger este historial de sanciones; primero, con un embargo de
armas que respondía a violaciones de derechos humanos por parte de las FFAA, éste
fue el primer ladrillo de la pared que se estaba montando como parte de una
gran estrategia; con el gobierno de Obama, que es cuando empiezan a aplicarse
las primeras sanciones económicas contra Venezuela y las primeras contra funcionarios
específicos; y se transforman con Trump, en una andanada de sanciones diseñadas
para ir debilitando al régimen y sus apoyos, preparando al pueblo para que se
active en la resistencia.
Fue Trump quien empieza a dar una organicidad a las
sanciones, dentro de un plan que incluye a toda la región, porque el
Departamento de Estado sabe que Venezuela es una de las piezas en un juego
perverso que tiene a Cuba, Nicaragua, Colombia, Brasil, Bolivia y otros países,
en coordinación con Rusia, China y algunos elementos fundamentalistas islámicos,
con el fin de instaurar gobiernos socialistas alineados con Cuba, que es la
base de operaciones de los enemigos de USA.
Tanto Chávez como Maduro logran establecer un modus vivendi
con la oposición política, y han tenido como costumbre reservarse a los llamados
presos políticos y a sectores de la población como fichas de intercambio para
momentos cruciales de negociación; los chavistas son secuestradores por
naturaleza, utilizan al pueblo como escudos humanos, rehenes o salvavidas que
les servirán para canjearlos por oportunidades, para aliviar momentos críticos
que ya tienen previstos en sus hojas de ruta.
Atacar al gobierno
es atacar al pueblo
Bajo esta premisa, las primeras sanciones económicas
contra Venezuela eran fácilmente convertibles en ataques contra los venezolanos;
teniendo en cuenta que somos un país monoproductor, dependiente de la renta
petrolera, era fácil hacer ver que atacar nuestra industria petrolera era
atacar el modo de vida del pueblo.
Gracias al socialismo perverso y delirante, pudo el
gobierno ocultarse detrás de los intereses del pueblo; el aparato de propaganda
del chavismo convirtió cualquier sanción de los gringos en un ataque contra la
gente hasta que empezaron a salir las listas de funcionarios sancionados, los
congelamientos de cuentas con nombre y apellidos, de los inmuebles y empresas
registradas a nombre de políticos corruptos, los decomisos de bienes y
depósitos con testaferros asociados y familiares sirviendo de personas
interpuestas… un trabajo que tomaba mucho tiempo y dedicación, pero que se fue
perfeccionando y produciendo resultados.
De nuevo se presentó esa confusión que existe entre un
estado centralista, autoritario, interventor y el interés del colectivo, siendo
el estado el que proporciona la alimentación de una buena parte de los
venezolanos, el que surte la gasolina, el que dispensa las medicinas, el que
educa, el que da trabajo, el que brinda transporte… de manera que cualquier
interrupción en el suministro de bienes esenciales lo siente el pueblo, y el
gobierno de Maduro lo utilizó para convertirlo en una agresión hacia los
inocentes, tratando de elevar el coste de las sanciones y movilizar a las
comunidades para que rechazaran las sanciones.
La crisis económica y social que sufrimos en Venezuela no
la crearon las sanciones, sino veinte años de políticas erradas y encaminadas a
empobrecer al país, llevarlo a un estado de necesidad absoluta para poder
controlarlo.
En esta guerra, el pueblo es el que sufre las
consecuencias, repito, es inevitable y me consta que el gobierno de los EEUU
está haciendo lo posible por minimizar esos costos, pero no se puede bajar la
presión y se tiene que seguir la ofensiva hasta derrotarlo. Para ello, el
Departamento de Estado de USA brindó su apoyo a Juan Guaidó… a estas alturas,
estoy seguro de que ya saben que no fue su mejor elección, porque, de hecho, es
el candidato de la oposición vendida, pero está allí y no hay tiempo para rehacer
el juego, deben seguir con él hasta que se instaure un gobierno de emergencia.
Los tiempos se acortan, las elecciones norteamericanas
serán en pocos meses, el aparato socialista internacional está en plena labor
de contraataque contra la administración del presidente Donald Trump, mientras éste
aprieta las tuercas en Venezuela, y el chavismo prepara un evento electoral
absolutamente manipulado, buscando un respiro a sus cuitas… el pueblo de
Venezuela, agotado de tanto sufrimiento, ya no da para más, y una buena parte
de la oposición, justamente a la que pertenece Guaidó, se puso de parte del
candidato socialista norteamericano Joe Biden, de manera que Maduro apuesta a
su capacidad de aguante y a que ganen los demócratas en USA para aliviar su
situación.
Venezuela está en guerra (debemos especificar, el
gobierno de Maduro, que no es el gobierno de los venezolanos, está en guerra en
contra del gobierno y del pueblo de Norteamérica), no les quepa la menor duda, los
principales colaboradores de Maduro han sido acusados de narcotraficantes y la
cabeza del mismo Maduro ya tiene precio, como uno de los criminales más buscados.
Si esto no es guerra, no sé entonces que lo es… pero es un nuevo tipo de
confrontación en el que las armas todavía no se usan. El chavismo se está
quebrando, ningún venezolano puede pensar que Maduro sea más valioso que el
bienestar del país ni que el chavismo, que buscó este incordio con un enemigo
que no podía vencer, sea tan vital y necesario para nuestro futuro… no hay que
ser brujo para predecir el resultado. - saulgodoy@gmail.com
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