Dedicado a la
memoria del ingeniero Gerardo Santeliz Carrasco, caroreño de pura cepa.,
Desde hace tiempo vengo observando el desconocimiento que
existe entre los venezolanos en cuanto a la ideología, no nos interesa el tema,
nos molesta, igual que con el COVID 19, porque no lo vemos, no creemos que
existe; nos aburre solo oírlo mencionar, pareciera que hemos llegado a la conclusión
que de todo el tema político, lo ideológico es lo menos importante.
Craso error, y quizás por este desconocimiento general
sobre la ideología es que estamos como estamos, porque no se trata solamente de
un rechazo a nivel popular, es algo que hasta los políticos profesionales, esos
que viven y hacen de la política su profesión, padecen, y lo peor, alardean en
afirmar que no les interesa.
He escuchado a personas que se asumen como líderes
sociales que dicen no militar en ninguna ideología, que su pensamiento y
acciones no está inclinado a ninguna parcialidad o corriente ideológica, que
son “puros” y por lo tanto los más indicados en regir los destinos del país
utilizando aquella fórmula utilitarista expresada por el presidente Barak
Obama, de utilizar en el gobierno lo que sea útil y necesario sin importar de
donde venga, pues creo que estas personas mienten.
A quienes militan en una organización política, sin
importar sus colores, ¿Cuándo fue la última vez que fueron convocados para
discutir aspectos ideológicos, citados para hacer parte de esos congresillos
doctrinarios y de principios? Probablemente nunca, y si ha asistido, lo más
seguro que el tema de la reunión fuera el de la disciplina partidista y la
importancia de la unidad, o probablemente sobre el compromiso (cualquiera que
este sea) del partido con el pueblo.
Como estudioso de las comunicaciones y la política, he
caído en cuenta del enorme vacío que existe en comprender el aspecto ideológico
que afecta, y a veces dirige nuestras vidas, porque aún si ignoramos la
ideología, esta no ceja un instante en marcar nuestras acciones y sentimientos
(dejé el pensamiento fuera a propósito, porque a pesar de que vivimos
controlados por la ideología, no pensamos en ella).
Y no crean la materia ideológica se agota únicamente en
identificar que es liberalismo, comunismo o anarquía, o que se necesita para
ser un buen nacionalsocialista, o un fascista y hasta un demócrata, no se trata
únicamente de conocer cuáles son los sistemas de gobierno o el tipo de
constitución que nos damos, no, la cuestión es mucho más profunda y en estas
breves líneas voy a tratar de explicarlo.
El termino ideología fue acuñado en Francia por Antoine Louis
Claude Comte Destutt de Tracy
(1754-1836), para describir al ser humano como un animal
que posee una mente y la cual funciona con ideas, a Napoleón no le hizo mucha
gracia aquello, demasiado simple y viniendo de uno de sus asesores más
respetados como educador; Destutt de Tracy completaba el concepto diciendo que
era con la gramática que construía signos, y como se expresaban dichas ideas,
bueno, la cosa no era tan simple, se necesitaba una articulación de modos
racionales (principalmente lógicos) para poder combinar ideas, de modo que una
persona, para poder diagnosticar y manejar su entorno, poder mejorarlo, y con
ello, el mundo a su alrededor, necesita una educación direccionada en éste
sentido.
El problema que surgía de tal concepto es que había que
estar validando la correlación entre las ideas y la realidad, pues así como
había ideas que describían de manera certera la realidad, había otras que la
falsificaban, y esto ocurría incluso en el mundo de la ciencia, que también
estaba sujeto a la ideología desde el mismo momento en que ésta era un producto
social.
Lamentablemente para el comienzo del siglo XIX la palabra
ideología empezó a tener connotaciones negativas, al ser atribuidas a “personas de cabeza caliente y locos
entusiastas” tratando de excluir de la ideología todos aquellos
pronunciamientos de personas tenidas como “serias,
ponderadas y cultas”, entre ellos, los científicos.
Esta diferencia nos da pie para resaltar un fenómeno muy
interesante, y es este proceso discriminatorio, de indexación, que viene con
los aprendizajes de una lengua y que tantos antropólogos y lingüistas han
registrado en sus observaciones de campo; siempre que hablamos lo hacemos desde
una cultura y una lengua, y no siempre nos atenemos a hechos y descripciones
realistas del mundo sino a “intuiciones” que nos viene como herencia de la
particular clase social en la que nacimos, de los diversos grupos a los que
pertenecemos, a esto lo llaman una semiótica social .
De esta manera somos capaces de indexar o discriminar
entre palabras que significan lo mismo pero que tienen una carga ideológica
diferente, tomemos por ejemplo la palabra “público”, “masa” o “chusma” todas
implicando un número indeterminado de personas reunidas en un lugar y con un
propósito, hay una valoración en la descripción que afectan esa realidad
determinada, y esa valoración puede llegar a falsificar esa realidad, pero lo
más interesante es que una buena parte de los estudiosos del tema alegan, que
todo fenómeno cultural y lingüístico es ideológico de cabo a rabo, sin
excepciones, lo que haría imposible sostener la objetividad sobre las
descripciones de lo que acaece en el mundo.
Es por ello que toda educación lleva una impronta
ideológica, la educación en la familia, en las escuelas, en las universidades,
son todas maneras de transmitir, de eternizar, una visión parcializada del
mundo a los alumnos, unos intereses de clase o grupales, garantizando para esa cultura
una continuidad.
Dice el investigador Michael Silverstein en su ensayo Los usos y utilidad de la ideología, lo
siguiente: “En vez de aceptar que no hay
ningún acto social sin componente ideológico, prefieren manejarse con la idea
de una retórica cargada de connotaciones negativas al momento de analizar
cualquier aspecto sobre formación social, cuyas bases textuales no son difíciles
de encontrar, pues se encuentran en la manera histórica de hasta cómo están
organizados sus diccionarios”.
El juego de la
identidad y grupos sociales en la ideología.
De modo que, aquellos por ignorancia o mala intención
dicen que no tienen ideología, pregúnteles de que clase social provienen, a que
grupos profesionales o deportivos pertenece, que clubes y círculos frecuenta y
se dará una buena idea de cuál es su ideología basal, o detallando un poco como
se expresa, su vocabulario, acento o manierismos, toda persona está envuelta en
un ropaje de signos que detallándolos dan información sustancial sobre su
ideología, porque todos, sin excepción, practicamos alguna forma de fetichismo,
hacemos reificaciones, o creemos en alguna forma de totemismo, perteneciente
este bagaje a ese reino de lo semiótico, que nos viene con la adquisición de
una lengua (o varias) y de una cultura.
Entramos entonces en la parte política, que es el interés
que movió mi iniciativa para escribir estas líneas, ¿Se puede separar la
educación y la formación de un individuo de sus preferencias políticas? Hay
quienes opinan que las tendencias políticas están ya predeterminadas por una
manera de ser, y que la persona simplemente busca en ese mercado de ofertas
políticas, organizaciones, doctrinas y programas uno que se amolde a su gusto,
es decir que se corresponda con su ideología basal.
Si el objetivo último de la política es el poder, la
ideología entonces se ocupa de organizar la toma y el mantenimiento del poder,
para lo cual debe estar direccionada para intervenir en la formación y
transformación de la subjetividad humana.
Para Marx, quien estudió la ideología a fondo, la veía
como el medio a través del cual los hombres hacen su historia como actores
conscientes. En este sentido la ideología se refiere a las «formas
en las que los hombres se hacen conscientes de este conflicto [entre las
fuerzas y las relaciones de producción] y luchan por resolverlo».
Pero hay otra cantidad de conceptos de lo que es
ideología política, tomemos el de Swidlers que dice: “Son sistemas de creencias y rituales altamente articulados que ofrecen
una respuesta unificada para problemas de acción social”.
Podría seguir ad infinitum trayendo a discusión una enorme
cantidad de definiciones de ideología, pero me quedo con la visión del
sociólogo norteamericano Colin J. Beck quien escribió en su trabajo Ideology (2013):
Ideología
es un método que los actores utilizan para crear sentido del mundo social. Por
lo que, ideología difiere del término cultura ya que se trata de “una caja de
herramientas” compuesta de estrategias hermenéuticas, interpretativas y
hacedoras de sentido. Más que simple ideas, la ideología se distinguen porque
son de uso práctico y conforman ciertos tipos de acciones. Este proceso por lo
general ocurre cuando las estrategias preexistentes y las rutinas normativas
están afectadas por disfuncionalidad ante nuevas realidades.
Otros usos de la ideología
La ideología esta tan ligada
al corazón de nuestra personalidad, que los grandes manipuladores de la mente,
los rusos, han investigado y desarrollado técnicas de manipulación individuales
y masivas con fines militares y políticos, estos estudios y prácticas tienen lustros dando sus
resultados tanto en lo que era la Unión Soviética y los países satélites
sujetos a su influencia, resulta de lo más interesante que en la Rusia actual
todavía se recurre a estos métodos para intervenir en las políticas internas de
los países en los que tienen interés, entre ellos, los EEUU.
El famoso informe Mueller que
detalla como los rusos intervinieron en las elecciones del 2016, supuestamente
para que los votantes eligieran a Trump como presidente, sin entrar en detalles
si eso era posible o no, demuestra que el tema es de actualidad, la
manipulación ideológica está sobre el tapete, y esto ha revivido aquellas
infausta manipulaciones que refería el ex-agente de la KGB Yuri Alexandrovich
Bezmenov luego de su deserción en Canadá en 1970.
Bezmenovo recuenta en una
entrevista de 1984 como la KGB estaba involucrada en la guerra psicológica,
subversión ideológica y manipulación política, introduciendo en los medios y el
sistema educativo patrones de pensamiento que conducían a la desmoralización de
pueblos enteros, esto lo menciono porque estoy seguro que los venezolanos hemos
sido un excelente experimento para estas intervenciones, y que parte del
caótico comportamiento de nuestro pueblo ante la tiranía chavista, tiene su origen en estas manipulaciones
ideológicas.
Pero veamos las posiciones
extremas, porque al otro lado del espectro encontramos posiciones radicales
como la que surge de dos filósofos postmodernistas franceses, Deleuze y
Guatari, que en su obra Mil Mesetas
(1987) afirman que las ideologías políticas no existen, lo que importa
realmente es la organización del poder, o sea, como el deseo se integra en la
economía.
El deseo de los detentadores
del poder ajustan el aparato económico a sus necesidades y de ese ajuste surgen
las nuevas formas de represión social,
la infraestructura va por un lado, esto es la economía, las formas de
producción, y la superestructura, de la cual la ideología es una parte, va por
otro.
La ideología, según estos
autores, no toma en cuenta el deseo, lo ignora, y se concentra en la filosofía,
en las formas, en los ideales, y construye una ilusión, que fue utilizada para
ocultar con la mano izquierda lo que hacía la derecha, le sirvió a la Unión
Soviética como señuelo, para distraer la atención a la realidad material del
estado totalitario, por ello es que los regímenes comunistas ponen tanto empeño
en la ideología, para que la gente no se dé cuenta de lo que realmente sucede,
toda la economía de una nación secuestrada para beneficio de unos pocos, de los
amos del poder, y con los militares y la policía de su lado para que nadie proteste
y castigar el disenso.
Conclusiones
En Venezuela tenemos un caso
extrañísimo, casi todo el espectro político está dedicado al cultivo de la
ideología socialista como resultado de 60 años de la hegemonía de esa manera
particular de ver el mundo, que ha resultado un fracaso y que hoy hace inviable
gobernar el país.
La oposición al gobierno,
estas organizaciones políticas se oponen a la continuidad y la gestión de un
gobierno también socialista; en cuanto al discurso, no hay mayores diferencia, ambos prometen básicamente lo mismo, democracia,
participación, un gobierno centralizado y fuerte, intervencionista y
direccionado por la Justicia Social, su promesa fundamental es que van a
mantener al pueblo, dándoles de manera gratuita servicios esenciales, seguridad
social y felicidad por medio de una economía redistributiva, ellos saben que
nunca van a cumplir sus promesas pues la economía, que es lo único que les
interesa a ambos bandos, la utilizan para satisfacer las necesidades personales
de sus líderes y de los clientes de sus partidos.
La ideología que es algo
vacío y que quedó en pura propaganda, sirve solo de distracción, temas como la
Justicia Social, la igualdad, la fraternidad, un mundo multipolar, son solo las
fantasías que han sembrado, pero la economía, que es el mundo real, está
monopolizada por los socialistas revolucionarios para complacer sus necesidades
personales y mantener a los jefes en Cuba, estas necesidades son insaciables,
para el pueblo lo que queda son las sobras.
Los socialistas de la
oposición llamada democrática, quieren ponerle la mano a esa estructura económica
para ellos alimentar sus necesidades particulares, que también son infinitas, y
lo que hemos visto hasta ahora en sus comportamientos, así lo reiteran.
Si los socialistas de
oposición llegaren al poder, gracias a que saben al pueblo ideologizado por las
doctrinas socialistas, porque no conocen otra cosa, y por lo tanto, van a
volver a reincidir en votar por los mismos socialistas que los tienen
esclavizados, en lo que sería un mero cambio de explotadores, lo que se estaría
garantizando es mucha más ideología para el pueblo, que seguirá pasando trabajo
y distraído en asuntos ideológicos, esto, de acuerdo la versión de ideología de
Deluze y Guatari.
En la otra dirección
encontraríamos, que si el pueblo de Venezuela descubre que efectivamente existe
otra visión del mundo que no sea la socialista, y de que sí es posible un
gobierno al servicio de la gente, y que las libertades y los derechos pueden
favorecer el desarrollo de los individuos y no del colectivo, que se respete la
propiedad privada, que exista un estado de derecho donde se proteja los
emprendimientos, se pueda prosperar sin que el estado amenace con expropiar los
frutos del trabajo bien hecho y responsable, entonces, y solo entonces, hubiera
una oportunidad para que el país saliera de este círculo de miseria.
Como ven, el tema es
complicado, seguiremos escribiendo sobre el mismo. –
saulgodoy@gmail.com
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