Hoy quiero compartir con ustedes la información, hasta el
momento recuperada gracias al estudio de restos fósiles, a la geología y la
biología evolucionista, sobre uno de los eventos naturales catastróficos más
grandes que hayamos conocido, y digo esto porque en la historia de nuestro
planeta, sobre todo en esas primeras eras, hubo varios sucesos, de los cuales
tenemos escasa información, que estuvieron a punto de acabar con buena parte de
la vida en nuestro planeta.
En los círculos académicos se habla de seis (6) eventos
catastróficos de extinción masiva de los cuales se tienen evidencias; hay
muchos más, pero estos seis, por su magnitud y características, son los que han
marcado la historia de la vida en La Tierra.
Un evento catastrófico de extinción masiva se califica de
acuerdo a cuántas y cuáles son las especies vivas afectadas; esto es muy importante,
ya que el grueso de las especies vivas son microrganismos de los cuales es
difícil contar con un inventario; en cuanto a las demás, los científicos se
pronuncian por incluir las especies más visibles y representativas, también
incluyen para este cálculo la duración y el tipo de evento causante e, incluso,
el tiempo de recuperación de las pérdidas, lo que hace variar el número de los
eventos. Hay investigadores que cuentan más de veinte, todos con información
que los soporta.
Estos eventos se son de origen multifactorial, son varios
los factores que se disparan para crear una crisis global ambiental, aunque por
lo general están interconectados, las emisiones de gases causan variaciones de
temperatura, y esto a su vez, cambian las intensidades y direcciones de las
corrientes marinas, que a su vez influyen en los vientos
Chicxulub es un sitio en la península de Yucatán donde
cayó un enorme asteroide; de acuerdo con estudios recientes, fue apenas una de
las causas de la enorme extinción que sobrevino. Para cuando nos golpea el
asteroide, ya el planeta estaba en problemas, debido a una intensa actividad
volcánica en regiones de la India, igualmente en Siberia, de modo que el clima
del planeta estaba para ese momento severamente comprometido por gases,
partículas y calor, que auguraban una tragedia. Chicxulub fue la guinda de la
torta.
Sucedió aproximadamente hace 66 millones de años atrás, lo
que hace que este evento catastrófico sea el más cercano a nosotros en el
tiempo. Para ese momento, nuestro planeta se estaba estabilizando en su
atmósfera, sus océanos ya estaban formados y se habían enfriado; los elementos
tectónicos todavía estaban muy activos, de modo que había una gran cantidad
volcanes en erupción; las placas continentales estaban en pleno ajuste, por lo que
los terremotos eran comunes; la luna se veía gigantesca sobre el horizonte, las
tormentas eran violentas y las lluvias regulares, copiosas y, muchas veces,
ácidas.
La Tierra estaba en pleno período de transición entre el
Cretáceo y el Paleoceno; sobre la superficie había una ingente variedad de vida,
tanto animal como vegetal, que se caracterizaba por su gran tamaño y número;
las selvas eran tupidas y los helechos eran árboles enormes, que aprovechaban
la gran cantidad de CO2 que había en la atmósfera; la fábrica de intercambio de
carbono por oxígeno estaba en plena producción, gracias a los procesos de
fotosíntesis; los pantanos era hervideros de vida salvaje, de insectos
gigantescos y agresivos, reptiles que parecían dragones, mamíferos enormes que
devoraban toneladas de materia vegetal diariamente… pero, sin lugar a dudas,
era el momento estelar de los grandes saurios carnívoros que copaban los nichos
superiores de la cadena alimenticia en la superficie de la tierra.
Los océanos estaban agitados por los movimientos de
placas tectónicas, violentos desplazamientos de grandes masas debajo del agua
creaban enormes tsunamis, grandes cantidades de basalto fundido eran eyectados
por grietas en el fondo submarino, creando islas en la superficie, era común
que los niveles de agua en las costas se retiraran y dejaran grandes
territorios expuestos, o subieran sus cotas en otros lados, provocando nuevas
ensenadas, marismas y lagunas; los mares quedaban muchas veces sin oxígeno,
cuando ocurría un fenómeno llamado anoxia, que sucede cuando los niveles de
agua medios y de superficie cambian de pronto, y las aguas profundas, más frías
y con menor cantidad de oxígeno se sobreponen, causando una gran mortandad
entre los animales que allí viven.
Nunca antes se había visto animales tan grandes
caminando, arrastrándose y volando sobre la superficie de la tierra, en manadas
o solos, buscando el sustento para ellos y sus crías, batallando por la
sobrevivencia entre gritos, rugidos, graznidos y mugidos… enormes cocodrilos
del tamaño de tres autobuses modernos (arcosaurios), brontosaurios que apenas
podían mover sus pequeñas cabezas sobre el follaje sostenidos por un masivo
cuerpo que hacía temblar la tierra cuando caminaban, velociraptors atacando en
grupo a desprevenidos Brontoteridaes, con su característico doble cuerno en la
cabeza, que eran reducidos a un amasijo de carne desgarrada y huesos rotos en
cuestión de minutos.
Estos eventos de extinción toman su tiempo, la regla es
que duren un promedio de 2.8 millones de años, pero puede ocurrir “un pulso”,
un movimiento inesperado de las condiciones ambientales, y todo cambia en cuestión de minutos, horas o
días... eso ocurrió en Chicxulub.
El asteroide entró a toda velocidad y chocó con la tierra
en lo que hoy es México, horadando un cráter de 150 kilómetros de ancho,
desalojando el equivalente a 10 trillones de toneladas de roca, que subió
ardiendo en la atmósfera y luego bajó con la furia de proyectiles incendiarios
sobre una amplia superficie; de esta manera ardieron bosques, a mucha distancia
del punto cero del impacto; los animales que no se vaporizaron con el impacto los
mató la onda expansiva o la lluvia de escombros. Aparentemente, esto que
ocurría en una cara del planeta afectó la furia de los eventos geológicos que
estaban en curso al otro lado, y se conjugó en una catástrofe que provocó lo equivalente
a un invierno nuclear: la nube de polvo tapó la luz del sol por decenas de años
lo que afectó y casi aniquiló la vida en la tierra.
La profesora Renée A. Duckworth, de la Universidad de
Arizona, nos dice en su interesante artículo Catástrofes y calmas (2020) lo siguiente:
Los sobrevivientes del impacto, tales como el Procerberus, pequeña y muy parecida a la
rata, saldría luego a la superficie de sus guaridas a este ambiente post-apocalíptico.
Incendios masivos, producto de los proyectiles inflamados, todavía ardían. Los
cuerpos pudriéndose y carbonizados, de los que fueron sorprendidos en la
superficie, se repartían por doquier; billones de plantas y animales cubrían
cada rincón. Las fuentes de agua fresca se habían evaporado o se habían
contaminado por las rocas, el polvo y la lluvia ácida. Para sobrevivir se requirió
de habilidad y flexibilidad. Las fuentes de alimentos tradicionales ya no
existían, la temperatura cayó drásticamente, miembros de las familias y grupos
estaban muertos o dispersos. Esas condiciones forzarían a las especies, que vivían
en árboles, como algunos pequeños insectívoros, a encontrar refugio en las
cuevas. Obligarían a los omnívoros, principalmente los que se alimentaban de
plantas, como la tortuga Neurankylus de agua dulce, a convertirse en carnívoros
y comer la carne que encontraban. La única ventaja fue la aniquilación de todos
los grandes predadores; los pequeños sobrevivientes pudieron alimentarse de la
carroña achicharrada en paz. Los pocos resilientes no sólo sobrevivieron, sino
que eventualmente empezaron a reproducirse, lo que ha debido requerir de mayor
flexibilidad. Dada la escasez de opciones, no había lugar para exquisiteces en
cuanto a escoger una pareja. De hecho, el cruce entre diferentes especies fue
más común en estas circunstancias. En el mismo tiempo que se dio esta extinción
masiva, tenemos suficiente evidencia genómica de que hubo una gran
fertilización cruzada entre especies de plantas.
Este
evento, conocido por los expertos como el K-Pg (siglas en inglés para designar
el período Cretaceous–Paleogene), las bajas fueron estimadas (según Wikipedia)
en 17% en todas las familias existentes, 50% de todos los géneros, lo que
equivale al 75% de todas las especies; de los dinosaurios, los únicos que
sobrevivieron fueron las aves y algunas pequeñas especies, como los terópodos,
que pasaron a ocupar el nicho superior; de las especies que carecían de
movilidad (sésiles), desapareció el 35%; en los océanos se extinguieron todos
los amonitas, plesiosauros y mosasaurios.
Estos
episodios de extinción masiva son aparentemente periódicos en nuestro planeta;
algunos científicos calculan su ocurrencia cada 30 millones de años, otros el
doble… en lo que sí parecen estar de acuerdo es que esta variedad y cantidad de
especies vivientes estresan en algún momento al ambiente, bien porque reducen
significativamente los recursos naturales disponibles o porque regularmente se
propician condiciones geoquímicas en el planeta que disparan estos eventos.
Hay dos
leyendas urbanas que han sido ya descartadas como causas regulares de estos
eventos de extinción: por un lado las heladas, las eras de hielo que, aun
cuando ocurren, ya no son eventos de alcance planetario y comunes; el otro es
una constante visita de objetos de proveniencia espacial, aunque la Tierra es
impactada regularmente por meteoritos, estos son pequeños y no causan
catástrofes como la de Chicxulub, considerada una excepción por el enorme
tamaño del cuerpo que colisionó con nuestro planeta.
Como les
dije al principio, se considera que son seis los eventos de extinción masiva de
especies vivas en nuestro planeta: la primera probablemente ocurrió 2.45
billones de años atrás, durante el período Ordoviciano–Siluriano, donde se
perdió el 70% de las especies que existía para la época, se inició por una gran
helada que llegó cerca de los trópicos, los animales que sobreviveron fueron de
nuevo puestos a prueba por un rápido deshielo y un alza violenta de las
temperaturas.
El segundo
sucedió durante la transición del período Devoniano al Carbonífero, hace 375
millones de años, en el que desapareció un estimado del 70% de todas las
especies existentes y ocupó un período de 20 millones de años; en éste evento
hubo varios pulsos que aceleraron las diferentes extinciones.
La Permian–Triásica
fue el tercer evento, conocido como “La Gran Mortandad”, que ocurrió hace 252
millones de años; en él se perdieron cerca del 96% de todas las especies, haciendo
que nuestro planeta estuviera a punto de quedar desolado; aquí fue donde
desapareció una de las especies marinas mejor evolucionadas de su tiempo, los
trilobites, de los que pueden observarse fósiles en perfecto estado en algunos
museos de ciencias naturales.
En la
transición Triásica-Jurásica, ocurrida 201.3 millones de años atrás, tuvo lugar
la cuarta extinción, y la primera que sufrieron los dinosaurios; en ésta se
perdió el 75% de todas las especies, fue eliminada gran parte de los grandes
anfibios, dándole la preminencia a los dinosaurios terrestres.
La quinta,
fue la K-Pg, a la que dedicamos este artículo. Aunque sea difícil de aceptar,
la sexta extinción está en curso y somos sus protagonistas.
Gran parte
de la comunidad científica está conteste en que la acelerada pérdida de
especies vivas de nuestro planeta es causada por la actividad humana, por la
superpoblación, el urbanismo y la creciente industrialización, el consumo
masivo de productos, la extensiva deforestación y la insensata contaminación de
todos los espacios en el planeta, tanto en tierra como en los océanos.
Y esta
sexta extinción ya tiene sus estadísticas de terror.
Según el Informe Anual del 2019 sobre Estimados de
la Biodiversidad Global, se calcula que 8 millones de especies se
encuentran en peligro de extinción, es primera vez que agregan la actividad de
una especie predominante como parte del problema, los humanos nos hemos sumado
a las causas que provocan este tipo de eventos; ya no son solo los cambios
climáticos, la actividad geotérmica, los intercambios químicos en los gases
atmosféricos, los cambios drásticos de temperatura, los eventos geológicos, la
anoxia en los océanos… ahora somos los humanos factores principalísimos de la
próxima extinción.
Es verdaderamente
abrumador que en los últimos 3.5 billones de años de la vida en nuestro
planeta, el 99% de todas las especies que han existido, han desaparecido. De
ese 1% que queda, el hombre se está encargando de su extinción por causa de su
pésimo manejo del planeta que se le dio como hogar.
En 1990,
el famoso paleontólogo Richard Leakey advirtió que la sexta gran extinción
estaba siendo provocada por el hombre, y lo más absurdo es que, de seguro, él
mismo será su propio victimario.
Hay
personas que estiman que estas extinciones funcionan como mecanismos naturales
de evolución hacia nuevos cambios genéticos, algunos han sacado cuentas y
alegan, basados en cálculos sobre el porcentaje de desaparición de fondo de las
especies, que a cada especie le corresponde un estimado de un millón de años
desde su aparición hasta su extinción. Los eventos como cataclismos, las
variaciones extremas de las constantes para la vida, las enfermedades y las
epidemias, son controles naturales justamente para evitar que especies
demasiado exitosas, como fueron los dinosaurios en su momento y, ahora, el
hombre, impidan que otras especies sobrevivan y prosperen. - saulgodoy@gmail.com
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