domingo, 23 de agosto de 2020

Socialistas buenos y socialistas malos


He tratado de todas las maneras posibles de explicarle a mis lectores porqué el socialismo es una ideología infausta e inhumana, aun cuando esté revestida de las mejores intenciones y propósitos, con la intención de entender por qué el socialismo ha calado tan profundamente en Venezuela y por qué hay tantos socialistas, a pesar de su evidente y notorio fracaso como proyecto político, de hecho, sólo hay que ver a lo que han conducido más de sesenta años de socialismo en nuestro país… sesenta años, se dice rápido pero es un lapso grande de tiempo, suficiente para haber dañado millones de mentes y voluntades, sometiendo a una filosofía y visión del mundo a varias generaciones en la creencia de que es la mejor manera de vivir, organizarnos y darnos un futuro.

Cuando digo sesenta años de socialismo, estoy incluyendo a todas las gestiones de los partidos supuestamente democráticos que gobernaron al país, en lo que la propaganda ha llamado “el período democrático”, principalmente Acción Democrática y Copey, a los fundadores de la democracia, a los que modernizaron al país, a quienes nos legaron las instituciones y constituciones que orgullosamente exhibíamos ante el mundo, a los líderes y organizaciones políticas que construyeron un emporio petrolero que resultó ser un gigante con pies de barro, pues en su esencia era una estructura política socialista; eso no puede ser negado, porque está escrito, tanto en los estatutos fundacionales de esas organizaciones, como en los discursos de esos líderes, en las Constituciones que nos dieron, en sus leyes, en la educación que nos brindaron a cada una de las generaciones que nacieron bajo esa democracia y los marcaron en la frente con el rótulo “hecho en socialismo”.

Para ello, para lograr esta labor ciclópea, necesitaron de mucha ayuda, y entre los colaboradores más importantes que tuvieron y con los que aún cuentan está la Iglesia Católica, que para el momento histórico en que se inició nuestra modernización, ya estaba irremediablemente infiltrada por el comunismo internacional.

Para quienes estudian la historia de nuestra Iglesia es un hecho (no tan notorio, pero sí efectivo y real) que antes, durante y luego de la Segunda Guerra Mundial, el Vaticano fue un objetivo importante para todos los servicios de inteligencia que participaron en el conflicto y que, debido a la configuración autoritaria y vertical de la jerarquía eclesiástica, el papado se había convertido en uno de los blancos favoritos en esa guerra ideológica, donde efectivamente terminó como claro vencedor el socialismo; y esto tiene unas explicaciones de las que sólo mencionaré, las similitudes y concurrencias del pensamiento y los estilos de vida del cristianismo primitivo y el comunismo político, cosa que aprovechó el comunismo internacional para avanzar en su proyecto de dominación mundial, en la consecución de un Nuevo Orden para la humanidad.

El interés humanitario de la Iglesia por los más desposeídos, por los pobres, lo sistematizó el socialismo en políticas públicas de asistencia social, que eran privilegiadas por encima de cualquiera otra, incluso de las productivas, y esto no era por razones altruistas sino por simple clientelismo político, tu voto por una ayudita; el desprecio por la propiedad privada, la acumulación de la riqueza, el dinero, las actividades usureras, en aras de un comunitarismo y un igualitarismo a ultranza, dieron como resultado el empobrecimiento general; la felicidad fue trasladada de la satisfacción personal hacia un altruismo por la masa anónima.

Cuando se inició el proceso de democratización socialista en Venezuela, con AD y Copey, los EEUU tenían un gobierno socialista, la iglesia católica tenía un Papa socialista, y el Comunismo Internacional estaba sembrando el socialismo político, con dificultad, pues estábamos en plena Guerra Fría, pero ya se habían anotado una gran victoria en Latinoamérica con el triunfo de la revolución de Fidel Castro en Cuba.

Y es aquí donde debo explicar el título que usé en mi escrito. Para ese momento en la historia del mundo, la filosofía política que se le oponía al socialismo era el liberalismo clásico; lo llamo así para evitar confundirlo con el liberalismo tal como se entiende en el mundo anglosajón, y que los socialistas, en su gran capacidad mimética, se han apoderado del mismo; el liberalismo clásico resalta el valor de los derechos individuales sobre los colectivos, el que propugna por un estado limitado y pequeño en contra de uno universal y paquidérmico, tal y como lo proclama el socialista, es el que promueve las libertades de libre oferta y demanda, de libre mercado en contra de los grandes monopolios estadales y un mercado regulado, los que proclaman la libertad de pensamiento y de poder expresarlo sin restricciones, y no el de censurar y controlar la información para fines de intereses nacionales, como lo hace el socialismo.

 

Gobiernos del pueblo que se olvidaban del pueblo.

En esa Venezuela “democrática” nació un tipo de empresa privada siempre necesitada de las ayudas, las intervenciones y los privilegios monopólicos que el estado concedía; esta protección la aislaba de toda competencia y, en caso de quiebra o malos manejos, los empresarios siempre contaban con el salvavidas que los gobiernos socialistas les lanzaban, condicionado a sus contribuciones para las campañas electorales, ayudas para ciertos funcionarios (en especial para los militares), asociaciones oscuras con el poder para evitar aduanas, alcabalas e incluso impuestos… de allí surgió una banca y servicios financieros sumamente comprometidos con los favores del poder, una industria y un comercio con relaciones de alcoba con los políticos, en especial empresas de comunicaciones; el germen de la corrupción estaba sembrado, fueron pocas las empresas que se salvaron de este abrazo mortal con los gobiernos socialistas, y fueron ésas, las que pudieron salir del país y montar operaciones competitivas en los mercados internacionales las que han sobrevivido.

Podríamos resumir estas diferencias en el resultado final, para el socialismo la meta es tener personas absolutamente dependientes del estado, imposibilitadas de crear sus propias riquezas y ser productivas, convertidas en fichas del gobierno, con su destino supeditado en aras de un bien mayor y colectivo, de modo que son fácilmente sacrificables y, como son iguales al común, fácilmente reemplazables; para el liberalismo clásico, el fin es crear un ciudadano que sea corresponsable y participativo en los destinos del cuerpo social, que sus iniciativas e inventivas le den al país nuevas oportunidades de crecimiento y desarrollo, un hombre libre e independiente del estado, que exija un gobierno que esté organizado para servirlo, defenderlo y ayudarlo a conseguir sus metas personales, multiplicadas por tantos emprendedores que existan, pues el éxito en sus emprendimientos está ligado el éxito del país.

Esto es importante, ya que hay muchas personas que mal definen al socialismo y al comunismo como teorías económicas,  cuando éstas son ideologías políticas, cuyo resultado económico se expresa en estructuras estadales gigantescas y todopoderosas, en las economías de estado, de planificación centralizada e intervencionista; igualmente, confunden al capitalismo, que es un sistema económico con la filosofía política que del liberalismo clásico, el cual utiliza al capitalismo como expresión económica. Cuando el comunismo o el socialismo utilizan al capitalismo como modelo económico surge el capitalismo de estado, cuyo ejemplo está en los actuales modelos ruso, chino y el que quiere implantar el chavismo en nuestro país.

Dicho esto,  debo utilizar una terminología de valor que no me gusta, pero que explica el pensamiento socialista. Como todos ustedes saben, el socialismo es una ideología derivada del comunismo; dentro de la doctrina marxista, el socialismo era el comunismo en su etapa inicial, llamada socialista porque no habían llegado a la dictadura del proletariado, que es propiamente el comunismo… pero en su evolución doctrinaria, el socialismo se separó del comunismo, principalmente porque los socialistas creían que podían llegar al poder sin revoluciones y sin cortar cabezas, y empezaron no sólo a integrarse en el sistema democrático, sino a competir electoralmente en la política de la negociación y la convivencia pacífica.

Pero… y este es un gran pero, sin cortar los nexos que tenían con el comunismo, pues ambos bebían de las mismas fuentes doctrinales; de esta manera, los socialistas podían vivir perfectamente con su ala radical, que era mucho más autoritaria y cercana al comunismo, y podían cohabitar sin problemas con los comunistas.

Fue de esta manera que surgieron los llamados “socialistas buenos”, que eran aquellos que creían en ciertos valores democráticos, que eran católicos convencidos (aunque los comunistas quieren abolir la Iglesia, pues la perciben como una competencia desleal para el control absoluto sobre el hombre), que estaban dispuestos a permitir cierto juego a la libre empresa, a los derechos individuales y a las libertades políticas, pero siempre conservando la supremacía del estado como forma de gobierno.

 

Cría cuervos y te sacarán los ojos.

Y Betancourt, Leoni, Caldera, Carlos Andrés Pérez, Lusinchi, Luis Herrera eran todos “socialistas buenos”, y con la ayuda de la Iglesia socialista nos legaron un país… socialista.

¿Cuál era el problema? El problema fundamental era la ideología, el socialismo, que durante un tiempo y en ciertas condiciones funcionaba, y para un país petrolero y con un estado fuerte y grande era perfecto; el socialismo necesita para funcionar de un enorme presupuesto, porque tiene que mantener sus programas sociales, la llamada justicia social cuesta un montón de dinero, así como la seguridad social universal, los servicios gratuitos, como la educación, los subsidios… se necesitaba de que el estado-empresario dispusiera de entradas siempre en abundancia, ya que ese estilo de vida socialista requiere de continuos y cada vez mayores recursos.

Lamentablemente, las organizaciones políticas en nuestro país habían adoptado el modelo leninista de los partidos bolcheviques, es decir, el de un partido clientelar, con una estructura de poder interno vertical y autoritario, que desdecía de sus aspiraciones de un país democrático; en los partidos venezolanos los jefes eran la última instancia, de modo que por, más virtudes que tuvieran esos primeros líderes, había creado unas fábricas de corrupción, luego que estos socialistas buenos fueron desapareciendo, le daban oportunidad de protagonismo a los más inmorales, es decir a “los socialistas malos”.

¿Y quiénes eran estos “socialistas malos”? Pues, eran personas que, como cualquier ser humano, tienen ambiciones, les gusta el poder, la vida de lujos, los privilegios, que son aprovechados y creen que van a vivir por toda una eternidad, que se pasaron la vida envidiando las mieles del poder, es decir, son el tipo de hombres que el socialismo está empecinado en erradicar, en convertir en “socialistas buenos”.

Estos nuevos socialistas vieron que el mejor negocio de Venezuela era convertirse en gobierno, pues de esta manera, controlaban todo a discreción sin que nadie los controlara a ellos, y como eran personas sin formación moral y ética, impulsadas solamente por sus pulsiones eróticas y sus apetitos consumistas, llegaban al poder con un hambre atróz por riqueza fácil.

Cuando digo que el socialismo es una ideología inhumana, lo digo porque ellos tienen una idea equivocada del hombre, pretenden construir un hombre nuevo sobre sus creencias altruistas y utópicas, pero piensan que los líderes y representes políticos están eximidos de esa obligación excepto delante de las cámaras y en sus vacíos discursos, pero creen que es su deber que los demás sean unos santos y mártires para con el gran colectivo, para el sagrado ideal socialista, y deducen que ellos, por ser parte de una exclusiva élite del poder, están por encima de las normas, y es la razón por la cual los socialismos, todos, terminan en tantas desgracias y campos de la muerte… al final se dan cuenta de que la única manera de que el socialismo triunfe es a la fuerza, imponiéndoselo al pueblo así no quiera.

Pero como les noté anteriormente, los socialistas nunca pierden sus vínculos con el comunismo ni con el socialismo radical, que es el revolucionario; con ellos mantienen una relación especial de tolerancia, de ayuda mutua, de pactos, y les hacen creer a “los socialistas buenos” que pueden mantener al monstruo a raya, contenido en su jaula.

 

Epílogo.

Le sucedió al Vaticano, ahora con un Papa comunista y cada vez más radical, corrupto y violento; le sucedió a los partidos políticos de la izquierda europea y norteamericana… una vez que “los socialistas buenos” van despareciendo, van tomando su lugar los más radicales; eso está a punto de suceder en Alemania, en los países escandinavos e Inglaterra, le está sucediendo al partido Demócrata en los EEUU ,  ¿O por qué creen ustedes que pusieron al viejito bueno y socarrón de Baiden como candidato a la presidencia, mientras en la trastienda Obama, Sanders, Soros, el Hollywood rojo rojito, las minorías resentidas y los Clinton le sacan filo a sus garras para hacerse con un poder que jamás volverán a soltar?

Yo no sé dónde tienen la cabeza los empresarios socialistas venezolanos, en Colombia están los comunistas de las FARC destrozando a uno de los hombres que mejor representa la democracia, el orden y las libertades individuales en nuestro continente, el Dr. Alvaro Uribe, un amigo de Venezuela que ha hecho suya nuestra causa libertaria, está siendo sacrificado sin piedad por una justicia parcializada y vengativa que el Sr, Juan Manuel Santos contribuyó a montar para llevar a su país hacia el comunismo, y es a ese señor, admirado por sus dotes para destruir con los pies lo que tanto le ha costado a los colombianos con tanto sacrificio, es recibido por la cúpula empresarial criolla como un verdadero héroe y ejemplo para nuestro país.

En Venezuela el socialismo ha brotado como hongos venenosos en toda la comarca; hay muy pocos proyectos políticos que no sean socialistas, y los que existen disgustan al electorado, acostumbrado a las ofertas populistas e igualitarias de la izquierda, cuando tenemos una situación extraordinaria de tanto descontento y ruina, todas las fuerzas vivas del país deberían estar actuando para direccionar a los venezolanos lo más lejos posible del socialismo apestoso, pero no, se hace lo contrario, se busca es como limpiarle el horrible rostro a la izquierda.

Soy de los que cree que Juan Guaidó debe renunciar ya, no podemos permitir que derroche malamente más oportunidades, que se recomponga sobre las mismas ofertas engañosas, el representa todo un aparato ideológico y de intereses, que ha sido montado para aprovecharse de la coyuntura política, en medio de esta terrible confusión Guaidó y su show lo que están haciendo es resguardar una serie de intereses económicos privados, una agenda de corrupción que nada tiene que hacer por nuestra liberación.

Insisto en esto, el gran problema del socialismo en todo el mundo es que “los socialistas buenos” le hacen la cama a los malos; toda su labor y reputación la aprovechan los radicales para promover el comunismo, y para cuando esto sucede, que por lo general tarda unas décadas, no hay vuelta de tuerca, hay que esperar a que se derrumbe solito, en medio de un aquelarre de sangre y dolor.

Son pocas las personas que están hablando claro y quitándoles el velo de los ojos a mis compatriotas; hay mucha desunión y confusión… los medios de comunicación sólo tienen foro para los socialistas, y la Iglesia no ceja en promoverlos, lo que será cuchillo para su propia garganta; la creencia general es que sólo el socialismo salva, justamente una promesa que los comunistas del chavismo pregonan para crear un reino eterno para el socialismo más radical.   -    saulgodoy@gmail.com


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