He tratado de todas las maneras posibles de explicarle a
mis lectores porqué el socialismo es una ideología infausta e inhumana, aun
cuando esté revestida de las mejores intenciones y propósitos, con la intención
de entender por qué el socialismo ha calado tan profundamente en Venezuela y
por qué hay tantos socialistas, a pesar de su evidente y notorio fracaso como
proyecto político, de hecho, sólo hay que ver a lo que han conducido más de
sesenta años de socialismo en nuestro país… sesenta años, se dice rápido pero
es un lapso grande de tiempo, suficiente para haber dañado millones de mentes y
voluntades, sometiendo a una filosofía y visión del mundo a varias generaciones
en la creencia de que es la mejor manera de vivir, organizarnos y darnos un
futuro.
Cuando digo sesenta años de socialismo, estoy incluyendo
a todas las gestiones de los partidos supuestamente democráticos que gobernaron
al país, en lo que la propaganda ha llamado “el período democrático”,
principalmente Acción Democrática y Copey, a los fundadores de la democracia, a
los que modernizaron al país, a quienes nos legaron las instituciones y
constituciones que orgullosamente exhibíamos ante el mundo, a los líderes y
organizaciones políticas que construyeron un emporio petrolero que resultó ser
un gigante con pies de barro, pues en su esencia era una estructura política
socialista; eso no puede ser negado, porque está escrito, tanto en los
estatutos fundacionales de esas organizaciones, como en los discursos de esos
líderes, en las Constituciones que nos dieron, en sus leyes, en la educación
que nos brindaron a cada una de las generaciones que nacieron bajo esa
democracia y los marcaron en la frente con el rótulo “hecho en socialismo”.
Para ello, para lograr esta labor ciclópea, necesitaron
de mucha ayuda, y entre los colaboradores más importantes que tuvieron y con
los que aún cuentan está la Iglesia Católica, que para el momento histórico en
que se inició nuestra modernización, ya estaba irremediablemente infiltrada por
el comunismo internacional.
Para quienes estudian la historia de nuestra Iglesia es
un hecho (no tan notorio, pero sí efectivo y real) que antes, durante y luego
de la Segunda Guerra Mundial, el Vaticano fue un objetivo importante para todos
los servicios de inteligencia que participaron en el conflicto y que, debido a
la configuración autoritaria y vertical de la jerarquía eclesiástica, el papado
se había convertido en uno de los blancos favoritos en esa guerra ideológica,
donde efectivamente terminó como claro vencedor el socialismo; y esto tiene
unas explicaciones de las que sólo mencionaré, las similitudes y concurrencias
del pensamiento y los estilos de vida del cristianismo primitivo y el comunismo
político, cosa que aprovechó el comunismo internacional para avanzar en su
proyecto de dominación mundial, en la consecución de un Nuevo Orden para la
humanidad.
El interés humanitario de la Iglesia por los más
desposeídos, por los pobres, lo sistematizó el socialismo en políticas públicas
de asistencia social, que eran privilegiadas por encima de cualquiera otra,
incluso de las productivas, y esto no era por razones altruistas sino por
simple clientelismo político, tu voto por una ayudita; el desprecio por la
propiedad privada, la acumulación de la riqueza, el dinero, las actividades
usureras, en aras de un comunitarismo y un igualitarismo a ultranza, dieron
como resultado el empobrecimiento general; la felicidad fue trasladada de la
satisfacción personal hacia un altruismo por la masa anónima.
Cuando se inició el proceso de democratización socialista
en Venezuela, con AD y Copey, los EEUU tenían un gobierno socialista, la
iglesia católica tenía un Papa socialista, y el Comunismo Internacional estaba
sembrando el socialismo político, con dificultad, pues estábamos en plena
Guerra Fría, pero ya se habían anotado una gran victoria en Latinoamérica con
el triunfo de la revolución de Fidel Castro en Cuba.
Y es aquí donde debo explicar el título que usé en mi
escrito. Para ese momento en la historia del mundo, la filosofía política que
se le oponía al socialismo era el liberalismo clásico; lo llamo así para evitar
confundirlo con el liberalismo tal como se entiende en el mundo anglosajón, y
que los socialistas, en su gran capacidad mimética, se han apoderado del mismo;
el liberalismo clásico resalta el valor de los derechos individuales sobre los
colectivos, el que propugna por un estado limitado y pequeño en contra de uno
universal y paquidérmico, tal y como lo proclama el socialista, es el que
promueve las libertades de libre oferta y demanda, de libre mercado en contra
de los grandes monopolios estadales y un mercado regulado, los que proclaman la
libertad de pensamiento y de poder expresarlo sin restricciones, y no el de
censurar y controlar la información para fines de intereses nacionales, como lo
hace el socialismo.
Gobiernos del
pueblo que se olvidaban del pueblo.
En esa Venezuela “democrática” nació un tipo de empresa
privada siempre necesitada de las ayudas, las intervenciones y los privilegios
monopólicos que el estado concedía; esta protección la aislaba de toda
competencia y, en caso de quiebra o malos manejos, los empresarios siempre
contaban con el salvavidas que los gobiernos socialistas les lanzaban,
condicionado a sus contribuciones para las campañas electorales, ayudas para
ciertos funcionarios (en especial para los militares), asociaciones oscuras con
el poder para evitar aduanas, alcabalas e incluso impuestos… de allí surgió una
banca y servicios financieros sumamente comprometidos con los favores del
poder, una industria y un comercio con relaciones de alcoba con los políticos,
en especial empresas de comunicaciones; el germen de la corrupción estaba
sembrado, fueron pocas las empresas que se salvaron de este abrazo mortal con
los gobiernos socialistas, y fueron ésas, las que pudieron salir del país y
montar operaciones competitivas en los mercados internacionales las que han
sobrevivido.
Podríamos resumir estas diferencias en el resultado
final, para el socialismo la meta es tener personas absolutamente dependientes
del estado, imposibilitadas de crear sus propias riquezas y ser productivas,
convertidas en fichas del gobierno, con su destino supeditado en aras de un
bien mayor y colectivo, de modo que son fácilmente sacrificables y, como son iguales
al común, fácilmente reemplazables; para el liberalismo clásico, el fin es
crear un ciudadano que sea corresponsable y participativo en los destinos del
cuerpo social, que sus iniciativas e inventivas le den al país nuevas
oportunidades de crecimiento y desarrollo, un hombre libre e independiente del
estado, que exija un gobierno que esté organizado para servirlo, defenderlo y
ayudarlo a conseguir sus metas personales, multiplicadas por tantos
emprendedores que existan, pues el éxito en sus emprendimientos está ligado el
éxito del país.
Esto es importante, ya que hay muchas personas que mal
definen al socialismo y al comunismo como teorías económicas, cuando éstas son ideologías políticas, cuyo
resultado económico se expresa en estructuras estadales gigantescas y
todopoderosas, en las economías de estado, de planificación centralizada e
intervencionista; igualmente, confunden al capitalismo, que es un sistema
económico con la filosofía política que del liberalismo clásico, el cual
utiliza al capitalismo como expresión económica. Cuando el comunismo o el
socialismo utilizan al capitalismo como modelo económico surge el capitalismo
de estado, cuyo ejemplo está en los actuales modelos ruso, chino y el que
quiere implantar el chavismo en nuestro país.
Dicho esto, debo
utilizar una terminología de valor que no me gusta, pero que explica el
pensamiento socialista. Como todos ustedes saben, el socialismo es una ideología
derivada del comunismo; dentro de la doctrina marxista, el socialismo era el
comunismo en su etapa inicial, llamada socialista porque no habían llegado a la
dictadura del proletariado, que es propiamente el comunismo… pero en su
evolución doctrinaria, el socialismo se separó del comunismo, principalmente
porque los socialistas creían que podían llegar al poder sin revoluciones y sin
cortar cabezas, y empezaron no sólo a integrarse en el sistema democrático,
sino a competir electoralmente en la política de la negociación y la
convivencia pacífica.
Pero… y este es un gran pero, sin cortar los nexos que
tenían con el comunismo, pues ambos bebían de las mismas fuentes doctrinales;
de esta manera, los socialistas podían vivir perfectamente con su ala radical,
que era mucho más autoritaria y cercana al comunismo, y podían cohabitar sin
problemas con los comunistas.
Fue de esta manera que surgieron los llamados “socialistas
buenos”, que eran aquellos que creían en ciertos valores democráticos, que eran
católicos convencidos (aunque los comunistas quieren abolir la Iglesia, pues la
perciben como una competencia desleal para el control absoluto sobre el
hombre), que estaban dispuestos a permitir cierto juego a la libre empresa, a
los derechos individuales y a las libertades políticas, pero siempre
conservando la supremacía del estado como forma de gobierno.
Cría cuervos y te
sacarán los ojos.
Y Betancourt, Leoni, Caldera, Carlos Andrés Pérez,
Lusinchi, Luis Herrera eran todos “socialistas buenos”, y con la ayuda de la
Iglesia socialista nos legaron un país… socialista.
¿Cuál era el problema? El problema fundamental era la ideología,
el socialismo, que durante un tiempo y en ciertas condiciones funcionaba, y
para un país petrolero y con un estado fuerte y grande era perfecto; el
socialismo necesita para funcionar de un enorme presupuesto, porque tiene que
mantener sus programas sociales, la llamada justicia social cuesta un montón de
dinero, así como la seguridad social universal, los servicios gratuitos, como
la educación, los subsidios… se necesitaba de que el estado-empresario
dispusiera de entradas siempre en abundancia, ya que ese estilo de vida
socialista requiere de continuos y cada vez mayores recursos.
Lamentablemente, las organizaciones políticas en nuestro
país habían adoptado el modelo leninista de los partidos bolcheviques, es decir,
el de un partido clientelar, con una estructura de poder interno vertical y
autoritario, que desdecía de sus aspiraciones de un país democrático; en los
partidos venezolanos los jefes eran la última instancia, de modo que por, más
virtudes que tuvieran esos primeros líderes, había creado unas fábricas de
corrupción, luego que estos socialistas buenos fueron desapareciendo, le daban
oportunidad de protagonismo a los más inmorales, es decir a “los socialistas
malos”.
¿Y quiénes eran estos “socialistas malos”? Pues, eran
personas que, como cualquier ser humano, tienen ambiciones, les gusta el poder,
la vida de lujos, los privilegios, que son aprovechados y creen que van a vivir
por toda una eternidad, que se pasaron la vida envidiando las mieles del poder,
es decir, son el tipo de hombres que el socialismo está empecinado en
erradicar, en convertir en “socialistas buenos”.
Estos nuevos socialistas vieron que el mejor negocio de
Venezuela era convertirse en gobierno, pues de esta manera, controlaban todo a
discreción sin que nadie los controlara a ellos, y como eran personas sin
formación moral y ética, impulsadas solamente por sus pulsiones eróticas y sus
apetitos consumistas, llegaban al poder con un hambre atróz por riqueza fácil.
Cuando digo que el socialismo es una ideología inhumana,
lo digo porque ellos tienen una idea equivocada del hombre, pretenden construir
un hombre nuevo sobre sus creencias altruistas y utópicas, pero piensan que los
líderes y representes políticos están eximidos de esa obligación excepto
delante de las cámaras y en sus vacíos discursos, pero creen que es su deber
que los demás sean unos santos y mártires para con el gran colectivo, para el
sagrado ideal socialista, y deducen que ellos, por ser parte de una exclusiva
élite del poder, están por encima de las normas, y es la razón por la cual los
socialismos, todos, terminan en tantas desgracias y campos de la muerte… al
final se dan cuenta de que la única manera de que el socialismo triunfe es a la
fuerza, imponiéndoselo al pueblo así no quiera.
Pero como les noté anteriormente, los socialistas nunca
pierden sus vínculos con el comunismo ni con el socialismo radical, que es el
revolucionario; con ellos mantienen una relación especial de tolerancia, de
ayuda mutua, de pactos, y les hacen creer a “los socialistas buenos” que pueden
mantener al monstruo a raya, contenido en su jaula.
Epílogo.
Le sucedió al Vaticano, ahora con un Papa comunista y cada
vez más radical, corrupto y violento; le sucedió a los partidos políticos de la
izquierda europea y norteamericana… una vez que “los socialistas buenos” van
despareciendo, van tomando su lugar los más radicales; eso está a punto de
suceder en Alemania, en los países escandinavos e Inglaterra, le está
sucediendo al partido Demócrata en los EEUU ,
¿O por qué creen ustedes que pusieron al viejito bueno y socarrón de
Baiden como candidato a la presidencia, mientras en la trastienda Obama,
Sanders, Soros, el Hollywood rojo rojito, las minorías resentidas y los Clinton
le sacan filo a sus garras para hacerse con un poder que jamás volverán a
soltar?
Yo no sé dónde tienen la cabeza los empresarios
socialistas venezolanos, en Colombia están los comunistas de las FARC
destrozando a uno de los hombres que mejor representa la democracia, el orden y
las libertades individuales en nuestro continente, el Dr. Alvaro Uribe, un
amigo de Venezuela que ha hecho suya nuestra causa libertaria, está siendo
sacrificado sin piedad por una justicia parcializada y vengativa que el Sr,
Juan Manuel Santos contribuyó a montar para llevar a su país hacia el
comunismo, y es a ese señor, admirado por sus dotes para destruir con los pies
lo que tanto le ha costado a los colombianos con tanto sacrificio, es recibido
por la cúpula empresarial criolla como un verdadero héroe y ejemplo para
nuestro país.
En Venezuela el socialismo ha brotado como hongos
venenosos en toda la comarca; hay muy pocos proyectos políticos que no sean
socialistas, y los que existen disgustan al electorado, acostumbrado a las
ofertas populistas e igualitarias de la izquierda, cuando tenemos una situación
extraordinaria de tanto descontento y ruina, todas las fuerzas vivas del país
deberían estar actuando para direccionar a los venezolanos lo más lejos posible
del socialismo apestoso, pero no, se hace lo contrario, se busca es como limpiarle
el horrible rostro a la izquierda.
Soy de los que cree que Juan Guaidó debe renunciar ya, no
podemos permitir que derroche malamente más oportunidades, que se recomponga
sobre las mismas ofertas engañosas, el representa todo un aparato ideológico y de
intereses, que ha sido montado para aprovecharse de la coyuntura política, en
medio de esta terrible confusión Guaidó y su show lo que están haciendo es
resguardar una serie de intereses económicos privados, una agenda de corrupción
que nada tiene que hacer por nuestra liberación.
Insisto en esto, el gran problema del socialismo en todo
el mundo es que “los socialistas buenos” le hacen la cama a los malos; toda su
labor y reputación la aprovechan los radicales para promover el comunismo, y
para cuando esto sucede, que por lo general tarda unas décadas, no hay vuelta
de tuerca, hay que esperar a que se derrumbe solito, en medio de un aquelarre
de sangre y dolor.
Son pocas las personas que están hablando claro y quitándoles
el velo de los ojos a mis compatriotas; hay mucha desunión y confusión… los
medios de comunicación sólo tienen foro para los socialistas, y la Iglesia no
ceja en promoverlos, lo que será cuchillo para su propia garganta; la creencia
general es que sólo el socialismo salva, justamente una promesa que los
comunistas del chavismo pregonan para crear un reino eterno para el socialismo más
radical. - saulgodoy@gmail.com
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