Luego de estos 21 años de tiranía socialista
revolucionaria y bolivariana es posible para una persona común hacerse una
buena idea de lo que significa la salud para los chavistas, considerados éstos como
una secta que se cree demiurgos y expertos en todas las especialidades del
conocimiento humano; era muy fácil reconocer esta tendencia fatal en Chávez, a quien
en la propaganda que divulgaba por los medios de comunicación, se le veía en
bata de médico auscultando a un paciente, o como agricultor sembrando el campo,
como maestro enseñando en una escuela, como empresario con su casco de
seguridad dando directrices a técnicos y obreros en alguna industria pesada,
como músico tocando guitarra y cantando, como aviador, como capitán de navío,
como maquinista, como beisbolista, como ambientalista…
Fueron tantas las imposturas de este hombre, con su
discurso tan abigarrado de sapiencia y tecnicismos robados, que muchas veces ni
él mismo entendía, y resultaban en disparatadas posturas, tantos los disfraces
que asumía para convencer a su público de que nadie estaba mejor preparado que
él para dictarle el curso a la nación, para convencernos de que el destino de
nuestras vidas estaba seguro en sus manos… no se daba cuenta de las muchas
veces que se exponía al ridículo y a unos errores tan obvios que descubrían su
verdadera naturaleza, la de un ignorante… y como la ignorancia es audaz y el
hombre no conocía límites, su ejemplo e imagen para los incultos como él, que son
legión en Venezuela, eran las de un hombre que todo lo podía.
Con esa actitud, que nace del voluntarismo más peligroso
e incauto, alimentaba en los venezolanos el deseo y la posibilidad de que, aún
sin saber, sin tener el conocimiento más básico de un oficio o práctica, podía
lograr no sólo que las cosas funcionaran sino que lo hicieran con éxito; por
supuesto, todas las “metidas de pata” y los errores resultantes eran
convenientemente borrados, censurados, barridos debajo de la alfombra y, si
alguno salía a la luz pública, entonces la culpa siempre era del otro, del
enemigo, del imperio o de una iguana.
Esta deformada manera de entender y hacer las cosas hacía
que los especialistas fueran innecesarios o prescindibles, que el conocimiento
profundo sobre una materia fuera una arrogancia burguesa, que los estudios y
los méritos fueran una perversión clasista… todo por demostrar que, para un
venezolano, bastaba su “viveza” natural y que fuera socialista revolucionario y
bolivariano para poder superar cualquier obstáculo, tanto de orden científico
como de orden humano.
Y de esta manera vimos a Chávez, explicando las bondades
de contar con el satélite Simón Bolívar, que nos pusieron en órbita los
“hermanos” chinos, las obras de alta ingeniería del Metro y los puentes sobre
el Orinoco de nuestros socios de la Oderbrecht, las diversas fábricas de
sofisticadas armas que nuestros amigos rusos no estaban montando para
convertirnos en uno de los mayores exportadores de materiales de defensa, o la
medicina del “primer mundo” que nuestros camaradas cubanos nos traían con las
Misiones Barrio Adentro… no en balde, luego de un paracaidista que jamás
conoció un escenario de batalla, contamos ahora con un reposero chofer de
autobús como presidente de la República.
Por supuesto, las instituciones todas, desde las
universidades, pasando por nuestros altos tribunales de justicia, las Fuerzas
Armadas, el Banco Central y nuestra industria petrolera, para mencionar unas
pocas, calzaron rápidamente esta alpargata de horma única que Chávez impuso en
el país; los revolucionarios dan para todo, no importa de dónde vienen o si no
saben leer y escribir, basta sólo la voluntad, el amor por la patria, ser
socialista y ¡saz!, por arte de magia te conviertes en un experto en pandemias.
Todos esos programas de médicos instantáneos, los de
maestros échelos y bátalos, de militares y policías “fast track”, de
economistas solubles en cualquier líquido, de políticos sacados de una chistera
de mago, son el resultado de aquella pulsión del Comandante Supremo por
conocerlo todo, por enfrentar cualquier problema inspirado por Maisanta y
Zamora, de parársele a cualquier experto al lado y dejarlo en ridículo, por
supuesto, con los medios en su mano y público incondicional garantizado, porque
no hay en el universo mente más grande y coraje más templado que el de un
chavista, y como prueba viviente he aquí la Venezuela que hoy exhibimos ante el
mundo.
Los lodos que
trajeron esas lluvias.
Pero esta historia no está completa sin la contribución
de Maduro; si bien Chávez fue el precursor de esta tendencia pre a porter de los venezolanos, Nicolás
le agregó su visión original y mucho más atrevida que nos catapultó hacia el
verdadero infinito del absurdo; debido a la debacle económica en que nos sumió
esta pelea en contra del imperialismo y los valores occidentales, en la defensa
justa de los países desarrollados, que les prohibían el tráfico de drogas
peligrosas a sus países para evitar que sus juventudes se convirtieran en
adictos y clientes fijos de las mafias, que hicieron de Venezuela el principal
centro de distribución mundial de cocaína, situación que desembocó en las
sanciones y el supuesto bloqueo en nuestra contra, sobrevino una crisis
económica sin precedentes en nuestra historia.
Este quiebre de las finanzas del país hizo caer todos y
cada uno de los programas sociales que eran bandera del chavismo, contando con la
llamada economía popular y la
transferencia de funciones de gobierno a improvisadas y oportunistas comunas. Lo
más notorio de esta pérdida de ingresos y del gasto desordenado en experimentos
sociales y económicos es que florecieron formas inimaginables de corrupción; a
partir de allí, todos los programas de salud pública sufrieron del deslave,
desde hospitales, hasta módulos de atención primaria, los suministros de
medicinas se derrumbaron, los profesionales de la medicina se fueron emigrando
a otros países, los servicios de emergencia colapsaron, de modo que, con la
llegada de Maduro al poder, a éste le tocó administrar el caos; su pecado fue
no hacer nada por evitarlo.
A esta desgracia se une las sistemática deficiencia de
los servicios de agua y electricidad, por supuesto, sin inversión y en manos de
espontáneos, que inciden de manera notoria en la salud pública; también se
destruyen los programas alimenticios populares para la población más
necesitada, secuestrados por comerciantes inescrupulosos, y en la pérdida de la
producción de alimentos nacional… en ese negligente panorama se incrementan las
enfermedades endógenas y contagiosas, reaparecen condiciones que habían sido
superadas, como la malaria, la disentería, la leishmaniosis, el dengue, la
sarna, la tuberculosis… Informes realizados por organismos internacionales de
salud, por instituciones veedoras de la salud de los países en nuestro
continente, reflejan esta terrible situación. Y si hay un padre del tenebroso
proyecto de convertir a los venezolanos en armas biológicas, sin duda, Maduro
es el hombre.
Con su llegada a la presidencia de la República se
incrementan las muertes de neonatos en los partos; lo que había sido una de las
conquistas más celebradas de los gobiernos anteriores al chavismo, la radical
disminución de los índices de mortalidad materno-infantil al momento del
alumbramiento, ahora convertido en uno de los estigmas más dolorosos de esta tétrica
revolución. ¿Y cuál fue la respuesta del régimen ante tal abominación? Caerle a
palos a quienes denunciaran la situación, recoger a los periodistas que
investigaban y a los médicos que declaraban y someterlos a juicio por traición
a la patria, desaparecer a todo aquel que señalara alguna irregularidad en los
centros de salud y, por supuesto, maquillar y falsificar las cifras y
estadísticas de la salud en Venezuela.
Desde hace ya algunos años, nuestro país se viene
desdibujando de la observación y el control internacional; excepto por algunos
héroes de la salud pública que continúan en su labor de registrar lo que
verdaderamente sucede, el gobierno lo que hace es presentar información
manipulada, para intentar lavar una imagen cada vez más deteriorada. Y los
venezolanos le hemos tomado miedo y desconfianza a la salud pública, cualquier
contacto con estos centros de salud, que se distinguen por una pésima imagen y
trato, siempre es el último recurso que un venezolano sin recursos acepta, pues
en sus sedes rondan las enfermedades infecciosas, el dolor, el maltrato y la
muerte.
Pero nunca tocamos fondo con el chavismo, siempre hay una
situación peor que la anterior, y el destino nos jugó el número del virus
chino, el COVID 19, sabemos que es una pandemia mundial, que el planeta entero
la sufre, pero en las condiciones en que nos encuentra a los venezolanos no
podía ser más inconveniente.
De pronto se hace patente que la salud de la población se
convierte en el problema fundamental de la sociedad, tan importante que todos
los demás se ven minimizados y relegados al asiento posterior, la salud se
convierte en tiranía y en el caso venezolano, los infectados se convierten en
enemigos del estado.
El COVID-19 es un virus igualitario, afecta a todos, ricos
y pobres, militares y civiles, revolucionarios y oposición por igual, su
existencia no le conviene a nadie, que si no es tratado produce la muerte,
pareciera como si la muerte per se no fuera lo más importante, todavía
persisten las causas de muerte normales en nuestra sociedad, que no son sólo
las enfermedades, también la produce la desnutrición, la violencia, los
desastres naturales, los accidentes, los vicios, la locura…
Pero es un virus que le quita la ropa a los políticos en
el poder, ellos no caen en las manos de médicos comunitarios, ni cubanos, para
ellos hay medicinas sin importar el costo, respiradores y camas en clínicas
privadas o en sus mansiones, tienen toda el agua que quieren, no tienen día
para hacer compras y cuentas todos con salvoconductos y gasolina para moverse
cuando quieran, para ellos hay una protección y seguridades que hacen que la
vida en el país se sienta muy injusta, al mismo tiempo que los convierten en
peligrosos propagadores del contagio, sólo imaginemos la cantidad de
guardaespaldas y personal administrativo que les sigue, los lugares en los que
deben estar, las personas que tienen que recibir.
¿Y entonces?
La única ventaja que teníamos ante la peste del
coronavirus era el aislamiento que veníamos sufriendo por esta “guerra
económica” que el mundo tiene contra las mafias de Maduro pero, justamente, esa
prepotencia socialista de creerse a la par que los dioses, esa arrogancia de
los más ignorantes nos está llevando directo hacia el precipicio; los voceros y
administradores de los programas de asistencia para esta crisis ni siquiera son
médicos, han politizado la epidemia, la han militarizado, como todo lo que
tocan lo convierten en asuntos bélicos, con alcabalas, pases especiales,
privilegios para unos pocos, toque de queda para la mayoría… nos tienen
mareados con medidas administrativas de movilización, de números para poder
hacer compras, haciendo de la cuarentena la edición especial de un gran gueto,
de una población sitiada por el hambre, la escasez, la necesidad, el temor…
Mi recomendación para Maduro: de esta crisis, que podría
marcar a Venezuela de manera definitiva, la única manera de salir es con el
concurso de la población, pero no obligados por las bayonetas, ni por el miedo,
ni por la mentira… el gobierno debe sincerarse, ni el chavismo ni los cubanos
tienen el músculo y la fuerza para vencer a ese enemigo invisible, un holocausto
no tiene ningún sentido… ustedes también caerán en la trampa, de hecho ya están
cayendo.
Hay organismos internacionales y expertos, que saben cómo
manejar esta situación para evitar en lo posible el contagio y la propagación
del virus, y no son los chinos, nunca sabremos el costo real que ellos han
pagado para tener el precario control que ahora tienen en su territorio; en los
países democráticos funciona la información oportuna y verás, no los fake news y la propaganda; la
colaboración de la ciudadanía es fundamental. Así que debemos contar con los
medios reales para derrotar esta enfermedad, resolver asuntos prioritarios como
el acceso al agua, al combustible y la energía eléctrica, contar con la ayuda
humanitaria internacional, con fondos para adquirir materiales y medicinas… no
es cayéndonos a cuentos y encerrando a los infectados en depósitos, para
dejarlos a su suerte, ni recomendando hierbas y oraciones como vamos a derrotar
esta peste.
Hay que pedir ayuda, hay que dejar el conflicto a un lado,
pues estamos ante un peligro real de extinción masiva; no es engolosinándose
con el poder de una emergencia la manera de salir de este peligroso juego. Una
buena actuación ahora pudiera significar una gran ganancia política para el día
después, pero hay que saber jugar las cartas.
Hay una cita del presidente Kennedy en uno de sus
discursos, donde decía que la palabra crisis en chino se conforma por dos
caracteres, uno significa peligro y el otro, oportunidad, y siendo este
gobierno tan dependiente del líder, de la autoridad del caudillo de turno
¿Podrás entender lo que estoy diciendo Nicolás? En este momento tan delicado
¿Serías capaz de poner los intereses del país ante que los tuyos? -
saulgodoy@gmail.com
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