domingo, 13 de septiembre de 2020

El extraño juego de la consciencia

 


 



Dedicado a la memoria de Héctor Scanone, un buen padre de familia, empresario, venezolano y amigo, uno de los últimos miembros de la auténtica logia de los Búfalos Mojados.

 

Tendré 67 años de vida el próximo 16 de septiembre, en esta última década me he acostumbrado a dormir temprano (a las 8 de la noche ya debería estar en cama pescando el sueño) y me levanto por lo general a las 3 de la madrugada, fresco como una lechuga, esto por dos razones, me he acostumbrado a usar internet a esa hora, cuando el tráfico no es tan intenso y el servicio es más rápido, pero también porque a esas horas realizo mis lecturas más pesadas y complejas, temprano mi mente trabaja mejor, me concentro más y entiendo más rápido las cosas que leo, de modo que aprovecho la mañana en leer y escribir como hasta las nueve, que me ocupo de otras actividades.

Cuando leo y escribo me gusta escuchar música de fondo, muy bajito, por lo general clásica, los conciertos de Mahler o los trabajos de Janášek son de mis favoritos, aunque esa madrugada tenía puesto las obras sinfónicas de Duke Ellington, la River Suite, interpretada por la Orquesta Sinfónica de Detroit (una delicia para los oídos, búsquenla se las recomiendo), y me embarcaba en la lectura del complicado trabajo de los doctores Donald D.Hoffman de la Universidad de California, del Departamento de Ciencias Cognitivas y Chetan Prakash de la California State University, del Departamento de Matemáticas, titulado Objetos de Conciencia (2014), con un buen café, no existe mejor compañía.

En éste blog encontrarán varios trabajos sobre la consciencia porque es un tema que me interesa, creo que es fundamental para un ser humano pasar por esta vida y tener al menos una idea, de que trata eso de ser consciente y que es la realidad.

Este par de notables científicos parten de la siguiente hipótesis, la selección natural en el hombre ha favorecido un sistema de percepción que solo ve la verdad en parte, nos ha construido de manera tal, que percibimos una versión rápida, económica y diseñada para dirigir nuestro comportamiento y satisfacer dos necesidades fundamentales: sobrevivir y reproducirnos.

Nuestra percepción no trata de enseñarnos la verdad, sólo le interesa que tengamos hijos.

Esta es la herramienta con que nos ha dotado la naturaleza para conocer nuestro universo, para darnos una idea del mundo en que vivimos, para sortear lo que es real y que es apariencia, no fue diseñada con esos propósitos, pero aun así el hombre se ha encargado de irla afinando poco a poco para esas notables funciones.

Parece trivial pero no lo es, esto trae unas implicaciones enormes en nuestras vidas, lo que significa es que todo nuestro sistema nervioso, ese maravilloso órgano llamado cerebro, y la inteligencia que surge de él, fue concebido por la evolución darwiniana para que no nos comiera el tigre y pudiéramos tirar, saciando nuestra sensualidad y sexualidad, dejando el mayor número de mujeres preñadas a nuestro paso por la vida (esta es la versión más cruda de nuestra naturaleza, y las damas por favor no se ofendan, pues fue gracias a sus buenos oficios que pasamos de ser unos embrutecidos cavernícolas a unos extraordinarios bailarines del raegetón y el perreo).

Ustedes se preguntarán ¿Es esto lo que lee este señor a altas horas de la madrugada?

Les reitero, esto tiene unas serias implicaciones sobre cómo cada uno de nosotros ve el mundo y tiene mucho que ver con la teoría cuántica, el solipsismo, la inteligencia artificial, la biología evolucionaria… y hasta la religión.

Pero vamos por parte, empecemos con una historia que me gusta mucho y que he contado en varias ocasiones, el físico Abraham Pais decía de su amigo Albert Einstein: “A menudo discutíamos su noción de realidad objetiva. Me acuerdo de una caminata que hacíamos y de pronto Einstein se detiene, me mira y me pregunta si realmente creo que la luna sólo existe cuando la miramos.” El físico y Premio Nobel, todavía estaba preocupado por las implicaciones de la teoría cuántica que presuntamente establecía que la luna no existía mientras ésta no era percibida por un observador.

Y esto ya venía dando vueltas en la psicología, Piaget había estudiado en los niños esta creencia de la “permanencia de los objetos”, veían una pelota en su cuarto y esperaban encontrarla allí luego que se ocupaban de otras cosas, los científicos han determinado que los bebes de tres meses ya hacen un mapa mental de sus pertenencias y esperan encontrarlas allí cuando despiertan.

Pero en el mundo cuántico eso no sucede, si no hay quien observe el objeto, este colapsa hasta que otro observador o instrumento de medición lo perciba y se rehace en onda o corpúsculo, pero en las últimas investigaciones realizadas sobre la percepción humana, no es que los objetos desaparezcan, sino que algunos de sus atributos que lo distinguen no se manifiestan, entre ellos los colores y los olores, cuando la realidad no es observada, los objetos del mundo se reducen a sus elementos básicos, cuando alguien las percibe (con el sistema perceptual humano) se rehacen estos atributos a los que estamos acostumbrados.

Demócrito ya lo decía, todo está compuesto de átomos y vacío, y Locke aseveraba que existen propiedades primarias y secundarias en los objetos y que cuando estos no eran percibidos, algunos de ellos faltaban, persistiendo lo esencial, como forma y posición; afortunadamente la visión humana es bastante precisa en determinar las cualidades del mundo que vemos, un precipicio es un precipicio, y si nos pasamos del borde lo más seguro es que caigamos irremediablemente al vacío.

Y en función de preservar nuestra salud e integridad física, nuestros sentidos se han perfeccionado en darnos la información necesaria lo más rápido posible, y en esas circunstancias de urgencia se trata de la información más básica, para salvarnos de las amenazas, y esto es así porque hay un precio que todos pagamos por información útil, la primera es el coste calórico, un precio en energía, debemos estar bien alimentados y con buena salud para tener todos nuestros sistema de acción-reacción a punto, lo segundo es el tiempo, si nuestros sentidos nos bombardean con información inútil es muy difícil que nuestras reacciones sean oportunas, tardamos demasiado tiempo en procesarla y pudiéramos morir en el intento, en cambio nuestros sentidos han evolucionado para darnos la información mínima necesaria para no pisar la cascabel que serpentea a nuestros pies  o esquivar al autobús que se nos viene encima en el acto.

La selección natural no favorece los sistemas perceptivos que captan la verdad y la totalidad del mundo, le da prioridad a aquellos que pueden dar una información mínima, rápida, no muy costosa, y diseñada para la sobrevivencia y la reproducción, por ello, lo que vemos y sentimos es apenas una parte apenas de la realidad y para no sobrecargar nuestros sistema solo nos da información de lo que tenemos delante en ese preciso momento, eso es lo que llamamos consciencia.

Los doctores Hoffman y Prakash nos dan un excelente ejemplo con lo que sucede en nuestras computadoras:

 

Supongamos que está editando un archivo de texto y que el ícono para ese archivo es un rectángulo azul situado en la esquina, abajo a la izquierda. Si usted hace click en el ícono usted puede abrir el archivo y revisar el texto. Si usted arrastra el ícono al cesto de basura, usted puede bórralo, si lo arrastra hacia el ícono de un disco externo, usted puede crear una copia del archivo. De modo que el ícono es de mucha utilidad ¿Pero es verdad? Bueno, la única propiedad visible del ícono son su posición, su forma y color. ¿Estas propiedades del ícono representan las verdaderas propiedades del archivo? Claro que no. El archivo ni es azul ni rectangular, y probablemente no esté situado en la esquina inferior a la izquierda de su computadora. Ciertamente, el archivo no tiene ni color ni forma y no necesariamente debe tener una posición determinada (probablemente sus bits estén repartidos a lo largo y ancho de la memoria). De modo que el sólo preguntar por las verdaderas propiedades del ícono es cometer un error categorial, y desconocer por completo el propósito de una interfase. Uno pudiera razonablemente preguntar si hay una relación entre el icono y el texto, pero no si verdaderamente representa el archivo.  Es un hecho, que una de las funciones importantes de la interfase es ocultar la verdad. La mayor parte de los usuarios no quieren saber de la complejidad de los circuitos integrados, voltajes, y campos magnéticos que están funcionando detrás del telón cuando ellos editan un archivo. Si tuvieran que lidiar con aquella complejidad, probablemente nunca pudieran terminar el trabajo en el archivo. De modo que la interfase está diseñada para permitir que el usuario sea efectivo en el uso de la computadora mientras permanece ignorante de su verdadera arquitectura.

 

Algo parecido sucede de nuestra percepción de la realidad, trabajamos apenas con la información necesaria para lograr nuestros propósitos mientras estamos a salvo y buscando como procrearnos, de resto, ignoramos lo que verdaderamente sucede en el mundo delante de nosotros, para eso debemos hacer un esfuerzo extra con las herramientas dadas por el proceso evolutivo.

Ahora, imagínense lo que sucede cuando varias personas se reúnen, cada una con su punto de vista sobre la realidad que cada uno vive, ¿Cómo hacen para ponerse de acuerdo? eso, es un verdadero milagro y sucede a cada momento, pero también nos dice algo sobre el mundo que habitamos, que existe un flujo de conciencia universal y que somos parte de él, por lo menos mientras estamos vivos.

El problema de la conciencia pica y se extiende, y hay opiniones sobre que la consciencia es un plano de existencia que trasciende a nuestros órganos perceptivos, para el budismo y otras creencias religiosas la muerte no es el final de la existencia, la consciencia universal es lo único verdaderamente que existe, es la oportunidad de hacernos parte de esa corriente de consciencia que está en todos lados, no solo la percibimos nosotros los humanos ni tampoco es exclusiva del planeta Tierra, pero para llegar a ella debemos esforzarnos.

Esta nueva corriente del panpsiquismo tiene gran número de seguidores, hablan de diferenciar la consciencia de la inteligencia, y en el caso del neurocientífico, el Dr. Giulio Tononi de la Universidad de Wisconsin-Madison, opina que el grado de consciencia se puede medir por medio de una escala cuya unidad se llama phi, y que determinaría el grado de control que un ente tiene sobre sí mismo y sobre otros a su alrededor.

Hay quienes afirman que la consciencia es la verdadera materia y energía negra que le dan unidad al universo, hay científicos como Roger Penrose, Ray Kurtzweil, e incluso el exitosísimo multi-empresario Elon Musk, que creen que el universo tiene consciencia y conecta a todas las cosas, pero esa es harina de otro costal y lo dejaremos para otro artículo, sí  les recomiendo buscar el artículo reseñado y leerlo, es mucho más rico y extenso que lo que éste apretado resumen ha pretendido.    -    saulgodoy@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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