viernes, 11 de septiembre de 2020

En manos de quienes estamos

 



Hay todo un caldo de cultivo en Venezuela donde abunda el oportunismo y el ventajismo, encarnados en políticos de tercera, empresarios parasitarios, oráculos y brujos de la esperanza, vendedores de elíxires para la calvicie, mujeres barbudas exhibidas junto a enanos de espíritu, asesinos vistiendo togas y militares narcos con su eterno pedido de “danos algo p´al refresco”.

La decadencia de nuestro sistema político  es de tal magnitud que sólo produce monstruos, y esto es así porque el país que lo sustenta ha sido degradado a una tribu de niños, de infantes mal formados que sólo esperan que un padre bueno y sabio les resuelva los problemas, principalmente el del entretenimiento y la comida, pues ellos están allí sólo para aplaudir y regocijarse en los enredos de un vecindario donde todos esperan tomar provecho de los demás.

Esta rutina absurda y escandalosa es la que se vive a diario en Venezuela, el chavismo nos ha retrotraído a etapas de incivilidad jamás antes vividas, por lo menos no con la abundancia de matices que observamos cotidianamente en la calle y en la cual la pandemia del virus chino está cobrando vidas y salud a granel, por no decir algo sobre la perdida de nuestra dignidad.

Hubo un momento en nuestra historia reciente en que los políticos en el poder tuvieron la visión de que el país por ellos manejados era inviable, por lo que decidieron construir parapetos y canales para desviar todo el dinero público, la riqueza de la nación, hacia sus cuentas personales en el exterior, pensando que en un futuro cercano, cuando Venezuela fuera un país sin destino, ellos, los más vivos y previsivos, gozarían de un nuevo comienzo en otras capitales del mundo y con un estilo digno de diplomáticos en retiro.

Este comportamiento prevaleció durante varios años y ya había empezado en aquella época dorada que llamamos el período democrático; antes de que aparecieran las langostas del chavismo, este comportamiento interesado, derrotista, egoísta y antivenezolano prevaleció, en forma de un ruido constante en el fondo, porque nadie decía nada, pero la idea de un país próspero, con futuro, se había diluido… ya nadie creía en Venezuela.

Cuando vino la debacle de Luis Herrera, aquel viernes negro del cual nunca hubo recuperación, hubo un descenso a los infiernos, lento pero continuo; después, el gobierno de Lusinchi sólo sirvió para hundirnos más en los lodos de la corrupción y los grandes negociados, al punto de que hasta la justicia se convirtió en una empresa privada. En el segundo gobierno de Caldera se provocó aquella enorme crisis financiera, en la que varios importantes bancos quebraron; ya para ese momento hubo importante flujo de dinero hacia el exterior; ese reacomodo de intereses y poderes, ese cambio de clases favorecidas y nombres en la picota indujeron una enorme corrida y se sembró el miedo, era un recordatorio a las élites de que la política podía ser usada como un arma de guerra.

El palo cochinero, ese que utilizan los matarifes para darle al cerdo la muerte definitiva y convertirlo en charcutería, lo recibieron las instituciones democráticas en el momento que Carlos Andrés Pérez fue enjuiciado y condenado por los suyos; ya la situación era imposible de ocultar, Venezuela había perdido el rumbo, era un barco a la deriva, prácticamente fue como poner un anuncio en los diarios de mayor circulación, “Se buscan piratas para abordar y conducir país a la deriva. Se garantiza buenos e ignorantes pasajeros, que solo quieren tener la impresión de que sus problemas cotidianos van a ser resueltos. Se escuchan ofertas”…  y piratas fueron los que respondieron al aviso.

Cuando llegó Chávez y su loco proyecto socialista bolivariano, la suerte estaba echada; ya se había producido una decisión masiva e inconsciente de que no había esperanza para los millones de venezolanos sin recursos y muchos en estado de pobreza; aquella quimérica propuesta socialista del pueblo al poder sonaba de lo más tentadora y venía, además, con un militar como Chávez, superficial, insistente, tomador de café y conversador, que soltaba consignas revolucionarias a cada oportunidad, no había mejor apuesta.

Y aquella opulenta y rutilante figura de un megaestado, vestido en uniforme de gala militar lleno de medallas, con una corona de Miss en la cabeza y la banda terciada que leía “Salvemos al mundo” fue en lo que estos revolucionarios convirtieron el poder, trocando un país petrolero con conexiones mundiales en una morisqueta; aquella enorme bolsa de dólares nos duró muy poco, una gran parte fue malbaratada en proyectos sin sentido, mientras la otra, como ya era costumbre reiterada, fue canalizada a multimillonarias cuentas secretas en bancos extranjeros.

En veinte años nos arruinaron, pero los revolucionarios no se dieron cuenta de un detalle, se habían declarado enemigos y estaban combatiendo contra los EEUU; en su imaginario contrahecho, creían estar “comiéndoselas” mal poniendo a los americanos contra el mundo, burlándose de los gringos sin recato alguno, atentando contra sus intereses, metiéndoles drogas en su propio país, lavando dinero a dos manos en sus mercados, llevando una vida loca en sus grandes ciudades…

Los EEUU no sólo son una potencia, controlan el aparato financiero de buena parte del mundo, eran nuestros principales clientes en el negocio del petróleo y eran también nuestros principales abastecedores de bienes y servicios.

Estos “piratas” de pacotilla, parafraseando al Almirante Yamamoto en la Segunda Guerra Mundial, luego de su ataque a Pearl Harbor, “despertaron a un gigante dormido”, eso fue lo que hicieron, los EEUU simplemente permitieron que los chavistas siguieran con su vida loca y, cuando los tenían ubicados y en la mira, les cayeron a sanciones… y, sin disparar un solo tiro, les trancaron las cuentas, los inmovilizaron, ofrecieron recompensas por sus cabezas, les quitaron sus bienes, los acusaron en los tribunales, les trancaron los suministros (excepto los estrictamente humanitarios) y los dejaron “haciendo Cuí-cuí”, encerrados en una Venezuela arruinada, sin gasolina, sin agua, sin luz, sin comida, sin trabajo y con la gente arrecha.

Estamos en ese momento, un momento histórico, en una de sus fases más delicadas, que es cuando el chavismo-madurismo, haciendo acopio de sus últimos recursos, del poder de la violencia y la represión, del poco dinero que les queda, de la propaganda al mayor, pretende seguir manipulando la política a su favor, buscando oxígeno y ventanas de oportunidades, y como en el escenario han aparecido nuevos actores, pero con las mismas malas mañas históricas, hay una serie de empresarios, intelectuales, políticos, sacerdotes, periodistas que ven en esta encrucijada una forma de beneficiarse personalmente y se han ofrecido a los piratas como sus damas de compañía (prepagos), para hacer pasar al régimen como los pillos arrepentidos, que han aprendido la lección y abjurando de sus pasados autoritarios, que buscan la absolución… y, por supuesto, esta vez sí prometen un gobierno plural, tolerante, democrático, constitucional… están montando su show electoral.

Pero han sido demasiados los golpes recibidos, muchos los engaños y trampas, para seguir bailando juntitos con nuestros torturadores, a pesar de que pusieron en libertad a esos políticos presos, de prometernos una escalera al cielo, de insistir en la fórmula de las fracasadas comunas y de ofrecernos la perspectiva de llenarnos la Asamblea Nacional con “representantes” rojos rojitos… a pesar de contar con un menú generoso de opciones de partidos secuestrados y candidatos pret a porter, a pesar de las declaraciones de jefes políticos que aseguran que están cansados del trajín y los que “tocados” por el COVID 19 que se van a retirar, con grupos de interés apuntando a que esta es la oportunidad que esperábamos para terminar con este episodio.

El chavismo-madurismo está tendiendo su red y quiere hacer los cambios necesarios para que todo siga igual; como tienen copadas todas las instituciones y manejan el poder del estado, están reacomodando sus fichas para cambiar el decorado y ofrecerle al Departamento de Estado una nueva imagen, de manera que se sienta más cómodo, y así lograr el levantamiento de algunas sanciones y permitir que sus factores puedan seguir manejando el país sin sentirse perseguidos; pero los contactos y alianzas con los rusos, los chinos, los cubanos y Turquía sólo presagian un nuevo engaño, el rumbo trazado sigue intacto y los peligros que se ciernen sobre la región están vivos y trabajando para lograr el caos y la inestabilidad.

A lo interno del país, ¿Están perdidas las esperanzas? ¿El país está entrampado y sin salida?, no lo creo y les diré por qué: desde hace varios años, he estado siguiendo la tesis del historiador alemán Reinhart Koselleck, quien veía la historia como una sucesión de conceptos, donde un mismo concepto tiene varias significaciones, que dependen de los tiempos, la cultura y las circunstancias políticas de los pueblos. No creo que estemos condenados ni a repetir la historia, ni a cumplir con imperativos históricos, como lo exige el marxismo.

Tres son los condicionantes de todo cambio histórico, según Koselleck: el primero es el contraste que se produce entre un “antes” y un “después”; los venezolanos conocimos lo que es tener un país funcionando y en democracia, imperfecta, pero existían las libertades, había instituciones y un estado de derecho, sabemos que luego del “después” viene algo diferente; esa tensión es fundamental y para cada generación estos contextos son distintos, para las generaciones nacidas en el chavismo , eso es un antes y saben que viene un después.

La segunda es una condición tiene que ver con el contraste entre lo que está adentro y lo que está afuera, entre amigos y enemigos, entre conflicto y paz, entre pobreza y productividad y riqueza, entre demócratas y militaristas… y aquí es donde interviene el elemento moral, que es fundamental para la elaboración de los nuevos conceptos y sobre todo para dirimir diferencias entre contrarios.

El tercer aspecto a tomar en cuenta es la estructura de poder, condicionada por la política entre amo y esclavo, jefe y subalterno, los de arriba y los de abajo… estas tres relaciones están siempre interactuando y generando cambios en la estructura social, en los relatos y los hechos que hacen la historia.

Para Koselleck, la historia es la cascada de eventos que se desprende de estas relaciones y tensiones, que siempre están buscando el equilibrio; en el caso venezolano, estamos en los límites de un quiebre, que clama por estos equilibrios y que va a liberar energías y fuerzas para conseguirlo, esto va a variar las condiciones existentes; estamos en el punto donde el régimen está utilizando sus últimos recursos en una estrategia sin sustento y con protagonistas debilitados por su falta de integridad y credibilidad… vienen finales anunciados y debuts sorpresivos, cambios profundos, situaciones y fricciones intensas.

En la situación de nuestro país hay múltiples estrategias en juego, ya que hay variados jugadores con diferentes intereses, Maduro tiene la suya, el Departamento de Estado, Rusia, Cuba y China las de ellos, nuestra oposición está tratando de construir una propia, pero con elementos dañados y sin tomar en cuenta esas relaciones de las que nos habla Koselleck (que quede claro que Koselleck es el único historiador que ha desarrollado una teoría del cambio histórico luego de las grandes crisis del siglo XX; si pensaron en Hobsbawm, les recuerdo que es solo un marxista reencauchado).

He repetido infinidad de veces que nuestro principal problema es de orden moral; nos debatimos en el problema afuera y adentro, y quienes pretenden solucionar el problema del país son los culpables de meternos en este brete… si tuvieran un poco de vergüenza, se inhibirían de participar en el juego; pero se dicen “políticos” en una torcida manera de ser y entender el país.

Si no tenemos resuelto la calidad del carácter de nuestros protagonistas, no estamos en el juego, seremos simples comodines en los avatares de otros jugadores. Pero el cambio viene, la historia no se detiene, que es lo que intenta hacer Maduro, sus compinches, asociados y prepagos, tratando de congelar a Venezuela en un “para siempre”, lo cual no sólo es anti natura, sino impracticable, y de todos los políticos en Venezuela la única que tiene claro el panorama es María Corina Machado, a pesar de los ataques descarnados de los prepago, y del desplante machista de algunos funcionarios del Departamento de Estado.   -    saulgodoy@gmail.com

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