miércoles, 21 de octubre de 2020

El fantástico mundo de las metáforas

 


 

Una gallina es la manera que tiene un huevo para producir otro huevo

- adagio popular

 

Cada concepto que tenemos es esencialmente un puño de analogías empaquetado de manera compacta, y cuando pensamos, nos movemos con fluidez de concepto en concepto, dicho de otra manera, saltamos de un puño de analogías a otro, y estos saltos entre paquetes, lo hacemos por medio de conexiones analógicas.

Douglas R. Hofstader.

 

Vamos a ir con cuidado porque nos vamos a adentrar a un campo minado, por lo que vamos a empezar por ir aclarando conceptos de acuerdo al diccionario, es decir, vamos a definir las palabras más importantes para el desarrollo de las ideas en éste breve trabajo.

 

Analogía, una concordancia o parecido entre cosas, en algunas circunstancia o efecto, aun cuando la mayor de las veces se trate de cosas diferentes… no confundir con similitud, la analogía implica una diferencia general, con identidad o igualdad en una o más relaciones… hay analogía pero no similitud entre el ala de un ave y la de un murciélago.

 

Nuestra visión, por ejemplo, nos dice Hofstader, recoge del mundo exterior por medio de nuestra retina, millones de puntos de sombras y luces que terminan en un concepto, un pato por ejemplo, o una casa colonial, o el peinado del Sr. Trump, este proceso perceptivo visual invariablemente termina en una categoría mental, estructurada como una “escena”, por supuesto, estas percepciones pueden ser recogidas por otros órganos sensoriales, por ejemplo el rumor mecánico creciente que escuchamos lo identificamos como un helicóptero que se aproxima, o los olores que distinguimos nos ubican en el consultorio de nuestro dentista, o el sabor en nuestras bocas nos informa que estamos paladeando un rico helado de café.

A un nivel superior de percepción suceden otro tipo de fenómenos, por ejemplo, estamos leyendo el periódico que nos informa de una protesta general y un llamado a huelga, y de inmediato pensamos en “un golpe de estado”, así el artículo no lo mencione por ningún lado, esa percepción no vino de mis sentidos pero sí de conceptos que estaban allí y que por relaciones que hizo nuestra mente, de pronto una categoría  de ideas saltó al escenario principal en mi consciencia, eso sucedió por pura analogía.

Este inmenso depósito de categorías que existe en nuestra mente se hace más copioso con nuestra experiencia, con los años de vida, unas se encuentra en nuestra memoria a largo plazo, otras en pleno uso diario, todas son parte de un mapa mental que estimulado por nuestras experiencias sensoriales empiezan a hacer relaciones y a conectarse, unas directamente, otras por carambola, pero todas conforman un complejo y vasto sistema de analogías que están manejadas por un sistema lexical, compuesto de palabras claves, otros de palabras compuestas, de oraciones cortas y largas, esto sucede casi que de manera automática y algunas personas son más diestras que otras en establecer este cúmulo de relaciones, pero el asunto es que muy pocos se dan cuenta de esto que les estoy diciendo.

Para el matemático Rene Thom, padre de la Teoría de las Catástrofes, solo el lenguaje de las matemáticas puede ser universal, nos dice Thom “Creo que los únicos conceptos que pueden considerarse racionalmente definidos de una forma intrínseca son los conceptos susceptibles de ser finalmente definidos, tras unas etapas intermedias, sólo mediante consideraciones vinculadas a la localización espacio-temporal. Desde este punto de vista, los únicos conceptos verdaderamente «científicos» son los conceptos relacionados con la geometría del espacio-tiempo”.

Y en el lenguaje de las matemáticas, al contrario de los lenguajes naturales, todos sus significados son a priori, nunca a posteriori.

El lenguaje científico permite un traslado de significados, una intersubjetividad que hace  que sus conceptos sean universales, no así con los conceptos, digamos, en las ciencias sociales, o el arte o incluso una buena parte de la filosofía, que dependen de las palabras y los significados en una determinada lengua y que varía de manera importante, incluso dentro de la misma lengua, y si se quiere traducir a otro idioma, se enfrenta a problemas mayores de exactitud y concordancia.

El problema es que no todo puede ser pensado matemáticamente, y el grueso de las comunicaciones humanas se realizan en lenguajes naturales, temas como el amor, el poder político, la ira o el humor, no pueden expresarse en números al menos que sean medidos, pero sus significados son inaprensibles, no hay manera de convertirlos en conceptos científicos.

Thom dice: “Resulta bastante curioso que los filósofos de hoy pongan el acento casi exclusivamente en los métodos de la lógica formal: existen otros métodos científicos que podrían someterse a examen y es precisamente según esta óptica que habría que reconsiderar ciertas especulaciones de la lingüística, de la semántica o de la gramática universal. En cuanto a esta última, se podría decir que no es ni filosofía ni ciencia: no es filosofía, porque utiliza técnicas de carácter científico, y no es ciencia porque no se puede controlar mediante la experiencia”.

Y es a la semántica a la debo referirme a continuación, al trabajo de los investigadores George Lakoff and Mark Johnsen, en su obra Metáforas por las cuales vivimos (2003), y lo primero que haremos es definir la palabra Metáfora; para mucho de nosotros la metáfora es un recurso de la imaginación poética y una herramienta de la retórica, que sirve para embellecer o distinguir el lenguaje, es un asunto de palabras más que de acción, pero nuestros investigadores, al igual que otros muchos científicos cognitivos han descubierto, que la metáfora es mucho más vital e importante, y la ponen en el centro de nuestro sistema conceptual, que no es poca cosa ya que gobierna nuestras funciones más vitales, como percibimos el mundo, como nos relacionamos con los demás y quizás lo más importante, como funciona nuestro pensamiento.

Metáfora, la esencia de la metáfora es entender y experimentar una cosa por intermedio de otra.

O si quieren algo más sustancioso le dejo con la definición del profesor Pedro J. Chamizo Domínguez, en su obra La metáfora (semántica y pragmática) 2014, que propone:

 

El sustantivo metáfora procede, vía latín, del sustantivo griego metáphora, que significa traslado o transferencia y está relacionado con el verbo metaphorein, que significa  transferir o llevar. Así, por ejemplo, una transferencia bancaria sigue siendo en la jerga financiera griega actual “una metáfora”. Esto es, metáfora, en griego, es un término polisémico que, al ser tomado como préstamo por otras lenguas, ha restringido su significado para denominar a un determinado fenómeno lingüístico referente a un “tropo que consiste en trasladar el sentido recto de las voces a otro figurado, en virtud de una comparación tácita” o en una “aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación (con otro objeto o concepto) y facilitar su comprensión”

 

Para comprender que es una metáfora y como funciona, Lakoff y Johnsen tienen un ejemplo inmejorable, y es entender una discusión, o sea, un intercambio de argumentos, como si fuera una guerra, dicen los investigadores: “Podemos ganar y perder argumentos. Vemos a la persona con las que discutimos como un oponente. Atacamos sus posiciones y defendemos las nuestras. Nosotros ganamos y perdemos espacios. Planificamos y utilizamos estrategias. Si nos encontramos en una posición indefendible, la abandonamos y tomamos una nueva línea de ataque. Muchas de las cosas que hacemos cuando discutimos están parcialmente estructuradas por el concepto de guerra.”

Y se trata solamente de un intercambio argumental, de desarrollo de discursos, de ser coherente con las ideas y mantener un orden lógico, de utilizar recursos retóricos, pero el lenguaje que utilizamos está lleno de expresiones bélicas, que nos guste o no le dan no solo cierta agresividad y motiva la confrontación, sino que hace clara las posiciones que se van imponiendo.

Pero imaginemos ahora, que estamos en una cultura donde la discusión no se trata de algo que se pierde o se gana, que nada tenga que ver con la guerra pero sí con el baile, donde los participantes deben tener una actuación de cooperación, de armonía, que la experiencia sea bella, las discusiones serían diferentes y su desarrollo buscando una coordinación entre los participantes y no una oposición, si esto fuera así dejaría de ser una discusión tal y como nosotros la conocemos, sería otra cosa.

En nuestra cultura las metáforas de la guerra influencia nuestro pensamiento, es un asunto conceptual, es como una llave maestra que abre estos depósitos de categorías y que nos preparan para la acción, decir que las metáforas son solo recursos literarios o mera palabras no sabe de lo que habla, veamos otro ejemplo, “El tiempo es dinero”, una metáfora muy común en nuestra cultura, el tiempo visto como un recurso valioso, que hay que administrar, invertir, que hay que evitar desperdiciar… quienes se manejan bajo esta metáfora mantienen unos estilos de vida y trabajo intensos y altamente productivos, que choca y repele a quienes no trabajan en este marco conceptual.

Emanuel Lizcano en su interesante libro Metáforas que nos piensan (2006), nos explica:

 

Como decía Nietzsche, la realidad, lo que cada grupo humano tiene por realidad, está constituida por ilusiones que se ha olvidado que lo son, por metáforas que, con el uso reiterado y compartido, se han reificado y han venido a tenerse por “las cosas tal y como son”. De ahí que, como veremos, la investigación de las metáforas comunes a una colectividad sea un modo privilegiado de acceder al conocimiento de su constitución imaginaria. Lo imaginario alimenta así esa tensión entre la capacidad instituyente que tiene toda colectividad y la precipitación de esa capacidad en sus formas instituidas, congeladas.

 

Hace falta en Venezuela de manera urgente una investigación profunda de nuestras metáforas constituyentes, creo que hay muchas de ellas que han dejado de ser convenientes para nuestra sobrevivencia como sociedad, otras las hemos adquirido como si fuera un virus y nos han enfermado, hemos levantado un enorme templo a la ficción de la democracia y de lo que significa ser venezolano, ya tenemos demasiado tiempo viviendo entre metáforas tóxicas que han sido sembradas con el interés de mantenernos idiotizados y dominados, es tiempo de volver a reescribir nuestro imaginario social, pero antes debemos retirar las piedras que nos impiden avanzar y nos bloquean el paso (acabo de utilizar una metáfora).

Me estoy refiriendo a un puño de enunciados como “Sembrar el petróleo”, “Como vaya viniendo vamos viendo”, “Patria, socialismo o muerte”, “El petróleo es de todos”, “En esta tierra de gracia”, “Venezuela somos todos” y un largo etcétera.

Lo que he querido explicar con estas breves ideas, esbozos apenas de estudios más profundos y serios, es que las metáforas y algunas de sus derivaciones como las parábolas, las alegorías, los lemas, los memes, las analogías, los titulares de prensa, los dichos y las manchetas, entre muchos otros, son expresiones que bien usadas, o dándoles intencionalmente un mal uso, pueden ser instrumentos muy poderosos para influenciar una forma de pensamiento, pueden manipular emociones, poner en acción a la gente o inhibirla , guiar sus relaciones conceptuales, conducir a un público por entendimientos dirigidos hacia fines particulares.

Las iglesias, las corporaciones, los partidos políticos, instituciones como los militares o clubes privados, los colegios, todas aquellas personas que pretenden conducir a la gente, influenciar opiniones, sembrar en sus mentes actitudes, deben obligatoriamente recurrir a las metáforas, incluso, las investigaciones que estoy siguiendo sobre el desarrollo del pensamiento complejo, aquellos investigadores que pretenden avanzar en el perfeccionamiento de la inteligencia y la comprensión, están descubriendo en las metáforas esas llaves maestras para los archivos conceptuales de nuestra mente o de crear nuevas rutas de acceso, o crear nuevos archivos.

La propaganda, la publicidad, los discursos de todo tipo, los sermones y las arengas, están llenos de metáforas que tratan de impulsar a la gente a la acción, o para que para que cambie su punto de vista y creencias, esto explica porque los bardos y dramaturgos tenían tanta influencia en la antigüedad sobre los pueblos, cuando la tradición se pasaba de boca a boca, una influencia que hoy ha sido desplazada por la televisión e internet donde la metáfora está desarrollando nuevas formas, y explica como hay intereses cuyo objeto es el control social por nuevas metáforas reguladoras, esta vez ayudados por algoritmos, por la minería de la llamada bigdata, por el seguimiento por GPS y el reconocimiento facial de cámaras de vigilancia, que es justamente ese vasto y nuevo territorio, donde el lenguaje de las matemáticas y los lenguajes naturales se dan la mano.   -    saulgodoy@gmail.com

 

 

 

                                                                                                                                               

 

 

 

 

 

 



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