Una gallina es la
manera que tiene un huevo para producir otro huevo
- adagio popular
Cada concepto que
tenemos es esencialmente un puño de analogías empaquetado de manera compacta, y
cuando pensamos, nos movemos con fluidez de concepto en concepto, dicho de otra
manera, saltamos de un puño de analogías a otro, y estos saltos entre paquetes,
lo hacemos por medio de conexiones analógicas.
Douglas R.
Hofstader.
Vamos a ir con cuidado porque nos vamos a adentrar a un
campo minado, por lo que vamos a empezar por ir aclarando conceptos de acuerdo
al diccionario, es decir, vamos a definir las palabras más importantes para el
desarrollo de las ideas en éste breve trabajo.
Analogía, una concordancia o parecido entre cosas, en
algunas circunstancia o efecto, aun cuando la mayor de las veces se trate de
cosas diferentes… no confundir con similitud, la analogía implica una
diferencia general, con identidad o igualdad en una o más relaciones… hay
analogía pero no similitud entre el ala de un ave y la de un murciélago.
Nuestra visión, por ejemplo, nos dice Hofstader, recoge
del mundo exterior por medio de nuestra retina, millones de puntos de sombras y
luces que terminan en un concepto, un pato por ejemplo, o una casa colonial, o
el peinado del Sr. Trump, este proceso perceptivo visual invariablemente
termina en una categoría mental, estructurada como una “escena”, por supuesto,
estas percepciones pueden ser recogidas por otros órganos sensoriales, por ejemplo
el rumor mecánico creciente que escuchamos lo identificamos como un helicóptero
que se aproxima, o los olores que distinguimos nos ubican en el consultorio de
nuestro dentista, o el sabor en nuestras bocas nos informa que estamos
paladeando un rico helado de café.
A un nivel superior de percepción suceden otro tipo de
fenómenos, por ejemplo, estamos leyendo el periódico que nos informa de una
protesta general y un llamado a huelga, y de inmediato pensamos en “un golpe de
estado”, así el artículo no lo mencione por ningún lado, esa percepción no vino
de mis sentidos pero sí de conceptos que estaban allí y que por relaciones que
hizo nuestra mente, de pronto una categoría de ideas saltó al escenario principal en mi
consciencia, eso sucedió por pura analogía.
Este inmenso depósito de categorías que existe en nuestra
mente se hace más copioso con nuestra experiencia, con los años de vida, unas
se encuentra en nuestra memoria a largo plazo, otras en pleno uso diario, todas
son parte de un mapa mental que estimulado por nuestras experiencias
sensoriales empiezan a hacer relaciones y a conectarse, unas directamente,
otras por carambola, pero todas conforman un complejo y vasto sistema de
analogías que están manejadas por un sistema lexical, compuesto de palabras
claves, otros de palabras compuestas, de oraciones cortas y largas, esto sucede
casi que de manera automática y algunas personas son más diestras que otras en
establecer este cúmulo de relaciones, pero el asunto es que muy pocos se dan
cuenta de esto que les estoy diciendo.
Para el matemático Rene Thom, padre de la Teoría de las
Catástrofes, solo el lenguaje de las matemáticas puede ser universal, nos dice
Thom “Creo que los únicos conceptos que
pueden considerarse racionalmente definidos de una forma intrínseca son los
conceptos susceptibles de ser finalmente definidos, tras unas etapas
intermedias, sólo mediante consideraciones vinculadas a la localización
espacio-temporal. Desde este punto de vista, los únicos conceptos verdaderamente
«científicos» son los conceptos relacionados con la geometría del
espacio-tiempo”.
Y en el lenguaje de las matemáticas, al contrario de los
lenguajes naturales, todos sus significados son a priori, nunca a posteriori.
El lenguaje científico permite un traslado de
significados, una intersubjetividad que hace
que sus conceptos sean universales, no así con los conceptos, digamos,
en las ciencias sociales, o el arte o incluso una buena parte de la filosofía,
que dependen de las palabras y los significados en una determinada lengua y que
varía de manera importante, incluso dentro de la misma lengua, y si se quiere
traducir a otro idioma, se enfrenta a problemas mayores de exactitud y
concordancia.
El problema es que no todo puede ser pensado
matemáticamente, y el grueso de las comunicaciones humanas se realizan en
lenguajes naturales, temas como el amor, el poder político, la ira o el humor,
no pueden expresarse en números al menos que sean medidos, pero sus
significados son inaprensibles, no hay manera de convertirlos en conceptos
científicos.
Thom dice: “Resulta
bastante curioso que los filósofos de hoy pongan el acento casi exclusivamente
en los métodos de la lógica formal: existen otros métodos científicos que
podrían someterse a examen y es precisamente según esta óptica que habría que
reconsiderar ciertas especulaciones de la lingüística, de la semántica o de la
gramática universal. En cuanto a esta última, se podría decir que no es ni
filosofía ni ciencia: no es filosofía, porque utiliza técnicas de carácter científico,
y no es ciencia porque no se puede controlar mediante la experiencia”.
Y es a la semántica a la debo referirme a continuación,
al trabajo de los investigadores George Lakoff and Mark Johnsen, en su obra Metáforas por las cuales vivimos (2003),
y lo primero que haremos es definir la palabra Metáfora; para mucho de nosotros
la metáfora es un recurso de la imaginación poética y una herramienta de la
retórica, que sirve para embellecer o distinguir el lenguaje, es un asunto de
palabras más que de acción, pero nuestros investigadores, al igual que otros
muchos científicos cognitivos han descubierto, que la metáfora es mucho más
vital e importante, y la ponen en el centro de nuestro sistema conceptual, que
no es poca cosa ya que gobierna nuestras funciones más vitales, como percibimos
el mundo, como nos relacionamos con los demás y quizás lo más importante, como
funciona nuestro pensamiento.
Metáfora, la esencia de la metáfora es entender y
experimentar una cosa por intermedio de otra.
O si quieren algo más sustancioso le dejo con la
definición del profesor Pedro J. Chamizo Domínguez, en su obra La metáfora (semántica y pragmática)
2014, que propone:
El
sustantivo metáfora procede, vía latín, del sustantivo griego metáphora, que significa traslado o
transferencia y está relacionado con el verbo metaphorein, que significa
transferir o llevar. Así, por ejemplo, una transferencia bancaria sigue
siendo en la jerga financiera griega actual “una metáfora”. Esto es, metáfora,
en griego, es un término polisémico que, al ser tomado como préstamo por otras
lenguas, ha restringido su significado para denominar a un determinado fenómeno
lingüístico referente a un “tropo que
consiste en trasladar el sentido recto de las voces a otro figurado, en virtud
de una comparación tácita” o en una “aplicación
de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no
denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación (con otro objeto o
concepto) y facilitar su comprensión”
Para comprender que es una metáfora y como funciona,
Lakoff y Johnsen tienen un ejemplo inmejorable, y es entender una discusión, o
sea, un intercambio de argumentos, como si fuera una guerra, dicen los
investigadores: “Podemos ganar y perder
argumentos. Vemos a la persona con las que discutimos como un oponente.
Atacamos sus posiciones y defendemos las nuestras. Nosotros ganamos y perdemos
espacios. Planificamos y utilizamos estrategias. Si nos encontramos en una
posición indefendible, la abandonamos y tomamos una nueva línea de ataque. Muchas
de las cosas que hacemos cuando discutimos están parcialmente estructuradas por
el concepto de guerra.”
Y se trata solamente de un intercambio argumental, de
desarrollo de discursos, de ser coherente con las ideas y mantener un orden
lógico, de utilizar recursos retóricos, pero el lenguaje que utilizamos está
lleno de expresiones bélicas, que nos guste o no le dan no solo cierta
agresividad y motiva la confrontación, sino que hace clara las posiciones que
se van imponiendo.
Pero imaginemos ahora, que estamos en una cultura donde
la discusión no se trata de algo que se pierde o se gana, que nada tenga que
ver con la guerra pero sí con el baile, donde los participantes deben tener una
actuación de cooperación, de armonía, que la experiencia sea bella, las discusiones
serían diferentes y su desarrollo buscando una coordinación entre los
participantes y no una oposición, si esto fuera así dejaría de ser una
discusión tal y como nosotros la conocemos, sería otra cosa.
En nuestra cultura las metáforas de la guerra influencia
nuestro pensamiento, es un asunto conceptual, es como una llave maestra que
abre estos depósitos de categorías y que nos preparan para la acción, decir que
las metáforas son solo recursos literarios o mera palabras no sabe de lo que
habla, veamos otro ejemplo, “El tiempo es dinero”, una metáfora muy común en
nuestra cultura, el tiempo visto como un recurso valioso, que hay que
administrar, invertir, que hay que evitar desperdiciar… quienes se manejan bajo
esta metáfora mantienen unos estilos de vida y trabajo intensos y altamente
productivos, que choca y repele a quienes no trabajan en este marco conceptual.
Emanuel Lizcano en su interesante libro Metáforas que nos piensan (2006), nos
explica:
Como
decía Nietzsche, la realidad, lo que cada grupo humano tiene por realidad, está
constituida por ilusiones que se ha olvidado que lo son, por metáforas que, con
el uso reiterado y compartido, se han reificado y han venido a tenerse por “las
cosas tal y como son”. De ahí que, como veremos, la investigación de las
metáforas comunes a una colectividad sea un modo privilegiado de acceder al
conocimiento de su constitución imaginaria. Lo imaginario alimenta así esa
tensión entre la capacidad instituyente que tiene toda colectividad y la
precipitación de esa capacidad en sus formas instituidas, congeladas.
Hace falta en Venezuela de manera urgente una
investigación profunda de nuestras metáforas constituyentes, creo que hay
muchas de ellas que han dejado de ser convenientes para nuestra sobrevivencia
como sociedad, otras las hemos adquirido como si fuera un virus y nos han
enfermado, hemos levantado un enorme templo a la ficción de la democracia y de
lo que significa ser venezolano, ya tenemos demasiado tiempo viviendo entre
metáforas tóxicas que han sido sembradas con el interés de mantenernos
idiotizados y dominados, es tiempo de volver a reescribir nuestro imaginario
social, pero antes debemos retirar las piedras que nos impiden avanzar y nos
bloquean el paso (acabo de utilizar una metáfora).
Me estoy refiriendo a un puño de enunciados como “Sembrar
el petróleo”, “Como vaya viniendo vamos viendo”, “Patria, socialismo o muerte”,
“El petróleo es de todos”, “En esta tierra de gracia”, “Venezuela somos todos”
y un largo etcétera.
Lo que he querido explicar con estas breves ideas,
esbozos apenas de estudios más profundos y serios, es que las metáforas y
algunas de sus derivaciones como las parábolas, las alegorías, los lemas, los
memes, las analogías, los titulares de prensa, los dichos y las manchetas,
entre muchos otros, son expresiones que bien usadas, o dándoles intencionalmente
un mal uso, pueden ser instrumentos muy poderosos para influenciar una forma de
pensamiento, pueden manipular emociones, poner en acción a la gente o inhibirla
, guiar sus relaciones conceptuales, conducir a un público por entendimientos
dirigidos hacia fines particulares.
Las iglesias, las corporaciones, los partidos políticos,
instituciones como los militares o clubes privados, los colegios, todas
aquellas personas que pretenden conducir a la gente, influenciar opiniones,
sembrar en sus mentes actitudes, deben obligatoriamente recurrir a las
metáforas, incluso, las investigaciones que estoy siguiendo sobre el desarrollo
del pensamiento complejo, aquellos investigadores que pretenden avanzar en el
perfeccionamiento de la inteligencia y la comprensión, están descubriendo en
las metáforas esas llaves maestras para los archivos conceptuales de nuestra
mente o de crear nuevas rutas de acceso, o crear nuevos archivos.
La propaganda, la publicidad, los discursos de todo tipo,
los sermones y las arengas, están llenos de metáforas que tratan de impulsar a
la gente a la acción, o para que para que cambie su punto de vista y creencias,
esto explica porque los bardos y dramaturgos tenían tanta influencia en la
antigüedad sobre los pueblos, cuando la tradición se pasaba de boca a boca, una
influencia que hoy ha sido desplazada por la televisión e internet donde la
metáfora está desarrollando nuevas formas, y explica como hay intereses cuyo
objeto es el control social por nuevas metáforas reguladoras, esta vez ayudados
por algoritmos, por la minería de la llamada bigdata, por el seguimiento por GPS y el reconocimiento facial de
cámaras de vigilancia, que es justamente ese vasto y nuevo territorio, donde el
lenguaje de las matemáticas y los lenguajes naturales se dan la mano. -
saulgodoy@gmail.com
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