martes, 13 de octubre de 2020

Una revolución dentro de la revolución

 


He leído varios libros de Osho, uno de los más importantes gurús contemporáneos de la India, que a pesar de su misteriosa muerte acaecida en 1990, aún mantiene una gran cantidad de seguidores y una organización de alcance mundial, que incluye fundaciones, revistas, tiendas, resorts, programas de meditación, productora de televisión… el hombre había logrado crear a su entorno un impresionante complejo de empresas e instituciones que le generaron bastante fama y dinero, al igual que enemigos, fue perseguido, vetado, y considerado persona non grata para muchos gobiernos, en la India su opinión tenía un peso político relevante, declarado adversario de la iglesia cristiana y de los fundamentalismos, fue perseguido, calumniado y sus enseñanzas prohibidas en varios continentes.

No escribió mucho, pero sí dictó innumerables conferencias sobre los temas más disímiles, que han sido recogidos en libros y videos conferencias; es un hombre culto, muy bien articulado y de un pensamiento demoledor. Me gusta porque habla claro, sin artificios, argumenta bien sus puntos de vista, lo que me ha dado otras perspectivas sobre algunos temas que afectan al hombre contemporáneo. No soy su seguidor, pero de vez en cuando lo leo y en esta ocasión se trata de la obra Rebelión, Revolución y Religiosidad (2012).

En ella, en el capítulo 9, que tituló La Falacia Fundamental de las Revoluciones, recoge una perspectiva bastante particular sobre el proceso de la Revolución Rusa y empieza diciéndonos algo en lo que no había caído en cuenta:

 

La sociedad entera está condicionada a vivir en forma reaccionaria, no revolucionaria; los individuos están condicionados para ser esclavos, no amos. Por tanto, cuando un puñado de inconformistas se rebela contra la estructura de poder para reemplazarla ellos mismos, en ese momento se dan cuenta de que lo que hacía el orden antiguo es lo que ellos tienen que hacer ahora, pues de lo contrario se producirá un caos inmenso.

 

Siguiendo este curso de pensamiento, en el caso venezolano, a los revolucionarios bolivarianos, porque disponían de la renta petrolera, les tomó más tiempo avizorar el caos que su revolución estaba produciendo, tapaban los huecos con dinero, pero cuando los petrodólares se terminaron y la industria petrolera decayó en instalaciones inservibles, se dieron cuenta, muy tarde, que el caos los estaba devorando.

Se habían dispuesto a demoler lo viejo para crear un nuevo orden, destruyendo no solo instituciones sino valores, empezaron a experimentar con la sociedad tratando de imponer nuevas relaciones y modos de vida extraños a la tradición del país, sin tomar en cuenta justamente el rechazo y la resistencia, creando enormes vacíos que no tenían con que llenar.

Osho continúa sus reflexiones:

 

Se convirtieron en la misma clase de personas que derrocaron, de hecho, peores, puesto que ya probaron el regusto del poder y también saben cómo derribaron a quienes ocupaban espacios de poder antes que ellos. Pronto aparecerán nuevas generaciones que se pondrán a hablar de revolución porque nada ha cambiado. Los viejos revolucionarios estarán más alertas para reprimir cualquier posibilidad de una nueva revolución, ya que saben que ellos mismos derribaron la antigua estructura de poder y ahora no están dispuestos de dejarse derrocar de la misma manera.

 

El chavismo-madurismo-cubano tenía unas cuantas horas de vuelo en esos asuntos revolucionarios, y aunque Chávez ganó el poder compitiendo en unas elecciones libres, su pasado y sus únicas credenciales eran los de un golpista, de hecho, fue indultado para que pudiera competir en los procesos comiciales, lo que indica una ingenuidad casi suicida de los demócratas del momento. Y aunque Chávez hablaba de una revolución continua, de un “proceso revolucionario”, los mecanismos de autodefensa de esa primera revolución estaban activados y el molinillo de carne empezó a triturar a los primeros infelices que calificaban como peligrosos para la revolución rojita.

Con la asesoría cubana se montó una policía política, que empezó de inmediato a detectar amenazas, a identificar contrarrevolucionarios, muchos de ellos de las mismas filas del PSUV e, inevitablemente, de las filas militares, incluyendo Generales y Ministros de la Defensa; las cárceles del país se llenaron de partidarios de la revolución que, por mala suerte o por conciencia revolucionaria,  fueron identificados como peligrosos.

Sigue Osho con su relato:

 

En la Unión Soviética, durante sesenta años el régimen comunista resultó mucho peor que el zarista, contra el que había se levantado. Con los zares, al menos, era posible emprender una revolución; pero bajo el régimen comunista era prácticamente imposible. La impedían desde la base. Todas las publicaciones pertenecían al gobierno, la radio pertenecía al gobierno, la televisión pertenecía al gobierno… En la Unión Soviética sólo había un comunista, que era el propio Estado. Todo el poder, toda la riqueza, toda la tierra, todo pertenecía al Estado.

 

Es por ello que una “ley antibloqueo para el desarrollo nacional y la garantía de los Derechos Humanos”, recién aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente de la República Bolivariana de Venezuela, y que le otorga poderes extraordinarios y discrecionales al Presidente, no es sino la expresión de esa hambre inhumana por el poder y la riqueza, garantizándole al régimen, en medio de la ruina y la pobreza generalizada, el control absoluto sobre los pocos bienes del país que quedan, y con la capacidad de comprometerlos como y con quien les dé la gana… Ah, y en secreto, violando cualquier noción de estado de derecho existente y pasándose por el rabo la Constitución, un gesto que marca con todos sus colores a un sistema plenamente totalitario, ya sin afeites ni excusas.

El libro de Osho se hace más explícito:

 

Es bien sabido que cuando la revolución triunfó, Lenin, el jefe de la revolución, y Trotsky, su segundo al mando, su mano derecha, Commeneau, Zinoviev y otros grandes revolucionarios comunistas fueron asesinados uno tras otro. No hay pruebas que lo demuestren, pero es muy probable que así haya sido. A Lenin le administraron minúsculas dosis de veneno a diario, con el pretexto de darle una medicina. Su esposa confesó que Stalin no permitió que ningún otro médico que no fuera el suyo atendiera a Lenin, y su condición empeoró. Stalin no quería que muriera de inmediato porque, en nombre de Lenin, primero quería establecerse firmemente. Stalin no era más que el secretario del Partido, su contribución a la revolución no era tanta y no era una figura conocida en todo el país ni en el extranjero. Lenin había sido el iniciador de la revolución, y Trotsky el líder más influyente. Stalin conservó con vida con vida a Lenin, pero de hecho solo vivo a medias. Por un lado, lo envenenaba muy lentamente; por el otro, acaparaba más y más poder. Cuando Stalin acabó de asumir todo el control, fue el fin de Lenin.

 

Algo parecido sucedió en nuestro país con la muerte de Hugo Chávez, el paracaidista venezolano se había convertido en una amenaza para los planes de Fidel y éste decidió salir de él, de manera que lo fue envenenando con una de esas toxinas de última generación que se producen en Rusia; ya habían preparado a Maduro y lo tenían al bate como relevo, pero todo fue muy rápido, a Chávez se le agravó el cáncer inoculado, y lo mataron finalmente en La Habana, y Maduro fue proclamado en su lugar a la carrera… y el hombre que no quería que la gente lo viera bruto, embruteció, y se convirtió en el criminal más buscado por la justicia internacional, en un violador masivo de derechos humanos.

Me temo que este ciclo de revolución y violencia esté a punto de comenzar pero ahora dentro de los EEUU, si llegaren a ganar las elecciones los socialistas del partido Demócrata, por un lado tenemos al Sr. Joe Baiden, el candidato de la izquierda, un hombre de avanzada edad sufriendo de senectud y lagunas mentales que lo incapacitarían para el ejercicio del poder.

Pero detrás de él tendría una serie de facciones ultra radicales como Black Live Matters, quienes fueron los responsables de los saqueos y violencia en las principales capitales de la Unión, y grupos progresistas como Planned Parenthood y Sunrise Movement, o tribus de poder como los que comandan Bernie Sanders, los Clinton y los Obama, una serie de facciones que tendrían que enfrentarse para establecer quien en realidad manda e imponer sus agendas, como la de los Green New Deal cuyo propósito es imponer el fascismo ambientalista.

Si Baiden llegara a ser el próximo presidente, quien verdaderamente tendría el mando sería su vicepresidente, que en este caso sería la Sra. Kamala Harris quien ha tenido una marcada preferencia por favorecer a los radicales y las minorías más vociferantes, entre los que destacan reformistas del estado, gente que quiere abolir las fuerzas policiales, imponer gravosos impuestos para implantar un estado bienestar imposible,  e implantar un estado de reivindicaciones y deudas históricas sobre grupos sociales resentidos y con ansias de venganza, lamento decirlo, pero sería un coctel explosivo para las actuales circunstancias de emergencia en que el país se maneja.

No quisiera dejar este artículo con esa nota tan amarga, de modo que voy a transcribirles una anécdota que recoge Osho en su libro, que recomiendo a mis lectores por otros muchos pasajes y opiniones, nos dice el gurú:

 

Cuando Stalin murió y Jrushov se convirtió en premier, dirigió su primer discurso al círculo interno del Partido Comunista, el llamado Presidium. Durante su alocución dijo:

-Tengo que reconocer que Stalin fue uno de los mayores criminales de la historia. Solo sabía una cosa: o estabas con él o eras su enemigo. Y para el enemigo no hay más que la muerte.

Desde el fondo del auditorio alguien gritó:

-Usted estuvo con él cuarenta años ¿Por qué guardó silencio?

Jrushev se rio.

-Quisiera que ese honesto camarada se pusiera de pie, para que todos viéramos quien formula la pregunta.

Nadie se levantó

-Veo que lo entienden. Si alguien se pusiera en pie, mañana estaría muerto y pasado mañana no se volvería a hablar de él en ninguna parte. Yo estaba en la misma posición.  

 

 

 -   saulgodoy@gmail.com

 

 

 

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