domingo, 15 de noviembre de 2020

De socialismos y mansedumbre

 


 

Porque hay varios tipos de socialismos es imposible lograr una única definición; no es lo mismo el socialismo cubano que el venezolano, o el chino, o el que quiere Bernie Sanders  o Joe Biden para sus camaradas norteamericanos; en el caso venezolano, no es el mismo socialismo el de Betancourt que el de Caldera y mucho menos el de Maduro; también hay socialismos académicos, es decir, teóricos, y socialismos pragmáticos, en función de las comunas y de los partidos políticos que se dicen socialistas; históricamente podemos estudiar el socialismo primitivo o proto-socialismo, el dogmático consolidado por Marx y Engels, el revolucionario y el post socialismo asociado a la modernidad… aun así, a pesar de las diferencias, todos son socialismos.

La pregunta que trataremos de responder en estas breves líneas es, precisamente, ¿qué une a todos estos socialismos? ¿Qué les da coherencia?

Las diferencias tienen que ver, en la mayoría de los casos, con las distintas visiones político-partidistas de las organizaciones que ejercen el poder, las marcan los gobiernos y las realidades que ellos modifican o crean, y dependen de múltiples factores, de la naturaleza y condiciones de los pueblos, del momento histórico, de la situación económica… los hombres y mujeres que manejan el aparato político son quienes tienen la última palabra, la doctrina, la ideología y la teoría quedan en el fondo, como un decorado, nada más.

Una cosa es practicar el socialismo en una fábrica, en un pueblo, en una universidad, y otra es tener a todo un país sometido a los imperativos socialistas; porque si algo nos ha enseñado la historia es que el socialismo se impone, si es necesario a la fuerza, y para ello está el estado con sus fuerzas del orden público, con sus tribunales de justicia, con sus parlamentos que dictan las normas, con sus cárceles y campos de reeducación.

Me acabo de terminar de leer un reporte especial, publicado en Enero de este mismo año 2020, por el National Bureau of Asian Research, una serie de corporaciones y bancos norteamericanos, y que trata sobre China; el reporte se titula: La Visión de China por un Nuevo Orden Mundial, elaborado por una experta sinóloga, la doctora Nadège Rolland y ya en las primeras páginas se clarifica la intención del PCC (Partido Comunista Chino) de que la nación ocupe la posición de liderazgo que le corresponde en el mundo, el orden mundial en que emerge la potencia oriental no es de su agrado y pretende cambiarlo para acomodarlo a sus intereses, de la misma manera como occidente y los EEUU lo han hecho hasta el momento.

El reporte es sumamente interesante, ya que habla de incrementar un discurso de poder, que permitiría a los chinos identificar, y comunicar de manera clara, cuáles serán los bloques normativos e institucionales para construir el sistema internacional que ellos quieren.

Lo que quiero dejar claro es que el socialismo y, por ende, el comunismo mundial se ven a sí mismos como opciones de poder real, por lo que cualquier otra consideración de orden filosófica está supeditadas a ese “discurso de poder” que está siendo construido a lo interno en China.

Para nadie es un secreto que en China hay una fuerte censura sobre las ideas, el lenguaje, los discursos, y esto es notorio en cuanto al contenido que las autoridades permiten en Internet, en la prensa diaria, en los informes y estudios que se producen en las oficinas del estado, en la férrea vigilancia sobre los productos académicos y la participación de sus intelectuales y científicos en los foros internacionales.

Ayer leí la noticia del escándalo que significó que la OMS, brazo ejecutor de las políticas de salud de la ONU, utilizara un sistema de censura para eliminar las menciones que se pudieran hacer en su seno sobre Taiwan y sobre el virus “de origen chino”; las autoridades no tenían como explicar que la censura de ese país estuviera aplicándose en el seno de ese organismo, porque hay palabras, ideas  y discursos que China no admite, y por lo visto, donde se le permita y se logre imponer su voluntad, ese país obliga a las instituciones a seguir su línea.

La mayoría de medios de comunicación masiva, incluyendo redes sociales asociadas al partido demócrata en los EEUU, no quieren saber nada sobre fraudes, sobre intervenciones ilegales al software de las máquinas de votación, sobre listados de votantes adulteradas, sobre papeletas de votaciones no autorizadas, sobre la ausencia de testigos republicanos al momento del conteo de votos, ni de votos enviados por correos llegados a destiempo… y para ello censuran cualquier mención al respecto, lo único que les interesa promocionar es que el candidato Baiden ganó las elecciones, poco les importa el cómo; no soportan que el presidente Trump esté reclamando en los tribunales de justicia su derecho a un conteo justo y abierto de los votos, y no en las sombras y plagado de trampas, por ello acusan a Trump de estar interfiriendo con la transición del nuevo presidente supuestamente electo.

Los socialistas tienen como costumbre histórica imponer su punto de vista, el cual consideran moralmente correcto, universalmente aceptado y siempre del lado de la justicia social.

Para el Partido Comunista China, para el partido Demócrata de USA, así como para el PSUV de Venezuela, los objetivos de sus organizaciones son incontrovertibles, no aceptan argumentos en contrario; se consideran justos, impecables moralmente, históricamente necesarios y, sobre todo, son buenos y positivos para el progreso de la humanidad; afirman que quienes vayan en su contra están equivocados y son irresponsables ante las consecuencias de su oposición, por lo tanto son enemigos de la humanidad, porque todo lo que viene del socialismo es intrínsecamente bueno.

Y esta idea que los socialistas tienen de sí mismos, que los define como adalides de la razón humana, de la justicia y la equidad, en forma exclusiva, los convierte en los dueños de la verdad y a todos aquellos que no compartan su visión, en los equivocados.

Su discurso es para los pobres, para aquellos que no tienen cómo resolver sus problemas de subsistencia o los medios para llevar una vida sin sobresaltos, lejos de la necesidades básicas de la vida; moralmente, eso les da una fortaleza para presentar sus programas de reforma social, sus utopías del cielo en la tierra, de igualdad por medio del colectivismo social, de sus iniciativas de redistribución de la riqueza… ¿Y quién no va a querer estar en el bando de los justos y los generosos?

Gustave Le Bon, en su obra La Psicología del Socialismo (2001) nos completa la idea:

 

Gracias a sus promesas de regeneración, gracias a la esperanza que brinda a los desheredados de la vida, el Socialismo está convirtiéndose en una creencia de carácter religioso más que en una doctrina. Pues bien, el gran poder de las creencias, cuando intenta asumir esta forma religiosa… se basa en el hecho de que su propagación es independiente de la proporción de verdad o error que pudiera contener, porque tan pronto esta creencia ha ganado cobijo en la mente de los hombres su absurdo ya no se hace evidente; la razón ya no la puede alcanzar, y solo el tiempo puede debilitarla. Los más profundos pensadores de la humanidad- Leibniz, Descartes, Newton- han bajado sus cabezas sin ni siquiera emitir un murmullo ante las doctrinas religiosas, cuyas debilidades de razonamiento habrían podido descubrir rápidamente si las hubieran sometido a un proceso crítico. Lo que ha entrado en la región de los sentimientos ya no puede ser discutido. La religión actúa solamente en los sentimientos, no puede ser destruida por argumentos, y es la razón por la que su poder sobre la mente es absoluto.

 

Lo más que podría hacer un alma atrapada por las ideas del socialismo sería buscar en su historia a aquellos socialistas “buenos” y diferenciarlos de los “malos”, el solo hecho de aceptar la bondad en algunos y la maldad en otros, hace de igual manera que el socialismo persista como un virus en la mente, fuera del alcance de todo remedio y argumento en contrario, pues siempre podrá decirse cuando el socialismo fracasa “eso no es socialismo”, o de quienes lo llevaron a cabo que “ellos no eran realmente socialistas”… ésa es la fórmula para hacer inadmisible el error y para que volvamos a caer en gobiernos socialistas, una y otra vez, con diferentes actores, aunque enfermos todos de la cabeza.

El socialismo es la única ideología política que recurre a una posición moral para vender su producto. El capitalismo vende su eficiencia, el anarquismo la individualidad absoluta, el fascismo el poder del estado, pero el socialismo se vende como bueno, puro, igualitario y justo, de modo que su contubernio con la religión católica no es casualidad; mientras el comunismo quiere acabar con la religión llevándola a la pira crematoria, el socialismo simplemente le roba sus principios morales, los asimila y los transforma en política, devolviéndolos en términos de una doctrina liberadora.

Y cuando las personas se preguntan ¿Cómo lo hacen, como han tenido tanto éxito en subyugar a tantas sociedades, la respuesta nos la da el escritor español Javier Giral Palasí en su obra, En Contra de la Manipulación de la Izquierda (2019) donde nos dice:

 

Choca pensar como la izquierda, a pesar de representar un fracaso estrepitoso y es la ideología que ha traído mayor represión y miseria a lo largo de la historia, cuyos experimentos económicos y sociales fueron quebrando uno tras otro, como sucedió con la URSS, y tras asesinar a decenas de millones de personas, haya conseguido gracias a su dominio propagandístico no solo mantenerse en la escena política sino expandirse culturalmente, pues supo compensar y silenciar su rotundo fracaso histórico haciéndose con un poderoso aparato de AGITPROP, es decir, de agitación y de propaganda, en el que una cuestión clave siempre ha sido la manipulación de la historia, a través del dominio de los medios de comunicación, de las publicaciones de numerosas editoriales, de las universidades… de las reformas educativas, de la «Educación para la Ciudadanía», del cine subvencionado … para después atacar a la nación… o del control de los centros de enseñanza para llevar a cabo diferentes campañas, por ejemplo, contra la religión Católica

 

Es por ello que la gran mayoría de los socialistas son seres humanos incompletos, acomplejados, infantiles y peligrosamente ignorantes, pues se dejan manipular por esa otra minoría que efectivamente sí sabe lo que hace, y los manipula para hacerlos creer que el socialismo es la única manera de traer el cielo a la tierra, el mundo perfecto, la utopía del paraíso igualitario, donde todos somos solidarios… la cruda verdad llega cuando se les caen las caretas, cuando el país se encuentra arruinado y al borde de una guerra, pues resulta que son violadores, ladrones y asesinos que se han aprovechado, con absoluta y conveniente impudicia, de la imbecilidad humana, demasiado humana, que define a los mansos de la tierra.    -     saulgodoy@gmail.com

 

 

 

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