El partido Demócrata y su candidato, no la tienen fácil
si logran sobrellevar las demandas judiciales que el presidente Trump les tiene
reservadas, ya hay una mancha difícil de borrar en su desempeño moral, aun
desestimando todos los expedientes sobre manipulación de los resultados
electorales, de las irregularidades en el manejo de las boletas electorales, de
la poca fiabilidad de las máquinas que se usaron, de los errores en las listas
de electores, de los procesos de conteo tan cuestionados; si todos estas dudas
van a ser solventadas por imposiciones de entes reguladores y sentencias
judiciales obviando el centro del debate que es, el reconteo de estado por
estado del caudal de votos, tratando de esconder el problema de la trampa
debajo de la alfombra, la duda pervivirá en cada una de las decisiones y
acciones del nuevo gobierno.
Lo que la Corte Suprema está diciendo es que el asunto
del fraude electoral, si alguno, no es asunto de ellos, grave error de
apreciación que la legitimación de la soberanía nacional no sea tema para el
más alto tribunal de la República, alegan para su negativa entre otras cosas,
la insuficiencia de pruebas, en un asunto tan complejo como unas elecciones
nacionales que se trata de un cúmulo de irregularidades a distintos niveles del
proceso, en diferentes tiempos, y que juntas, suman el fraude que se teme fue
cometido en contra de la voluntad de “Nosotros, el pueblo…”, los intereses del
partido Republicano y del ciudadano
Donald Trump.
La impresión que han dado al mundo es que la justicia
norteamericana comparte la impresión, política más no de derecho, de medios de
comunicación, del partido Demócrata, y de una serie de minorías organizadas de
izquierda, y de países descontentos con las formas y maneras en que el
presidente Trump, un jefe de estado constitucional y legítimo, se ha desempeñado
en su papel como jefe del gobierno y que además, como candidato a la reelección
se ha convertido en una molestia.
Pareciera ser que una parte del mundo se hartó de Trump
como persona y que ahora, en plena crisis económica, agravada por la pandemia,
con enfrentamientos entre los grandes bloques económicos que mueven los
mercados globales, en medio de roces diplomáticos y hasta militares, le
correspondería a la izquierda norteamericana volver a poner las aguas en su
cauce para evitar irritaciones y conflictos, una especie de supuesta vuelta a
la normalidad, que lamentablemente no es tal.
Si los Estados Unidos de Norteamérica deja pasar esta
oportunidad de aclarar su situación electoral, se va a crear un terrible
precedente sobre la legitimidad de sus nuevos representantes políticos, vivir
con la sombra de un fraude electoral no curado, sin haberlo expuesto a la luz,
sin haberlo resuelto, simplemente obviándolo, será como un cáncer detectado
pero no tratado, crecerá, incomodará hasta que se haga agresivo y reduzca al
enfermo a un estado comatoso.
Las dudas deben aclararse, los malos entendidos deben
componerse, los errores corregirse, de otra manera se empezará una gestión bajo
la sospecha de unos individuos que no son correctos, que tienen fantasmas en el
closet.
¿Qué sería lo peor que pudiera pasar si se pidiera un
reconteo exhaustivo de los votos en el país? Hay un costo en dinero y recursos
humanos, en tiempos y ciertas ejecutorias, pero se resolvería una muy seria
acusación que si resultara sin bases ciertas o insuficientes, tendría unos
responsables que asumirían los daños; si los señalamientos del Sr. Trump no se corresponde con la realidad el sería el
gran perdedor, al punto que quedaría inhabilitado para continuar con su carrera
política y pasaría a la historia como un pésimo perdedor y peor republicano…
pero si lo contrario fuera verdad, si sus acusaciones tuvieran sustento, se le
evitaría al país un mal momento y un catastrófico futuro al estilo Venezuela,
donde no paran las trampas electorales.
Se han detectado inconsistencias estadísticas y claras
manipulaciones en el conteo de votos legales en los estados de Michigan,
Arizona, Nevada, Georgia, Wisconsin y Pennsylvania, suficientes para presumir
un enorme fraude electoral perpetrado en contra de la población de
Norteamérica, tanto demócratas como republicanos, quienes lo mínimo que
pudieran esperar de sus instituciones es que les aseguraran transparencia y
confianza en que la voluntad de la gran mayoría será respetada.
De acuerdo a varios expertos electorales trataron de
llenar las mesas electorales con votos de personas ausentes, fallecidas,
falsificados, no registrados, la misma persona votando múltiples veces, se
encontraron con verdaderos picos de votantes por un candidato en momento muy
precisos, muchas veces fuera del tiempo reglamentario para el conteo, se constató
que las máquinas utilizadas podían programarse sin control institucional.
Un gobierno que nace del fraude y el crimen estará
siempre sujeto al chantaje y a las presiones de quienes saben que se hizo
trampa, y que por las características de la misma, compleja y enorme, se
requirió de un gran grupo de técnicos, funcionarios, testigos, políticos para
llevarla a cabo, un delito de esta magnitud no es fácil de ocultar, en algún
momento se empezará a soltar el hilo de la madeja, que llevará directamente a sus
perpetradores, y de seguro lo hará en el
peor momento posible, en medio de una crisis o en condiciones de extrema
precariedad, cuando más se va a necesitar la confianza del país en sus
gobernantes.
Es absurdo y resulta altamente peligroso cometer ilegalidades
en nombre de un bien mayor para la sociedad, el crimen jamás ha sido la guía
para la política aun creyendo que pudiera desembocar en soluciones virtuosas,
por ello, aquellas personas que piensan que unas elecciones fraudulentas
estaría justificadas para salir de un problema, lo que están haciendo es crear
un problema mayor, probablemente metiendo a toda la nación en un callejón sin
salida.
Lo peor de este lamentable asunto, es que el mundo entero
ha sido testigo de los dimes y diretes entre las partes confrontadas, de la
campaña mediática que ha surgido para minimizar el problema e incluso para
convertirlo en lo que no es, el prestigio de toda la nación y su influencia en
el orbe están en juego, un gobierno cuestionado en su origen debería ser el más
interesado en aclarar este asunto, y no en obviarlo y convertirlo en un
problema personal de uno de los candidatos.
En mi opinión este asunto sólo podrá ser dirimido en unas
nuevas elecciones, no veo otro camino para rescatar la pureza del evento, pero
esta vez con la vigilancia pública de los votantes para proteger su voto, sin
que se rompan las normas, ajustados a un cronograma y con información abierta y
oportuna.
No se trata de cualquier juego de niños, es el presidente
de los EEUU en funciones quien está reclamando la violación del derecho al
voto, la manipulación hartera del proceso comicial para cometer un delito grave
y hasta de traición a la patria, pues se han presentado indicios de naciones
extranjeras interviniendo en las elecciones para obtener ganancias con la
manipulación de los resultados, eso es imperdonable para quienes lo estén
permitiendo.
Creo que hay una exigencia desmedida e interesada de
pruebas que avalen la acusación de fraude, con las que ya se han presentado es
fácilmente deducible la duda razonable sobre la calidad del proceso electoral,
se han detectado una serie de irregularidades en varios estados claves que
ponen en entredicho la calidad de las votaciones en toda la Unión ¿Cuáles la
medida de ese acto de convencimiento que necesitan los jueces de los más alto
tribunales de los estados y de la Corte Suprema de los EEUU?
Ya el país está lo suficientemente polarizado y
enfrentado en diversos tópicos que afectan el presente y que tendrán un
importante efecto en el futuro, la política está lo suficientemente
conmocionada para seguir alimentando odios, acusaciones y malos entendidos,
llegar a términos en cuanto quien y como el país será conducido por el voto
mayoritario y legal es de suma importancia, y hay que hacerlo en el menor tiempo
posible.
Prácticamente el país está dividido en dos parte, quien
pierda o gane en estas elecciones va a necesitar del apoyo de la otra mitad, no
se puede gobernar entre tanta discordia, por ello es vital que la justicia
intervenga y decida, para llevar tranquilidad al país dentro de la justicia y
la verdad. – saulgodoy@gmail.com
PD. Les deseo a todos mis lectores, hombres y mujeres de
buena voluntad, una feliz navidad, dentro de circunstancias que nos ha tocado
vivir y en la medida en que cada uno pueda celebrarlo, en el firme
convencimiento de que vendrán tiempos mejores.
Las "dudas" que usted menciona son sembradas por Trump y una camarilla de impresentables. El Colegio Electoral y las autoridades electorales de ambos partidos coinciden en un indiscutible triunfo de Biden, por amplio margen.
ResponderEliminarEn derecho hay un recurso legal que se llama apelacion, es un recurso de alzada al órgano superior cuando surgen dudas o se reclama un mejor derecho, el presidente Trump simplemente utiliza su derecho a la defensa, no se angustie, la justicia se impondrá, gracias por su comentario
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