Si alguna vez ha habido un período en el que la gente se aferraba ciegamente a doctrinas y a consignas en lugar de a sus sueños, es el presente. En el torbellino de acontecimientos que constantemente sobrepasan a la humanidad, el significado esencial de las palabras de uso común se está volviendo cada vez más confuso. No sólo las ideas abstractas de libertad, igualdad y fraternidad, sino también las más concretas y en los últimos tiempos popularizadas como proletariado, burgués, soviético, ya están rodeadas de una especie de crecimiento fungoso que oculta su verdadero significado, por lo que cada vez que se las utiliza tienen que ser definidas nuevamente.
El fenómeno de la
Rusia Roja es un ejemplo supremo del triunfo de la doctrina, la consigna y el
eslogan político sobre la razón. Cansado de la guerra y de la política, el
pueblo ruso sucumbió fácilmente a los que prometían de manera violenta lo que
nadie podía dar, y menos los propios que las prometían. Palabras clave como
«Todo el poder para los soviéticos», que poseían un poder críptico antes de que
sus acuñadores se hicieran con las riendas del gobierno, fueron recuperadas
posteriormente, o bien por no tener significado, o por estar dotadas de algún
sentido arbitrario, variable y bastante imprevisto. Del mismo modo, palabras
como «obrero», «burgués», «proletariado», «imperialista», «socialista»,
«cooperativa», «soviético», son dotadas en cualquier lugar de significados
variables por parte de los demagogos, significando una cosa un día y otra al
siguiente según la ocasión lo requiera.
Prólogo al libro El
Crepúsculo Rojo y el Día de Mañana de Sir Paul Dukes (1922)
El venezolano tiene un problema de lenguaje y conceptual
cuando abarca el tema político, conceptos tan básicos como democracia,
igualdad, derechos, libertad, estado, ideología, son apenas algunas de estas áreas
grises, que a pesar de que existen definiciones muy claras y suficientes
estudios e información en diversas fuentes muy respetables y confiables, los
venezolanos prefieren el planteamiento vulgar, del lenguaje político común, el
que usan en sus discursos demagógicos los candidatos populistas.
Esto tiene una explicación y es que para el venezolano de
a pie la política, es un conocimiento que no solo le viene de manera natural,
que no necesita de ningún entrenamiento previo, sino que le nace por el simple
hecho de poder expresarse en palabras, de escuchar y entender a sus
contertulios en una plaza o en el bar de la esquina, esto los habilita para
hacer sesudos análisis de los candidatos, de sus partidos, de los problemas del
país y como solucionarlos.
Este defecto o debilidad se incrementa cuando a los
políticos profesionales, aquellos que viven del oficio, no corrigen estas ideas
erradas, todo lo contrario, ellos piensan que tal ignorancia del léxico
político les conviene ya que es mucho más fácil poder ofrecerles lo que no
pueden cumplir, de engañarlos con promesas imposibles y de simplificar
problemas complejos para aparecer como personas expertas, y los expertos, los
que estudian la política, los politólogos, analistas, periodistas, académicos,
ni siquiera se molestan en corregir estos dislates para no aparecer como unos
incómodos sabelotodo, o para estar en sintonía con esas figuras políticas que
los contratan para hacerlos ver mejor de lo que en realidad son.
Total, es un círculo vicioso que perpetúa los errores del
entendimiento, a sabiendas que están escupiendo hacia arriba, pues estas
concepciones erradas sobre la política lo que inducen son a terribles errores
que se traducen en apoyos a gente inepta, a proyectos imposibles, a ideas
peligrosas, en decisiones perjudiciales para el orden social que hacen
imposible la gobernabilidad.
Cuando uno se pregunta cuál es la razón de tanto
desacierto político en nuestro país, la ignorancia es lo último que uno escucha
como causa, pero aceptarlo no es malo, de hecho se convierte en el primer paso
para corregir un problema que no es exclusivo de nosotros, pues resulta que es
uno de las trabas fundamentales de toda democracia, es precisamente la falta de
conocimiento político de la mayoría, de ese inmenso mar de electores que no
tienen una idea clara de lo que quieren para sí y para el país, y que ponen
todas sus esperanzas y confianzas en los políticos simpáticos y habladores que
los convencen de que ellos les arreglarán el mundo.
No hay concepto de democracia y tolerancia más peligroso
que el que se maneja en la cultura política del venezolano, unas ideas que
confunden la participación y la libertad de acceder a las instituciones sin
ningún tipo de exigencia o recato, puerta libre para guerrilleros, terroristas,
militaristas, ladrones, asesinos, prostitutas, confundidos y cualquier otro
enemigo de la democracia, los hombres y las mujeres de malas costumbres y
torcidas ideas son igual de bienvenidos a la mesa política de los venezolanos,
porque eso es ser un demócrata, nada más equivocado y hasta suicida, pero es lo
que venimos practicando desde hace lustros.
La igualdad nada tiene que ver con equiparar a un
violador con un hombre justo y medirlo con la misma vara, eso es ser un
insensato, un tonto con inclinación a ser una víctima, porque eso es lo que
resulta cuando eliges a un golpista para que sea presidente, o a un extranjero
que oculta su verdadero origen mintiendo, o un líder con malas mañas en el manejo
de los fondos públicos, o a partidos políticos que predican un socialismo
interventor, estatista, paternalista y distribuidor de la riqueza del país.
A estas alturas de nuestra historia cualquier persona que
estuviera ligado al socialismo debería ser apartada del quehacer político, o
que sus opiniones tengan la cancha y los escenarios de los que hoy disfrutan
para predicar sus monsergas de solidaridad e igualdad, pero como hay unos curas
sinvergüenzas y comunistas que predican el socialismo bueno, debido a que
existen políticos, muy honestos ellos, pero que les gusta hacer Justicia Social
con el dinero de los demás, y porque nos señalan el éxito de una socialista
como Ángela Merkel en Alemania, entonces les encanta hacerles la cama a unos
socialistas tóxicos que agazapados en las sombras esperan su momento, les
interesa que la gente confundida e ignorante les prepare el camino.
El socialismo es como esas serpientes que se muerden la
cola en la mitología egipcia, el uroboros, es una doctrina política que
necesita crear miseria en la sociedad para garantizar su existencia, es una
máquina de hacer pobres e ignorantes y mantener un caldo de cultivo donde sus
políticas de captación clientelar funcionan sin problemas.
Socialistas como Capriles, López, Borges, Guaidó, Roig, y
muchos otros que son las estrellas del firmamento político no-chavista y que se
consideran una opción ante el desastre del gobierno de Maduro, son los que más
utilizan ese otro concepto del lenguaje político que nos ha traído insolubles
problemas, y es todo lo que envuelve la palabra “unidad”.
Como el socialismo
ha devaluado el concepto de unidad
De hecho la unidad se ha convertido en el sello de
distinción del socialismo en Venezuela, una unidad mal entendida y peor llevada
en el terreno de la acción política, todos estos intentos por una precaria
unidad terminan en una desbandada de partidos y actores políticos antes sus
fracasos para vencer justamente a quienes si están unidos, a quienes profesan
un pensamiento único, a quienes creen en la hegemonía y el autoritarismo, a
quienes funcionan con un partido único, con un único líder, con una sola voz.
La unidad es una cualidad para congregar partes dispersas
que el comunismo y el socialismo han asumido como un ideal, la unidad el
pueblo, de la clase obrera, del proletariado, de partidos de izquierda, para
hacerle frente al enemigo común, a la burguesía, al estado liberal aquel que
hace más libre a los individuos en una sociedad, a quienes creen en la
propiedad privada como eje de la actividad económica, a quienes promueven la
diversidad de pensamiento como fuente de las innovaciones.
La unidad es el estado natural del poder estatal, es
monopólico, centralista, planificador, incontrovertido, que responde sólo a sí
mismo, es un término que nace de la artes militares, de una estructura de poder
vertical que se ejerce de arriba hacia abajo, donde no hay contradicciones sino
obediencia, la unidad hace que el grupo actúe como un solo cuerpo ante las
amenazas y el peligro, es fuerte porque son muchos, son efectivos porque no hay
contradicciones en sus actuaciones.
La unidad tiene connotaciones religiosas, más
específicamente, bíblicas, la que corresponde al pueblo elegido por Dios, que
solo tienen una cabeza, un patriarca, son tribus dispuestas al máximo
sacrificio si se les pide y con la seguridad de que van a responder, que se
comportan como aquel famosos hatillo de cañas que no se puede partir porque la
unidad da fortaleza.
La unidad exige uniformidad en la acción y el
pensamiento, es la conformación natural del rebaño que se siente seguro y
fuerte cuando están juntos, es una igualdad a ultranza, si corren todos van en
una dirección, el problema fundamental es que el líder de la manada sepa muy
bien lo que hace y no se equivoque, un error en la cabeza desgracia al
conjunto; en el caso de Guaidó y su jefe político Leopoldo López ¿Tienen una
estrategia ganadora? ¿Saben lo que nos conviene a todos?
Ya los hemos visto fallar, equivocarse y pagar las
consecuencias, a López lo pusieron preso, a Guaidó le descubrieron unos
mercenarios y le mataron algunos, otros están detenidos, ambos están incursos
en sospechas de peculado, ambos reiteran la necesidad de incluir al chavismo en
el gobierno de transición, ambos son socialistas…
Piden unidad y ahora Capriles anda echando pestes en
contra del mediático Guaidó a quien se le vencen sus fueros, pareciera que la
unidad no está funcionando en el timón de la nave socialista, la única basa que
enseñan es el apoyo internacional que surgió bajo la iniciativa del gobierno del
señor Trump, pero hasta eso está atacando Capriles quien tiene una fe ciega en
Biden y su posible gobierno, si lograra demostrar que realmente es el nuevo
presidente de los EEUU, que tal como van las cosas, los demócratas tienen en
sus manos una victoria de mentiritas,
Yo entiendo de donde les viene el salpullido de la
unidad, no sólo es el discurso socialista sobre el poder, es la enorme hambre
por notoriedad y protagonismo de muchos de estos muchachos, y ahora debo
explicarles porque la unidad no conviene, porque es un mal paso hacia la
consolidación de una opción de poder una vez que dejemos al chavismo atrás.
Piensan mejor
muchas cabezas que una.
Cuando se está en combate con una ideología tan violenta
y arbitraria como lo es el chavismo, lo menos que conviene es la unidad, o de
exhibir a nuestro líder de manera tan provocadora y destacarlo en el escenario
con todos los faros y luces para que lo destruyan o lo corrompan, no debe haber
un solo discurso y un solo plan de acción sino multiplicidad de opciones,
varios líderes en el escenario, y otros muchos subterráneamente, si le cortan
la cabeza a uno tenemos quien dirija, porque de estas rías, como afluentes,
alimentará el país nacional al momento de decidir su destino y su dirección.
Este grupete de socialistas ha pecado de egoísmo y de una
ceguera supina al reservarse para ellos en exclusividad la verdad verdadera y
el protagonismo, de erigirse como los únicos guardianes del Santo Grial, los
benditos por el altísimo para guiar al pueblo escogido hacia la tierra
prometida; ellos ya tienen su guion escrito, y lo que están haciendo es
involucrarnos a todos en su espectáculo, quieren ser productores, directores,
actores, tramoyistas, luminitos, extras, músicos, encargados de los efectos
especiales, y amantes de la primera actriz del reaprto, eso sí, de pie sobre
nuestros hombros, para llenarse la boca de que es un proyecto de todos, que
ellos son nuestros representantes, que lo único que los mueve es su vocación de
servicio público… el que crea en este discurso debe dejar de leer este artículo
en este momento, pues lo que viene no les gustará.
Todo el aparato de partidos políticos en el país está
podrido, y estas pasadas elecciones de 6 de diciembre lo probaron, Maduro y sus
fuerzas de choque se ocuparon de invadir y tomar a la fuerza la mayor parte de
los partidos tradicionales, les robaron la sede, sus símbolos, pusieron a la
cabeza a unos monigotes descontentos con los jefes mafiosos, los demandaron y
le dieron una patada por el trasero, ninguno de estos partidos tenía la
vitalidad para enfrentar a los socialistas bolivarianos, y algunos hasta se
alegraron, creyendo que con eso compartirían las mieles del poder, craso error.
Nadie se echó a llorar, nadie salió a la calle, no hubo
protestas, algunos tumultos y peleas por una casa en ruinas, estas
organizaciones políticas ya eran cascarones vacíos antes de que Nicolás
decidiera jugar a oponerse a sí mismo, Voluntad Popular se salvó por que puede
mantener su estructura con los dineros que provee Guaidó, de nuestro dinero, y
porque una buena parte de sus jefes se encuentran en el exilio y debemos
mantener sus trenes de vida de ricos y famosos.
No me da gusto esta situación, creo que los partidos
políticos son fundamentales para la democracia pero no de la manera como venían
funcionando, convertidos en una aspiradora de nuestros derechos políticos y
anulándonos como ciudadanos, sustituyéndonos como votantes y nombrando ellos a
nuestros supuestos representantes por medio de los votos lista y de los
acuerdos internos, que resultaban en nombramientos de perfectos desconocidos
para las comunidades, candidatos que ni siquiera eran del lugar.
Pero arrastramos un problema grave creado por estos
“genios” de la política, aplicando la hegemonía sobre los nombramientos claves
en la oposición cuatro partidos decidían el futuro del país, de esta manera le
tocaba el turno a Voluntad Popular de dirigir el parlamento y con ello, por un
juego de bandas, se convirtió Guaidó en el presidente interino y como era la
única persona visible entre los demócratas venezolanos, recibió todo el
reconocimiento internacional.
Leopoldo López vio su oportunidad de hacerse con el
poder, la unidad significa para él recibir todo el apoyo para hacerse figura
clave en esta encrucijada y está preparado para todo, hasta a pactar con el
diablo, cosa que Maduro dijo también estar dispuesto, de modo que nuestro futuro
unitario es la convergencia entre dos diablos, por ello es que Capriles grita y
patalea, quiere ser tomado en cuenta, necesita ser parte de esa unidad, quiere
ser el tercer demonio.
El Departamento de Estado por su parte puso todas sus
fichas apostándole a Guaidó, que aunque socialista y un Biden´s lover, era la salida menos costosa para una Casa Blanca que
no sabía lo que le venía, todo el plan pareciera terminará en la candidatura de
Leopoldo López como el hombre necesario, y en este sentido, Leopoldo está en
plena campaña y el país, de nuevo, se enfrenta a una “solución socialista”. -
saulgodoy@gmail.com
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