domingo, 17 de enero de 2021

El significado de la censura




Como todos sabemos hay varios tipos de censura, hay una censura, llamémosla, corporativa, como la que varias plataformas de redes sociales, incluidas Twitter y Facebook, le aplicaron al Presidente Donald Trump, aduciendo violaciones graves de sus normativas de uso, entre ellas publicando información falsa y mensajes incendiarios el día que sus partidarios tomaron violentamente el Capitolio de la capital en protesta por las decisiones del Colegio Electoral, casi simultáneamente Amazon desconectó a la red social Parler, muy popular entre los seguidores del presidente de su servicio en la nube, obligándola a suspender sus servicios.

Hay otro tipo de censura, la del estado, en el caso de China y su servicio de internet, por ejemplo, con 4 millones de sitios web, con más de 700 millones de usuarios de internet, 1.2 billones de teléfonos móviles conectados, 600 millones de grupos de conversación, se generan un aproximado de 30 billones de piezas informativas diariamente, es prácticamente imposible aplicar la censura a esta enorme cantidad de data, Lou Wei, quien fuera director de la Oficina Nacional de Información por Internet en China, dice que  a pesar de ese enorme caudal informativo esto no impide que el estado aplique algún tipo de control, y lo hace muy eficientemente.

La censura ha cambiado sus formas y contenidos, sus objetivos y medios para acallar la información considerada inadecuada o peligrosa, Latinoamérica ha sido una región que se ha destacado en este combate singular donde los gobiernos se han convertido en enemigos a muerte de la prensa libre, sobre todo si son autoritarios y algunos devienen en dictaduras, en nuestro subcontinente se han librado batallas memorables entre la libertad de expresión y la censura, de reciente data recordamos el caso del diario El Clarín en la Argentina, de la revista Cambio en Colombia, de los televisoras Radio Caracas y Globovisión en Venezuela, donde se dieron unas luchas valientes y muy enriquecedoras para la cultura democrática de nuestros países.

Es una lucha que no termina, que evoluciona a medida que las tecnologías de la información se desarrollan, que los gobiernos se desvían de sus deberes para con sus representados y que los pueblos exigen saber lo que está sucediendo en sus entornos.

Pero vamos a la pregunta fundamental, ¿Porque la censura? Hay organizaciones, gobiernos, personas que no les conviene que cierto tipo de información se conozca y se divulgue, a veces porque es peligroso, puede hacer daño a quien conozca del asunto, una enfermedad terminal, una pérdida importante, una conspiración o un delito en curso, una amenaza inminente… pero la mayoría de las veces la censura se utiliza para ocultar un mal proceder, un error, un crimen, pero es en política donde la censura tiene su escenario natural porque hay poderes, instituciones, leyes, dedicadas a la actividad de la censura de manera profesional, hay gente a quienes les pagan para que censuren la información, por proteger ciertos intereses a los que no les conviene que esa información se conozca.

La investigadora y experta en censura, Margaret E. Roberts, en su libro, Censurado (2018), nos dice lo siguiente:

 

De la misma manera que las entidades políticas tienen incentivos para promover tipos particulares de información entre sus constituyentes, también tienen razones para controlar, disminuir o prevenir que los ciudadnos consuman otros tipos de información. Los gobiernos tienen el mandato del público para adelantar ciertas tareas y responsabilidades, para actuar en el interés público. O al menos de acuerdo a una selección de exigencias públicas. La información se hace peligrosa cuando solo una parte de los ciudadanos la avalan, y la información pudiera revelar que no están cumpliendo con su papel, afectando de esta manera su posibilidad de sobrevivencia. En democracias, la información negativa puede resultar en menos votos, menos contribuciones, o puede incluso forzar la renuncia de algunos políticos. En las autocracias, la información pudiera persuadir a los ciudadanos de retirarle el apoyo al régimen, de ir minando sus políticas para la convivencia diaria, o persuadir a los ciudadanos a salir a las calles y protestar.

 

Para los gobiernos censurar la información al público les aligera la carga de tener que asumir responsabilidades y tener que rendir cuentas sobre asuntos de su desempeño y como ellos manejan una buena parte de los sistemas de información de la sociedad, especialmente medios de comunicación e informes gubernamentales, les es muy fácil variar la data, ocultar asuntos, cambiar resultados, disminuir o aumentar impactos de gestión, y a los curiosos que se atrevan a investigar, los tienen a raya por medio de sobornos, amenazas o castigos.

Quienes hemos estudiado lógica en algún momento de nuestras carreras, es probable que nos hayan enseñado el famoso “dilema del dictador”, que nos enseña que asociados a la censura y a la falta de transparencia, hay unos costos ineludibles, el primero de estos efectos es que cuando hay imposición de censura con represión, se puede disparar una contra reacción del público en contra del gobierno que pudiera acarrearle más daño que el simple silencio, pero la más obvia y perjudicial para las autoridades, es que destacar por medio de la censura un tema en particular, inmediatamente se enciende una alerta de que allí hay algo que ocultan, y el interés público inmediatamente se focaliza en el asunto, justo lo que querían evitar.

Otro factor negativo para el censor es que, creando un ambiente negativo, punitivo y de miedo para el libre flujo de la información, cuando se vea en la necesidad de buscar información entre la población para afinar sus políticas públicas o para medir el alcance de sus medidas, popularidad o prestigio, se va a encontrar con una pared de silencio.

Todos sabemos por experiencia, que el régimen chavista tiene una especial predilección por la censura, así como lo tiene para que sus militantes practiquen actos de corrupción y violencia en el ejercicio de la política, el ejercicio de la censura es algo cotidiano en la Venezuela del socialismo del siglo XXI, que, permítanme adelantar, es un tipo de violencia y de corrupción, que para el chavismo es algo “natural” y cotidiano, de modo que la censura se ha convertido en parte del estilo y usos de la revolución.

Poco importa que la censura vaya en contrapelo de los derechos humanos fundamentales, o que viole las normas consagradas en nuestra Constitución Nacional sobre la libertad de pensamiento y de expresión, o vaya en contra de la naturaleza humana y su necesidad de comunicación.

Para los socialistas en general la censura es una forma legítima de imponer orden, un deber moral para reestablecer el imperio de la verdad, una forma “democrática” para reestablecer el equilibrio en las opiniones, y un acto político que refleja en términos reales donde está el poder y quien lo ejerce, ya que quien hace callar tiene el dominio efectivo sobre los demás.

Lo que nos lleva a ese pantanoso asunto de que entienden los socialistas por democracia, y siendo el chavismo uno de las especies del socialismo, nos encontramos que el derecho de expresión, la libertad que tenemos los humanos de poder decir lo que pensamos, consagrada en tantas leyes y que es tan fundamental en la participación política, la interacción social y la transmisión del conocimiento, para ellos hay límites, algunos tan delicados que ameritan poner preso, torturar y hasta matar a quien profiera ciertas expresiones a viva voz (o en su defecto las escriba y las publique).

Como el chavismo es un tipo de socialismo primitivo, sus métodos son igualmente básicos y muy rudos, secuestran periodistas, persiguen personal en funciones humanitarias, amenazan a personal clave para que no critiquen o protesten, le caen a palos a manifestantes, le roban sus equipos y pertenencias a periodistas extranjeros, destruyen sedes de periódicos, confiscan transmisores y antenas de radios y televisoras, saquean las sedes de corresponsalías de prensa, le niegan papel y otros insumos a las imprentas y rotativas, niegan la renovación de licencias y permisos, recogen revistas, sabotean sitios digitales, expulsan del país o no dejan entrar a periodistas no gratos al régimen, y un largo etcétera que ha sido recogido en informes y denuncias en contra del régimen en instituciones internacionales.

El resultado de esta manera de actuar: hacer del periodismo una de las profesiones de alto riesgo en nuestro país, fomentar la autocensura por miedo, doblegar a los medios de comunicación, manipulara opinión pública, encausar en una sola dirección la información, implantar la hegemonía comunicacional, liquidar la diversidad de opiniones, ideas y pareceres, engañar a los ciudadanos de manera impúdica, le esconden información relevante y hasta vital para su propia seguridad.

Estos delitos en los que incurre el régimen en contra de la libertad de expresión tienen un alto costo político que se traducen en aumento de las sanciones y observación internacionales, lo que a su vez incide en cómo se evalúa y se califica el país en cuanto a su calidad de vida, respeto al estado de derecho, seguridad en las inversiones extranjeras y en la residencia de personal calificado de las empresas, esto conlleva a pérdidas de oportunidades de crecimiento y productividad, desarrollo humano, económico y tecnológico.

El sistema político chavista está desprestigiado entre muchas razones por esta persecución en contra de periodistas y medios, por su absoluta opacidad en sus gestiones de gobernabilidad, esta intolerancia hacia otras maneras de pensar y de actuar lo han colocado entre los países menos transparentes del orbe, lo que da la ocasión de que en las sombras prosperen las actividades criminales, la corrupción, e inevitablemente, la desinformación.

El dictador siempre anda buscando factores externos y causas ajenas a su voluntad que han colocado al país en los últimos escaños del desarrollo humano, los chavistas todavía creen que son los demás los que le tienen mala voluntad al socialismo bolivariano, jamás se les pasa por la cabeza que son ellos, los causantes del posicionamiento de Venezuela en el sótano de las posibilidades de un crecimiento y una estabilidad socioeconómica, principalmente porque maltratan a quienes tienen como tarea informar y esclarecer nuestra situación, tanto interna como externamente.

Maduro trata de vender internacionalmente al país como una brillante apuesta para las inversiones, para el turismo, para las economías alternativas como la naranja y las ecológicas, como eje energético, pero no permite que Venezuela sea mostrada como verdaderamente es, maquilla excesivamente sus defectos, trata de acallar los enormes problemas que nos aquejan jamás hace mención a sus propios errores y políticas absurdas en las que se embarca y nos embarca a todos.

En este fútil intento por parecer lo que no es, por disimular con afeites sus verrugas y bubas lo que hace es hacer el ridículo mundial, tratando de posicionar su gobierno y sus recetas como originales y dignas de imitar, pareciera no entender que en el siglo XXI es muy difícil ocultar la realidad y que sus mentiras son descubiertas a lo que salen de su boca.

Tratar de venderse como un demócrata cuando no lo es, de un líder popular cuando todos lo desprecian, de un hombre bueno y honesto cuando en realidad es un capo, presentarse como un pacifista cuando tiene las manos manchadas de sangre inocente, de pretender una humanidad que no tiene por ningún lado es una labor absurda y más todavía cuando agrede a periodistas, se burla de ellos, los persigue, los pone presos y les hace daño.

La censura, creen los chavistas, es la mejor forma para ocultar la gran torta que han puesto, pero es todo lo contrario, es la bandera de la ineptitud, visible por todos de una situación que clama por atención, mientras más gritan, engañan, reclaman y despistan, es más claro el despropósito del régimen; cada vez que cierra una emisora de radio, hacen quebrar un periódico, sacan del aire a televisoras, procesan un periodista en sus tribunales de cartón piedra, es como escupir para arriba, el esputo termina en sus rostros.

Y es que la alternativa informativa y de entretenimiento del régimen deja mucho que desear, si censuras es porque tienes algo mejor que ofrecer que la información “basura” que intentas desacreditar o borrar del paisaje, es necesario contar con cierto grado de credibilidad y de seriedad, de otra manera es muy difícil que te crean esa “verdad alternativa” que tratas de posicionar.

Hoy, la censura en estos tiempos de pandemia, es mucho más sofisticada y tecnificada, requiere de un gran aparato de propaganda, de una base tecnológica  avanzada y de un ejército de experto en psicología del comportamiento, analistas políticos, sociólogos, expertos en tendencias culturales, motivadores, relacionistas públicos, lingüistas, por supuesto, policías y especialistas en big data, vamos a darle un vistazo a la China de hoy para comprender mejor lo que quiero decir.

Como ya dijimos es imposible aplicar la censura efectiva sobre tan gran caudal de información, de allí que las autoridades hayan desarrollado un concepto bastante interesante al que llaman “censura porosa”, la mayor parte de los chinos no quieren perder su tiempo ni su dinero navegando en sitios difíciles de acceder, aquellas webs o páginas que el gobierno chino no quiere que se vean, o que contengan información que consideren no apta, simplemente las hace más difíciles de “bajar”, solo aquellos que tienen el tiempo, el dinero y la tecnología para acceder a estos sitios son quienes las visitan, y son por lo general unas élites muy pequeñas, el resto de los chinos se conforman con sitios que son iguales a los censurados, desarrollados por programadores chinos copiando todo el diseño o haciéndolo muy parecido, solo que la información que contienen está manipulada a favor del gobierno, eliminando toda la información que pudiera ser peligrosa.

A esa minoría que tiene el tiempo y los recursos para acceder a estas páginas censuradas por medio de VPN´s u otros medios de burlar el embudo, a ellos sí los siguen y los investigan, y probablemente los castigue.

Cuando en el 2010 el gobierno Chino expulsó a Google de su territorio, lo que hizo fue hacerlo más lento para bajar, reduciendo su eficacia hasta en un 75%, la mayor parte de los chinos lo que hicieron fue utilizar los buscadores locales que ya venían preparados para ofrecer una información y conexiones aceptable para las autoridades.

En Rusia, los sitios censurados simplemente los inundan con una invasión de bots, comentarios y virus malignos, para alejar a los usuarios de estas publicaciones, las hacen “pesadas” y peligrosas para equipos y software, sobre todo si pertenecen a la oposición y se trata de períodos electorales.

La censura no solo es una actividad fea, desagradable, que desprestigia a sus actores, sino que tambien los hace repugnantes para la vida en sociedad.    -   saulgodoy@gmail.com

 

  

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