Como todos sabemos hay varios tipos de censura, hay una
censura, llamémosla, corporativa, como la que varias plataformas de redes
sociales, incluidas Twitter y Facebook, le aplicaron al Presidente
Donald Trump, aduciendo violaciones graves de sus normativas de uso, entre
ellas publicando información falsa y mensajes incendiarios el día que sus
partidarios tomaron violentamente el Capitolio de la capital en protesta por
las decisiones del Colegio Electoral, casi simultáneamente Amazon desconectó a
la red social Parler, muy popular
entre los seguidores del presidente de su servicio en la nube, obligándola a
suspender sus servicios.
Hay otro tipo de censura, la del estado, en el caso de
China y su servicio de internet, por ejemplo, con 4 millones de sitios web, con
más de 700 millones de usuarios de internet, 1.2 billones de teléfonos móviles
conectados, 600 millones de grupos de conversación, se generan un aproximado de
30 billones de piezas informativas diariamente, es prácticamente imposible
aplicar la censura a esta enorme cantidad de data, Lou Wei, quien fuera
director de la Oficina Nacional de Información por Internet en China, dice
que a pesar de ese enorme caudal informativo
esto no impide que el estado aplique algún tipo de control, y lo hace muy
eficientemente.
La censura ha cambiado sus formas y contenidos, sus
objetivos y medios para acallar la información considerada inadecuada o
peligrosa, Latinoamérica ha sido una región que se ha destacado en este combate
singular donde los gobiernos se han convertido en enemigos a muerte de la
prensa libre, sobre todo si son autoritarios y algunos devienen en dictaduras,
en nuestro subcontinente se han librado batallas memorables entre la libertad
de expresión y la censura, de reciente data recordamos el caso del diario El
Clarín en la Argentina, de la revista Cambio en Colombia, de los televisoras
Radio Caracas y Globovisión en Venezuela, donde se dieron unas luchas valientes
y muy enriquecedoras para la cultura democrática de nuestros países.
Es una lucha que no termina, que evoluciona a medida que
las tecnologías de la información se desarrollan, que los gobiernos se desvían
de sus deberes para con sus representados y que los pueblos exigen saber lo que
está sucediendo en sus entornos.
Pero vamos a la pregunta fundamental, ¿Porque la censura?
Hay organizaciones, gobiernos, personas que no les conviene que cierto tipo de
información se conozca y se divulgue, a veces porque es peligroso, puede hacer
daño a quien conozca del asunto, una enfermedad terminal, una pérdida
importante, una conspiración o un delito en curso, una amenaza inminente… pero
la mayoría de las veces la censura se utiliza para ocultar un mal proceder, un
error, un crimen, pero es en política donde la censura tiene su escenario
natural porque hay poderes, instituciones, leyes, dedicadas a la actividad de
la censura de manera profesional, hay gente a quienes les pagan para que
censuren la información, por proteger ciertos intereses a los que no les conviene
que esa información se conozca.
La investigadora y experta en censura, Margaret E.
Roberts, en su libro, Censurado
(2018), nos dice lo siguiente:
De
la misma manera que las entidades políticas tienen incentivos para promover
tipos particulares de información entre sus constituyentes, también tienen
razones para controlar, disminuir o prevenir que los ciudadnos consuman otros
tipos de información. Los gobiernos tienen el mandato del público para
adelantar ciertas tareas y responsabilidades, para actuar en el interés
público. O al menos de acuerdo a una selección de exigencias públicas. La
información se hace peligrosa cuando solo una parte de los ciudadanos la
avalan, y la información pudiera revelar que no están cumpliendo con su papel,
afectando de esta manera su posibilidad de sobrevivencia. En democracias, la
información negativa puede resultar en menos votos, menos contribuciones, o
puede incluso forzar la renuncia de algunos políticos. En las autocracias, la
información pudiera persuadir a los ciudadanos de retirarle el apoyo al
régimen, de ir minando sus políticas para la convivencia diaria, o persuadir a
los ciudadanos a salir a las calles y protestar.
Para los gobiernos censurar
la información al público les aligera la carga de tener que asumir
responsabilidades y tener que rendir cuentas sobre asuntos de su desempeño y
como ellos manejan una buena parte de los sistemas de información de la
sociedad, especialmente medios de comunicación e informes gubernamentales, les
es muy fácil variar la data, ocultar asuntos, cambiar resultados, disminuir o
aumentar impactos de gestión, y a los curiosos que se atrevan a investigar, los
tienen a raya por medio de sobornos, amenazas o castigos.
Quienes hemos estudiado
lógica en algún momento de nuestras carreras, es probable que nos hayan
enseñado el famoso “dilema del dictador”, que nos enseña que asociados a la
censura y a la falta de transparencia, hay unos costos ineludibles, el primero
de estos efectos es que cuando hay imposición de censura con represión, se
puede disparar una contra reacción del público en contra del gobierno que
pudiera acarrearle más daño que el simple silencio, pero la más obvia y
perjudicial para las autoridades, es que destacar por medio de la censura un
tema en particular, inmediatamente se enciende una alerta de que allí hay algo
que ocultan, y el interés público inmediatamente se focaliza en el asunto,
justo lo que querían evitar.
Otro factor negativo para el
censor es que, creando un ambiente negativo, punitivo y de miedo para el libre
flujo de la información, cuando se vea en la necesidad de buscar información
entre la población para afinar sus políticas públicas o para medir el alcance
de sus medidas, popularidad o prestigio, se va a encontrar con una pared de
silencio.
Todos sabemos por experiencia, que el régimen chavista
tiene una especial predilección por la censura, así como lo tiene para que sus
militantes practiquen actos de corrupción y violencia en el ejercicio de la
política, el ejercicio de la censura es algo cotidiano en la Venezuela del
socialismo del siglo XXI, que, permítanme adelantar, es un tipo de violencia y
de corrupción, que para el chavismo es algo “natural” y cotidiano, de modo que
la censura se ha convertido en parte del estilo y usos de la revolución.
Poco importa que la censura vaya en contrapelo de los
derechos humanos fundamentales, o que viole las normas consagradas en nuestra
Constitución Nacional sobre la libertad de pensamiento y de expresión, o vaya
en contra de la naturaleza humana y su necesidad de comunicación.
Para los socialistas en general la censura es una forma
legítima de imponer orden, un deber moral para reestablecer el imperio de la
verdad, una forma “democrática” para reestablecer el equilibrio en las
opiniones, y un acto político que refleja en términos reales donde está el
poder y quien lo ejerce, ya que quien hace callar tiene el dominio efectivo
sobre los demás.
Lo que nos lleva a ese pantanoso asunto de que entienden
los socialistas por democracia, y siendo el chavismo uno de las especies del
socialismo, nos encontramos que el derecho de expresión, la libertad que
tenemos los humanos de poder decir lo que pensamos, consagrada en tantas leyes
y que es tan fundamental en la participación política, la interacción social y
la transmisión del conocimiento, para ellos hay límites, algunos tan delicados
que ameritan poner preso, torturar y hasta matar a quien profiera ciertas
expresiones a viva voz (o en su defecto las escriba y las publique).
Como el chavismo es un tipo de socialismo primitivo, sus
métodos son igualmente básicos y muy rudos, secuestran periodistas, persiguen
personal en funciones humanitarias, amenazan a personal clave para que no
critiquen o protesten, le caen a palos a manifestantes, le roban sus equipos y
pertenencias a periodistas extranjeros, destruyen sedes de periódicos,
confiscan transmisores y antenas de radios y televisoras, saquean las sedes de
corresponsalías de prensa, le niegan papel y otros insumos a las imprentas y
rotativas, niegan la renovación de licencias y permisos, recogen revistas,
sabotean sitios digitales, expulsan del país o no dejan entrar a periodistas no
gratos al régimen, y un largo etcétera que ha sido recogido en informes y
denuncias en contra del régimen en instituciones internacionales.
El resultado de esta manera de actuar: hacer del
periodismo una de las profesiones de alto riesgo en nuestro país, fomentar la
autocensura por miedo, doblegar a los medios de comunicación, manipulara
opinión pública, encausar en una sola dirección la información, implantar la
hegemonía comunicacional, liquidar la diversidad de opiniones, ideas y
pareceres, engañar a los ciudadanos de manera impúdica, le esconden información
relevante y hasta vital para su propia seguridad.
Estos delitos en los que incurre el régimen en contra de
la libertad de expresión tienen un alto costo político que se traducen en
aumento de las sanciones y observación internacionales, lo que a su vez incide
en cómo se evalúa y se califica el país en cuanto a su calidad de vida, respeto
al estado de derecho, seguridad en las inversiones extranjeras y en la
residencia de personal calificado de las empresas, esto conlleva a pérdidas de
oportunidades de crecimiento y productividad, desarrollo humano, económico y
tecnológico.
El sistema político chavista está desprestigiado entre
muchas razones por esta persecución en contra de periodistas y medios, por su
absoluta opacidad en sus gestiones de gobernabilidad, esta intolerancia hacia
otras maneras de pensar y de actuar lo han colocado entre los países menos
transparentes del orbe, lo que da la ocasión de que en las sombras prosperen
las actividades criminales, la corrupción, e inevitablemente, la
desinformación.
El dictador siempre anda buscando factores externos y
causas ajenas a su voluntad que han colocado al país en los últimos escaños del
desarrollo humano, los chavistas todavía creen que son los demás los que le
tienen mala voluntad al socialismo bolivariano, jamás se les pasa por la cabeza
que son ellos, los causantes del posicionamiento de Venezuela en el sótano de
las posibilidades de un crecimiento y una estabilidad socioeconómica,
principalmente porque maltratan a quienes tienen como tarea informar y
esclarecer nuestra situación, tanto interna como externamente.
Maduro trata de vender internacionalmente al país como
una brillante apuesta para las inversiones, para el turismo, para las economías
alternativas como la naranja y las ecológicas, como eje energético, pero no
permite que Venezuela sea mostrada como verdaderamente es, maquilla excesivamente
sus defectos, trata de acallar los enormes problemas que nos aquejan jamás hace
mención a sus propios errores y políticas absurdas en las que se embarca y nos
embarca a todos.
En este fútil intento por parecer lo que no es, por
disimular con afeites sus verrugas y bubas lo que hace es hacer el ridículo
mundial, tratando de posicionar su gobierno y sus recetas como originales y
dignas de imitar, pareciera no entender que en el siglo XXI es muy difícil
ocultar la realidad y que sus mentiras son descubiertas a lo que salen de su
boca.
Tratar de venderse como un demócrata cuando no lo es, de
un líder popular cuando todos lo desprecian, de un hombre bueno y honesto
cuando en realidad es un capo, presentarse como un pacifista cuando tiene las
manos manchadas de sangre inocente, de pretender una humanidad que no tiene por
ningún lado es una labor absurda y más todavía cuando agrede a periodistas, se
burla de ellos, los persigue, los pone presos y les hace daño.
La censura, creen los chavistas, es la mejor forma para
ocultar la gran torta que han puesto, pero es todo lo contrario, es la bandera
de la ineptitud, visible por todos de una situación que clama por atención,
mientras más gritan, engañan, reclaman y despistan, es más claro el
despropósito del régimen; cada vez que cierra una emisora de radio, hacen
quebrar un periódico, sacan del aire a televisoras, procesan un periodista en
sus tribunales de cartón piedra, es como escupir para arriba, el esputo termina
en sus rostros.
Y es que la alternativa informativa y de entretenimiento
del régimen deja mucho que desear, si censuras es porque tienes algo mejor que
ofrecer que la información “basura” que intentas desacreditar o borrar del
paisaje, es necesario contar con cierto grado de credibilidad y de seriedad, de
otra manera es muy difícil que te crean esa “verdad alternativa” que tratas de
posicionar.
Hoy, la censura en estos tiempos de pandemia, es mucho
más sofisticada y tecnificada, requiere de un gran aparato de propaganda, de
una base tecnológica avanzada y de un
ejército de experto en psicología del comportamiento, analistas políticos,
sociólogos, expertos en tendencias culturales, motivadores, relacionistas
públicos, lingüistas, por supuesto, policías y especialistas en big data, vamos
a darle un vistazo a la China de hoy para comprender mejor lo que quiero decir.
Como ya dijimos es imposible aplicar la censura efectiva
sobre tan gran caudal de información, de allí que las autoridades hayan
desarrollado un concepto bastante interesante al que llaman “censura porosa”,
la mayor parte de los chinos no quieren perder su tiempo ni su dinero navegando
en sitios difíciles de acceder, aquellas webs o páginas que el gobierno chino
no quiere que se vean, o que contengan información que consideren no apta, simplemente
las hace más difíciles de “bajar”, solo aquellos que tienen el tiempo, el
dinero y la tecnología para acceder a estos sitios son quienes las visitan, y
son por lo general unas élites muy pequeñas, el resto de los chinos se
conforman con sitios que son iguales a los censurados, desarrollados por
programadores chinos copiando todo el diseño o haciéndolo muy parecido, solo
que la información que contienen está manipulada a favor del gobierno,
eliminando toda la información que pudiera ser peligrosa.
A esa minoría que tiene el tiempo y los recursos para
acceder a estas páginas censuradas por medio de VPN´s u otros medios de burlar
el embudo, a ellos sí los siguen y los investigan, y probablemente los
castigue.
Cuando en el 2010 el gobierno Chino expulsó a Google de
su territorio, lo que hizo fue hacerlo más lento para bajar, reduciendo su
eficacia hasta en un 75%, la mayor parte de los chinos lo que hicieron fue
utilizar los buscadores locales que ya venían preparados para ofrecer una
información y conexiones aceptable para las autoridades.
En Rusia, los sitios censurados simplemente los inundan
con una invasión de bots, comentarios
y virus malignos, para alejar a los usuarios de estas publicaciones, las hacen
“pesadas” y peligrosas para equipos y software, sobre todo si pertenecen a la
oposición y se trata de períodos electorales.
La censura no solo es una actividad fea, desagradable,
que desprestigia a sus actores, sino que tambien los hace repugnantes para la
vida en sociedad. - saulgodoy@gmail.com
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