A lo largo de la publicación de este blog le he dedicado
diversos artículos a la guerra psicológica que el régimen del socialismo del
siglo XXI ejerce sobre la población venezolana, el chavismo, como vástago
ideológico del comunismo, hijo dilecto de la revolución cubana, le ha dado una
importancia máxima a este componente dentro de la panoplia de elementos
ofensivos que tiene para lograr sus objetivos de dominio y control sobre las
poblaciones, incluyendo a sus efectivos y adeptos, esto, para garantizarse la
sumisión de los individuos y colectivos a sus designios políticos.
El elemento psicológico y sus variantes psiquiátricas son
vitales para los procesos de manipulación, de propaganda, de ideologización, de
apaciguamiento y control, de los elementos punitivos y biopolíticos, que
utilizan para hacer que el pueblo acepte mansamente y con el mínimo de
resistencia, el proceso colonialista y de sumisión que un sistema totalitario,
como el chavismo en el caso venezolano, necesita para lograr sus objetivos de
poder.
Quiero aclarar para la cabal comprensión de este artículo,
que la naturaleza del chavismo es bifronte, tiene dos caras, por un lado están
las mafias, las organizaciones criminales que son las que explotan económicamente
al país, son entidades que se manejan por un sistema de lealtades en los
diversos negocios en que se embarca, su estructura de poder es vertical, su
método es la corrupción y la violencia, su objetivo es generar el mayor cúmulo
de ganancia de la manera más rápida y menos costosa posible, y por lo general
sus inversiones son todas ilícitas o el dinero que utilizan tiene un dudoso
origen.
La otra cara es la política, es la tapadera o recurso de
distracción que utilizan para hacer pasar sus actividades como si fueran
producto de la gestión de unas instituciones republicanas o un estado como
cualquier otro de carácter legal, dentro de un supuesto estado de derecho,
respetando las normas y convenios internacionales, impulsados por el
reconocimiento internacional de que se trata de un estado-nación en funciones y
con todos sus derechos y obligaciones vigentes.
Los objetivos de un estado delincuencial como lo es en
los actuales momentos Venezuela, es precisamente debilitar el orden y la
seguridad mundial, bien haciendo inversiones en otras actividades ilícitas,
financiando negocios internacionales promovidos por otros grupos criminales,
sosteniendo movimientos políticos radicales que tienen los mismos propósitos, y
tratar en lo posible de contaminar, asociar, y ganar aliados para su causa de
acumulación de poder y riqueza.
La principal consecuencia de su actividad es el
debilitamiento de las democracias, la promoción de los movimientos subversivos
y de la violencia, clima en el que logra hacer más negocios y acumular más poder
político, la destrucción de la moral y la civilidad entre los pueblos y el
debilitamiento de sus instituciones.
En el origen de su actividad económica se encuentra la
explotación del hombre por el hombre, es la manera más bárbara de generar
riqueza, es la esclavitud con otros afeites y formas, se busca el control de
las poblaciones por medio de la manipulación de sus necesidades básicas de
vida, es el derecho a una nuda vida a cambio del trabajo y la aceptación de la
voluntad de un régimen colonial, de allí que su distinción más obvia sea la
dependencia absoluta a los funcionarios del estado por medio de un sistema de ayudas
y beneficios, a eso lo llaman “estado benefactor”.
Para que este esquema de explotación funcione, primero
deben arruinar a toda la población manipulando la economía, destruyendo el sistema
bancario y monetario del país, monopolizando toda la actividad productiva, y a
partir de una relación clientelar, permitir, por medio de una afiliación
política y de dependencia económica, que sólo ciertos individuos afectos al régimen
prosperen, explotando a las necesidades de las masas.
Los recursos que mueve de manera abierta o subterránea
son utilizados para comprar conciencias, cambiar decisiones judiciales y
parlamentarias, enriquecer a funcionarios corruptos, adquirir nombramientos y
penetrar organizaciones internacionales, eliminar obstáculos para sus agendas,
trampear procesos electorales, influir sobre las legislaturas y propiciar
conflictos, incluso guerras, pues la violencia es “su negocio” y allí prosperan
sus intereses.
Pero para llegar a este nivel primero tienen que hacerse
con el poder y dominar las poblaciones de sus países, es decir deben
implementar mecanismos políticos autoritarios, hegemónicos, unipartidistas,
revolucionarios, socialistas y acabar con la disidencia, lo cual garantizaría
su permanencia en el poder y la obediencia absoluta a sus designios.
En la arena internacional, este disfraz político de
gobierno de izquierdas les permite el acceso a las diferentes asociaciones,
congresos, organizaciones, alianzas y foros, que apoyan a estas facciones
radicales, y que han copado posiciones en entes multilaterales desde donde se
les brinda soporte y se les limpia el rostro con retórica, diplomacia y
cobertura mediática, haciéndolos ver como regímenes que pueden convivir en el
orden mundial.
Luego de la Guerra Fría y de la caída del muro de Berlín,
los gobiernos comunistas han sufrido una transformación tanto en discursos como
en acciones concretas para integrase en el nuevo orden, que había sido liderado
hasta el momento por la presencia del poder económico-militar de los EEUU, pero
que debido a su naturaleza de sociedad abierta, una importante brecha se abrió
en su estructura educativa, de medios, y política donde la izquierda obtuvo
importantes avances, debilitando su posición como líder del mundo libre y
favoreciendo la economía globalizada sobre todo la de los tigres asiáticos.
Esto, aunado al impresionante crecimiento de China
comunista, bajo un esquema de capitalismo de estado, por la rescilencia de
gobiernos como el de Rusia, Cuba, Corea del Norte, de la reaparición mundial
del fundamentalismo islámico y las conquistas de la idea del estado benefactor
social en Europa, ha dado como resultado
que la izquierda está líderizando el panorama político mundial, que viene
aparejado a un resurgimiento de gobiernos autoritarios, de formas colectivas de
organización social, y de una supervigilancia policial que ha reducido
drásticamente las libertades individuales, sobre todo las económicas y las de
libre pensamiento y expresión de opiniones, a meros enunciados.
¿Cómo opera el
chavismo castrocomunista?
Cuando el chavismo predica la necesidad de un pensamiento
único, alude a uno de los puntos clave de su programa bolivariano, necesita
aplanar las diferencias de opinión,
tiene que acabar con la diversidad de ideas, con la prodigalidad del
conocimiento, con la creatividad y la generación del pensamiento innovador, con
la crítica y la resistencia a los dogmas, sólo de esta manera podrá obtener a
una mente en blanco, una “tabula rasa” sin historia ni tradiciones sobre la
cual imprimir su programación del nuevo hombre del siglo XXI.
De allí su control sobre los medios de comunicación,
redes sociales, internet, entretenimiento, educación, investigación,
especialización de la información, Venezuela se encuentra en pleno proceso de
desconexión con el mundo y embrutecimiento masivo de su población, y lo hace de
varias maneras, no solo con la censura y el control de la instrucción pública,
también utiliza el encarecimiento de los medios de comunicación, telefonía,
publicidad, eventos, destrucción de bibliotecas, quema de libros y de archivos,
acceso a la información libre.
Pero también ha introducido la organización de las
comunas como estructura fundamental en sustitución de la familia, el orden
vecinal y municipal, allegando a grupos de vigilancia o colectivos armados para
sustituir el orden legal y de estado de derecho, en este sentido es bueno
recordar las palabras del investigador Daniel Estulin, que en su obra El Instituto Tavistock (2011), quien
nos recuerda cómo operan estos grupos.
…
La aplicación a «grupos carentes de líder» de técnicas de lavado de cerebro
para pequeños grupos con una tarea en común. Estos grupos funcionan en un
entorno donde los ingresos reales se han reducido y las condiciones de trabajo
se han degradado. En situaciones de estrechez económica, el lavado de cerebro
consiste en obligar a los trabajadores a compensar una parte de los ingresos
perdidos acelerando con ingenio el ritmo de trabajo. Formando a los empleados y
desempleados, implantando programas de recolocación a gran escala,
introduciendo «incentivos en grupos de trabajo» y haciendo que compitan entre
ellos, se transforma un equipo pequeño de producción en un grupo que puede
lavarse el cerebro a sí mismo.
Estos grupos, que han tenido diversos nombres y
organizaciones rectoras, “Círculos Bolivarianos”, Misión Chamba Juvenil, Misión
Negra Hipólita, y otros muchos, pero principalmente comunas o diversos
“frentes” aludiendo a un pasado guerrillero, se organizan para el control de
ciertos aspectos de la vida de los barrios, caseríos y urbanizaciones, entre
ellos el aspecto alimentario (cajas CLAP), bombonas de gas doméstico,
repartición de becas, bonos y otras ayuda del régimen, y que se la pasan
constantemente haciendo registros, censos, catastros, seguridad y control del
transporte, movilización de electores, pequeños contratos de obras
comunitarias, organización e instrucción de las milicias, todo esto con el fin
de tener una organización de base en los sitios de mayor concentración de
población.
Pero lo importante a destacar es la continua e intensa
labor de indoctrinación y lavado de cerebros que se realiza durante estas
actividades, inculcando valores, planes, y prioridades que nada tienen que ver
con la productividad o la democracia, pues todo gira en función de la guerra,
de la defensa del régimen y sus líderes, de la preservación del sistema
socialista, y esto lo sustentan en un programa de favores y dádivas, de premios
y castigos, de suspensión de los servicios y amenazas de grupos violentos, si
el miembro llegare a no estar de acuerdo con el sistema de control que le están
implantando.
Para poder tener algún tipo de manejo para una población
de treinta millones de personas como la de Venezuela, donde una parte
importante es educada y rebelde a las imposiciones, se hace necesario debilitar
su voluntad de resistencia y esto lo hacen por medio del miedo, la
inestabilidad económica y laboral, la desinformación y la imposibilidad de
planificar al mediano y largo plazo.
Crean de manera artificial situaciones de gran inestabilidad,
suprimen las bases de la convivencia, enervan el clima de tensión social de
modo que las personas vivan constantemente en estados de exaltación y
nerviosismo, nada es seguro, todo pudiera faltar de pronto, incluso lo más
elemental para la vida, de esta manera obligan a la población a buscar
constantemente lo esencial para la vida y no tienen tiempo para revisar su
condición ni pensar en política.
El otro elemento que utilizan, es desmoralizar a los
sectores más resistentes disminuyendo su capacidad de sostenerse con dignidad,
afectando a los principales servicios públicos como el suministro de agua,
electricidad, transporte, seguridad, dificultar su actividad productiva, falta
de dinero circulante, la idea es disminuirlos en su autoestima, que se sientan
como animales desvalidos.
A medida que el espíritu de resistencia se debilita se le
hacen a los distintos grupos ofertas para recomponer sus vidas, recursos,
facilidades de acceso a los servicios, ayudas económicas por medio de
instrumentos de afiliación a distintos programas, donde no sólo deben asegurar
su lealtad al gobierno, estar agradecidos, tener una buena opinión de sus
funcionarios, a cambio de restituirles los medios de vida, deben registrar
información personal y de su grupo familiar, el paquete de ofertas incluye la
posibilidad de tener su propio gobierno local con candidatos colaboracionistas
para que trabajen juntos en la gobernabilidad y el rescate del país.
Los mecanismos
psicológicos en acción
Todo este escenario está sostenido por un discurso es que
se desplaza la culpa de la crisis a factores externos, a una guerra en contra
de un sistema que puede salvar el planeta, y hasta responsabilizan a las mismas
comunidades por no querer vivir en democracia, solidarios con el gobierno y sus
instituciones, pero el fin último es avanzar en la instauración del socialismo,
hacer de los ciudadanos unos seres totalmente dependientes de los favores del
gobierno, una masa clientelar, organizada en grupos comunitarios, disciplinados
y controlados, donde todos vigilan a todos los demás.
El hombre es un animal de costumbres, una vez adecuado a
unas circunstancias, si carece de independencia, de información, de pensamiento
propio y ha sido “amaestrado” a obedecer con base a un esquema de premios y
castigos, lo más seguro es que acepte su condición de esclavo, y el país, su
rol de colonia, sin ningún tipo de resistencia o peligro de una contra-revolución.
En los EEUU está por suceder algo muy parecido a lo que
nos pasó a nosotros en Venezuela, el socialismo más radical se hará gobierno
por la persona interpuesta del Sr. Joe Biden, un presidente supuestamente
electo en las peores circunstancias posibles, de una salud frágil, de una edad
no apta para las delicadas funciones que pudiera enfrentar en un puesto de
altísimas presiones y dificultades, en un momento crucial para el mundo, justo
cuando China se levanta como el nuevo amo del planeta.
Y detrás de la figura paternal, de sabio anciano del Sr.
Biden, se oculta una de las organizaciones políticas más agresivas y
hambrientas de poder del socialismo internacional, una nueva clase de
norteamericanos que ha sido educada y entrenada en una de las ideologías más
destructivas y corrosivas de la historia, los adoradores de un nuevo Moloc, son
los seguidores de un orientalismo que se hace pasar como inofensivo y grato,
preocupado por sus congéneres pero que en realidad tiene otros planes que los
disfraza por un interés ambientalista y una actitud supuestamente humanitaria.
Lo peor, gracias a unas elecciones altamente cuestionadas
en su transparencia y legalidad, si el congreso norteamericano no reclama con
firmeza el derecho de todo el pueblo de ver su voluntad respetada, lo más seguro
es que imponga en Washington un gobierno muy parecido al chavismo, ya el poder
judicial claudicó ante los acuerdos con los comunistas y le otorgó la luz verde
a quien será apenas un comodín de Beijín, en pocas horas sabremos el futuro de
la nación más poderosa del planeta y ligada a ella, el nuestro.
La oferta de un estado fuerte, que se encargue de
redistribuir la riqueza nacional, que se instaure un gobierno benefactor que se
aboque en brindarle a sus nacionales todos los servicios de manera gratuita,
que prometa una igualdad no sólo de derecho sino “real”, donde desaparezcan las
diferencias de clase, de méritos, de educación y moral, es una tentación muy
grande para las clases populares y las minorías.
A raíz de esta pandemia, el temor a la muerte y a
continuar aislados sin contacto humano, ha provocado una reacción en la gente
que los lleva a aceptar imposiciones de un estado centralista, autoritario y
que arbitra la manera en que debemos comportarnos, los socialistas han apostado
a ese miedo y han prometido un manejo diferente, más humano y con la ayuda de
los creadores del virus.
Esperemos que Dios les dé a esos representantes del
pueblo de los EEUU en el congreso sabiduría, coraje y mucha cordura al momento
de decidir su destino, el ejemplo venezolano es una tragedia que nadie debería
imitar. – saulgodoy@gmail.com
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