No se puede querer
una cosa y su contrario, no se puede proclamar la libertad y aceptar la
esclavitud. Buscar una mítica tercera vía entre colectivismo e individualismo,
hacerse pasar por tolerantes porque se aceptan los compromisos, no significa
sólo falta de lucidez, sino auténtica traición. Se necesita valor para ser
libres.
Pascal Salin,
Liberalismo (2008)
Comenzamos una nueva década y todavía bajo el yugo del
socialismo del siglo XXI, han transcurrido 21 largos años del chavismo en el
poder y pareciera que no somos capaces de liberarnos de esa plaga destructiva y
carroñera, pero creo que hemos avanzado en algo, estamos en el proceso de
desligarnos de una generación de falsos políticos que lo que han hecho es
traicionar nuestros intereses y negociar la democracia con el usurpador.
Creo que la lección más importante que hemos aprendido es
que la política es un asunto muy serio, eso de estarle dando nuestro voto a
cualquiera que nos lo pida, de favorecer a personalidades mediáticas y a
discursos rimbombantes llenos de retórica populista, de entregarle una carta en
blanco a jóvenes y bien parecidos bajo el argumento que ahora “les toca su
turno”, o por el contrario, de escoger a personas que tienen demasiado tiempo
saltando de partido en partido, “políticos profesionales”, se dice de ellos, o a
uniformados carismáticos que recitan a Florentino y en Diablo, a socialistas
buenos, con corazones de oro, que prometen hacer justicia social con nuestro
dinero, libertades y propiedades, a “herederos” de grandes figuras históricas,
a humildes obreros salidos de los sindicatos más oscuros…
Tenemos largos 21 años de sangre, sudor y lágrimas, pero
a diferencia de los ingleses en tiempos de Churchill, para ellos hubo una gran
victoria sobre el enemigo porque pelearon, pero para nosotros los venezolanos, gracias
a que nos cruzamos de brazos para ver a los toros desde las gradas, nos ganamos
a unas garrapatas parasitarias que no nos podemos despegar de la yugular y que
nos están chupando la vida.
Cometimos el error de nuestras vidas, al no encarar nuestras
responsabilidades como ciudadanos y entregarle un mandato a unos supuestos
representantes para que hicieran y desasieran con nuestra voluntad una realidad y un país que se había
construido con tanto trabajo, eso es algo que nuestras generaciones, protagónicas
de este lamentable momento, jamás podremos justificar aduciendo ignorancia,
inexperiencia o que nos engañaron, todos nosotros, los venezolanos que en este
momento respiramos y sobrevivimos a ese año horrible del 2020, somos
irremediablemente responsables de que estos criminales, que se autocalifican
como “chavistas”, se hayan apoderado del país y creado las condiciones para
eternizarse en el poder.
No importa que algunos de nosotros ni apoyamos, ni
votamos ni participamos en este aquelarre socialista, los que nos opusimos y
advertimos de los fatales resultados de aquel momento en que se le entregó la
presidencia a un militar golpista y traidor, no hicimos lo suficiente ni lo
necesario, para que se consumara aquel desatino histórico, y que, aún aquellos
que en el camino sufrieron cárcel, torturas, vejaciones, heridas o murieron,
tratando de revertir esta circunstancia política, su sacrificio fue en vano,
allí están todavía estos seres hematófagos, que como una nueva variedad de
vampiros, muerden y no sueltan hasta que secan a sus anfitriones y los matan.
Son 21 años de desastres administrativos, de la
destrucción de nuestras principales instituciones, del robo descarnado de
nuestras riquezas, de la corrupción más generalizada y publicitada dentro de un
estado moderno, hasta convertir a Venezuela, de un país que tuvo una oportunidad
de futuro, a un estado fallido, con una de las peores crisis humanitarias
complejas en todo el mundo, en una ex-potencia petrolera convertida en
exportadora de refugiados y balseros.
Nos tomó todo este tiempo para comprender que las malas
decisiones políticas tienen sus consecuencias nefastas, y que ese descuido de
los anteriores gobiernos de la democracia en no educar y preparar al pueblo en
su conocimiento cívico y moral iban a tener los desastrosos resultados que hoy
vemos; nos esmeramos en levantar una impresionante infraestructura física, en
tener constituciones avanzadas, en tecnificar y prepararnos en áreas del
desarrollo de gran complejidad, pero descuidamos el alma, el espíritu y la
consciencia del ciudadano[UdW1] .
Esa parte tan delicada en nuestra formación, se la
entregamos a los socialistas para que nos metieran en la cabeza cucarachas y
telarañas de justicia social, de igualdad y derechos humanos, sin haber comprendido
todavía lo que era la propiedad, el trabajo, la familia, la dignidad, la
palabra empeñada, la responsabilidad y el deber de vivir en sociedad,
prefirieron darnos luces sobre lo que es la solidaridad y la compasión por el
otro, sin apuntalar la noción de la persona como ente individual, creador,
forjador de sueños, responsables primero de sus personas para luego preocuparse
por los demás.
La idea de Venezuela, jamás pasó de un sentimiento por
sus playas y montañas, por sus comidas y bellas mujeres, por la gracia de sus
habitantes y su muy mal entendido socialismo, el que más se conmovía, era por
su pasado militar y de grandes héroes libertadores, pero jamás tuvimos una idea
de país, concreta, viable como proyecto, con una historia coherente de gente
normal, no de superhéroes de Marvel,
con nuestras tradiciones y costumbres heredadas que nos enseñan el correcto
camino del buen vivir y morir.
Esa idea de lugar, de tierra donde reposan nuestros
antepasados y donde se hacen realidad nuestros deseos, no existe, siempre fue
confiscado ese derecho de tener país por las revoluciones que una tras otras
nos sacudían, y con cada nuevo líder visionario se hacía borrón y cuenta nueva,
la continuidad y la misma identidad del venezolano se pusieron en entredicho.
Los socialistas antepusieron sus ideales colectivistas y
descuidaron el cultivo del individualismo, de ese egoísmo fundamental que nos
hace sobrevivir en la adversidad, nos educaron para ser unos magníficos mecenas
pero se les olvidó que el trabajo y la vida se logran con la disciplina y el
sacrificio individual, que el hogar es una construcción de la persona no un
regalo del estado, ese ideal del humanismo marxista siempre presente durante
las décadas de democracia socialista, donde el estado se convertía en la razón
de ser del país, nos produjo un daño tremendo, el venezolano como ser
individual, autónomo y libre se atrofió, y en su lugar, nacieron la casta de
los políticos y sus partidos.
Cuando escuché al dictador Nicolás Maduro en su mensaje
de fin de año no pude sino preguntarme qué clase de hombres y mujeres eran
aquellos que le escribieron aquel discurso tan lleno de falacias,
disociaciones, distorsiones y olvidos de la realidad del país, porque a ese
personaje no lo veo escribiendo aquellas palabras, eran todos embustes
hilvanados en una retórica repugnante que trataba de cambiar lo que eran los
hechos, falsificar el mundo tal como lo vivimos diariamente, haciendo un giro
retórico para hacer de un desastre, un triunfo.
Escuchar a Maduro ese triste 31 de diciembre, era
constatar de que el chavismo está derrotado por la contundencia de su propio
fracaso, no importa que todavía conserve el poder de facto, que nos amenace con
las armas y la muerte, que se atreva a seguir creyendo en que tienen a la nación
de su lado; el país simplemente está en banca rota, sus ingresos severamente
limitados, ya ni siquiera puede sustentar la parte vital de su estructura que
son las FFAA, por ello la insistencia en ofrecerles una utopía científica y
profesional, otra promesa que nunca podrá cumplir.
Son verdaderamente lamentable los llamados del dictador a
sus gobernadores y alcaldes a sostener lo que les queda de estado “con las
uñas”, como en el caso de la desgracia ocurrida en Monagas donde una comuna
sufrió de una conflagración por el escape de gas de bombonas de uso doméstico
acumuladas sin ningún control ni medidas de seguridad, y como sus propios
seguidores, quemados y heridos, muchos de ellos niños, padecían del abandono en
los centros de salud porque no había recursos para la emergencia.
Ni siquiera hay para pagar el suministro continuo de la
gasolina iraní, las enormes colas y las estaciones de servicio cerradas,
atestiguan de un inminente paro nacional por falta de combustible, que ya
afecta la productividad agrícola e industrial a lo largo y ancho del país,
Venezuela se va apagando lentamente pero sin pausa.
La educación es una ruina de lo que una vez fue la más
grande de las instituciones de los gobiernos, repartidos sus entes por el país
dando luces a millones de venezolanos, hoy no tiene el régimen chavista como
arrancar un nuevo año escolar, mantiene a los maestros al borde de la miseria
con sueldos inhumanos, las escuelas hechas unas edificaciones precarias, sin
servicio, insalubres, desmanteladas por el hampa y sin recursos para la
enseñanza.
La salud ya lo dijimos, ningún estado del país aguante un
accidente de medianas proporciones sin poner en crisis a todo el sistema
regional, lo que hace el régimen es tapar, acallar las noticias, desmentir los
hechos, cerrar medios, perseguir periodistas y prometerle a las víctimas ayudas
que nunca se materializarán, todos estamos por nuestra cuenta, todo se reduce a
promesas, como el millón de vacunas rusas sólo para clientes y allegados del
chavismo.
La pandemia le ha caído a Maduro como regalo de los
chinos, puede decretar sus cuarentenas compulsivas a voluntad, sin importar las
consecuencias, paraliza al país ocultando la grave falta del combustible, de la
comida, del dinero, pero desmantela la poca economía que persiste, cada vez son
más las empresas que cierran al no poder operar con regularidad, lo que
significa más desempleo que el régimen no puede asistir, por ello me pareció
simplemente sadismo el que se hiciera mención al estado de bienestar
bolivariano.
El socialismo ha sido un fracaso como sistema e
ideología, lo que ha creado es más pobreza, mayor delincuencia, y hay toda una
generación de venezolanos, niños aún, que están sufriendo de los embates de la
desnutrición y el hambre, que no van a poder desarrollarse en toda su capacidad
y que por culpa del chavismo fueron sacrificados en los altares del castro-comunismo,
los perniles de navidad, tan esperados
por las comunas, fueron el show del momento, la propaganda del comunismo
triunfador y dador de bienes que no existen.
Los Clap, los miserables bonos de a dólar por persona,
las becas que no alcanza ni para un viaje en autobús, la gasolina subsidiada
que nadie ha visto por el interior del país, las vivienda de interés social que
nadie ha visto construir pero sí los inmuebles invadidos y la propiedad privada
entregada al vandalismo revolucionario, los vuelos humanitarios que no se hacen
devolviendo paisanos desde el extranjero, los hogares cocinando con leña, nuestros
aeropuertos cerrados al mundo por deudas acumuladas con las aerolíneas… que
estómago puede resistir tanto cinismo y llamar a la revolución un éxito sin
sentir náuseas.
Y como guinda de la torta, la guerra asimétrica y cruel
que los EEUU y Europa sostienen en contra del socialismo del siglo XXI y que
resulta ser la causante de todo este pandemónium en que se ha convertido el
país, ejemplo mundial de los peores índices de calidad de vida, de corrupción y
violación de los DDHH, esto, mientras se siguen descubriendo cuentas,
inversiones, fondos en el extranjero, empresas fantasmas, a nombre de
testaferros y familiares de la más alta cúpula del gobierno, sostenidas por sus
infames bodegones y empresas de telecomunicaciones con licencia para las
estafas al por mayor.
A medida que el estado chavista cierra sus santamarías y
apagan la luz, dejando entendiendo a millones de usuarios venezolanos, se
reparten concesiones, permisos, territorios, ciudades enteras, a grupos
criminales para que las exploten a voluntad, sustituyendo al estado en el cobro
de los impuestos que ahora se llaman “ayudas” para unos tipos mal encarados,
armados, que apenas saben hablar pero que ofrecen seguridad bajo la amenaza de
un estupro.
El desplome de la gobernabilidad es absoluto y acelerado,
cada día que pasa el chavismo va subastando ruinas al mejor postor, en esas
condiciones es imposible una reactivación del país y menos aún la atención a la
crisis humanitaria, pero todavía hay socialistas en países desarrollados que
insisten en negociar con el cartel del crimen y lo que ellos jamás harían en
sus países, lo quieren hacer en el nuestro, porque es más barato, cómodo y
políticamente correcto.
Nos hemos convertido en el indeseable ejemplo de lo que
viene para el mundo en el futuro inmediato, al menos… al menos que por propia
seguridad, por norma de sobrevivencia internacional, se le ponga punto final al
gobierno infecto y productor de miseria de Nicolás Maduro Moros, por la única
razón de que mientras exista el chavismo, nadie está exento de su mortal
contagio. - saulgodoy@gmail.com
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