sábado, 2 de enero de 2021

Otro año de revolución socialista

 


 


No se puede querer una cosa y su contrario, no se puede proclamar la libertad y aceptar la esclavitud. Buscar una mítica tercera vía entre colectivismo e individualismo, hacerse pasar por tolerantes porque se aceptan los compromisos, no significa sólo falta de lucidez, sino auténtica traición. Se necesita valor para ser libres.

 

Pascal Salin, Liberalismo (2008)

 

Comenzamos una nueva década y todavía bajo el yugo del socialismo del siglo XXI, han transcurrido 21 largos años del chavismo en el poder y pareciera que no somos capaces de liberarnos de esa plaga destructiva y carroñera, pero creo que hemos avanzado en algo, estamos en el proceso de desligarnos de una generación de falsos políticos que lo que han hecho es traicionar nuestros intereses y negociar la democracia con el usurpador.

Creo que la lección más importante que hemos aprendido es que la política es un asunto muy serio, eso de estarle dando nuestro voto a cualquiera que nos lo pida, de favorecer a personalidades mediáticas y a discursos rimbombantes llenos de retórica populista, de entregarle una carta en blanco a jóvenes y bien parecidos bajo el argumento que ahora “les toca su turno”, o por el contrario, de escoger a personas que tienen demasiado tiempo saltando de partido en partido, “políticos profesionales”, se dice de ellos, o a uniformados carismáticos que recitan a Florentino y en Diablo, a socialistas buenos, con corazones de oro, que prometen hacer justicia social con nuestro dinero, libertades y propiedades, a “herederos” de grandes figuras históricas, a humildes obreros salidos de los sindicatos más oscuros…

Tenemos largos 21 años de sangre, sudor y lágrimas, pero a diferencia de los ingleses en tiempos de Churchill, para ellos hubo una gran victoria sobre el enemigo porque pelearon, pero para nosotros los venezolanos, gracias a que nos cruzamos de brazos para ver a los toros desde las gradas, nos ganamos a unas garrapatas parasitarias que no nos podemos despegar de la yugular y que nos están chupando la vida.

Cometimos el error de nuestras vidas, al no encarar nuestras responsabilidades como ciudadanos y entregarle un mandato a unos supuestos representantes para que hicieran y desasieran con nuestra voluntad  una realidad y un país que se había construido con tanto trabajo, eso es algo que nuestras generaciones, protagónicas de este lamentable momento, jamás podremos justificar aduciendo ignorancia, inexperiencia o que nos engañaron, todos nosotros, los venezolanos que en este momento respiramos y sobrevivimos a ese año horrible del 2020, somos irremediablemente responsables de que estos criminales, que se autocalifican como “chavistas”, se hayan apoderado del país y creado las condiciones para eternizarse en el poder.

No importa que algunos de nosotros ni apoyamos, ni votamos ni participamos en este aquelarre socialista, los que nos opusimos y advertimos de los fatales resultados de aquel momento en que se le entregó la presidencia a un militar golpista y traidor, no hicimos lo suficiente ni lo necesario, para que se consumara aquel desatino histórico, y que, aún aquellos que en el camino sufrieron cárcel, torturas, vejaciones, heridas o murieron, tratando de revertir esta circunstancia política, su sacrificio fue en vano, allí están todavía estos seres hematófagos, que como una nueva variedad de vampiros, muerden y no sueltan hasta que secan a sus anfitriones y los matan.

Son 21 años de desastres administrativos, de la destrucción de nuestras principales instituciones, del robo descarnado de nuestras riquezas, de la corrupción más generalizada y publicitada dentro de un estado moderno, hasta convertir a Venezuela, de un país que tuvo una oportunidad de futuro, a un estado fallido, con una de las peores crisis humanitarias complejas en todo el mundo, en una ex-potencia petrolera convertida en exportadora de refugiados y balseros.

Nos tomó todo este tiempo para comprender que las malas decisiones políticas tienen sus consecuencias nefastas, y que ese descuido de los anteriores gobiernos de la democracia en no educar y preparar al pueblo en su conocimiento cívico y moral iban a tener los desastrosos resultados que hoy vemos; nos esmeramos en levantar una impresionante infraestructura física, en tener constituciones avanzadas, en tecnificar y prepararnos en áreas del desarrollo de gran complejidad, pero descuidamos el alma, el espíritu y la consciencia del ciudadano[UdW1] .

Esa parte tan delicada en nuestra formación, se la entregamos a los socialistas para que nos metieran en la cabeza cucarachas y telarañas de justicia social, de igualdad y derechos humanos, sin haber comprendido todavía lo que era la propiedad, el trabajo, la familia, la dignidad, la palabra empeñada, la responsabilidad y el deber de vivir en sociedad, prefirieron darnos luces sobre lo que es la solidaridad y la compasión por el otro, sin apuntalar la noción de la persona como ente individual, creador, forjador de sueños, responsables primero de sus personas para luego preocuparse por los demás.

La idea de Venezuela, jamás pasó de un sentimiento por sus playas y montañas, por sus comidas y bellas mujeres, por la gracia de sus habitantes y su muy mal entendido socialismo, el que más se conmovía, era por su pasado militar y de grandes héroes libertadores, pero jamás tuvimos una idea de país, concreta, viable como proyecto, con una historia coherente de gente normal, no de superhéroes de Marvel, con nuestras tradiciones y costumbres heredadas que nos enseñan el correcto camino del buen vivir y morir.

Esa idea de lugar, de tierra donde reposan nuestros antepasados y donde se hacen realidad nuestros deseos, no existe, siempre fue confiscado ese derecho de tener país por las revoluciones que una tras otras nos sacudían, y con cada nuevo líder visionario se hacía borrón y cuenta nueva, la continuidad y la misma identidad del venezolano se pusieron en entredicho.

Los socialistas antepusieron sus ideales colectivistas y descuidaron el cultivo del individualismo, de ese egoísmo fundamental que nos hace sobrevivir en la adversidad, nos educaron para ser unos magníficos mecenas pero se les olvidó que el trabajo y la vida se logran con la disciplina y el sacrificio individual, que el hogar es una construcción de la persona no un regalo del estado, ese ideal del humanismo marxista siempre presente durante las décadas de democracia socialista, donde el estado se convertía en la razón de ser del país, nos produjo un daño tremendo, el venezolano como ser individual, autónomo y libre se atrofió, y en su lugar, nacieron la casta de los políticos y sus partidos.

Cuando escuché al dictador Nicolás Maduro en su mensaje de fin de año no pude sino preguntarme qué clase de hombres y mujeres eran aquellos que le escribieron aquel discurso tan lleno de falacias, disociaciones, distorsiones y olvidos de la realidad del país, porque a ese personaje no lo veo escribiendo aquellas palabras, eran todos embustes hilvanados en una retórica repugnante que trataba de cambiar lo que eran los hechos, falsificar el mundo tal como lo vivimos diariamente, haciendo un giro retórico para hacer de un desastre, un triunfo.

Escuchar a Maduro ese triste 31 de diciembre, era constatar de que el chavismo está derrotado por la contundencia de su propio fracaso, no importa que todavía conserve el poder de facto, que nos amenace con las armas y la muerte, que se atreva a seguir creyendo en que tienen a la nación de su lado; el país simplemente está en banca rota, sus ingresos severamente limitados, ya ni siquiera puede sustentar la parte vital de su estructura que son las FFAA, por ello la insistencia en ofrecerles una utopía científica y profesional, otra promesa que nunca podrá cumplir.

Son verdaderamente lamentable los llamados del dictador a sus gobernadores y alcaldes a sostener lo que les queda de estado “con las uñas”, como en el caso de la desgracia ocurrida en Monagas donde una comuna sufrió de una conflagración por el escape de gas de bombonas de uso doméstico acumuladas sin ningún control ni medidas de seguridad, y como sus propios seguidores, quemados y heridos, muchos de ellos niños, padecían del abandono en los centros de salud porque no había recursos para la emergencia.

Ni siquiera hay para pagar el suministro continuo de la gasolina iraní, las enormes colas y las estaciones de servicio cerradas, atestiguan de un inminente paro nacional por falta de combustible, que ya afecta la productividad agrícola e industrial a lo largo y ancho del país, Venezuela se va apagando lentamente pero sin pausa.

La educación es una ruina de lo que una vez fue la más grande de las instituciones de los gobiernos, repartidos sus entes por el país dando luces a millones de venezolanos, hoy no tiene el régimen chavista como arrancar un nuevo año escolar, mantiene a los maestros al borde de la miseria con sueldos inhumanos, las escuelas hechas unas edificaciones precarias, sin servicio, insalubres, desmanteladas por el hampa y sin recursos para la enseñanza.

La salud ya lo dijimos, ningún estado del país aguante un accidente de medianas proporciones sin poner en crisis a todo el sistema regional, lo que hace el régimen es tapar, acallar las noticias, desmentir los hechos, cerrar medios, perseguir periodistas y prometerle a las víctimas ayudas que nunca se materializarán, todos estamos por nuestra cuenta, todo se reduce a promesas, como el millón de vacunas rusas sólo para clientes y allegados del chavismo.

La pandemia le ha caído a Maduro como regalo de los chinos, puede decretar sus cuarentenas compulsivas a voluntad, sin importar las consecuencias, paraliza al país ocultando la grave falta del combustible, de la comida, del dinero, pero desmantela la poca economía que persiste, cada vez son más las empresas que cierran al no poder operar con regularidad, lo que significa más desempleo que el régimen no puede asistir, por ello me pareció simplemente sadismo el que se hiciera mención al estado de bienestar bolivariano.

El socialismo ha sido un fracaso como sistema e ideología, lo que ha creado es más pobreza, mayor delincuencia, y hay toda una generación de venezolanos, niños aún, que están sufriendo de los embates de la desnutrición y el hambre, que no van a poder desarrollarse en toda su capacidad y que por culpa del chavismo fueron sacrificados en los altares del castro-comunismo,  los perniles de navidad, tan esperados por las comunas, fueron el show del  momento, la propaganda del comunismo triunfador y dador de bienes que no existen.

Los Clap, los miserables bonos de a dólar por persona, las becas que no alcanza ni para un viaje en autobús, la gasolina subsidiada que nadie ha visto por el interior del país, las vivienda de interés social que nadie ha visto construir pero sí los inmuebles invadidos y la propiedad privada entregada al vandalismo revolucionario, los vuelos humanitarios que no se hacen devolviendo paisanos desde el extranjero, los hogares cocinando con leña, nuestros aeropuertos cerrados al mundo por deudas acumuladas con las aerolíneas… que estómago puede resistir tanto cinismo y llamar a la revolución un éxito sin sentir náuseas.

Y como guinda de la torta, la guerra asimétrica y cruel que los EEUU y Europa sostienen en contra del socialismo del siglo XXI y que resulta ser la causante de todo este pandemónium en que se ha convertido el país, ejemplo mundial de los peores índices de calidad de vida, de corrupción y violación de los DDHH, esto, mientras se siguen descubriendo cuentas, inversiones, fondos en el extranjero, empresas fantasmas, a nombre de testaferros y familiares de la más alta cúpula del gobierno, sostenidas por sus infames bodegones y empresas de telecomunicaciones con licencia para las estafas al por mayor.

A medida que el estado chavista cierra sus santamarías y apagan la luz, dejando entendiendo a millones de usuarios venezolanos, se reparten concesiones, permisos, territorios, ciudades enteras, a grupos criminales para que las exploten a voluntad, sustituyendo al estado en el cobro de los impuestos que ahora se llaman “ayudas” para unos tipos mal encarados, armados, que apenas saben hablar pero que ofrecen seguridad bajo la amenaza de un estupro.

El desplome de la gobernabilidad es absoluto y acelerado, cada día que pasa el chavismo va subastando ruinas al mejor postor, en esas condiciones es imposible una reactivación del país y menos aún la atención a la crisis humanitaria, pero todavía hay socialistas en países desarrollados que insisten en negociar con el cartel del crimen y lo que ellos jamás harían en sus países, lo quieren hacer en el nuestro, porque es más barato, cómodo y políticamente correcto.

Nos hemos convertido en el indeseable ejemplo de lo que viene para el mundo en el futuro inmediato, al menos… al menos que por propia seguridad, por norma de sobrevivencia internacional, se le ponga punto final al gobierno infecto y productor de miseria de Nicolás Maduro Moros, por la única razón de que mientras exista el chavismo, nadie está exento de su mortal contagio.   -    saulgodoy@gmail.com

 

 

 

 


 [UdW1]

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