“Nordic, se refiere a una gran región más allá de Escandinavia (Dinamarca, Suecia, Noruega) e incluye Finlandia, Islandia, Greolandia y las islas Faroe. “Noir” deviene de “film noir”, un término que empezó a usarse por los críticos franceses para describir las “tramas duras” de las películas policiales hollywoodenses de los años 40; el apelativo de “noir” a su vez proviene de “Serie Noire” que, mucho antes, asociaba las traducciones francesas de las novelas de detectives norteamericana de autores como Raymond Chandler y Daniel Hammett.”
Del artículo A través de Escandinavia, oscura: Una crítica criminológica del Nordic Noir, de Keith J. Hayward y Steve Hall (2020)
Antes de entrar en material vamos a dar un breve paseo por la política nórdica que generó la leyenda dorada del estado bienestar hecho realidad, el sueño socialista, donde convivía el colectivismo estatal con el sistema de producción capitalista y que hizo de estos países unas verdaderas potencias económicas, no tan fuertes como Alemania, pero sí lograron construir unas economías robustas y diversificadas.
Ya desde 1920, con los socialdemócratas en el poder en Suecia, establecieron un modelo de “ciudadanía social” que, conjuntamente con la idea de desarrollar al país bajo la idea de que se trataba construir el “hogar del pueblo” (Folkhemmet), es decir, bajo los postulados de igualdad y mutua comprensión, tendrían un país sin divisiones de clases sociales, basados en la consideración, la cooperación y la ayuda hacia los demás.
Aplicando los principios económicos keynesianos de una relación cercana entre los sindicatos y las empresas, y al acuerdo general de subordinar los intereses particulares hacia fines políticos y económicos comunes, estos países escandinavos se embarcaron en crear unas sociedades igualitarias basadas en la construcción de sistemas de seguridad social estadales, y una cultura bastante homogénea.
El resultado fue espectacular, lograron hacer funcionar un estado bienestar, asegurando a sus ciudadanos los principales servicios sociales para una vida digna “de la cuna a la tumba”, balanceando en el acto una fuerte planificación pública, con condiciones para el desarrollo de un libre mercado; lo hicieron tan bien que el modelo escandinavo fue tenido como la meta a lograr por todas las democracias liberales de la época (Venezuela incluida).
Pero para los años 80 empezaron los problemas; no sólo eran los altos impuestos, las huelgas y la reducción de los beneficios para los pensionados y otras ayudas, sino que por primera vez estos países experimentaron la cruda realidad de unos déficits gigantescos en los gastos del estado, aparejados con una disminución en la calidad de vida; ya para los 90, Suecia experimentaba su mayor tasa de desempleo en décadas, y un encarecimiento del dinero, al punto que el interés subió a un estrambótico 500%... y la región entera entró en una profunda recesión.
Fue el final de la ilusión de un estado fuerte e intervencionista y en su lugar empezaron a aplicar las recetas neoliberales, poniendo a dieta al estado y dándole mayor protagonismo al sector privado; todo este desarreglo creo una gran frustración social y política, siendo sus más acérrimos críticos, precisamente, los socialistas. Eso se vio reflejado en su literatura.
Los países nórdicos tienen una muy antigua y rica tradición literaria sobre la que nos llamó la atención a los latinoamericanos Jorge Luis Borges; en la Edad Media ya exhibían con orgullo un amplio legado de leyendas mitológicas vikingas, que venían de tiempos precristianos, las sagas de Islandia, la poesía eskáldica y edaica del antiguo norte, historias tan elaboradas como Beowulf, dan fe de un pueblo que sabe cómo contar historias, que en siglos posteriores dio figuras estelares como Henrik Ibsen, August Strindberg, Selma Lagerlöf, Ludvig Holberg, y Karen Blixen, para no hablar de algunos premios Nobel como Tomas Tranströmer; y aunque el Nordic Noir es una de las últimas tendencias, es bueno verla como la continuación de un patrimonio que tiene una larga historia, lo que no es casualidad.
El Nordic Noir es un fenómeno cultural en pleno desarrollo; las historias de crimen escandinavas se ven reflejadas en el cine y la televisión, sobre todo en series tan populares como Forbrydelsen [El asesinato] (2007–12), Wallander (2005–10), Broen [El puente] (2011–) y Borgen (2010–13); en las listas de best sellers internacionales figuran las novelas de Henning Mankell, Karin Fossum, Jo
Nesbo, Liza Marklund y, la superestrella de los escritores suecos, Stieg Larsson, (lamentablemente fallecido) que escribió la trilogía de Millennium, de la cual los norteamericanos hicieron su propia versión, con la actuación de Daniel Craig y Rooney Mara, en La Chica del Dragón Tatuado, que fue un éxito de taquilla en todo el mundo. Incluso hubo una secuela, no incluida en la trilogía escrita por Larsson, que toma el personaje de Lisbeth Salander, encarnada por Claire Foy (la Isabel de las primeras temporadas de The Crown), y la atmósfera que lo rodea para desarrollar una historia particular de espionaje y mafias, en esa forma densa de puesta en escena.
Tal ha sido el impacto de este subgénero de la novela negra, que ya existe una extensión del Nordic Noir, para incluir novelas que se desarrollan en regiones al norte de Alemania, en Escocia e Irlanda, e incluso en lo profundo del sur de los EEUU… pero, ¿Qué caracteriza a este tipo de narrativa? ¿Por qué es tan particular?
Los autores del artículo A través de Escandinavia, oscura, Hayward y Hall, con el que empezamos a explicar el significado del término, desarrollan su posición en este debate:
Tres son los temas que definen el género. Primero, y posiblemente lo más obvio, es a lo que colectivamente podríamos referirnos como el paisaje, atmósfera y la imagen escandinava. Como ya lo mencionamos, sin importar el medio, Nordic Noir tiene un sentido estético. En gran parte es debido a la relación entre la localidad y el sentimiento, especialmente la manera que el paisaje es utilizado para evocar el vacío, la sensación de pérdida y lo inesperado… Un segundo tema que define el NN es el uso de personajes principales con complejos problemas emocionales y psicológicos. Dos arquetipos destacan: el detective hosco y en el caso de la heroína, de muchos recursos pero emocionalmente distante… El tercer tema, por lo general expresado como un comentario académico, es una fuerte crítica al modelo del estado benefactor escandinavo… permite que el lector vea más allá del estereotipo y pueda observar la cruda realidad de la sociedad escandinava, incluyendo el derrumbamiento del régimen de seguridad social y su curso hacia el neoliberalismo.
De manera muy general, podríamos resumirlos diciendo que la geografía, principalmente una localidad que genera angustia, personajes inestables y desubicados, sobre todo los detectives e investigadores que actúan en la trama, y, finalmente, la crítica social, nada nuevo en la novela negra, teniendo en cuenta la tradición norteamericana de hacer “realismo social” en las mismas; con estos elementos, la fórmula del Nordic Noir puede ser aplicada a cualquier lugar del planeta.
Los elementos de violencia, corrupción y decadencia institucional acompañan a los personajes de estas historias, pero es el paisaje invernal, la tundra helada, la soledad y misterios de sus bosques y montañas, esos pueblos y comunidades del interior, lejos de las grandes ciudades, son los que atraen al lector en una narrativa sin afeites, carente de complejidades, utilizando un lenguaje directo.
El Nordic Noir ya tiene un buen tiempo en construcción; para quienes siguen la historia del género, en su gran mayoría están de acuerdo en que el inicio estuvo en las novelas escritas por Maj Sjöwall y Per Wahlöö, dos escritores que publicaron sendas novelas a dos manos a mediados de los años sesenta y setenta, cuyo personaje principal es el detective de la policía de Estocolmo, Martin Beck, el prototipo del investigador amargado, con un matrimonio en crisis, con problemas de salud y muy decepcionado de las cosas que ve en la calle, una sociedad que supuestamente debería ser una maravilla, convertida, en un doble fondo, en una charca de inequidades.
Sjöwall y Wahlöö son escritores que comulgan con el marxismo y no dejan de lanzar flechas contra el capitalismo y la forma de vida burguesa, no les gustaba lo que estaba sucediendo con la utopía que con tanto esmero habían construido lo suecos.
Pero fue sin duda Stieg Larsson quien llevó el NN a los mercados mundiales, y fue con su extraordinario personaje, la hacker gótica, tatuada, bisexual y medio psicópata, Lisbeth Salander, una de las anti heroínas mejor logradas de la literatura contemporánea.
Hay una preocupación entre los críticos literarios sobre el presente y futuro inmediato del Nordic Noir, y es que algunos autores tienden a exagerar los problemas y conflictos de las sociedades nórdicas que, si bien es cierto, comparten problemas con todo el mundo, relacionados con el crimen, la drogadicción, el alcoholismo, los problemas con inmigrantes, terroristas y locos, se empiezan a preocupar con la imagen que se le está dando a esa región; en realidad, se trata de sociedades con muy bajo índice de delitos, pero ahora ha surgido una nueva tendencia, que ya está presente en las nuevas series que se están produciendo, y es la introducción de elementos mágicos y fantásticos, agregados éstos a las ya comunes conspiraciones nazis, de espías comunistas y asesinos en serie.
Soy un lector voraz del Nordic Noir; se trata de obras por lo general muy bien escritas aunque muy mal traducidas al castellano (si las leen en inglés la van a pasar mejor); me gusta distraerme con esos casos policiales difíciles, con sus personajes problemáticos y como abandonados en esos paisajes tan solitarios, tan extraños para nosotros los venezolanos.
Si no han leído este tipo de novela negra, les espera una agradable sorpresa. - saulgooy@gmail.com
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