miércoles, 3 de febrero de 2021

El enigma de Coriolano

 


 




La virtud… consiste en servir antes que todo a la patria, después a los tuyos y solamente en tercer lugar a ti mismo.”

Séneca, en sus cartas a Lucilio.

 

A pesar de que Plutarco, Tito Livio y Dionisio de Halicarnaso, escribieron sobre él, la historiografía contemporánea no ha encontrado pruebas reales de su existencia, por lo que se cree es parte de ese bagaje de leyenda que rodea la historia de Roma; pero aún con ese “hándicap”, constituye uno de los personajes más interesantes de la historia política universal, elevándose como un ícono de carácter fuerte e íntegro, a pesar de las controvertidas circunstancias que rodearon su final; y aunque no fue un emperador ni uno de los césares, ni siquiera figuró como Senador o como Cónsul, sí tuvo fama de ser uno de los más aguerridos comandantes, “una máquina de matar”, como diría uno de sus críticos modernos, una figura necesaria para explicar los enfrentamientos legendarios entre volscos y romanos.

Corría el siglo V a.C. y Roma enfrentaba una escasez de cereales, vitales para su subsistencia; los plebeyos habían tomado las calles y plazas en protestas, se decía que los graneros de los patricios y terratenientes estaban a reventar de trigo y que no lo sacaban para mantener el precio alto; los patricios, a su vez, acusaban a algunos tribunos, que representaban a la plebe, como los causantes de que los campesinos no produjeran las cosechas de la temporada, lo que provocó la escasez, bajo la excusa de que había en depósito suficiente, y que sólo había que sacarlo a los mercados.

Había tensiones y peleas entre ambas clases sociales y, justamente en esos tiempos, un joven patricio, hijo de una de las familias más importantes de Roma, descendiente directo de los primeros reyes, de nombre Gneo Cayo Marcio, reconocido héroe militar romano, tuvo que hacer campaña para lograr la aprobación de su nombre como Cónsul; para ello, debió presentarse ante el pueblo y hablarle de sus credenciales, negociar el apoyo de los tribunos.

El problema con Cayo Marcio era que despreciaba al pueblo; su formación había sido producto de los más estrictos cánones de la nobleza romana, que implicaba ver a los plebeyos como unos parásitos que sólo actuaban en su propio beneficio, arriesgando lo mínimo, y debían ser obligados a cumplir sus deberes; además, en caso de peligro, eran los primeros en salir huyendo.

Para su corta edad, el joven noble había acumulado espectaculares triunfos militares en contra de los volscos, siendo el principal el sitio de Coriolo, la plaza fuerte del enemigo, la cual tomó con un pequeño grupo de soldados en una de las misiones suicidas más espectaculares de su época, salvando a Roma de la derrota… de allí en adelante será conocido como Cayo Marcio Coriolo.

Este personaje será inmortalizado de varias maneras y épocas diferentes, entre otras cosas porque Coriolo fue protagonista de una de las tragedias de la historia de Roma, lo que es hoy, una asombrosa narrativa en la que se mezclan la mitología con hazañas humanas, donde se crea uno de los imperios fundamentales para la cultura occidental.

Aunque la historia de Coriolano no es muy conocida siempre reaparece de una forma u otra, bien en escultura, en la pintura… Shakespeare escribió la obra Coriolano cuando contaba 46 años de edad, en plena madurez creativa; esta obra fue la última de su ciclo sobre historias de Roma; Beethoven lo inmortalizó en su Obertura Coriolano para que abriera los conciertos en los que dirigía la orquesta; Bertol Brech realizó una puesta en escena de la obra shakesperiana bajo la óptica del marxismo; T.S. Eliot, el insigne poeta norteamericano, la tenía como la más acabada tragedia del escritor, que no es poca cosa; en cine se realizó una versión del actor británico Ralph Fiennes, en su debut como director, ambientada en la Yugoslavia del siglo XX; Harold Bloom realizó uno de sus ensayos más brillantes e enigmáticos sobre esta historia.

Leí con mucho cuidado el retrato que pinta Plutarco en sus Vidas Paralelas y tengo la fortuna de contar entre mi biblioteca con las Obras Completas de William Shakespeare, traducidas del inglés por el insigne académico español Luis Astrana Marín y editada por Aguilar, donde magistralmente se conserva la poesía original vertida por el dramaturgo en esta obra escrita en 1609, una de las obras más intrigante y perfecta del bardo y, dicho sea de paso, una de sus menos conocidas.

Pero,  ¿Cuál fue la tragedia de Coriolano que ha desatado tanto repudio y admiración entre la gente?  Empecemos por decir que nuestro héroe tenía una madre dominante, de nombre Volumnia, una mujer que hizo de su hijo un pequeño guerrero (un Marte niño, refiriéndolo al dios de la guerra), una mujer capaz de lanzar a su hijo a las aventuras más arriesgadas y que adoraba cada una de sus más de veinte cicatrices ganadas en batalla, que hablaban del coraje de su vástago.

Plutarco nos dice que fue huérfano desde temprana edad y de muy joven sirvió como asistente de poderosos Cónsules y Generales en los campos de batalla; para el momento en que se producen los disturbios en Roma, los patricios lo llamaron para poner orden, y los plebeyos huyeron aterrorizados por su sola presencia, pues sabían de su temperamento y conocían la opinión que tenía de ellos; pero aquellas acciones tuvieron su precio, algunos tribunos lo odiaban y decidieron conspirar en su contra, regando la especie de una ambición desmedida por el poder, un carácter violento e impredecible y constituyéndolo en una amenaza para la estabilidad del orden en Roma.

Para el momento en que debe comportarse como un político y reclamar para sí el voto favorable del pueblo, para obtener el consulado, su personalidad juega en su contra, es un hombre hosco, no le gustan los halagos ni los reconocimientos públicos, detesta aparentar lo que no es, y aun así su madre lo convenció de que se reuniera con los tribunos y logra sus apoyos, para que actuara como un político en campaña, enseñando sus heridas en público, como se acostumbraba en la época para demostrar su sacrificio por Roma. Nada de esto puede hacer Coriolano, es superior a sus fuerzas.

Shakespeare ve con simpatía la recia y transparente persona de Coriolano; no se trata de un hombre complicado, no es un intelectual, es fiel a los suyos, a los patricios, es un hombre de acción y que ama a su patria al punto de dar su vida por ella; pero su orgullo y la influencia de su madre determinan sus actos y a veces no de la mejor manera.

Paralelamente se mueven las intrigas de los tribunos y terminan enredándole en una conspiración por la cual lo enjuician y, cuando están a punto de obtener su condena, el Senado interviene, salva su vida y lo condena al exilio. Coriolano, preso de ira, les dice:  

 

¡Vulgar algarabía de perros! Cuyo aliento odio

Como el tufo de los pantanos pútridos, cuyas vidas precio

Como las osamentas muertas de hombres insepultos

Que corrompen mi aire: ¡os destierro!

¡Y quedaos ahí con vuestra incertidumbre!

¡Que cada débil rumor sacuda vuestros corazones!

¡Que vuestros enemigos, con un meneo de sus penachos,

Os hagan volar hasta la desesperación! Guardad todavía el poder

De desterrar a vuestros defensores, hasta que al fin

Vuestra ignorancia -que no encuentra hasta que toca,

Haciendo sin reserva de vosotros mismos

Vuestros propios enemigos todavía- os entregue como

Los más viles cautivos a alguna nación

Que os ganó sin combate. Despreciando

Por vosotros a la ciudad, vuelvo así mi espalda.

¡Hay un mundo en otro sitio!

 

Y en ese ánimo de venganza, que nubla su razón, hace lo impensable, se va hacia el campamento de los volscos, sus antiguos enemigos, logra persuadir a uno de sus más ilustres miembros, Tulo Aufidio, en contra del cual muchas veces ha blandido su espada, y lo convence de que sólo va a vencer a Roma; Aufidio se reúne con los jefes y los convence de dejar que el romano conduzca el ejército. En este punto, hay autores y analistas que hablan de una relación homoerótica entre Coriolano y Aufidio, única manera de explicar un cambio de relaciones tan drástico.

Para hacerles la historia corta (y se trata de la obra más larga de Shakespeare) Coriolano entra en campaña contra las que fueron sus antiguas legiones y las derrota una y otra vez, su camino lo hace incendiando y saqueando las tierras de los plebeyos, las pequeñas parcelas y respetando las grandes estancias de los terratenientes, esto hasta alcanzar las puertas de Roma; en ese momento, desesperados y esperando lo peor, los romanos deciden enviar negociadores para obtener la rendición y entregarle Roma a los invasores, pero Coriolano se niega, tomará la ciudad con las armas. Como último recurso, los romanos deciden enviar a una representación de mujeres, entre las que se encuentran su madre y su esposa.

La tragedia culmina cuando Volumnia, su madre, la que lo puede todo, logra convencerlo de que se retire de los muros de la ciudad, que tenga compasión de los suyos, porque ya había demostrado su posición; pero los volscos no estuvieron muy contentos con aquella decisión y consideraron que Coriolano los había traicionado, le siguen juicio y, antes de que se produzca una sentencia, el propio Aufidio ordena que lo apedreen hasta morir.

Y aquí empieza el problema sobre la apreciación de Coriolano, ¿Era un héroe o un traidor? para algunos un antidemócrata, un fascista, para otros, entre los que se encuentra el escritor Enrique Krause, uno de los primeros antipopulistas del mundo; para Jan Kott, estudioso de Shakespeare, y para el mismo Bertol Brecht, no es sino otra muestra de esa irónica y trágica lucha de clases; para Maquiavelo, la muerte de Coriolano estaba plenamente justificada en aras de la paz y la estabilidad social; algunos psicoanalistas opinan que Coriolano no era sino un “cable pelado” de pulsiones echando chispas; para algunas feministas Coriolano fue el hijo perfecto, la gesta heroica de la comitiva de mujeres que fueron a pedir clemencia para que Roma no fuera arrasada, es celebrada en varias representaciones artísticas.

El desaparecido profesor norteamericano de literatura y experto en la obra de Shakespeare, Harold Bloom, diría de esta obra: “Coriolano, que es con seguridad la más extraña de las treinta y nueve obras de teatro de Shakespeare. Hablo de extrañeza en un doble sentido: rareza y también una nueva clase de esplendor estético, reducido pero único. Abandonando muchas cosas, Shakespeare logra la perfección formal, de una especie que nunca más repitió”.

Se trata de un texto difícil de leer, complicado de montar y sumamente complejo de digerir en cuanto a sus propósitos. Una de las cosas curiosas que me impulsaron a escribir esta nota es que en el mundo de las publicaciones anglosajonas, Coriolano se está imprimiendo y vendiendo con gran éxito; volver a esta obra, me hizo pensar en la personalidad de algunos de los dueños de las actuales Big Tech, los nuevos amos del universo… pienso en ellos, y es Coriolano el que mejor se amolda como un paradigma  en sus atormentadas vidas.   -    saulgodoy@gmail.com

 

 

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