Feliz años del buey
para todos.
En su interesante libro Los Superpoderes de la Inteligencia Artificial, China, Silicon Valley y
el Nuevo Orden Mundial (2018), su autor, Kai-Fu Lee, oriundo de Taiwan,
doctor en ciencias de la computación de la Universidad Carnegie Mellon, y socio
de su propia empresa de inversiones en la bolsa, especializado en carteras de
alta tecnología, nos relata un interesante evento del cual fue testigo en
Beijín, China.
La empresa Google por medio de una de sus filiales,
AlphaGo, había desarrollado una computadora especializada en el antiguo juego
de mesa chino conocido como Go, dicen los especialistas, el juego más
complicado y de mayores posibilidades estratégicas creado por la mente humana,
incluso muy superior al ajedrez.
Esa tarde de mayo del 2017, se habían dado cita el
campeón nacional de Go chino, Ke Jie y la computadora AlphaGo, en su segunda
prueba profesional, ya había derrotado unos meses antes al campeón Coreano, ese
juego reportó más de 280 millones de televidentes en toda Asia, ahora era el
turno de Beijin, competencia que era televisada y cubierta por la prensa
nacional China y regional asiática.
Ke Jie era un joven de 19 años, delgado, con gafas,
vestido muy formal; la AlphaGo había sido un desarrollo conjunto de una las
filiales de Google que se dedicaban a la Inteligencia Artificial (IA), un
emprendimiento británico llamado DeepMind que Google compró en el 2014,
inyectándole cerca de los 500 millones de dólares para que resolviera el
problema de vencer a un humano en el juego de Go.
El juego se había convertido en un reto insalvable para
la comunidad mundial de IA, el árbol de decisiones que había que resolver era
monumental, el ajedrez era un juego de canicas en comparación, y muchos
investigadores decían que era imposible crear un jugador cibernético que
pudiera contender en una partida amistosa, mucho menos profesional.
El Go apareció en China cerca de 2.500 años atrás, se
dice, fue el primer juego de mesa de la historia, su diseño es engañosamente
simple, un tablero de 19x19 líneas en las que reposan grupos iguales de
piedritas blancas y negras, el objetivo del juego es atrapar en un círculo
mortal las fichas del contrario, un turno a la vez, las reglas de Go se pueden
resumir en nueve oraciones cortas.
El juego terminó por convertirse en uno de los cuatro
artes que debían ser dominados para llegar a ser un académico de la corte
imperial, el juego se basa en ir poco a poco construyendo una estrategia para
atrapar las piedras del contrario, más que habilidades estratégicas se creía,
en la necesidad de alcanzar un estado mental superior, tal como lo exige la
disciplina del Zen, pero la verdad es que matemáticamente las posibilidades del
juego exceden el número de átomos que existen en el universo, esta observación
se mantiene como válida entre los matemáticos que se han atrevido a describir
las posibilidades infinitas de las jugadas.
Y por ser infinitas, los investigadores de la IA creían
imposible construir un oponente digno a la mente humana, única capaz de poder
encontrar soluciones para los problemas que planteaba el juego, y esto fue así
hasta esa tarde de mayo del 2017, toda la comunidad de científicos,
programadores, constructores e inversionistas de la IA estaban pendientes de
este singular duelo, el Go se había convertido en un serio obstáculo para el
desarrollo de la IA.
Y aquí les dejo con el relato del propio Kai-Fu Lee, que
estuvo allí:
Dos
horas y cincuenta y un minutos en la competencia, Ke Jie se estrelló con una
pared. Le estaba dando todo lo que tenía al juego, pero ya sabía que no sería
suficiente. Encorvado sobre el tablero, apretaba los labios y sus cejas se
movían como en un tic, sabiendo que ya no podía contener sus emociones por más
tiempo, se quitó los lentes y utilizó en anverso de sus manos para secarse las
lágrimas de los ojos, sucedió en un instante, pero la emoción detrás de la
escena fue captada por todos. Aquellas lágrimas dispararon una enorme simpatía
y apoyo por Ke. Durante el curso de los tres encuentros, Ke se había montado en
una montaña rusa de emociones humanas: confianza, ansiedad, miedo, esperanzas y
un corazón partido. Había mostrado su espíritu competitivo, pero lo que vi en
aquella competencia fue un genuino acto de amor: la voluntad de batirse en
duelo con un oponente invencible por puro amor al juego, su historia, y la
gente que lo juega. Esa gente vio la frustración de Ke y respondió con
compasión. AlphaGo pudo ser el ganador, pero Ken era el campeón de la gente.
Pero
el resultado de esta competencia tuvo unos resultados inesperados y fue el
despertar del interés y la pasión por la IA en China, no solo el gobierno
dispuso enormes cantidades de capital y poder político en el desarrollo de
estas tecnologías, sino que una buena parte de sus industrias y servicios
tecnológicos se abrieron al área cuando se dieron cuenta que allí había un
futuro sin límites, no solo en el área de seguridad y defensa, sino en salud,
en la industria farmacéutica, en el desarrollo y construcción de aviones, naves
espaciales y submarinos, en la agricultura y en las comunicaciones, todas áreas
de rápido crecimiento, de acuerdo al plan del gobierno chino, pretenden
alcanzar la superioridad tecnológica en el mundo en IA, para el 2030.
Cuando
me enteré de todos estos adelantos fui a mi biblioteca y desempolvé uno de mis
libros clásicos sobre Inteligencia Artificial, de 1964, Controversias sobre mente y máquinas, una compilación de artículos
de Alan Ross Anderson, eran los albores de la especialidad, allí había un
artículo del mismísimo A.M. Turing, el padre de la computadora, quien en los
años cincuenta del pasado siglo ya hablaba de máquinas pensantes, subcríticas y
supercríticas, y decía: “Esperemos que
las máquinas lleguen a competir con el hombre en todos los campos puramente
intelectuales. ¿Pero cuáles son los mejores para empezar? También es una ardua
decisión. Muchos piensan que lo mejor es una actividad de naturaleza tan
abstracta como jugar al ajedrez”.
Y
por allí se fueron varios intentos, hasta culminar con la Deep Blue de IBM que derrotó al campeón mundial Garry Kasparov en
1997, pero era pura fuerza bruta, enorme cantidades de cálculos analizando cada
jugada; varias novedades estaban incluidas en AlphaGo que la hacían
verdaderamente inteligente, y que como Alan Turing predijo “aprendía por
experiencia”.
AlphaGo
contaba con el llamado “aprendizaje profundo” que no es otra cosa que el
desarrollo del concepto de redes neurales, es decir copiar la manera de cómo
piensa el cerebro, no copiando los pensamientos, sino copiando al cerebro
mismo.
La
nueva inteligencia artificial, gracias a los adelantos en poder computacional
de las máquinas, incluso en el nivel de la computación cuántica, y de los blockchains, puede manejar enormes
cantidades de data, a una gran velocidad y que sea la misma computadora la que
realice el reconocimiento de patrones dentro de la data.
Una
vez reconocido el patrón la computadora optimiza una solución a la situación
que analiza y toma una decisión, es la tecnología que están usando en los autos
sin chofer sobre autopistas inteligentes, la AI ayuda a la computadora a “ver”
el mundo, reconoce patrones, un peatón cruzando la calle, o un semáforo en
rojo, y aplica el freno en la intensidad necesaria según el caso, sin ninguna
intervención humana, también se está usando en los nuevos diagnósticos rápidos
del COVID19 y ya forman parte de las nuevas naves que colonizarán la Luna y viajarán
al planeta Marte.
El
mundo está reaccionando ante estos adelantos de manera sorpresiva, para junio
del 2020 ya 60 países tienen directivas nacionales sobre IA (investigación,
desarrollo, acceso a la data, entrenamiento), ya existe un centro de política
internacional para el desarrollo y uso de blockchains,
sobre todo dada su utilidad para tareas de gobernanza o gobiernos en línea,
en este sentido el retraso de nuestro país en estas áreas es lamentable.
Con
estos adelantos, la aparición y popularización de robots para usos domésticos y
de compañía están a la vuelta de la esquina, los robots industriales ya son una
realidad así como los hogares inteligentes, la IA están cambiando nuestro mundo
y lo mejor es estar preparados.
Pero
no todo es color de rosa, con la computación cuántica todas las claves de
seguridad y criptográficas quedarán al descubierto, las nuevas son imposible de
descifrar, y lo más probable es que gracias a la IA, las pérdidas de puestos de
trabajo se van a incrementar exponencialmente a partir de este momento, para muchos
empleos, los humanos seremos obsoletos, muy costosos y propensos a errores y
accidentes. - saulgodoy@gmail.com
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