miércoles, 24 de febrero de 2021

La metamorfosis de la Democracia

 



 

Sir Humphrey: El Yemen del Este, ¿Es una democracia?

Sir Richard: Su nombre completo es La República Popular Democrática del Yemen del Este.  

Sir Humphrey: Ya veo, entonces es una dictadura comunista.  

 

De una serie británica de televisión: Yes, Prime Minister, 1986.

 

Recordemos para no confundirnos, lo que es democracia, y utilizo la definición que da el autor y editor Marc F. Plattner, uno de los grandes estudiosos de la democracia en Norteamérica, lo tomamos de su artículo Iliberal democracy and the strugle of the right, 2019: “Democracia es una respuesta a la pregunta de quién manda. Ella requiere que la gente sea soberana, Si no pueden gobernar directamente, como se hacía en la polis de la antigua Grecia, deberían por lo menos estar capacitados y poder elegir a sus representantes, en unas elecciones libres y justas”.

Hay otras muchas definiciones, pero básicamente democracia es eso, poder votar y elegir, y con las elecciones se da uno de los principales avales para la legitimación del gobierno, es quizás por esta condición, que hacer elecciones se ha convertido en una de las actividades que los regímenes de fuerza realizan con gran fanfarria, para que todo el mundo los vea y los reconozca como una nación civilizada.

Llamarse o hacerse pasar por una democracia es lo que hacen la mayoría de los estados forajidos y también algunas potencias que gobiernan bajo el totalitarismo, ser vistos como demócratas les da a sus líderes cierto lustre y minimiza esa carga de intolerancia y violencia que distingue sus gobiernos policiales y militarizados, lo cual es bueno para hacer negocios, conseguir aliados, ingreso a ciertas organizaciones, conseguir créditos y defenderse con mayor holgura de las críticas y ataques de los que defienden derechos humanos.

Por supuesto, esas elecciones que hacen, por lo general, no llenan las exigencias de calidad y transparencia de los organismos internacionales que las monitorean, y sus resultados son invariablemente la continuación en el poder del mismo partido único, o de algún otro partido político que responde a la voluntad del tirano, elecciones “preparadas” hechas a beneficio de algunos observadores internacionales y periodistas parcializados e interesados.

Pero el problema se complica cuando estas instituciones que vigilan la idoneidad de las elecciones se dejan llevar los las ideologías y los intereses de bloques de países, tal y como sucedió en Venezuela con el Centro Carter y el referéndum con Chávez en el 2004, o con el apoyo a los resultados claramente fraudulentos de las elecciones de Maduro en el 2018 para conformar una nueva Asamblea Nacional y el espaldarazo que le dieron una serie de países socios de Maduro y observadores tan desprestigiados como José Luis Rodríguez Zapatero y el ex presidente de Ecuador Rafael Correa, al aceptar los resultados de su supuesta victoria.

Pero también a veces priva la absurda lógica, entre los entes multilaterales y estudiosos de la política, de que los regímenes totalitarios al entrar en una fase electoral, es cuestión de tiempo para que la población empiece a exigir mejores derechos e instituciones y culminen las presiones sociales por encaminar a los gobiernos a verdaderas elecciones, sobre todo, en aquellos países que sufren de “deficiencias democráticas”, como si se tratara de un bebé, que si se toma el tetero, es probable que se coma la papilla.

Creo dos cosas, que la democracia está siendo utilizada como estrategia para que gobiernos de facto perduren en el poder bajo la fachada de falsas elecciones, y que con la aceptación de estas prácticas se le hace un flaco favor a la democracia verdadera, se degrada y corrompe su significado, lo que puede crear precedentes muy peligrosos.

Por ejemplo, el caso cubano, me acabo de leer el interesante libro escrito por varios autores, Cuba en Revolución, miradas en torno a sus sesenta aniversario, 2019, de la editorial comunista CLACSO, todos defensores de la revolución de los hermanos Castro, el artículo de la camarada Georgina Alfonzo González, La Democracia en Cuba, informa con contundencia:

 

En 1974, teniendo en cuenta el acumulado político del pueblo en el ejercicio del poder, se organizó de forma experimental la institucionalización de los Órganos del Poder Popular. A partir de este momento se hace imposible concebir la Revolución sin las diferentes instancias del Poder Popular como vehículos representativos para que el pueblo pueda ejercer el verdadero poder. El Sistema del Poder Popular en Cuba se erigió sobre cinco pilares básicos: 1) El pueblo propone y nomina a sus candidatos; 2) El pueblo elige por el voto libre, directo y secreto a sus representantes; 3) El pueblo tiene la facultad de revocar a sus representantes en cualquier momento el mandato; 4) El pueblo controla sistemáticamente la actuación de sus representantes; y 5) El pueblo participa junto con sus representantes en las principales decisiones que se adoptan para todo el país. La democracia cubana no se supedita a los intereses electorales para detentar el poder, sino que el sistema electoral se concibe como un ejercicio de democracia directa dentro de los marcos representativos que supone un Estado de derecho en la perspectiva de la democracia moderna. Aunque el sistema electoral no agota el contenido democrático de la sociedad cubana, tiene entre sus características esenciales: la inscripción universal, automática y gratuita de todos los ciudadanos de 16 años o más; la postulación de los candidatos por los propios electores; la inexistencia de campañas electorales; la total transparencia de los comicios y el voto voluntario, libre y secreto de los electores.

 

Recordemos que Cuba tiene una nueva Constitución que fue aprobada el 24 de Febrero de 2019, ya antes se había hecho el acuerdo de la Dirección Nacional del hasta entonces llamado Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC) de cambiar su nombre por el de Partido Comunista de Cuba (PCC), siguiendo con la receta del modelo chino.

Estos cambios probablemente se den en Venezuela, pues se trata de una horma estándar que viene con el Nuevo Orden Mundial, pues ya Maduro tiene en su poder al Partido Comunista Venezolano, vaciado de su vieja guardia, y que al igual que con los otros partidos políticos de la oposición, los está reconstruyendo de acuerdo a esta novedosa interpretación socialista de la democracia, para ponerlos a competir en elecciones “de mentiritas”.

Lo que se lee en el libro sobre Cuba, es una exaltación al comunismo y a tratar de confundir la democracia con la hegemonía del partido único, lo que no dicen los escritos es lo que una vez dijo Benito Mussolini sobre el estado, parafraseándolo quedaría algo así como: “Dentro del socialismo todo, fuera del socialismo, nada”.

Las principales decisiones sobre el tipo de gobierno, el sistema económico, los valores fundamentales de la sociedad, las relaciones con el estado, el tipo de cultura a desarrollar, ya fueron tomadas por los revolucionarios, esto lo hicieron a punta de fusil, torturando, asesinando, censurando, expropiando, hasta tener al país doblegado en un puño, Cuba es y será socialista, así la llamemos democracia, los partidos, los candidatos, los programas tendrán todos que ser socialistas o no van para el baile, esa es la democracia de la que habla el libro.

Pero lo común en el mundo de la política es que la palabra democracia venga en combinación con otra, que es liberal, la famosa “democracia liberal” que tanto éxito ha cosechado en los EEUU y Europa, en este respecto el ya mencionado Marc F. Plattner nos dice:

 

Cada una de estas palabras tiene una historia compleja, con diferentes significados en diferentes lugares y épocas. Democracia deriva de la palabra griega que significa el mandato del pueblo, mientras que liberal y liberalismo derivan del latín que significan libertad. Hoy, sin embargo, democracia es entendida como democracia liberal, por lo que se piensa incorpora la defensa de las libertades individuales. De modo que aspectos como el estado de derecho y la libertad de expresión, de reunión, de religión y de la prensa, que son más propiamente característica de lo liberal, se tienen como fundamentales para la democracia.

 

Pero no nos caigamos a embustes, son dos términos diferentes y de esto dejó constancia el politólogo y personalidad de medios Fareed Zakaria en 1997, cuando dejó constancia en un importante trabajo para la publicación Foreign Affairs, que efectivamente, para la “tercera ola de democratizaciones” en el mundo que se inicia aproximadamente a mediados de los años setenta del pasado siglo, las democracias venían vaciadas de liberalismo.

Eran regímenes que adoptaron el mecanismo democrático electoral pero no eran liberales, y se daba la particular situación que aquellos países donde la democracia había triunfado y desarrollado, era porque aún antes de ser democráticas, eran liberales, pero si a un régimen autoritario se le introduce prematuramente el factor democrático electoral, encontró Zakaria, reducían las posibilidades de que el país se desarrollara en democracia.

Y es que el sentido y el significado de la palabra democracia está tan erosionado, que en China constantemente se habla bien de ella, tal y como lo refirió el actual Secretario General del partido Xi Jinping en su discurso en la 70ma sesión de la Asamblea General de la ONU, diciendo que la democracia era un valor común de toda la humanidad, pero resulta que China ocupa los últimos lugares en los índices de democracia del mundo, y su estilo de gobierno es mucho más férreo en el control de su población de lo que fue con Mao, que ya es bastante.

Todos los líderes autoritarios, casi sin excepción, se bañan de la palabra democracia para darse aires de humanismo y aromas de ilustración, pero por general son los que mantienen a sus pueblos oprimidos y explotados, pero el caso es que también funciona para la derecha, como es el caso del Primer Ministro de Hungría Víktor Orbán, que aunque no es un tirano, pues efectivamente ganó su cargo en justas elecciones, tampoco es un liberal en el estricto sentido de la palabra, pues sus maneras son autoritarias y su agenda política va en contracorriente de sus socios en la Unión Europea, sobre todo en el espinoso asunto de los refugiados y las emigraciones de África y el Medio Oriente, lo que le ha acarreado sanciones, críticas y no pocos encontronazos.

Orbán es de los más radicales en cuanto mantener vivo un nacionalismo cristiano, no permite que se le impongan cuotas de extranjeros refugiados, no acepta impunidad para individuos o minorías, tiene control del aparato judicial, no acepta el multiculturalismo, está en contra de otros modelos de familia que no sea la cristiana, tiene cero tolerancia hacia los matrimonios de un mismo sexo, es un líder populista muy admirado en su Hungría y Rumania, y en muchos países vecinos.

¿Qué nos dice todo este complejo panorama? A mi entender creo que la democracia se encuentra en peligro, lo sucedido con el presidente Trump en las pasadas elecciones en los EEUU  es el humo que me indica que detrás viene el incendio, que los jefes políticos de Corea del Norte, de Nicaragua, de Rusia se digan demócratas porque hacen elecciones mientras le caen a palos a la oposición, que un Nicolás Maduro presuma diariamente de su “talante democrático”, recordándonos la gran cantidad de elecciones realizadas y ganadas por su partido único, mientras nos aplica la receta China (o cubana, que es lo mismo), que las Naciones Unidas avalen elecciones “chimbas”, me da la impresión que los verdaderos demócratas estamos siendo despojados de nuestros ideales y suplantados por una mala copia que terminará representando algo que no somos, siendo alguien que no queremos ser.    -    saulgodoy@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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