El gran entrenador
de béisbol Yogi Berra tiene su dicho particular: «Es difícil hacer
predicciones, en especial sobre el futuro». Aunque no escribiera las obras que
le permitirían ser considerado un filósofo, a pesar de su sabiduría y sus
habilidades intelectuales, Berra puede afirmar que algo sabe sobre la
aleatoriedad. Fue profesional de la incertidumbre, y, como jugador y entrenador
de béisbol, se enfrentó a menudo a resultados aleatorios, unos resultados que
no tenía más remedio que asumir… «El futuro
no es lo que solía ser», dijo Berra más adelante. Parece que tuvo razón: las
ganancias en nuestra capacidad para modelar (y predecir) el mundo pueden
parecer pequeñas ante el incremento de la complejidad de éste, la cual implica
un papel cada vez más importante de lo imprevisto. Cuanto mayor sea el papel
que desempeñe el Cisne Negro, más difícil nos será preverlo.
Nassim Nicholas
Taleb, El Cisne Negro.
Venezuela como país tiene
varios problemas graves que le impiden normalizar su funcionamiento, tiene
problemas de índole política, económica, sociológica, psicológica, histórica,
existenciales… es una larga lista de conflictos y contradicciones que no se han
podido resolver, una buena parte de ellos corresponden a la llegada al poder
del llamado Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, pero hay otros que veníamos
arrastrando desde antes de la aparición de Hugo Chávez en el escenario
político, y otros de más reciente data.
Desde mi punto de vista este complicado cuadro no se puede
resolver en su conjunto sin crear caos y llevar al país a una situación
terminal, debemos hacer un ejercicio de análisis que nos permita ir resolviendo
aquellos problemas que están obstaculizando las soluciones de otros, deberíamos
priorizar y darle relevancia a aquellos problemas que trancan el flujo de
posibles arreglos y salidas, en lo posible pacíficas y negociadas para evitar
justamente agravar los problemas.
La percepción que existe es
que hay un problema político fundamental y es un cambio de gobierno, la salida
del chavismo y la instauración de un gobierno de emergencia, que permita una
transición democrática donde el pueblo, por medio de unas elecciones libres,
decida sobre la conformación de nuevas autoridades que permitan la
reconstrucción del país.
Es una receta que ha
funcionado en otros momentos y lugares, dejar que el pueblo decida, y debemos
recalcar este hecho, que el pueblo decida, no una de las partes, no la trampa,
ni un proceso viciado, no el ventajismo, mientras más limpio y transparente sea
esta elección, mayor será la legitimidad del proceso, lo cual es muy importante
para que exista la confianza en la gente y el resto del mundo, es la única
manera de establecer que la voluntad general, el pueblo de Venezuela exprese su
pensamiento y haga realidad su visión de país.
Pero para llegar allí debemos
enfrentar unos problemas previos, que determinan la posibilidad real de tales
elecciones, problemas como ¿Qué hacemos con el PSUV, con los militares, con el
narcotráfico y la guerrilla, con Cuba, con Irán, China y Rusia?… luego tenemos
los problemas de nuestra oposición y los partidos políticos, la crisis
humanitaria, la pandemia, nuestros refugiados en el mundo, el problema de la
productividad, la deuda externa… pero el problema que mayor prelación tiene
sobre los otros, es el que llamo el problema Maduro, que incluye al actual
líder del régimen Nicolás Maduro Moro, a sus socios más conspicuos (entre ellos
Diosdado Cabello y otros), la familia de Maduro y Cilia, y personajes claves
del mundo de esas finanzas oscuras y que constituyen el núcleo de la riqueza personal
y corporativa del llamado chavismo originario.
Si logramos resolver el
problema Maduro, podríamos tener la oportunidad de ir desmontando el resto del
entramado que tiene paralizado al país, que lo hace invivible y que genera
tanta desconfianza y temor, pero debemos de estar claros que el problema Maduro
es complicado, no lo hemos podido resolver porque las posibles soluciones
implican a otros países, hay una gran cantidad de delitos involucrados, una
enorme masa de víctimas y dolientes pidiendo justicia y compensaciones, hay una
inmensa red de complicidades e intereses que viven de que Maduro esté allí, y
una astronómica cantidad de dinero sucio que debe ser movido y asegurado.
Una de las razones por lo que
lo llamo el problema Maduro, es porque ya Maduro no puede resolverlo, es muy
tarde para que él sea un factor decisorio, entre otras cosas porque él
representa muchos otros poderes que lo utilizan como ficha y tienen control
sobre él, el chavismo en su conjunto son personas demasiado conspicuas, los crímenes
que cometieron demasiado atroces, casi que podríamos decir que no tienen a
donde ir… y sin querer, queriéndolo, como diría un personaje del
entretenimiento infantil de hace unas décadas, el problema nos los endosó a
nosotros, a los venezolanos, en realidad, al mundo civilizado y decente.
Es por ello que nuestra
situación se parece tanto a un secuestro, el régimen chavista tiene secuestrado
al país entero, ellos saben que ya agotaron su capacidad de gobernabilidad y
administración del país, lo quebraron, lo están desalojando de sus habitantes y
los que quedamos, nos obligan a vivir en unas condiciones inhumanas, mientras
esto sucede, ellos son los únicos con capacidad de sostenerse y de procurarse
una calidad de vida a fuerza de dinero y violencia, todos los demás estamos
contra la pared y amenazados.
Pero tampoco ellos pueden
vivir así el resto de sus vidas, las sanciones sí han dado su resultado, se han
convertido en unos parias, no pueden asomarse al mundo libre porque tienen
órdenes de aprehensión, algunos hasta recompensas por sus capturas, no pueden
viajar ni hacer negocios normalmente, el sistema financiero los tiene
mediditos, todos sus negocios lícitos e ilícitos lo están monitorizando, tarde
o temprano sienten que la ley internacional respira sobre sus nucas, les quitan
sus bienes, les congelan las cuentas, arrestan a sus testaferros, se escapan
hoy pero mañana seguro caen, y vivir en esa zozobra no es la vida que ellos
querían lograr con sus estafas y negocios ilícitos.
El mundo libre tiene la trampa
muy bien montada, sin necesidad de enviar tropas o arriesgarse en una
intervención que pudiera salirle mal, se revisten de paciencia y esperan a que
el ratón asome la nariz, lo que hace es aumentarle la temperatura a la candela
de las sanciones y esperan al asecho; los chavistas por su parte, prefieren
quedarse en el país, invertir lo que puedan, tratar de hacer de tripas corazón,
pero porque son parte de una organización internacional cuyo negocio es el
socialismo, todavía se arriesgan a intervenir en los procesos democráticos de
la región, financian partidos y apoyan candidatos, crean caos y promueven el
descontento social, tienen un poder mediático que saben usar en desinformación
y operaciones de propaganda de guerra, y siguen arruinando países y creando
pobreza.
Este proceso de
desestabilización y en contra de los intereses del mundo libre es su única baza
de negociación, siempre y cuando sus Big
Brothers (China y Rusia) los apoyen, porque al final del día, dependen de
ellos para tener el foro y el apoyo mundial que necesitan para reconducir
políticas internacionales, apoyos de organismos multilaterales, cierto consenso
en los foros geopolíticos y cuando necesario, poder real y presencia militar.
Pero de nuevo, todo este
escenario es muy cambiante, los grandes bloques negocian entre ellos y cuando
se reparten zonas de influencias, intereses como los del chavismo son apenas
conchas de maní en una mesa de apuestas.
Maduro al no ocuparse de
mantener una industria petrolera viable y productiva perjudicó de manera
directa tanto a los intereses chinos como rusos, los prestamos e inversiones
que tenían planificadas dependían de un negocio petrolero en marcha, pero la
incapacidad manifiesta del chavismo por mantener en el tiempo planes y
proyectos acabó con aquella posibilidad, fueron demasiados los desplantes y
estafas que los chavistas le hicieron a sus socios comunistas, se burlaron de
ellos y ahora que verdaderamente los necesitan no hay good will en las conversaciones, sólo desconfianza y reclamos.
La atmósfera de negociaciones
del chavismo con sus socios internacionales se ha enrarecido al punto que
Maduro teme por su seguridad si tuviere que irse a China o Rusia, en Cuba no
los quieren, traerían más problemas indeseados y una muy mala reputación, otros
lugares como República Dominicana, España o México o son demasiado expuestos o
no garantizan continuidad si se lograran acuerdos para un eventual exilio, por
lo que lo único que les queda en seguir cavando trincheras en Venezuela
mientras perturban el entorno continental.
Ya para estas alturas no es
secreto para nadie que el chavismo agotó su cupo como gobierno serio y capaz
para los venezolanos, su administración ha sido tan desastrosa que no queda
ninguna parcela de la administración pública donde no hayan demostrado que son
unos buenos para nada, excepto para la corrupción sin medida, el manejo del
programa de vacunación en contra del COVID19 es un claro ejemplo, de modo que
efectivamente, si los venezolanos logramos remover el tapón del problema Maduro
del paisaje, todos los otros problemas podían tener solución viables.
Pero seamos realistas,
¿Tenemos los venezolanos que quedamos en el país la voluntad y la fuerza para contrarrestar
al problema Maduro? En lo personal creo que no, aunque crece la impaciencia, lo
que se avizora en el futuro inmediato es una nueva oleada migratoria de
refugiados huyendo hacia el exterior, el país va a continuar vaciándose, no hay
perspectivas al corto y mediano plazo para que nuestra situación país mejore,
todo lo contrario, va a empeorar y las condiciones de vida se van hacer mucho
más precarias, lo que alimentaría el descontento social y lo llevaría a límites
nunca antes vividos, en una zona muy peligrosa que implicaría una vuelta al
estado natural hobbesiano, a la propia distopía caníbal.
Se podría contar con la
desaparición súbita de algunos jefes del madurismo
como consecuencia del stress que implicaría este tipo de vida, porque sus jefes
ya están en las edades de los problemas fisiológicos del envejecimiento, podrían
darse respuestas internas motivadas a diferencias de opinión o como luchas de
poder entre facciones, a simples venganzas o “soluciones definitivas
políticas”, pero esperar que ellos se autodestruyan tomaría un tiempo que el
resto del país no tiene.
Quedaría la opción de negociar
una cohabitación, que todos sabemos solo se impondría con la trampa y para que
la situación se descomponga en corto tiempo, el chavismo no puede ni sabe
gobernar y menos con otros tomando decisiones por ellos. Si se deja al chavismo
intacto y subterráneo tengo la impresión sería mucho más peligroso para la
comunidad internacional, Venezuela continuaría siendo un problema de seguridad.
Pero el nudo del problema no
se podrá resolver de manera sensata sin la participación del grupo de Maduro,
de su conglomerado, que a estas alturas debería ya estar organizado en una
estructura por la cual canalizar las diferentes estrategias que pudieran
garantizarle la solución menos dolorosa y onerosa a sus problemas, que son variados
y complejos, pero que lamentablemente cuenta con una pobrísima asesoría, sólo
dirigida a atender los asuntos políticos y legales de la peor y más ineficiente
manera, lo cual genera mucho ruido, sobre todo inseguridades y miedo, lo que
hace hace imposible lograr un escenario otro, que el de un Cisne Negro.
Lo que creo se está cocinando entre las grandes potencias, es un corte
definitivo de la situación venezolana, un cambalache importante en algunas
regiones del mundo donde el caso de Venezuela será negociado como parte de un
arreglo global, no principal pero si accidental, y el remedio vendrá de manera
sorpresiva, sin mucho alboroto y como lo saben hacer los profesionales en estos
puntos muertos de las negociaciones.
No veo otro final sino la aparición de un Cisne Negro, que
según su definición sería un evento sorpresivo que cambiaría la situación de
manera radical y donde habría enormes ganancias y pérdidas, lo que debería dar
pie a prepararnos para un cambio de paradigma, que deberíamos aprovechar para
jugar con un paquete de cartas nuevas, esta aparición de un Cisne Negro es algo
mucho más común de lo que la gente se imagina.
Si Maduro hubiera tenido la voluntad y el poder de
corregir la actual ruta de los acontecimientos ya lo hubiera hecho, pero el ya
no controla el timón ni de su vida ni del país, nosotros los venezolanos
mientras tengamos al problema Maduro atravesado en nuestro presente, tampoco
tenemos opción, la comunidad internacional cree que puede continuar a la espera
de que ocurra un Cisne Negro mientras aprieta tuercas y nos manda a negociar
con semejantes ejemplares de la codicia y la trampa, saben al igual que
nosotros que eso es imposible, a los chavistas no les importa sino poder
respirar el próximo segundo para seguir en lo suyo, no tienen la menor idea del
problema en que están envueltos.
Lo que los venezolanos deberíamos estar construyendo es
una opción real y posible para cuando se presente el Cisne Negro, contar con un
equipo humano de primera línea y con un plan, mientras tengamos políticos
haciendo planes de cohabitar con el chavismo como la única opción realista,
significa que ni conocen del principio de la incertidumbre ni creen en los
cálculos probabilísticos, y para quienes no lo sepan, nuestra vida política
está llena de circunstancias aleatorias que aparecieron sin tocar la puerta. -
saulgodoy@gmail.com
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