Hay cosas difíciles de negar, como el día y la noche, lo
húmedo y lo seco, lo que está en buen estado y lo que se encuentra podrido, la
evidencia se resiste a cualquier otra consideración retórica, artificial o
impuesta por la fuerza, lo que es, es y lo que no, no es.
Esa ideología para enanos de espíritu que es el chavismo-madurismo,
es una creación para homicidas, ladrones, traidores y mentirosos, no hay otra
posibilidad, de la misma manera que el Cremer Rouge del Pol Pot, el nazismo de
Hitler, El Templo de la Gente de Jim Jones en Guyana, idearios y organizaciones
para captar gente dañada en los afectos y disminuidas mentalmente; de esa misma
forma, el partido PSUV fue montado como una telaraña para atraparlos con
promesas de gloria, patriotismo y amor, para caer en un marasmo de violencia,
prejuicios y odios contra sus propios hermanos venezolanos, y no es de
extrañar, ya que se trata de una franquicia cubana, que fue montada en nuestro
patio desde el seno de nuestras Fuerzas Armadas.
Solamente hay que escuchar las alocuciones públicas de su
líder, Nicolás Maduro, para entender los mecanismos siniestros que acciona
contra la oposición política democrática; en un año que presumiblemente es
electoral, utiliza los recursos de las supuestas conspiraciones y atentados en
su contra, de planes y operaciones desestabilizadores por parte de Estado
Unidos, de míticos intentos de subvertir el orden social por parte de los
sindicatos a cuyos jefes persigue y desaparece, y tiene a la principal
candidata de la oposición democrática amenazada con procesos e inhabilitaciones
para evitar que participe en las próximas elecciones, de las cuales Maduro pretende
tener el control total, obviando veedores y curiosos, con el Consejo Nacional
Electoral (CNE) y el Tribunal Supremo de justicia (TSJ) presididos por gente
absolutamente leal a su voluntad… pero sin pueblo.
Pero el discurso que le escuchamos es el de un demócrata,
señalando que se trata de un año electoral y que las elecciones se van a
realizar, a pesar de no tener fecha, ni cronogramas, ni un registro de votantes
confiable y al día, ni mención al voto en el extranjero, donde medio país ha
emigrado por temor y desesperanza, pero se trata de una obligación
constitucional -dice- y hay que cumplirla, esto lo afirma confiado en los
manejos internos del CNE, que le sirve las victorias en bandeja de plata, a
pesar de no contar con los votantes que requiere para sus pírricos triunfos.
El ataque que le montó a las Organizaciones No
Gubernamentales (ONG), emitiendo órdenes de aprehensión contra intachables ciudadanos
al servicio de las más altas causas humanitarias en Venezuela, a los detenidos,
que vegetan en sus mazmorras y que son torturados, a los periodistas que son
perseguidos como si fueran criminales, a los jefes de comando de campaña de
María Corina Machado, que han sido detenidos (desaparecidos), con los que
amonta una agresión contra el sistema democrático y las libertades
fundamentales de los venezolanos. El PSUV pretende desmontar al país y sus
instituciones para que no puedan defenderse, reclamar y denunciar los abusos de
poder.
¿Por qué el gobierno revolucionario bolivariano no dice las
cosas por su nombre? Y pretende que con un discurso absurdo y banal tapar lo
que verdaderamente piensa y hace, que no es bueno ni para su reputación ni para
su credibilidad el mantener este doble discurso, justo en el momento que más
necesita legitimación y reconocimiento de la comunidad internacional, pues el
país está embarcado en una burbuja de ilusiones de reactivación económica,
gracias a la relativa mejora de su actividad petrolera, concedida por la Casa
Blanca ante la expectativa de que Maduro respetara los acuerdos alcanzados en
Barbados sobre el futuro evento electoral, incluyendo el reconocimiento de la
candidata opositora, para que se mida electoralmente con todas las garantías
democráticas, y que el pueblo decida quién será su próximo presidente.
Maduro distorsiona la realidad de nuestro país porque
considera que en el resto del mundo hay sólo idiotas, y que le basta su falso
discurso para marear a la comunidad internacional y para que no se den cuenta
de lo que verdaderamente está haciendo, por eso tiene una severa censura
informativa dentro del país y el que hable o denuncie las trampas, lo hace a su
propio riesgo. Imaginen que en días pasados, en una intervención nacional por
todos los medios de comunicación, se atrevió a decir, con un cierto dejo de
cinismo cruel, que sus oponentes se orinaban y palidecían cuando sus
escuadrones de la muerte los iban a buscar. Alguien que se jacte en público de
tamaña cobardía, un jefe de estado en el manejo del poder absoluto que se
solaza en el terror que sus matarifes y torturadores producen ante una
población desarmada y pacífica, tiene que estar muy enfermo allá adentro.
Pero de nuevo la pregunta ¿Por qué lo hace?, ¿Por qué abusa
de nuestras mujeres, porqué las humilla y las persigue, qué lo lleva a tal
grado de misoginia y violencia de género? Está más que claro que no quiere
perder el poder, que se cree ungido por una presidencia vitalicia, por una
popularidad que no tiene, pero que cree poder recuperarla si la situación
económica mejora en el país. Pero la verdadera razón no sólo raya en una
vanidad perversa de que él es un verdadero demócrata, porque se cree mejor
presidente que muchos otros en occidente, una especie de Rey Salomón, que obliga
a su pueblo a probar su concepto de justicia, un concepto que aprendió en La
Habana mientras era indoctrinado en sus años de juventud.
Venezuela es un país evolucionado en política, muy a pesar de
su lastimosa situación actual; somos demócratas auténticos, casi que
genéticamente, y nuestra condición de demócratas fue ejemplo en el continente.
Una buena parte de nosotros sabemos ya cómo y porqué perdimos el país; esa
inmensa migración que ha salido de Venezuela busca refugio en países con
presentes democráticos estables, en los que existe estado de derecho, donde
pueden desarrollarse como personas, porque el país en el que se ha convertido
Venezuela no les iba a dar esa oportunidad, ya que está en manos de socialistas
que creen que, empobreciendo a la gente y haciéndola ignorante, se harán
siempre indispensables.
Hace ya mucho tiempo, a finales del siglo XIX, Federico Nietzsche,
el filósofo alemán que veía al estado como un instrumento para buscar el
mejoramiento del ser humano, para perfeccionar y hacer más felices a sus
ciudadanos, no estaba de acuerdo en elevar al estado como objeto de culto;
pensaba que el estado como fin era simple idolatría, y tratar de asumirlo como
sagrado y pieza fundamental de la vida es absurdo. Tanto Lenin, como Stalin,
Mao y Castro, entre otros muchos, trataron de hacer del partido y del gobierno
algo perfecto e indispensable, sin el cual la gente no podría vivir; ellos, fascistas
que se proclamaban auténticos representantes del estado, obligaban a los
ciudadanos a servirle y sacrificar su existencia por el gran Leviatán.
El chavismo-madurismo fue una idea desarrollada por los
laboratorios de ideología cubanos, a imagen y semejanza del modelo de estado
soviético, con la firme intención de capturar las mentes débiles y confundidas
de los militares y venderles un imperialismo comunista bolivariano, en el cual
ellos serían los protagonistas, los amos de una nueva colonia que tendría como
misión liberar a los pueblos oprimidos. Eso era parte de un culto, tan
equivocado como el que intentaba proponer Richard Wagner, el gran compositor y
autor de las espectaculares óperas de su tiempo, que promulgaba el “germanismo”
una concepción política del poder, donde mezclaba los mitos teutónicos, del
guerrero conquistador sobre todas las demás razas inferiores y su destino como
dueño del mundo.
Era una pareja poco común, compuesta por un humilde, pero
brillante, profesor universitario de Basilea, y el genio indiscutible de su
amigo Wagner, al que admiraba, que estaba en la cumbre de sus poderes
creativos, quien también lo tenía en alta estima y lo recibía en su hermosa
villa en Tribschen, en Suiza; los separaban 31 años, siendo Wagner el de mayor
edad. Fue a partir de ese choque de visiones del poder y del “ethos” del pueblo
alemán como se inició el rompimiento de aquella amistad, y ya para mediados de
1870 eran polos opuestos en asuntos de fondo que incluían la misma naturaleza
del romanticismo alemán. Nietzsche veía al nacionalismo que se esparcía por el
Reich de Bismark como una enfermedad y, a pesar de su férrea oposición al
estado como fin político, al rabioso antisemitismo que propugnaba, no pudo
evitar que décadas después, el cabo Hitler llegara al poder, y condujera a
Alemania a la ruina, montado sobre aquellas creencias.
Y fue precisamente en aquel festival de Bayreuth, dedicado a
presentar las apoteósicas obras de Wagner ante un público asombrado por los
efectos, la música y la puesta en escena, que Nietzsche se dio cuenta del
peligro que corría su patria con aquellas ideas, en sus palabras: “En Bayreuth la honestidad se consigue solo
en la masa, como individuo uno se miente, uno se miente a sí mismo. Uno deja a
su persona en casa cuando va a Bayreuth; uno renuncia al derecho de usar nuestra
propia lengua y criterio, nuestro propio gusto, incluso nuestro propio coraje…
en contra de Dios y el mundo”.
En los regímenes socialistas totalitarios, en sus discursos,
en sus conciertos y festivales, si bien no con obras tan pesadas como el
“Anillo de los Nibelungos”, encontramos la misma alienación que en los
conciertos de salsa, reggaetón y en el vulgar “perreo”, que se producen esa vehemencia entre la multitud ebria e
inconsciente, dispuesta a la violencia colectiva contra sus detractores.
El poder espiritual de las democracias deviene de la
soberanía popular, que no es otra cosa que cada individuo como dueño de su
propio destino en medio de las libertades políticas y, en ese sentido, nuestras
mujeres han sido la fuerza de choque contra el fascismo revolucionario, por eso
es que tenemos a tantas profesionales, madres y lideresas, luchando contra las
ideas totalitarias que propugnan los rojos rojitos, ellas saben lo que sus
hijos pueden o no emprender, y necesitan la libertad para ellos como del oxígeno
para respirar, ellas entienden que será por el propio esfuerzo de sus
descendientes como éstos saldrán adelante, y no por medio de bonos, becas,
bolsas de comida y otras canonjías que los socialistas regalan como limosna, para
hacerlos dependientes del gobierno.
Por eso las mujeres conforman la primera fila del relevo
político en Venezuela, convirtiéndose en las víctimas propiciatorias del
carnicero de Cúcuta y del aparato represivo cubano, consumado por unos
militares supuestamente venezolanos quienes han olvidado quiénes son sus
madres, hermanas, hijas y esposas, y le hacen el trabajo sucio a los invasores
extranjeros.
Para que los revolucionarios bolivarianos puedan atraer
inversiones, crear confianza para fortalecer la economía, generar riqueza, crear
empleos y tener presupuesto para el “gasto social” necesitan obligatoriamente
apoyarse en un sustrato legal, es decir algo que esté fuera del estado que les
de legitimidad; ese “algo” es, sin duda, la tradición que sustenta el orden
político, y esa tradición está encarnada en el soberano. Los
chavistas-maduristas, desde el primer día de su mandato cuando ganaron las
elecciones en 1999, han tratado por todos los medios de manipular, tergiversar,
adulterar, el significado del mandato del soberano, de la voluntad del pueblo
de Venezuela, sustituyendo la voluntad popular por los funcionarios del estado.
De hecho, el tan mentado “modelo Chino” de gobierno no es otra cosa que una
burocracia oficial mantenida y venerada por el pueblo como sagrada y necesaria.
Por ello sus vanos intentos en identificarse con la figura
de Simón Bolívar, a quien tuvieron que desfigurarlo y violentarlo para que
calzara en su arquetipo revolucionario castrocomunista, a eso se suma el
discurso de la Patria Grande deformando el concepto de la Gran Colombia, el de
una Venezuela antiimperialista (antinorteamericana) pero atada a los
movimientos insurreccionales y fundamentalistas, y la especial vocación de
integración y hermandad con el régimen cubano, que durante el mandato de Fidel
Castro trató de invadirnos militarmente, y que nunca cejó en su intento de
interrumpir para su conveniencia nuestro hilo democrático y constitucional.
Chávez violentó el orden de los acontecimientos al imponer a
toda costa a un extranjero indocumentado como candidato a la presidencia de la
República, no le importó romper con el ordenamiento legal, para que Maduro
llegara a fuerza de perjurio a la más alta magistratura, haciendo que el PSUV, manipulando
los resultados electorales y con violencia a granel, lograra su objetivo y, de
esta manera, copara los espacios políticos con un discurso que nos decía, que
los venezolanos habíamos decidido y elegido a un venezolano de pura cepa como
nuestro representante… la verdad es que usurpó el cargo en nombre de Cuba.
El mundo lo sabía, no hubo país que debido a estos manejos
cuestionara la pulcritud de los procesos electorales automatizados, y mientras
las auditorías sobre los resultados aumentaban en número y profundidad, en Venezuela
todo se resolvía con un anuncio de “la tendencia es irreversible” dados desde
una tarima en el CNE.
Y mientras el país se
desmoronaba por tanta corrupción e ineptitud, Chávez y Maduro tomaban sus arpas
y cantaban elegías al socialismo esclavizador, ellos eran el ejemplo para un
mundo de “justicia social”… muy pronto, el país estaba en todos los radares del
mundo, en situación de alerta, debiéndole dinero a todos, robando lo que no era
de ellos, al mismo tiempo que empezábamos a exportar organizaciones criminales
y se iniciaba un flujo incontrolable de refugiados. Esto sucede hasta el día de
hoy, a pocos meses de un proceso electoral, donde ya anuncian que la “Furia
Revolucionaria” cobrará venganza de los venezolanos traidores que no complazcan
al gobierno, con unas elecciones que van a tratar de torcer en la medida en que
el mundo libre y los venezolanos se lo permitamos.
De nuevo, para ellos, que están en el poder y no quieren
soltarlo, los crímenes contra la oposición democrática se premian con la impunidad;
para los contrarios, allí tienen a la Fiscalía y los tribunales, dispuestos a
acusarlos de traidores a la patria, instigadores del odio, conspiradores y
homicidas en grado de intención… no es posible tapar el fascismo con un dedo
porque se les está desparramando por todas partes.
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