El título de este artículo trata de diferenciar el concepto
de soberanía según el chavismo, que como ya veremos no solo es impropio y falso,
sino que en términos funcionales, solo sirve para asustar a los ignorantes y tratar
de darle brillo y legitimidad al poder de mafia y pandilla que tanto Maduro
como sus cómplices Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez tienen como fin del
estado.
El término de soberanía experimentó un rápido cambio al
final de la Primera Guerra Mundial como resultado de una reestructuración del
Orden Mundial, nacido del tratado de Westphalia, el concepto de soberanía le
daba cuerpo y funciones al estado moderno; en la ficción jurídica resultante,
cada estado-nación consistía en una voluntad independiente y absoluta de poder,
que en manos de una persona o distribuidas en instituciones y rangos,
representaba a sus ciudadanos en todas las decisiones, tanto internas como de
política internacional frente a los demás estados, y su concurrencia en los
foros internacionales lo hacía en términos de igualdad, sin importar el tamaño
o el poder de los participantes a estos foros.
A lo interno la soberanía encarnaba el poder absoluto del
estado frente a sus súbditos, lo legitimaba al punto de imponer a la fuerza sus
designios y de convertirse en el único árbitro en los asuntos internos de su
nación, esto era una herencia del estado absolutista de las monarquías europeas
que creían que el poder derivaba directamente de Dios a sus testas coronadas.
Para algunos estudiosos, este concepto primario expresado en
términos absolutamente Hobbesianos, escondía entre sus pliegos, al oscuro
germen del autoritarismo más descarnado, pero al finalizar la llamada Guerra
Fría, y con el triunfo del realismo en la política internacional, la soberanía
se vio seriamente cuestionada, al punto que, pensadores de la talla de un Jacques
Maritain, pidió su abolición en los años de la entre guerra.
En el nuevo escenario de la globalización, era cada vez más
difícil sostener la monolítica idea de la soberanía que nos venía de los
primeros estudios de Bodin en el siglo XVI y luego de Hobbes en el XVII, entre
otras cosas debido a la intensa y rápida fluctuación de las alianzas, pactos y
conflictos que surgían en el tablero mundial, y de la expansión de problemas que
ignoraban las fronteras, como los desastres climáticos, las epidemias, las
guerras, el crimen organizado...
Pero además, propiciados por los intereses políticos,
comerciales, militares y culturales que estaban en permanente movimiento, las
inversiones, el entretenimiento y los mercados en crecimiento no podían esperar
a los procedimientos burocráticos de una soberanía retardataria, que lo que
busca es poner en primer plano los intereses egoístas de las naciones estados.
A lo interno, tampoco parecía posible preservar la
concentración del poder, los estados se veían obligados a compartirlo con
diferentes oficiales encargados del territorio como gobernadores y alcaldes,
luego con grupos de interés, algunos de carácter étnico, otros que aglutinaban
gremios de trabajadores, profesiones, poder financiero y con el fortalecimiento
de la ideología liberal y la promoción de la democracia, con el sistema de
partidos políticos, ONG´s y grupos de
opinión, ese poder absoluto se fragmentó y se tuvo que recurrir a las
negociaciones, y a una verdadera apertura de la participación, tal como lo
expresó Rousseau cuando hablaba de la voluntad colectiva como la base real de
la soberanía.
Chávez, cuando fue presidente de Venezuela, propugnaba por
una multipolaridad en el mundo, lo que lo convertía en un globalista, solo que
en su caso privó lo ideológico y su posición antiimperialista lo llevó a romper
vínculos con nuestros socios tradicionales en Europa y Norteamérica, pero lo
hizo de una manera poco amigable y amenazante, ganándose enemigos poderosos y
poniendo al país todo en un peligroso curso de retaliaciones, de nada sirvieron
las advertencias y voces de alarma, a lo interno de Venezuela el chavismo se
impuso bajo el modelo fascista militar, y de hecho estableció una hegemonía
política que anulaba toda oposición.
Pero fue una hegemonía muy sui generis ya que permitía que extensos territorios del país
fueran controlados por fuerzas subversivas extranjeras como grupos guerrilleros,
colonias de mineros ilegales, avanzadas de emigrantes árabes y fundamentalistas
musulmanes, y no contento con eso permitió de manera abierta y pública, la
intromisión de oficiales cubanos en el seno de nuestras fuerzas armadas, y
entregó los registros públicos y notarías a empresas extranjeras en detrimento
de la confidencialidad de la información de los ciudadanos sobre sus relaciones
y propiedades.
El globalismo chavista se caracterizaba por hacerse miembro
de los países no alineados, de los clubes de las excolonias como CARICOM, creo
asociaciones como el ALBA o Mercosur, que agrupaba a gobiernos socialistas,
coqueteó con los BRICS, como alternativa de bloques económicos, se anotaba con
todos los conflictos Norte-Sur en favor de la izquierda internacional, afianzó
su amistad con los países radicales musulmanes y con todo grupo revolucionario
y fundamentalista, esta pretensión marcadamente anticapitalista,
específicamente como enemigo de Estados Unidos de Norteamérica fue seguida como
política exterior por Maduro, contrario a lo que pensaba y sentía la mayoría
del país, y por seguir esta senda violenta y con conexiones en el submundo del
crimen, Venezuela fue objeto de sanciones internacionales que afectaron nuestro
desarrollo, todo por una comezón de orden ideológico y su filiación a los
países dependientes del castro comunismo, dirigidos desde La Habana (y
finalmente desde Rusia y China).
Pero, y este pero es importante, ya que imbricado en el concepto
de soberanía, viene la posibilidad de hacer política, de que las sociedades a
lo interno, puedan discutir y darse el mejor sistema posible de gobierno para
alcanzar sus fines como nación. El politólogo James Tully nos advierte: “La soberanía en su sentido no-absoluto
significa la autoridad que tiene la gente en una cultura diversa de asociarse y
gobernarse ellos, por sus propias leyes y libres de cualquier subordinación
externa.” Pero además, tenemos la advertencia del estudioso R.G.
Collingwood: “… y aquellos quienes
descartan la soberanía como una ficción degastada, en realidad tratan de
desconocer la problemática integral de la política.”
Pero por la naturaleza radical y corrosiva del chavismo hace
imposible una utilización racional de la terminología, y la soberanía es
utilizada de manera pragmática, por lo que el concepto se hace ambivalente,
relativo y sujeto a los intereses del poder de turno.
Cuando uno escucha a los funcionarios chavistas hablar de
soberanía, sobre todo en el ámbito judicial, podemos notar las contradicciones
y el utilitarismo con que es usado, los delitos de traición a la patria, de
conspirar en contra de la seguridad del estado, que tienen su sustento en el
concepto de soberanía, se desmorona cuando somos conscientes de que es el mismo
gobierno chavista los que utilizan la soberanía para destruir el país en su
base ecológica e integridad ambiental por medio de una minería salvaje,
desarrollos turísticos en áreas protegidas, del comercio de especies en
extinción, de la proliferación de derrames petroleros incontrolados, que son
delitos que hacen un daño mayor a la integridad territorial y la calidad de
vida de los venezolano.
No hay que ser un genio para darse cuenta que la soberanía
es usada a discreción por un gobierno corrupto, cerrando medios de comunicación
que se atreven a denunciar los crímenes del estado, persiguiendo a las ONG´s que los ponen en evidencia en sus
oscuros manejos y modificando a discreción acuerdos políticos, simplemente
interpretando las leyes a la conveniencia de sus intereses, la impresión que da
el gobierno chavista es que se trata de un intermediario de la soberanía
nacional, la cual está a la venta para aquellos que puedan pagar el precio que
ellos exigen.
En términos de hacer cumplir el mandato soberano a lo
interno, el chavismo está sumamente limitado, cuenta con las armas de la
República, con sus Fuerzas Armadas y el aparato represivo que maneja como si
los ciudadanos fueran el enemigo, permite el concurso de órganos foráneos de
inteligencia y control social, siempre pendientes de la ratio Violencia/Reacción
Social no los desborde pues son minoría, y la fuerza pública, inconstante en
sus lealtades. Pero es haciendo valer la soberanía del país en el escenario
internacional, donde se le ven las costuras al concepto que maneja el chavismo,
a lo externo la soberanía se respalda con poder, con maquinarias militares
capaces de movilizarse globalmente de manera efectiva, con inteligencia que
pueda entender y anticipar situaciones complejas de peligro e inestabilidad,
con el dinero suficiente para soportar conflictos de baja y alta intensidad en
el tiempo, con bloques de países aliados que respalden las medidas.
El gobierno de Maduro no pudo imponerse en su pretensión a
un simple avión que reclamaba como suyo y que fue incautado y destruido por
otro país, no pudo hacerle frente a un cúmulo de sanciones económicas y penales
en contra de su gobierno, no ha podido hacerle frente a una emergencia
humanitaria que sufre la población a pesar del respaldo internacional para
solucionarlo, ha sido incapaz de levantar su muy disminuida industria petrolera
que ellos mismos se encargaron de desmantelar, no han podido frenar procesos
penales en contra del mismo Maduro por violaciones de derechos humanos, los
reclamos territoriales que tiene el país en organismos internacionales no se
encuentran bien aspectados, precisamente por su debilidad en el manejo de la
soberanía… en fin, la soberanía absoluta con que se llenan la boca se encuentra
muy golpeada fuera de nuestras fronteras.
Hace falta una reingeniería de la soberanía en Venezuela, no
podemos continuar manejando terminología e ideas que están fuera de la realidad
actual, pero para ello hace falta un nuevo gobierno con una concepción
diferente del estado, necesitamos administradores sensatos y con conocimiento
del mundo actual, de las instituciones paraestatales y globalizadas que están
manejando parte importante de la comunidad de naciones civilizadas, la
globalización no es una moda ni una tendencia, es un estadio evolutivo
necesario en la consecución de un nuevo Orden Mundial para un planeta en
problemas, donde ya las crisis nos afectan a todos.
Pero en Venezuela todavía encontramos a unos revolucionarios
del jurásico que expulsan del país a observadores internacionales, que no paga
su cuota respectiva en los organismos multilaterales, que pretenden hacer
trampas electorales para legitimar su desastroso gobierno, frente a un mundo
que observa asqueado y asombrado los malabarismos de Maduro, bajo la excusa de
que somos soberanos y hacemos lo que nos da la gana.
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