Hay algo contranatural en todo lo que hace el chavismo,
proclamando buenas intenciones y un supuesto “amor” por la gente y la
naturaleza, pero todo lo que toca y se propone termina siendo o un negociado,
lleno de trampas y engaños, o un desastre, cuyas consecuencias se miden en pérdidas
y miseria para las comunidades que se hacen parte de sus planes y proyectos.
El medio ambiente ha sido, desde el día uno de su
instauración como gobierno, la principal de sus recurrentes víctimas; en estas
más de dos décadas, nuestro hábitat ha sufrido la expoliación y la destrucción
que ni siquiera una invasión de nuestros peores enemigos hubiera podido
provocar.
El daño que le han infringido al país, en términos de la
capacidad de sustentar vida, es de tal magnitud que hay regiones enteras del
país, geográficamente estratégicas, que han sufrido enormemente el pillaje y el
envenenamiento progresivo de sus territorios, cuando no la extinción de sus
aborígenes por abandono y enfermedad, que será sumamente difícil poder
recuperar en el corto y mediano plazo, y van a suponer un enorme esfuerzo de
inversión y trabajo que va a durar décadas, así de grave es la situación.
Pero no vamos a escribir sobre los grandes ecocidios que
estos mal llamados socialistas bolivarianos, que son muchos y muy graves, y que
están atentando en contra de la posibilidad de sustentar calidad de vida para
las futuras generaciones, para esos venezolanos que aún no nacen y que tienen
igual derecho de tener un país viable y con posibilidades para vivir, tener
familia y prosperar.
Aquí va uno de los tantos ejemplos de esa jugada diabólica,
materialista y de mentalidad de garimpeiro que tienen todos aquellos asociados
al proyecto chavista-madurista y que intentan hacer fortuna rápida y siniestra
con emprendimientos que se suponen buenos y aptos para una mejor sociedad.
Es el caso de la enorme cantidad de proyectos y
establecimientos de ganado caprino y ovejas, que han aparecido alrededor de los
grandes centros urbanos, y se los refiero de una experiencia personal que estoy
viviendo en la urbanización Ecológica Chalet-Ville, un emplazamiento de
carácter residencial y rural enclavado en medio de una de las principales
cuencas hidrográficas del Estado Miranda, y que ha sido tomado por personas que
están tratando de imponer este tipo de actividad a costa de la destrucción de
uno de los hábitats naturales más importantes, clave para la sustentabilidad
del Área Metropolitana de Caracas.
La actividad caprina ha incrementado su importancia en las
últimas décadas al ser un importante medio para la producción de proteína
animal para los países del mundo, sobre todo para los más pobres; de las formas
de producción animal es la más rápida y confiable, si se realiza de acuerdo a
las normas y atendiendo la experiencia mundial para este tipo de explotación.
Europa, Asia y África, de donde son oriundas la mayoría de razas de esos
pequeños rumiantes, tienen siglos de experiencia en el manejo de esos rebaños
de animales que los han acompañado por varios siglos.
Como todo en las culturas de los pueblos no ha sido fácil,
cabras y ovejas tienen una forma de vida y condiciones de manejo que se han
perfeccionado hasta llegar a lo que hoy es considerado una de las
agroindustrias más productivas y confiables del mundo, producen leche (y sus
derivados en quesos, dulces, yogur, etc.), carnes, algunas tan gustosas que son
parte de los menús en establecimientos de la alta cocina, sus lanas y cueros
son parte importante de la industria de la moda, de muebles y otros
subproductos. De modo que, efectivamente, si la producción de estos animales se
hace de la manera apropiada, resulta no solo una actividad comercial altamente
productiva, sino incluso beneficiosa para el medio ambiente… pero el truco, el
secreto, es hacerlo de manera apropiada, cosa que para el chavismo no existe.
La lógica del chavismo es muy corta en sus términos, sólo
ven la parte que genera dinero con el menor esfuerzo posible, lo demás no les
importa; cuando pensaron que era una actividad productiva a muy corto plazo, de
un manejo no muy complicado, que simplemente era contar con un rebaño que
podían soltar en las montañas para que se alimentara sin mucho trabajo e
inversión, dijeron que se trataba de algo bueno para las enormes masas de gente
hambrienta y necesitada que les pedía a gritos mejorar su situación
existencial.
Pero, dado el estado de cosas dentro del país, el deterioro
de la infraestructura, sobre todo las vías de comunicaciones, embalses, energía
eléctrica, la falta de dinero y, por ende, de presupuestos para ordenar las
actividades, sobre todo en las tierras productivas del país… la salida más
fácil (que es la manera como los socialistas revolucionarios arreglan los
problemas) era dejar que estos “emprendimientos” se situaran en las zonas
extraurbanas, adyacentes a los grandes mercados pero obviando los servicios
precarios que todo el país está padeciendo, el gancho estaba en que la
producción estaría “ a un salto de mata” de los consumidores.
Ni siquiera les importó que estas zonas perimetrales de los
grandes centros urbanos estuvieran comprometidas en la planificación urbana
como zonas de protección y conservación de cuencas productoras de aguas, de
parque nacionales, de áreas protegidas, de cinturones verdes y zonas de expansión.
Para ellos se trataba de “terrenos sin producción”, que no le servían a nadie
para fomentar la actividad económica; y los trocaron en lugares perfectos para
iniciar al pueblo en esas actividades agro productivas que alimentarían a las
masas con todo tipo de bienes.
Para el chavismo la naturaleza sólo tiene un propósito,
alimentar la bolsa de dinero de los funcionarios en el gobierno en actividades
de producción extractiva, a la manera de un “capitalismo salvaje”, que no tiene
en cuenta el cambio climático, la producción de agua fresca, la integridad de
los bosques para asegurar la calidad del aire que respiramos y el sustento de
otras especies, que no se fija en la calidad de los suelos para su
productividad, en su utilidad como parques y sitios de recreación… y fue de
esta manera como una “buena idea” se convirtió en una maldición.
En Venezuela, la actividad caprina y ovina estaba
concentrada en los espacios naturales que le eran propios y beneficiosos, como
lo eran las zonas áridas y semiáridas del país, el Estado Falcón, los estados
orientales, los centros occidentales como Lara y Cojedes, allí prosperaban los
rebaños y la cultura que se tejía alrededor de estas prácticas agrarias. Pero,
de un momento para otro, las áreas protectoras de las ciudades, algunos parques
nacionales y espacios naturales, que no estaban preparadas para esta actividad,
empezaron a sentir los perniciosos efectos de las peores prácticas de este tipo
de ganadería.
La introducción de estas especies en áreas que no les son
endógenas puede generar situaciones de deterioro ambiental a muy corto plazo;
cuando se hace sin contar con las experiencias, la asistencia técnica, sin el
debido financiamiento ni supervisión, cuando no hay normas ni autoridades que
exijan unas buenas prácticas, el desastre ambiental se encuentra a la vuelta de
la esquina.
Las cabras y las ovejas son animales delicados, que
necesitan de una serie de medidas de asistencia sanitarias y manejo que son
fundamentales para su sobrevivencia, son animales que fácilmente pueden ser
objeto de infecciones bacterianas, de contagios, epidemias y que enferman si no
son debidamente controladas, enfermedades mortales como encefalitis, diversos
virus que atacan la piel y las ubres, neumonías, brucelosis, hasta rabia y otra
serie de enfermedades altamente contagiosas; para ello existen ciertas normas y
tratamientos que incluyen unas instalaciones adecuadas para su albergue,
corrales, pesebres, lugares de cuarentena, se trata de infraestructuras que no
están al alcance de todo el mundo.
Según el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos Mundiales en
Zoonosis de 1958, se denomina zoonosis a “aquellas enfermedades e infecciones
que se transmiten, de forma natural, entre los animales vertebrados y el hombre
y viceversa” (Daza Andrada y col., 2004). Debido a su situación epidemiológica,
algunas zoonosis se encuentran dentro de los planes de control y erradicación,
lo cual es muy importante, pues se trata de enfermedades que pueden saltar de
una especie a otra y crear peligros de epidemia.
Los rebaños necesitan gran cantidad de agua fresca, espacios
de pastoreo, un servicio continuo de supervisión, requieren forrajes y
complementos vitamínicos; las hembras necesitan ser apartadas al momento de
parir, las condiciones sanitarias deben ser óptimas para no crear focos de
contaminación, sus excrementos y orina son altamente peligrosos si se dejan sin
tratamiento adecuado, igual sucede con las aguas producto del suero lácteo; los
animales tienen una pisada fuerte, comprimen los suelos y los hacen
improductivos y, si se les deja sin supervisión, pueden fácilmente y con
rapidez acabar con las especies vegetales autóctonas de las ecoregiones.
Las condiciones para el beneficio de los animales en carne y
leche son operaciones altamente delicadas, cualquier descuido puede contaminar
estos productos y convertirse en una amenaza para la salud humana, son animales
que no pueden dejarse en libertad pues podrían acabar con el delicado balance interespecies
y dejar desolada una región completa, un mal manejo de estos rebaños se
distinguen de inmediato por la presencia de olores ofensivos y una gran
cantidad de moscas.
Los funcionarios chavistas con acceso a los recursos del
estado pueden proveer las condiciones necesarias para un buen manejo de estos
rebaños, de hecho, algunas de las instalaciones y haciendas que tienen esta
actividad agroproductiva y cumplen con todas las exigencias de ley para el
manejo de estos animales, son de su propiedad, sus haciendas personales, donde
con el dinero obtenido por la corrupción han podido levantar estos pequeños
emporios; pero para el grueso de la población no es así, convirtiendo el
emprendimiento en un peligro para los demás.
Tanto la asistencia técnica como elementos como vacunas,
suplementos alimenticios y tecnología de punta para estas actividades, son
costosas y difíciles de conseguir, y qué decir de instalaciones donde puedan
mantenerse, que incluyen corrales apropiados, cercas con requisitos específicos
para impedir que se salgan, disposición adecuada de sus desechos…; no es un
secreto para nadie que la mayoría de los productores independientes y familias
campesinas pasan enorme trabajo para conseguir los insumos necesarios para
mantener una calidad aceptable en sus productos. La mayoría dejan a sus
animales sueltos, sin la debida atención, ensuciando el hábitat con sus
deposiciones, contaminando y destruyendo el ambiente en busca de alimentos.
Pero para la mayoría de los productores del país, personas sin
recursos, sin conocimiento, familias pobres que necesitan una actividad
productiva que les asegure una entrada para poder vivir, este tipo de ganadería
se ha convertido en un arma muy peligrosa para el resto de la colectividad, en
focos de enfermedades, contaminación y molestias para las comunidades que no
tienen como controlar a estos animalitos dejados a la buena de Dios. Pero lo
más grave son las consecuencias ecológicas, acaban y contaminan las fuentes de
agua, destruyen la vegetación autóctona de las regiones y hacen imposible la
regeneración de los suelos.
Los gobiernos de Chávez y Maduro se han empeñado en
desconocer las limitaciones y reglas que aplican para los territorios afectados
por decretos ambientales, en parques nacionales, monumentos naturales, áreas
protegidas; sus funcionarios e instituciones son los primeros en violar las
leyes ambientales, bajo la conveniente excusa del desarrollo endógeno y
comunitario, de estados de necesidad, de crisis económica, y se aprovechan de
las organizaciones gremiales como las asociaciones de productores para avanzar
en “la conquista” de áreas sujetas a la idea del progreso socialista. Son
capaces de suministrar documentación para certificar que se trata de unidades
en plena producción agropecuaria, justamente en áreas donde están expresamente
prohibidas, en urbanizaciones privadas, en ABRAES, actuaciones que terminan en
sendos ecocidios por los que nadie responde.
El sector productivo caprino y ovino está altamente
infiltrado por factores políticos que, sin miramiento alguno, se prestan a
violar las leyes ambientales y a destruir los ecosistemas en aras de un
supuesto progreso, los que dejan a su paso son enormes eriales, áreas
desérticas donde la vida se hace imposible. A todos ellos les recuerdo que los
delitos ambientales no tienen prescripción y tienen castigos regulados en la
Ley Penal del Ambiente.
En el caso de Chalet Ville y las áreas protegidas de los
municipios Paz Castillo y Plaza, una simple inspección ocular bastaría para
estimar el destructivo impacto de estas actividades en los espacios de las
cuencas y bosques que deberían estar protegidas y vigiladas por los gobiernos
locales, y que hasta el momento se hacen la vista gorda. La gobernación del
Estado Miranda tiene un triste prontuario de crímenes ecológicos, cuyos
responsables pretenden eludirlos con una simple huida a sus retiros dorados en
el exterior; la impunidad y la violencia institucional, la intervención de
organismos del estado como el INTI, un organismo que debía ser un apoyo técnico
para los productores agrícolas pero que se ha convertido en un organismo
parapolicial, que impone el terror en áreas bajo régimen de administración
especial, a las que trata como territorios bajo su jurisdicción, convirtiéndose
en instrumento de devastación ambiental.
Me refiero aquí al caso del que tengo más conocimiento, pero
tengo información de que esta situación afecta a las principales ciudades del
país, que poco a poco se están quedando
sin agua, sin áreas naturales; una situación crítica, que debe ser atendida con
urgencia por el nuevo gobierno que asuma las riendas del país luego de las
elecciones. Venezuela no resiste un nuevo gobierno de los chavistas, Maduro ha
comprometido la estructura ecológica y de sustentabilidad del país más allá de
los límites razonables para garantizar la sobrevivencia de la gente, eso es un
hecho incontrovertible y a la vista de todos.
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