Desde tiempos bíblicos la traición era una de los crímenes
más abominables, era entendido como afrentas al líder de los clanes y familias,
jugadas sucias que se hacían entre rivales para la obtención de mandato sobre
la tribu, hasta los faraones y reyes
temían por sus vidas y poder, por la ambición de sus más cercanos
colaboradores, aún de sus propios hijos. El mismo Dios tuvo que sufrir de la
traición de alguno de sus ángeles más cercanos.
A medida que la sociedad y la política se fueron
complejizando, la traición dejó de ser meramente una actuación secreta que se
producía contra la persona, e incluyó a funcionarios o milicianos que faltaban
a la lealtad de su juramento; en aquellos tiempos las promesas, convenios,
tratados y alianzas, tenían un componente ritualista y la falta a la palabra
dada para respetar el pacto de fidelidad, era cobrada con sangre.
Recordemos que la traición en aquellos tiempos lejanos
jugaba aspectos arcaicos del comportamiento humano, los conflictos entre tribus
eran dirimidos en última instancia en batalla, y la derrota tenía un alto
precio por lo que, cuando se descubría a un traidor, se le daba muerte de
inmediato o se le exilaba en desgracia, designar a alguien como traidor
conllevaba un desprecio que separaba al acusado de su propia gente.
Los romanos tenían un cuerpo de leyes llamado Julia Maiestatia en la que: “…se consideraba como especies del delito de
lesa majestad: tomar las armas contra la República; ceder al enemigo parte del
territorio del Estado; dar información de guerra al extranjero; incitar a la
rebelión a los soldados; conspirar contra el Estado y la vida y libertad de los
magistrados investidos de Imperium.
Incluían igualmente usurpaciones de poder, que se consideraban como delitos de
traición, entendía que: permanecer en el gobierno de las provincias sin haber
sido prorrogado el mandato era traición al igual que la falsificación de documentos
de vital importancia, eran faltas graves a la lealtad.”
Y era apenas una parte de una tradición legal que se
remontaba a los griegos y que trataba de los delitos de traición, con penas en
las que era usual la muerte para castigar lo que luego los romanos conocerían
como el “animus hostilis in existium
republicae”, o sea, el ánimo hostil a la existencia de la república.
El tema de la traición era tratado en varias de las leyes
romanas, desde las Doce Tablas, la Lex Appuleia, las leyes de Sila, la Lex
Varia, la Lex Gabinia, en la que incluyeron a los mismos magistrado que actuara
contra la voluntad del pueblo, todas invariablemente castigadas con la pena
capital.
Los crímenes de lesa majestad eran en su mayoría contra la
figura del rey o emperador, representante de Dios en la Tierra y cabeza del
gobierno o sus representantes, pero el delito de traición se fue convirtiendo
en un crimen político a medida que la noción de Patria, y luego de Estado se
fueron perfeccionando.
El historiador británico Francis Young de la Universidad de
Cambridge, ha desarrollado toda una tesis sobre la práctica de la brujería y la
magia como precursores de la traición como crimen político, en su muy
documentado libro Magic as a Political Crime
in Medieval and Early Modern England,(2018), nos dice:
Cuando se
trataba de ataques mágicos, un monarca, por más protegido que tuviera por
gruesos muros y guardias, era tan vulnerable como cualquier otro humano, y la
brujería representaba una clase especial de amenaza a la estabilidad política
mientras la gente creyera en su efectividad. La magia era, en teoría, le
perfecto método de traición. Podía ser operado remotamente y en secreto,
requería pocos participantes, pero involucraba la asistencia de poderosas
fuerzas no-humanas en contra de los poderes terrenales de un monarca.
De hecho la palabra conjura- conjuratio- significa una conspiración donde se involucran
demonios, y la mayor parte de estos intentos contra la vida del Rey por lo
general, terminaban descubriendo un plan más vasto y complejo de personas y
poderes; estas amenazas a la vida, salud, y juicio del soberano, que podían
contener predicciones y eventos trágicos por medio de cálculos del horóscopo u
otros medios adivinatorios, figuras de cera del monarca que eran punzadas con
alfileres o derretidas, pócimas y venenos, sacrificios de animales en
ceremonias para invocar enfermedades o malos espíritus fueron los primeros
actos sediciosos y de lèse majesté que fueron tratados por
los jueces, dándoles igual o más importancia que los atentados e intentos de
asesinatos en contra del monarca, y esta situación era común hasta bien entrado
el siglo XVII.
Cuando EEUU alcanzó su independencia, los fundadores de esa
nación se encontraron que el delito de traición era utilizado por gobernantes
en el poder para anular las actuaciones de sus oponentes, las casas reales
europeas usaban el delito de traición de manera alegre y falsa para destruir a
sus críticos, creando una situación contraria para la discusión pacíficay libre
de la política en las naciones, razón por la cual, le dieron un tratamiento
especial, siendo este el único delito mencionado en el texto de la
constitución, y prohibieron expresamente que el Congreso tuviera la facultad de
modificar su significado, esto previendo las actuaciones de los distintos
estados miembros de la Unión, en tanto fuera un gobierno federal.
La definición de traición solo es conducente a quienes llevan
la guerra en contra de los EEUU o se adhieran a ellos proporcionándoles ayuda y
santuario, esta limitación al delito de traición, la hicieron privilegiando la
lucha política pacífica y en términos de igualdad propios de las democracias.
El chavismo se ha caracterizado desde su fundación como un
movimiento de carácter animista, propenso a las prácticas nigromantes paganas,
principalmente santería y magia negra, su historia arranca con un juramento
hecho bajo un árbol, el Samán de Güere, y está condimentado por una serie
de eventos cuasi mágicos incluyendo la exhumación de los restos del Libertador
Simón Bolívar, sacrificio de animales, ritos vudú, profusión de amuletos,
entierros, derribos de estatuas, etc, que hablan de una fuerte vena de
creencias oscuras.
Sus raíces revolucionarias, comunistas y totalitarias los
hacen propensos a utilizar las leyes y las instituciones como armas en contra
de la oposición política venezolana que no está de acuerdo con la visión de
país que quieren imponer a la fuerza. Ya en el año 2017 Maduro, utilizando el
subterfugio de una Asamblea Nacional Constituyente, pretendió convertirse en
acusador, juez y verdugo de sus contrario, declarándolos traidores a la Patria,
en palabras del jurisconsulto Allan Brewer Carías este episodio se reducía a
que:
“Las acusaciones
y amenazas de llevar a juicio a los parlamentarios de la Asamblea Nacional no
son acciones contra individualidades aisladas, sino que constituye un
nuevo auténtico apartheid que busca
criminalizar a la oposición venezolana y a la resistencia democrática toda.”
No les bastaba a los
revolucionarios los delitos contra la Independencia y la Seguridad de la Patria
contenidos en nuestro Código Penal, los artículos correspondientes al Código
Orgánico de Justicia Militar y las menciones que se hacen en la Constitución
Nacional, y es que en plena campaña electoral, con una María Corina Machado
punteando en las encuestas de popularidad y con la candidatura de Edmundo
Gonzáles Urrutia posicionada como favorita para la contienda por la presidencia,
es una gran tentación para nuestros “brujos” endógenos no inventarse una salida
desesperada y poco seria, como esta iniciativa parlamentaria.
El psiquiatra Jorge Rodríguez
Presidente del Poder Legislativo y uno de los hombres claves de los revolucionarios,
afiliados al partido de gobierno el PSUV, acaba de hacer un exhorto a la
Asamblea Nacional chavista para crear una Ley en contra de los traidores a la
Patria, dijo el revolucionario:
“Estamos
obligados a hacer esa ley, una ley severa, draconiana, que castigue a las
traidoras, que castigue a los traidores. Ya está bueno de que se atrevan a
atentar contra los sagrados intereses de la patria…para que los delitos contra
la soberanía, contra los valores culturales y contra nuestra integridad sean severamente
castigados”.
Es de hacer notar que Rodríguez
utiliza en su terminología la palabra “Patria”, usual en las arengas
socialistas a las masas, y no Nación o Estado, que son más complejas y con un
contenido más científico, prefirió el de Patria, un concepto que viene del
romanticismo desarrollado por la Ilustración europea del siglo XIX, que corresponde
más a una idea moral, de acuerdo al lexicógrafo y abogado Manuel Osorio,
significa: “Nación propia de la persona,
con suma de cosas materiales e inmateriales, pasadas, presentes y futuras que
cautivan la amorosa adhesión de los patriotas. El concepto de Patria ofrece un contenido sentimental y no
jurídico”.
Tal solicitud viene de unos
sujetos que se han visto directamente involucrados en la entrega inmoral del
territorio venezolano a una nación extranjera como fue el caso de nuestra
Guyana Esequiba, cuando Nicolás Maduro era el Canciller de Chávez, estos
revolucionarios le han cedido importantes y delicadas funciones de gobierno a
los cubanos como son las notarías y registros, han permitido que la bandera
cubana ondee en nuestras instalaciones militares, una nación que trató de
invadirnos y derrocar nuestra democracia, que le ha brindado apoyo y socorro a
grupos terroristas criminales, permitiendo que usen nuestros documentos de
identidad como salvoconducto internacional, muchos de ellos como diplomáticos,
que haya permitido que grupos de guerrilleros extranjeros operen con impunidad
en nuestro territorio que potencias extranjeras vengan a hacer sus juegos de
guerra en nuestras costas.
Los chavistas han falsificado nuestra historia reciente,
han mentido en cuanto la nacionalidad de su líder máximo, han prestado falso
testimonio ante asuntos vitales para la vida de la República en cuanto la
muerte de Chávez y el período de transición de su gobierno y el de Maduro como
candidato, han permitido y coadyuvado a la destrucción de nuestro medio
ambiente poniendo en peligro la sustentabilidad del territorio… la lista de
irregularidades y actos que pudieran ser considerados contrarios de la
integridad y la seguridad de Venezuela se acumulan desdiciendo su supuesto “patriotismo”.
Pero los impulsa un ánimo revanchista y un orgullo de tontos, al descubrir que
todas sus esperanzas de ser eternos e inamovibles, eran eso, sueños fútiles de
mentes infantiles.
La culpa que los embarga, el nervosismo que sienten en
verse atrapados en su propia telaraña de conspiraciones, no se va a curar ni a
alejar creando traidores en el aire, deberían ocupar su tiempo en cómo defenderse
cuando les llegue el momento de comparecer ante la justicia.
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