En este momento hay unos 63 millones de latinos viviendo,
trabajando y construyendo familias en EEUU, la gran mayoría emigrantes que
están echando raíces en ese gran país del norte, otro grupo ya tiene tiempo
radicado, algunas familias tienen siglos de tradición y ya son tan norteamericanos
como los Trump o los Baiden; pero de esta enorme masa de latinos, proveniente
de distintos países, votan alrededor de 17.5 millones, esto por diversas
razones, empezando porque el derecho al voto exige, además de una residencia
legal, cierto grado de integración y cultura, que inicia por un dominio
aceptable del idioma inglés, conocimientos de la historia del país y el interés
de involucrarse en la política.
Estos latinos están distribuidos a lo largo y ancho del país
y tienen presencia en todos los estados de la Unión, configurando distintos
porcentajes de votantes en unas elecciones que son indirectas, por medio de los
llamados Colegios Electorales,
afectando las preferencias de candidatos de maneras distintas, la mayor
concentración de votantes latinos está en Texas y Florida.
Tradicionalmente, el partido demócrata ha cultivado el voto
latino por medio de distintos programas de integración, ayudas y políticas
sociales, que fueron muy efectivas en la década de los sesenta del pasado siglo,
sobre todo con la administración Kennedy y su dura lucha por ampliar los
derechos civiles de algunas minorías; pero debido al rápido crecimiento de la
población latina, el partido Republicano igualmente se abrió en la búsqueda de
esos votantes, que hoy, aunque todavía no son masas de electores que puedan
hacer una diferencia, excepto en muy pocos estados, están llamados a liderar
tendencias tanto en elegir funcionarios,
como para conformar representantes latinos en los distintos puestos y
responsabilidades, dentro de la política norteamericana.
La actual minoría latina es una de las de mayor expansión
debido, entre otras razones, a las presiones migratorias, que empujan grandes
contingentes de refugiados que desde el sur tratan de alcanzar el “sueño
americano” de oportunidad y progreso. En sus países de origen, las dictaduras,
gobiernos militares y economías fallidas los obligan a probar suerte, muchas
veces a riesgo de sus vidas y seguridad, corriendo grandes peligros y entrando
a USA de manera ilegal, lo que los imposibilita para alcanzar una integración
adecuada y plena, convirtiéndose muchas veces en un problema social, más que en
una ventaja para el país receptor.
Ese volumen de inmigrantes latinos en condiciones de
ilegales afecta incluso el desarrollo de aquellos latinos que sí han cumplido
con las normativas y exigencias para alcanzar las visas, los permisos de trabajo
y hasta la residencia; ésos que se encuentran en pleno proceso de integración,
de allí que incluso estos emigrantes latinos en proceso de legalización de su
estatus, apoyan ciertas medidas de vigilancia y control sobre estos nuevos
contingentes de inmigrantes, contrarios al orden del país, y en los que
fácilmente se infiltran personas con prontuarios y delincuentes comunes,
dispuestos a seguir con sus estilos de vida en las comunidades de las que se
hacen parte, incrementando la inseguridad y el desorden.
Pero los latinos tenemos una serie de ventajas sobre las
otras minorías del mundo, en primer lugar nuestra cultura es occidental,
pertenecemos a ese gran conglomerado de pueblos cristianos cuyos valores son
apreciados en USA, en ese sentido somos fáciles para integrarnos, compartimos
no solo un “pool genético” fuerte y
variado, que se ha enriquecido con el mestizaje, tenemos mucha de nuestra
historia común entre norte y sur américa, siendo vecinos del mismo continente.
Los latinos trabajan muy duro y con disciplina. Debido a
problemas de formación académica, tenemos algunas desventajas en cuanto a nuestro
conocimiento tecnológico y científico, pero somos grandes contribuyentes al
producto interno bruto de USA, y nuestros trabajadores están repartidos en
todas las especialidades y sectores, haciendo especial mención en la industria
agrícola, construcción, del entretenimiento, educación, y en especial, en las
fuerzas armadas.
El gusto y la responsabilidad de los latinos por tener a sus
familias en las mejores condiciones posibles, y su instinto gregario y
reproductivo, los capacitan para ser un motor importante en el desarrollo
poblacional, y que no se den esos vacíos generacionales terribles, que provocan
el envejecimiento acelerado de las poblaciones en los países desarrollados.
Pero algo muy importante está sucediendo en las
transformaciones políticas de la cultura norteamericana; en el campo del
partido demócrata hay una importante deriva hacia el comunismo autoritario, que
preocupa enormemente a algunos observadores y analistas, el gobierno de Baiden
(y es una tendencia que viene incrementándose desde el gobierno de Obama) está
creando un aparato estatal socialista que atenta contra los valores y
principios de la libertad individual y los valores democráticos que forman
parte del entramado de ideas de los estadounidenses.
El ideal de fortalecer un estado bienestar, dándole
relevancia a la igualdad en los principales aspectos de la vida ciudadana, está
obligando a imponerle obligaciones antinaturales y forzadas al aparato
productivo e innovador de USA. Hemos visto como mucho de ese dinero “viejo”, de
familias poderosas detrás de algunas de las firmas más importantes de la gran
industria, las finanzas y la banca, y sus nuevas generaciones de relevo están
muy comprometidas con los ideales de la izquierda, contrarios a los principios
de los padres fundadores de aquellos “Estados Unidos” del Acta de Independencia
de 1776.
Ese estado benefactor, en plena construcción de la mano de
unos socialistas radicales, le están imprimiendo un rumbo equivocado y
siniestro tanto a la economía norteamericana, como a sus alianzas y el lugar
estratégico que debe ocupar EEUU en el concierto universal de naciones. Quieren
dejar atrás el liderazgo que implica ser el primer país del mundo (que si no es
América, lo será otro, quizás enemigo y a riesgo de no volver a recuperar ese
liderazgo). Ese estado socialista en plena construcción no es otra cosa que un
estado policial y controlador de la población norteamericana, como ya está
sucediendo, con un enorme aparataje de censura y propaganda, y un centro de
poder en manos de unas pocas familias, blindado en contra de la renovación.
Los latinos, muchos de nosotros, venimos de gobiernos que ya
gestaron esos monstruos de la razón, y que se encuentran en plena destrucción
de las democracias al sur del Río Grande; la Venezuela de Maduro es el ejemplo
más extremo y terrorífico del nuevo comunismo, una puesta en escena más de una
mafia criminal, en la que un gobierno se dedica a delinquir y asesinar
venezolanos para mantenerse en el poder, una propuesta tan absurda que no tiene
ni cómo justificarse sin caer en mentiras y contradicciones.
Pareciera que el gobierno de Baiden y Kamala Harris, ahora
la candidata del partido demócrata, tienen a Nicolás Maduro como ejemplo; es una
idea de gobierno socialista, aunque muy mal elaborado y peor ejecutado de lo
que ellos intentan hacer con EEUU; allí está la razón por la que no han querido
ponerle punto final a esa orgía de sangre y dolor que se encuentra a un tiro de
piedra de sus fronteras, las tiranías implantadas en Cuba, Nicaragua y
Venezuela son los modelos que los demócratas quieren para USA, por supuesto,
más sofisticado e indoloros, por ello no quieren tocarlos, a estos gobiernos los
sienten más como aliados.
Los latinos no queremos eso, e instintivamente nos movemos
hacia el campo del partido Republicano, que como toda organización compleja, tiene
sus propios problemas, como contar con un candidato agresivo y poco simpático
para el latino, aunque se comprende que Trump viene del medio empresarial, de
la construcción y bienes raíces en New York, que se distingue precisamente por su
alto grado de competitividad. La personalidad del “catire Trump” desagrada por
su asertividad, y desconfianza natural con su entorno, no en vano ha sido
víctima del ataque más despiadado por parte de un gobierno socialista a un
político republicano en toda la historia de esa nación… y ha sobrevivido. El
estilo directo, agresivo y autosuficiente de Trump desagrada a algunas
personas, no se dan cuenta de la importancia de lo que ese candidato
representa, la última oportunidad que tiene USA de salir de la ruta del
comunismo.
Trump se ha visto en la necesidad de recurrir a varias
tácticas del populismo para no perder el apoyo de su base electoral, que se
constituye en el sector rural y profundo de Norteamérica, y para ganar el favor
de algunas minorías, entre ellas los latinos, esto a pesar de sus fuertes
comentarios sobre deportaciones masivas como única manera de retomar el control
de las fronteras y del orden público en las grandes ciudades. Trump cree en el
libre mercado y la libre empresa, no en un gobierno centralizado, poderoso y
pródigo en burocracia para controlar precios, inversiones, impuestos y poder, y
de esa manera tener la economía del país en un puño, como lo quieren los
socialistas.
Las ideas que ha presentado la candidata Kamala Harris sobre
su programa de gobierno, han debido hacer sonar las alarmas en todo el país,
ella propone el control directo de la sociedad norteamericana por medio de una
burocracia que obedecen a unos pocos, que quita y pone, que da o niega por
encima de los intereses individuales de las personas, justamente el país que
construyeron millones de personas e intereses y que ha servido para una enorme
producción de riqueza e innovación, quieren ahora, reducirlo a un esquema de
contribuciones sociales obligatorias para financiar a los grupos menos
favorecidos, los latinoamericanos estamos hartos de escuchar el mismo cuento de
camino, quieren comprar nuestro voto con promesas de regalos y obsequios que
nunca nos darán la libertad de ser autónomos y libres, todo lo contrario, estas
políticas de quitarle a los que más tienen solo será para enriquecer a los amos
del poder.
Hay muchos norteamericanos que han perdido la brújula de su
propio destino, quizás influenciados por una industria del entretenimiento en
manos de los comunistas; ya hay un listado de artistas importantes que prometen
mudarse de USA si gana Trump, aunque estoy seguro ninguno se vendría a vivir a
Venezuela, Cuba o Nicaragua, porque son socialistas de champagne y comida
japonesa que, enceguecidos por sus triunfos en el estrellato y sus enormes
fortunas, perdieron hasta el sentido de la prudencia. Un nuevo triunfo de los
Demócratas significaría muchos más Maduros, Ortegas y Castros en el escenario,
y probablemente una China sentada en el trono de hierro.
Creo que es deber de los votantes latinos dar el buen
ejemplo; tenemos nuestras familias y nuestros países de origen atrapados en
callejones sin salida, torturados por pesadillas totalitarias que nacieron con
candidatos que decían creer en una igualdad absoluta, de raza, género y
educación para conformar un movimiento “Woke”
que quiere salir de los parques de Disneylandia e inundar el mundo con sus
colores de arcoíris y su “justicia social”. La única manera de detener el
comunismo en América es diciéndole NO a la candidata de los Demócratas, y
confiando que el “catire Trump” haga su trabajo.
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